1. RUINAS.
La fortaleza había sido el hogar de la familia real por cientos de años. Había sido construida con la intención de que sus imponentes muros resguardaran a sus habitantes de la luz del día y de los enemigos. Y por mucho tiempo cumplió su misión, hasta que un día, tres de sus habitantes tuvieron el coraje de crear un plan para derribar los muros que se habían convertido en una prisión.
La edificación completa había sido destruida. No había un muro, una torre o una columna de pie; todo lo que había eran escombros. No había sucedido hacía mucho, aún habían llamas consumiendo todo lo que pudiera volverse cenizas.
Dos de los muchos prisioneros que la fortaleza había retenido por años estaban de pie frente a las ruinas.
Junmyeon se agachó y tomó una piedra, un pequeñísimo trozo de su prisión. Suspiró y no pudo evitar que una sonrisa tirara de sus labios.
—No creo que sea el momento adecuado para sonreír —Jongdae gruñó.
—Se siente como si hubieran cortado mis cadenas.
—¿Sabes cuántos murieron cortando tus cadenas? —Jongdae siseó.
La sonrisa de Junmyeon se convirtió en un gesto de vergüenza.
—Lamento que tuviera que suceder así, pero desafortunadamente no podemos deshacer lo que ya está hecho.
Jongdae suspiró y continuó avanzando entre los escombros. Preguntándose qué habría pasado en todo el tiempo que ellos tardaron en volver.
De pronto, Jongdae percibió un aroma y tomó una posición defensiva, Junmyeon lo imitó. Las pisadas resonaron en aquel destruido lugar y Jongdae creó un látigo con su poder. A pocos metros, una figura que corría hacia ellos se volvió visible.
El joven vampiro se detuvo a pocos metros de ellos y se dejó caer de rodillas.
—Majestades —murmuró sin aliento mientras hacía una reverencia—. Están vivos.
—¿Taeyong? —Junmyeon pronunció el nombre del joven guerrero, ciertamente feliz de verlo sano y salvo—. ¿Qué pasó aquí? ¿Los demás...?
El joven vampiro se puso de pie y lo miró con tristeza.
—Se los llevaron, a Yixing y a todos los que aún estaban con vida.
—¿Quién? —Jongdae preguntó.
—El rey Byun.
Junmyeon llevó la mirada hacia su hijo, pero este lucía igual de confundido que él.
—¿Por qué no te llevaron a ti? —Jongdae preguntó escéptico.
Taeyong miró al príncipe y se desvaneció por un segundo, luego se volvió visible otra vez.
—¿Puedes teletransportarte? —Junmyeon preguntó y el recuerdo de Jongin lo golpeó con fuerza.
—No, se volvió invisible —Jongdae aclaró y el joven vampiro asintió.
—¿Cuándo desarrollaste esa habilidad? —Junmyeon preguntó con confusión. Cada vez que un don se había presentado en alguno de sus soldados, él había sido siempre el primero en ser notificado.
—Hace un tiempo, por eso la reina me escogió para protegerla.
—¿Y en dónde está ella ahora? —Junmyeon preguntó.
Taeyong apretó los labios y desvió su mirada.
—¿Murió? —Jongdae preguntó temeroso.
—No lo sé, Yixing nos disparó y no sé si ella logró escapar.
Junmyeon le dio una intensa mirada al soldado. Jongdae intentó no pensar en lo que había dicho, no quería pensar en Yixing intentando acabar con la vida de su madre.
—Si Yixing te disparó, ¿cómo es que aún sigues vivo?
—Él no sabía que era yo y cuando lo supo me sanó de inmediato, ni siquiera sabía que podía hacerlo.
—Sí, y no es su única habilidad —Junmyeon aseguró con frialdad.
Jongdae le dio una mirada cargada de curiosidad a su padre.
—Si Yixing te salvó es porque no te consideraba un enemigo —Junmyeon concluyó.
Taeyong asintió.
—Me pidió que escapara, me dijo que fuera a... —Taeyong calló de inmediato, inseguro.
Junmyeon medio sonrió.
—Imagino que no sabes en quien puedes confiar, créeme que esto nos tomó un poco por sorpresa también. Nosotros no vamos a hacerte daño. Si quieres escapar a la ciudad humana, puedes hacerlo ahora, no vamos a detenerte.
Taeyong negó.
—No, no voy a marcharme ahora, Yixing salvó mi vida, aunque yo intenté acabar con la suya. Tengo que saldar esa deuda primero.
Junmyeon sonrió complacido.
—También salvó mi vida y estoy dispuesto a todo por rescatarlo, a él y a todos los que se llevaron.
Taeyong le sonrió al rey con complicidad.
—Entonces vengan conmigo, majestades, Yixing me habló de un refugio...
—Iremos contigo, pero no me llames majestad —Junmyeon lo interrumpió—, de ahora en adelante llámame Junmyeon.
Taeyong lo miró con los ojos redondos.
—No sé si podré hacer eso.
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Siguieron a Taeyong hacia el sur. Tardaron algunas horas en llegar hasta una pequeña laguna; era el lugar que Yixing había mencionado, pero no parecía haber un refugio ahí.
—Él dijo que era aquí —Taeyong murmuró confundido.
—Estamos en el lugar correcto —Jongdae señaló.
Taeyong y Junmyeon se giraron para mirar al príncipe, que se encontraba agachado tocando el suelo y olisqueando el aire.
Mientras aún intentaban descifrarlo, Zitao, uno de los líderes del ejercito del rey, apareció de la nada y clavó su mirada en Junmyeon.
—¿Por qué escapaste? —le preguntó en un tono acusatorio—. Estuviste ahí hasta que apareció el ejército de los Byun, entonces desapareciste.
—Jongin me sacó de ahí, yo no se lo pedí —Junmyeon respondió indignado. Él se habría quedado con Yixing hasta el final, esa había sido su elección, pero Jongin lo había arrastrado lejos del campo de batalla.
—¿Y en dónde está él ahora?
Junmyeon cerró su boca.
—Lo hirieron —Jongdae informó con pesar.
Los ojos de Zitao se achicaron. No hacía falta que dijeran nada más, sus gestos de pesar fueron más que suficientes.
—¡Maldición! —Zitao siseó y después clavó su mirada en Taeyong—. ¿Y tú?
—Yixing me dijo cómo llegar aquí.
—¡Majestad!
Los vampiros reunidos a la orilla de la laguna se giraron hacia la voz femenina. Yerim, seguida por sus hermanas, había emergido de algún lugar detrás de un árbol y corría en dirección a ellos. La menor de las vampiresas se lanzó a los brazos de su rey y dos de sus hermanas la imitaron.
Junmyeon se vio envuelto en cálidas muestras de afecto y el pensamiento de que no todo lo había hecho mal como rey le trajo un poco de alivio a su mente angustiada.
—¿Están todas bien? —Junmyeon les preguntó, evaluando sus rostros. Por suerte, ninguna parecía herida, aunque todas parecían asustadas.
—Estamos bien —Seulgi aseguró—, logramos salir a tiempo.
—Pero Yixing...—Joohyun musitó.
—Yixing está bien —Junmyeon aseguró.
—¿Cómo lo sabe? —Sooyoung preguntó esperanzada.
—Solo lo sé —Junmyeon dijo suavemente sintiendo la mirada de Zitao clavada sobre sí mismo—. Y vamos a rescatarlo a él y a todos los que se llevaron.
—Si no los ejecutan antes —Zitao señaló con un tono amargo y empezó a alejarse.
Hyuna, una más de los líderes, apareció por el mismo lugar por el que las hermanas habían aparecido.
—Discúlpenlo —dijo, mirando a Zitao—. Todos estamos muy alterados y para él es... un peso enorme. Es quien debe asumir el cargo mientras Yixing no esté, además de él no queda nadie del concejo.
—¿Cuál concejo? —Jongdae murmuró, tan perdido como Taeyong.
—El concejo de los rebeldes —Junmyeon respondió.
—¿Qué sabes tú de eso? —Jongdae replicó mirándolo con el ceño fruncido.
—Bueno, hasta ayer no sabía casi nada —Junmyeon aclaró—, pero fue Yixing quien inició todo esto.
—No solo lo inició —Hyuna aclaró—. Es nuestro líder y mayor benefactor.
—¿Yixing? —Jongdae murmuró incrédulo.
—Parece que hay mucho que no sabes sobre tu mentor —Hyuna dijo y observó a Junmyeon inquisitivamente, pero este negó casi imperceptiblemente—. Deberíamos entrar. Los soldados del rey Byun han estado patrullando cerca de aquí. Las hermanas descendieron por un agujero en el piso y Hyuna señaló el lugar—. Después de ustedes.
Taeyong fue primero, saltó inseguro dentro del agujero por el que solo podía pasar una persona a la vez y aterrizó a unos tres metros, en un estrecho pasadizo que alguien había cavado bajo la tierra. Jongdae lo acompañó pronto y luego el rey. Hyuna también saltó y tomó la delantera para indicarles el camino.
Ahí abajo todo estaba hecho de piedra o tierra y habían salidas que conectaban a distintos pasadizos cada pocos metros, convirtiendo el lugar en un laberinto. Al final de uno de los pasillos encontraron una estancia más amplia en la que se amontonaba una docena de vampiros.
Una anciana se separó del resto y observó a Hyuna.
—¿Quién es? —preguntó esperanzada—. ¿Alguno de mis hijos?
Hyuna negó y la mujer pareció muy decepcionada, aunque al ver a Junmyeon sus ojos se iluminaron un poco.
—¿Sabe algo de mis hijos Luhan y Jongin?
Junmyeon le tomó ambas manos a la vampiresa. Nunca antes la había visto, pero sabía bien quién era.
—Luhan se marchó antes de la batalla, él no estuvo ahí. Y Jongin... lo lamento.
—No... —ella susurró y sus manos temblaron.
—Él regresó mientras nos atacaban y salvó mi vida, pero lo hirieron.
—Lo hirieron... ¿lo viste hasta el final?
—No, lo dejé solo un instante para buscar ayuda y cuando volví ya no estaba, pero...
—Entonces debe estar bien —ella lo interrumpió, intentando aferrarse a la esperanza—. Debió haberse transportado a un lugar seguro.
—Sí, es posible —Junmyeon la alentó, aunque no creía en ello, la herida de Jongin había sido letal.
—Luhan, también está vivo, lo sé.
—Debe estarlo —Junmyeon dijo, esperando de corazón que así fuera.
Entonces la vampiresa levantó una mano y le acunó el rostro.
—Y su presencia aquí, es una prueba de que mi querido Yixing también está bien —ella dijo con un toque de alivio.
Junmyeon asintió, contento de poder darle al menos un poco de luz a la vampiresa.
Jongdae miró a su padre con los ojos entrecerrados.
—¿Qué hace él aquí?
Un vampiro exclamó en un tono lleno de rencor, manteniendo su mirada fija sobre el rey. Detrás de él, varios parecían pensar lo mismo. Honestamente, Jongdae también se lo estaba preguntando. Ni siquiera sabía qué hacía él mismo ahí.
—Ellos ya no son el enemigo —Zitao intercedió—. Están de nuestro lado.
—Pero...
—Necesitamos toda la fuerza posible para liberar a los prisioneros y ellos son fuertes.
Jongdae observó a los vampiros asentir a regañadientes y perderse en un pasillo. Se sentía tan frustrado; todo lo que quería era correr, seguir el camino que su instinto le pidiera, porque estaba seguro de que así llegaría a Minseok. Pero el camino era muy arriesgado y si algo le sucedía, si moría intentando salvarlo, nada tendría sentido, porque entonces Minseok también moriría.
⚡
Yixing asomó su rostro por los huecos entre los barrotes de su ventana y la salinidad del aire se coló por sus labios entreabiertos. Cerró los ojos y se concentró en el sonido del incesante oleaje. Medio sonrió, era casi como si Junmyeon estuviera a su lado.
Estaba en el castillo de los Byun, en la torre este, que era utilizada como prisión. A juzgar por todos los escalones que tuvo que subir para llegar hasta ahí, estaba en la celda más alta. Qué privilegio, la vista nocturna era impresionante y de día sería el primer lugar que el sol iluminaría.
Intentó despejar su cabeza y trazó mentalmente un mapa del lugar. No tardó mucho, lo había visitado en varias ocasiones junto a la familia real y lo conocía muy bien. A diferencia de la fortaleza de los Kim, que había sido edificada en medio del bosque para ocultarse, el castillo de los Byun estaba ubicado en un risco junto al océano, parte de la construcción era subterránea, pero sus torres elevaban su blanca magnificencia hasta el cielo. Era un lugar impresionante y muy bien resguardado, pero Yixing tenía una buena idea de cómo salir de ahí. Aunque primero necesitaba averiguar en dónde se encontraban todos los rebeldes, para no dejar atrás a ninguno, y también necesitaba saber cuál era el plan del rey Byun.
Era evidente que Byun sabía de su plan con antelación y si no evitó que los rebeldes destruyeran la fortaleza solo pudo ser por una razón: ellos también la querían destruida, pero ¿por qué?
⚡
¡Gracias por leer!
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