Sentimientos contra la disciplina
Temática del one-shot: AU (alternative universe)
Numero del one-shot: 8
Universo Alternativo en el que hay dragones, hay una guerra, se encuentran en una época moderna pero hay una machismo de la vrga :)
No sé que acabo de escribir.jpg
La mujer rubia estampó su puño contra la mesa de su superior y lo miró molesta-¿Que estás insinuando?- dijo Astrid dejando toda formalidad que solía mantener con su general.
-Solo te estoy diciendo que no sabes con quién estás juntandote.
-Qué coincidencia, es lo mismo que me dicen cuando alguien me ve contigo, Hiccup. Dicen que eres una deshonra para el ejército, un revulocionador de masas.
-Es diferente, estás relacionando cosas sin sentido. Como amigo, Astrid, te estoy advirtiendo de quien es ese hombre con el que piensas salir.
-¿Acaso no dijo usted que no eramos amigos?
-Astrid, no lo hagas.
-Con el debido respeto, general Haddock, usted no tiene la responsabilidad de decidir sobre mis relaciones sociales.
Dicho esto Astrid se dio media vuelta y se dispuso a salir del despacho de su general.
-No le he dado el permiso de salir, señorita Hofferson.
Astrid hirvió de rabia con aquello pero decidió cumplir el protocolo- ¿Permiso para salir, señor?
-Permiso concedido.
Cuando la rubia salió del lugar y se dirigió a su habitación en la base para quitarse aquel maloliente mono por algo más elegante, Hiccup, en su despacho intentaba tranquilizar los ardiente celos que carcomían su alma.
Astrid había llegado a su vida por sorpresa y la había revuelto como un verdadero terremoto. Ella fue la primera mujer en entrar al ejercito y fue el quien la ofició como una soldado más. La ley que impedía a la mujeres luchar se había abolido puesto que el enemigo que amenazaba a su nación era enorme y si tan solo los hombres iban a la guerra no sería suficiente.
Pero la noticia no fue bien recibida por buena parte sociedad. Tan solo 250 mujeres en todo el país se presentaron, solo siete de ellas lograron pasar las pruebas y dos de ellas vivían en Berk. Mala Deranged y Astrid Hofferson.
Mala ya era profesora táctica en el ejército y aunque no luchaba, eso hizo que Astrid fuera considerada la primera mujer en entrar al ejercito de Berk.
Resultó ser una jinete de dragones magnífica y una soldado obediente. No pidió cambios de habitación cuando acabó compartiendo estancia con once hombres y soportó sus faltas de respeto incluso en medio de los ejercicios, eso hizo que se ganase el respeto de todos en aquella base.
Hiccup fue algo más. Él era su general y su actual instructor. Hiccup jamás trató de manera diferente a Astrid, le exigía lo mismo a Astrid que al resto de soldados y la rubia le demostraba lo fuerte que era día tras día. Con el paso del tiempo, ninguno de los dos pudo evitar enamorarse.
No obstante, Astrid se negaba a inmiscuir sus sentimientos en los asuntos del ejército y Hiccup sabía que Astrid se jugaba el puesto y el respeto del mundo si los veían juntos.
Por eso, ambos quedaron en olvidar aquella noche en la que sin querer se besaron a las puertas de despacho de Hiccup con Toothless de espectador.
Ahora la rubia le había pedido permiso para salir aquella tarde de la base con un hombre que había conocido. Era un puro trabajador administrativo en el banco de la ciudad, era muy inteligente y bastante atractivo. No la había mirado como una mujer que tan solo estaba en el ejército porque "entretenía' a los soldados, suficiente para que Astrid aceptase una cita con él.
Hiccup no tuvo que otra que darle el permiso y soportar el peso de sus pensamiento toda la tarde.
Daría todos sus honores y medallas, lo que fuera, por ser en ese momento ese simple banquero.
Llegó a su habitación y abrió el armario. Antes, cuando era cadete en instrucción debía dormir con varias personas pero al llegar a la base Berk y subir de rango a capitana de su propio escuadrón, recibió una habitación propia. Era un lugar muy pequeño, tan solo tenía una estrecha cama y un armario metálico parecido a una taquilla de instituto.
La rubia abrió su maleta descubrió la ropa que no solía utilizar como cosas mas formales para sus reuniones ejecutivas. Sentía incomoda utilizando algo que no fuera ropa holgada o el uniforme con el que tan se había familiarizado rápidamente pero era una cita y la situación ameritaba un look inusual en Astrid. Decidió llevar una blusa blanca, una falda azul oscuro y unas medias oscuras que cubrían sus piernas junto a las botas negras. Al mirarse al largo espejo que tenía sonrió satisfecha. Astrid nunca había sido de aquellas que se preocupaba por su aspecto o su vestimenta más de lo necesario pero le gustaba cuidar su imagen y en ocasiones le gustaba sentirse así de bella y elegante.
Alguien tocó a la puerta. Sin saber quien podría ser y careciendo de una mirilla, abrió y fue recibida por un silbido burlón. Si fuera cualquier otra persona se hubiera molestado pero tan solo era Tadashi.
-¿A donde vas Hofferson?
-A una cita.
-¿Con...?
-Con Andrew Buckers.
-No me suena.
-No es un soldado, es banquero. Era el tipo que vino a hacer informe de los atrasos en el presupuesto de comidas de la base. Nos conocimos, hablamos un par de veces y me invitó a salir.
-Ah vale- luego miró a su alrededor asegurándose de que no hubiese nadie cerca, mucho menos Hiccup, se acercó a la rubia para susurrarle- He visto al general Haddock, no parecía contento...aunque creo que ahora sé porque.
-No digas tonterías, Tadashi, el general no está interesado en mi.
-¿Interesado? No, interesados están todos los babosos que te siguen diciendo cosas durante los ejercicios de entrenamiento. Haddock está enamorado.
Astrid se sonrojó salvajemente y cerró la puerta en las narices del japones, lo último que necesitaba ahora era a Tadashi generando locas e imposibles ideas en su cabeza.
Tomó su bolso y llamó a un taxi para que viniera a recogerla. No iría en Tormenta, su dragona estaba demasiado acostumbrada al ejército y a la base que sacarla en la ciudad podía ser abrumador para el animal.
Cuando el taxi le avisó de que había llegado salió al pasillo agradeciendo que Tadashi por fin se hubiera ido y se dirigió a la salida principal. Estaba bajando por las escaleras cuando pasó por su lado el general con el que había discutido hacía unos minutos con la mirada oculta en los documentos que llevaba
-Hofferson- la llamó cuando la vio.
-¿Sí, señor?
-Vuelva a las diez y guarde silencio cuando llegue.
-Así será, general- dijo con una falsa y presumida sonrisa mientras daba la vuelta y seguía su camino. Incluso se atrevió al contonear las caderas cuando dejó al castaño atrás con aires de superioridad. Ella no lo sabia, a Hiccup le temblaron las piernas con tan solo ese movimiento.
Subió al taxi y le indicó a la mujer que conducía que la llevase a un restaurante en el centro de la ciudad. Al contrario que otras ciudades, Berk todavía no había sido atacada y estaba en buen estado ya que tenía la constante vigilancia de los aviones que venían del hangar de aviación a un kilómetro de la base donde vivía Astrid.
Cuando llegó el bullicio de una ciudad aún activa la recibió. Las luces de las farolas estaban encendidas y se unían a la de los puestos y tiendas para iluminar la ciudad. La gente había salido aprovechando el calor del verano que estaba llegando y Astrid esperaba la cantidad de la gente y dragones. Siendo una mujer que se pasaba la semana, o el mes, en la base viajar a la ciudad siempre era una experiencia especial.
Se acercó al restaurante y localizó a su cita sentada en una mesa de la calle leyendo el periódico. Llevaba un traje gris y una corbata rojiza y un sombrero, tal vez acababa de salir del trabajo, y sobre su nariz tenía puestas las gafas que cubrían sus ojos azules.
Astrid se acercó esperando que se levantase a saludarla pero el hombre estaba tan concentrado en la lectura que no reparó en su presencia. La chica tuvo que toser disimuladamente un par de veces para que alzase la cabeza y la viera finalmente.
-Oh, hola-dijo levantándose rápidamente y dándole dos besos como saludo*- Lo siento no te había oído llegar.
-Lo he visto ¿Que leías?- preguntó divertida.
-Una noticia sobre un hallazgo de pinturas rupestres en una cueva de Berserkers,- contaba mientras ambos se sentaban a la mesa- al parecer salieron a la luz cuando una bomba de una avión cayó cerca por error del piloto.
-No sabemos si le darán un premio o una paliza- bromeó Astrid haciendo reír al muchacho.
-Sí... Se dice que tienen miles de años, son de la época de los vikingos.
-Vaya...
-¿No es impresionante?- fue entonces que el chico se sonrojó al ver que había expresado demasiado su amor por ese tipo de hallazgos- Perdón.
-No te preocupes,- contestó amablemente- hemos venido a conocernos, ahora sé que este tipo de cosas te gustan. Cuéntame mas de ti.
-Primero pidamos ¿Que te apetece?
-No sé- dudó mirando la carta- Un plato de raviollis de espinacas... sí, eso pediré.
-Bien, pues yo unos de pollo.
El camarero se acercó a ellos y tomó sus pedidos.El chico hizo una mueca extraña cuando Astrid recibió su plato
-¿Te gustan las espinacas? Yo no puedo soportarlas.
Astrid rió levemente, a su madre tampoco solían gustarles- Sí, no es mi plato favorito pero me gusta su sabor. Necesito mantener una dieta en el ejercito y no la puedo incumplir ni siquiera cuando salgo.
-Ya...claro...- Astrid pudo sentir cómo el ambiente se tensó cuando mencionó su puesto en el ejercito- Bien, me gustaría contarte sobre mí pero ¿quieres empezar tú?
-No, no, por favor, tú primero.
-Me llamo Andrew Buckers, soy hijo de Donals Buckers y Luz Buckers. Mi padre era carpintero, sabía mucho de matemáticas por eso decidí estudiar matemática y economía.
-¿Y tu madre?
-Mi madre no trabajó nunca- contestó - Tengo tres hermanos, Roger, Hilda y Carl. Soy el primero. Mis hermanos y yo le dimos mucho trabajo y jamás pudo dedicarse a otra cosa, pero ella era feliz
-¿Hermano mayor? Vaya, siendo cuatro debe de ser complicado.
Andrew no respondió, Astrid lo encontró hojeando de nuevo el periódico casi ignorando el comentario de Astrid, cosa que la molestó. La rubia lo pasó por alto recordandosr bajar sus expectativas.
Trajeron su comida y Astrid pudo notar que Andrew era un tipo mucho más hablador que en sus encuentros. Ella intentaba intervenir con comentarios pero él ignoró la mayoría. Astrid finalmente intentó centrarse en su comida pero su mente viajó a charlas mas divertidas que había tenido anteriormente, charlas que tenía con cualquier otro chico de la base como sus compañeros de equipo, Tadashi... o Hiccup.
Dioses, pensó Astrid, con Hiccup podía pasarse horas hablando de cualquier cosa, riendo, debatiendo, relatando ....
Al parecer Andrew se dio cuenta de que estaba hablando solo él y que la chica se estaba aburriendo por lo que decidió reconducir la charla- Tal vez estoy hablando de más.
-No, tranquilo...
-Es que siento que no me estás escuchando- contestó algo molesto.
-Solo me fui un momento- se excusó también molesta al sentirse por un segundo atacada. Pero se arrepintió al ver la cara avergonzada de Andrewn
-No, perdóname, es solo que pocas veces tengo la oportunidad de tener a alguien que me escuche para contarle mis cosas. Me emocioné un poco. Lo siento por reaccionar así.
-No te preocupes, yo soy quien lo siente.
-Dejémoslo en paz. Ahora habla tú, cuéntame sobre ti.
-Pues me llamo Astrid Hofferson, tengo 24 años y soy hija de Diana Hofferson y Arthur Hofferson. Me críe con mi madre. Cuando mi padre se fue madre nunca volvió a casarse por lo que no tengo hermanos.
-¿Y como hacía tu madre para mantener el hogar ella sola?
-Bueno... tenía un trabajo antes de conocer a mi padre el cuál logró mantener...
-Una mujer de lo más organizada- murmuró como si no hubiera pensado en aquella opción. Astrid comenzaba a sospechar que Andrew tenía una ideologías muy diferentes a las suyas, decidió intentar no dejarse llevar por ello.
-Yo realmente no sabía a que dedicarme, quería hacer algo importante pero no conocía a ninguna mujer de mi entorno que tuviera un trabajo que no fuera camarera, limpiadora o dependienta. Entonces supe que el ejercito era mi camino- dijo resumiendo su trayectoria en la vida.
-¿Y tu familia está de acuerdo?
-Bueno, mi madre sigue sin creer que sea un trabajo para mí puesto que es muy peligroso...
-Para una mujer- completó Andrew.
-Iba a decir muy peligroso para lo poco que se gana- replicó molesta.
Andrew ignoró por completó que la chica comenzaba a molestarse y siguió dando libremente su opinión- ¿Sabes? ¿Puedo serte sincero? No soy un tipo machista, si es así como se dice, pero creo que si las cosas han sido toda la vida de una manera ¿porque cambiarlas ahora? La mujeres tenéis una misión muy importante en el mundo ¿porque aspirar al algo más cuando ya teneis algo que los hombre no tenemos?
Astrid casi se lleva las manos a la cabeza cuando escuchó aquello. Su mente viajó entonces a cuando ella tenía once años. Aquella charla con su madre en la comida que le hizo darse cuenta de que su madre no podía ayudarla a encontrar su camino si había vivido con un camino ya destinado por su condición de ser mujer.
-Mamá
-¿Si, cariño?
-¿Podemos hablar sobre... algo?
-Cariño ¿que ocurre?- preguntó preocupada cuando escuchó el tono afligido de su hija.
-Pues, no estoy segura de cuál va a ser mi futuro.
-El futuro nadie lo sabe, amor.
-Pero todos parece que sí lo saben, todos están seguros de que voy a casarme y a tener hijos. Dicen que es mi misión. Lo dicen los profesores, las noticias, la tía Perla, incluso tu hablas de ellos como si realmente fuera a pasar.
-Cariño, tu misión como mujer es dar hijos sanos a la patria y cuidar de los más desfavorecidos, es una meta de lo más noble si lo piensas ¿Por qué crees que no es tuya?
-Simplemente no me imagino siendo madre. Mamá ¿Tú te enfadarias si no quisiera tener hijos?
Diana miró a su hija sorprendida. Nunca había escuchado a una niña cuestionar algo como eso. Cualquiera que lo hacía era condenada por Dios a la desgracia, según muchos religiosos y mujeres. Pero podía comprenderla, era su hija, era tan solo una niña y la amaba a pesar de cualquier cosa.
-Cielo, yo también tuve mis dudas a tu edad, es completamente normal no sentirse a la altura de una misión como esta. Pero hagas lo que hagas con tu vida, asegúrate de ser feliz.
Aquellas palabras quedaron grabadas en la mente de Astrid. Tenía mucha suerte de tener una madre como la suya.
Para ese entonces, solo un 32% de la mujeres trabajaban y ninguna de ellas estaba en el ejercito ni tenía en su posesión un dragón. Aunque ese porcentaje había ido en aumento en los últimos años, y las mujeres comenzaban a poder tener dragones con ellas, seguían habiendo mucho prejuicios hacia aquellas mujeres que apuntaban a altos puestos o que no tenían la idea de formar una familia como una máxima prioridad.
Prejuicios a los que Astrid tuvo que enfrentarse a lo largo de su vida y que no estaba dispuesta a tolerar ahora que había logrado su meta. Tomó su bolso, sacó algo de dinero y se lo puso enfrente al hombre.
-Toma, pagaremos a medias, yo ya me voy.
-¿No te habrás ofendido, verdad? Solamente he dicho que en mi opinión el ejército no es para mujeres- vio la cara furiosa de la rubia e intentó arreglarlo- pero tu eres una excepción...
- ¿Si? ¿Entonces cuál es nuestro lugar? ¿La cocina?
-No quise decir eso, tan solo me interesaba conocerte para poder entablar amistad con gente... diferente y poder debatir un poco
- Anda toma el dinero y cállate.
Andrew tomó el dinero y Astrid pudo irse felizmente.
-¿No quieres que te acompañe de regreso?
Astrid ni siquiera se giró a mirarlo. No estaba dispuesta a continuar batallando con aquel hombre.
Con otro taxi regresó a la base a las diez de la noche, tal y como había dicho Hiccup. Las luces del pasillo seguían encendidas pero no habría nadie puesto que la mayoría ya estaban en sus habitaciones preparándose para ir a dormir.
Fue a su habitación y se tiró sobre la cama suspirando cansada. Aquella cita había sido un completo desastre.
Pensó entonces que tal vez se había pasado de la raya, tal vez debió escuchar a Andres y debatir pacíficamente antes de irse de aquella manera.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando llegó un mensaje a su teléfono, era Tadashi.
-He visto que has vuelto- leyó Astrid- ¿Que tal ha ido?
«Un desastre, mañana te cuento» contestó la rubia.
«Tal vez deberías ir a contarle a Haddock»
Astrid no contestó a aquel mensaje y Tadashi, desde su habitación supo que había conseguido su cometido. Astrid lo evitó, realmente lo evitó pero una parte de Astrid le decía que era una buena idea y la otra le advertirá que podía acabar como la anterior: con un beso y cuatro días de pura incomodidad.
Se miró en el espejo de nuevo y ya no veía a un chica triunfante que iba a una cita después de mucho tiempo, veía a mujer con sentimientos enfrentados que deseaba poner en riesgo el sueño de su vida por una mínima posibilidad de que el hombre que ella amaba aún la quisiera.
Entonces se fijó en la fotografía que había a un lado del espejo pegada con cinta adhesiva. Suspiró y se preparó mentalmente para lo que iba a hacer. Tomó una goma del pelo y salió de su habitación rauda. El viento que se creó al cerrar la puerta tiró al suelo la foto y la luna iluminó la imagen de un castaño sonriendo orgulloso que la mujer que tenía al lado, la primera mujer que ascendía a capitán de una escuadrón.
Avanzó por los pasillos hasta que llegó a la habitación 078, cuando tenía días libres Hiccup aprovechaba para acostarse pronto por lo que la rubia rezaba porque el castaño no estuviera ya durmiendo. Tocó a la puerta varias veces hasta que un Hiccup en pijama se dignó a abrirle. Parecía que el chico estaba a punto de irse a dormir cuando la chica llamó.
-¿Astrid?
-Perdón.-soltó de primeras.
-¿Por?
- Por ponerme a la defensiva cuando tu solo intentabas ayudarme. Tu conoces a esta gente mejor que yo, supongo... Pero que sepas que incluso si la cita hubiera ido bien hubiera venido pero tal vez mañana.
Hiccup la frenó confundido-¿No ha ido bien?
- ¿Bromeas? Ha sido terrible.
Hiccup suspiró y dejó entrar a aquella rubia que suponía que tenía descargar todo lo que llevaba adentro. Astrid aceptó la invitación y se sentó sobre la cama de Hiccup mientras el chico se sentaba en una silla frente a ella.
- Tenías razón, era el típico hombre de la vieja escuela que piensa que las mujeres somos unas exageradas y que deberíamos quedarnos donde hemos estado toda la vida: en la cocina.
- Te lo advertí, As, a ese hombre se le veía de ese tipo. Pero anímate, eres una chica preciosa y seguro no tardarás en encontrarse a un hombre que si valga la pena.
Tal vez ya lo haya encontrado, pensó Astrid mirando a Hiccup.
-Solo es que estoy harta de esa clase de comentarios. Y no solo vienen de hombres, también de mujeres cegadas que realmente creen que su único valor es el de ser buenas esposas y dar hijos. Son valores importantes, no digo que no, pero es que debe haber algo más...
- Pues claro que lo hay, As,- dijo antes caminar hacia ella y sentarse a su lado en la cama- Tu lo demuestras día a día cuando entrenas con tus compañeros, cuando juras fidelidad a Berk y con solo el mero hecho de ser mujer.
-Los hombres y las mujeres son igual de geniales ¿Porque hay gente que aún no lo entiende?
- Y mucho me temo que eso va seguir siendo así por mucho tiempo.
Ambos quedaron en silencio y se miraron sonriendo. Astrid abrió los brazos y recibido a Hiccup en un fuerte abrazo. Las cosas de habían solucionado entre ellos no podían estar más felices.
-Siento no haberte hecho caso.
-No te disculpes, tenías tus razones para dudar.
-Ojala no lo hubiera hecho, no me dejaba hablar, puso en duda mi querido puesto en el ejército y era un rotundo friki- Hiccup alzó una ceja fingiendo molestia-Tu eres un buen friki, el era un friki rarito y desagradable.
Hiccup rió; cuando conoció a Astrid y comenzaron a ser amigos fuera de la base le daba miedo presentarse a ella como quien era realmente con sus gustos y aficiones reales, ya que podía perder el respeto de ella como soldado. Sin embargo, acabó abriéndose a la rubia y lo agradeció toda la vida. Astrid jamás criticó sus gustos por la historia y el dibujo, las series de ficción, y mucho menos su afición por los dinosaurios (familia directa de los dragones). Eso ocasionó que ella también le presentase sus aficiones como la lucha libre o los caballos, o incluso ese hobbie que había encontrado en tejer.
Y con ello ambos se volvieron más afines.
Quedaron en un silencio sepulcral en el que solo se escuchaban los latidos de sus corazones desenfrenados por la cercanía que mantenían. Los ojos de Hiccup bajaron por un segundo a los labios de la chica pero pronto volvió a mirarla para quitarse esa idea de la cabeza.
Ella esbozó una ligera sonrisa y se adelantó hacia él para juntar sus labios. Tan solo duró un segundo pero para Hiccup aquel beso significó el mundo enteró. La chica se despegó tan lentamente que a Hiccup le dolió su falta. Por eso, sin pensarlo mucho más tomó la nuca de la rubia y la condenó a un beso mucho más largo y entregado.
Astrid colocó sus manos en sus mejillas y se permitió acariciarlas. Era el mejor beso que Hiccup había dado jamás y para Astrid aquel era su primer beso (ya que ese débil beso en el despacho de Hiccup no comparaba con aquello y no lo tomó en cuenta).
Se miraron de nuevo dudosos de lo que acaba de ocurrir. Hiccup tomó cautelosamente la mano de Astrid y su cuerpo, desobedeciendo a su mente que luchaba por hacerle entender que aquello era un riesgo, le rogó con caricias que no se fuera.
-¿Y ahora?- preguntó ella.
- Las cosas pueden ponerse muy mal para ti, As, no quiero que la gente se falte al respeto por esto y mucho menos que los grandes dirigentes de planteen prescindir de tu puesto.
-Todo eso no me importa, Hiccup- dijo casi divertida- No me importa porque te quiero. Solo tendremos que ser un poco más discretos.
-¿Un poco más?
-Tadashi la sospechaba.
-¿Tadashi sospechaba que nos gustamos cuando ni siquiera nosotros lo habíamos aceptado?
-Es un chico inteligente.
-¿Y...se me notaba mucho?- preguntó colocando un mechón de cabello rubio detrás de la oreja de la chica- Digo, creo que ya habrás notado de la primera razón por la que no quería que fueras a la cita era porque moría de celos.
-Jamás lo noté- contestó riendo- Pero ahora ya lo sé-
-Bueno ¿entonces ya puedo confesarte lo loco que estoy por ti?
-Adelante, yo no te lo voy a impedir.
Hiccup sonrió y se acercó al oído de la mujer para poder susurrarle- Astrid Hofferson, estoy enamorado de ti.
Tal vez tendrían que ocultarlo por mucho tiempo, tal vez más de lo que habrían imaginado, pero aquella noche, sonrojados y tomados de la mano, no quisieron reparar en el daño que podrían hacerse estando junto. Prefirieron pensar en lo mucho que habían sufrido separados, cosa que no estaban dispuestos a volver a pasar.
Chapter Facts
Esto es una idea que brotó de otra idea, que a su vez, vino de otra idea. Tenía planeado (cuando apenas estaba empezando Canción de Hielo y Fuego, lol) una historia llamada "Permiso concedido" donde Hiccup y Astrid eran sargentos en la guerra.
Luego tras ver un reportaje sobre la dictadura española, se me ocurrió "Por amor a la Patria", que se centraría más en la lucha de Astrid por alcanzar sus sueño y luchar contra los prejuicios de la sociedad (de ahí el diálogo con su madre) pero decidí dejarlo porque no sabía como tratar bien esos temas en profundidad.
Decidí aprovechar esas ideas y hacer este one-shot antes que hacer otro con temática de AU modern.
Ok, Ahora sí
Chaooooo
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