Cuerdo
Estoy cansado. Pero no puedo dormirme, ya que si lo hago, ese hombre que está parado en el umbral de la puerta volverá a colocarme esa camisa de fuerza y a ponerme en ese cuarto de paredes blancas y acolchadas.
No debí aceptar esos dulces de colores y formas tan curiosas luego de intentar callar a ese sujeto que me dijo que estaba loco como él.
Yo no estoy loco, de hecho, soy el más cuerdo de todo este lugar. Y por lo genereal, un loco no sabe lo que está haciendo. Pero yo sí lo sabía. Sabía perfectamente lo que hacía al cortar longitudinalmente el cuello de todas esas personas para sacarles la lengua de raíz. Y quería enseñarle, ya que todas esas personas eran igual que él. Me habían llamado loco.
Ese hombre aun me está observando a la espera de que me duerma. Supongo que le daré el gusto esta vez.
- ¿Aún no? - dijo una mujer que vestía igual que él.
- Aún quedan un par de minutos para que se rinda... - le responió - De todos los locos que he tenido que cuidar, este es el más problemático...
Ya sé quién será el siguiente en perder la lengua cuando me liberen de nuevo. Le sonreí mientras pensaba en como lo haría, y en lo satisfactorio que sería hacerlo.
Le sonreí con una mirada que pareció darle escalofríos, hasta que me dormí.
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