Capítulo 17: Las mentiras tienen patas cortas

Despertó. Se sentía extraño, con la mente deambulando. Sabía que parte de aquello era un sueño, pero había información que no. Se sentía confundido.

Habían pasado días desde el incidente de esa noche, le parecía irreal, tanto como el supuesto beso con SoMin. Rió al recordar la propuesta.

«Apenas estaban cursando la primaria. A mediados de esa época Matthew llegó a Corea y fue inscrito y aceptado en una de las primarias más acreditadas del país. Sabía coreano, cosa que le facilitó su adaptación. Al cabo de unos días ya se había hecho conocido en todo su salón, encantándolos con su personalidad fresca. Sin embargo, ya había sido acogido por SoMin y TaeHyung, quienes desde entonces nunca se separaron de él. Conocieron su historia y parte de la de su familia, en especial su padre el cual fundó de inmediato un restaurante apenas llegaron el cual ganó fama en un santiamén.

Fue ese día, cuando TaeHyung se alejó del parque de juegos sin siquiera despedirse de sus amigos.

—Casémonos.

Matthew abrió los ojos y se detuvo en seco. El columpio se detuvo y se plantó de pie frente a ella.

—¿Qué?

SoMin levantó su mirada, dejando de ver su vestido de flores rosa. También dejó de columpiarse cuando su amigo se bajó. Estaba segura que había sido unas palabras impactantes. Sintió temor, en su estómago solo estaba la sensación de vacío y quizá su cuerpo temblaba.

—Casémonos —logró pronunciar al fin. Su acción de abrir y cerrar la boca se le había hecho eterno a Matthew, habían intercambiado miradas, en silencio.

—Pero somos muy pequeños para casarnos, SoMin —parecía atónito. El atardecer se pintó en el horizonte, muy lejos de allí.

—Ah —bajó la mirada, apenada. Comenzó a juguetear con sus manos y la falda de su vestido—. ¿Cuándo podemos casarnos?

—Cuando seamos grandes —Se detuvo a admirar al sol esconderse, no se había percatado que SoMin había empezado hacerlo y volvió su vista al horizonte—. Pero primero hay que ser novios.

Matthew rió al ver a su joven amiga hacer un puchero.

»¿No quieres ser mi novia?

—No me dejan tener novio —admitió.»

—Vamos, chicos. Sonrían. Sí, sí, así.

Los reflectores por doquier y los equipos al otro lado del salón ya eran elementos comunes en la vida de los cuatro muchachos. Con la llegada de la nueva línea de ropa de un artista reconocido, los cuatro fueron contratados como modelos por recomendación de la señora Jeon. Tanto el diseñador como los estilistas y fotógrafos quedaron ensimismados con todos que no dudaron en usar a favor la apariencia de cada quien, además habían investigado y ya eran bastante famosos hasta en las redes sociales.

—JiWoo, levanta más el mentón, querida —pidió el fotógrafo.

Hizo caso, por supuesto. El dinero que le daban lo merecía. Aprovechó su posición para murmurarle a J.Seph su derecha lo mucho que odiaba estar en esa circunstancia. Intuía que esa no sería su vida, no rodeada de reflectores y cámaras. Estaba segura que SoMin o hasta TaeHyung siguieran la carrera de modelaje, en su punto de vista se les daba bien a ambos y parecían tener un carisma nunca antes vista ante la cámara, cosa que de cierta manera a SoMin le sobraba las propuestas y a TaeHyung lo llegaron a confundir en las calles, diciendo que parecía modelo y hasta un ídolo famoso. Todo por su buen porte y sentido de la moda.

Matthew, él había dejado en claro que jamás haría algo como aquello.

—¡Buen trabajo! Es todo por hoy, ¡lo han hecho bien!

Al momento de escuchar eso Matthew se estiró su cuerpo a más no poder, sin siquiera pensar en lo que llevaba puesto. Pronto llegó el equipo estilista, preparados para hacer llegar las prendas a su lugar sin daño alguno.

—¿Les conté? Mi papá me dejó volver a jugar fútbol.

—¡Woah! —exclamó JiWoo—. ¿Te perdonó tan rápido? Apuesto que tuviste que rogarle.

El muchacho emitió un chasquido de desaprobación, cansado de escuchar chistes como esos.

—No. Solo me dijo que volviera e hiciera un buen trabajo.

Ya habían salido del estudio, camino a un lugar cualquiera para celebrar. El sol no les cegó a pesar de haber estado en un sitio bastante oscuro por mucho tiempo, el hecho de estar acostumbrados a los reflectores influía en ello.

—¿Qué haremos luego de terminar nuestros helados? —TaeHyung no pudo evitar hacer la pregunta.

—Ah, no les dije —asaltó la pelinegra. Llevó la cucharada del helado frente a ella—. Tengo una tarde ocupada. Tengo una pequeña sesión, iré a una reunión y mi madre me pide que vea las universidades.

—Tienes una vida ocupada y todavía no te has graduado. ¿En serio irás a ver universidades? —JiWoo no fue capaz de quedarse con sus palabras en mente. A la vez que ella llevó una porción del refrigerio SoMin dio una cabezada a modo de respuesta.

Cuando salieron de la heladería se despidieron de la muchacha, deseando que le fuese bien en su día. Caminaron unas cuantas cuadras, en silencio, los tres restantes.

—Ya que estamos en eso de la universidad —expresó—. ¿Ya han pensado qué van estudiar, chicos?

—He pensado que quizá haga mi lugar en el mundo del fútbol —pateó una pelota invisible, mordiendo su labio inferior—. ¿No es genial? Parece que a mi papá no le molestará.

—Nadie sabe qué le va a molestar a ese señor —masculló—. Y no, no lo he pensado. No creo que vaya a ir a ese lugar.

JiWoo lo miró desde su altura, sin detener el paso. El fortachón no desvió la mirada, tenía su mentón en alto, sin despegar su vista del frente. TaeHyung también lo veía atónito. Sabían que no tenía nada en mente para estudiar, siquiera se preocupaba en mirar al futuro ni una vez, pero les sorprendía —y tal vez molestaba— que no tuviera planes de estudiar.

—¿Te darás un descanso para pensar?

—No, J.Seph. No quiero ir a la universidad —apresuró su paso.

—¿Tampoco piensas ir a la Junior Collage?

—No, JiWoo, basta —volvió apresurar el paso, dejando atrás una vez más a sus amigos.

—Déjalo ir —colocó una mano en el hombro de la castaña—. ¿Vamos juntos?

—¿Qué? No —Su expresión dio a entender las pocas ganas que tenía de pasar la tarde con él—. Iré al estudio un rato.

Vio a JiWoo alejarse. Por más que pensara no sabía a dónde ir ni qué hacer. Una película en el cine no le parecía una idea del todo buena, aburrido, según él. Además, no había nada en carteleras que le interesara, la nueva película de Kim JiSoo ya la había visto varias veces en su computador como el fan que era.

Recordó, recordó esa vez que se acercó a un vendedor de películas para hacer de las suyas.

«—Señor, ¿esto es legal?

—Por supuesto, joven. No hay nada malo con venderlo —miró a TaeHyung leer la descripción de la película.

—¿Pero no está mal venderlo cuando sigue en el cine? ¿No le quita ventas? —Solo fingía no saber. Era fan de las películas, sería el colmo no conocer las cosas básicas. Haberse colocado las prendas más viejas y pasadas de moda le ayudó en su actuación.

—No, no. Tengo el privilegio de estar asociado con los productores y recibir un buen porcentaje. Todos ganamos. Dígame, ¿la va a comprar?

Asintió, fingiendo estar convencido de las palabras del señor.

En parte se sentía culpable por hacer tal cosa, pero yendo al cine unas cuantas veces más para pagar legalmente para ver la película lo cubriría. Además, le gustaba gastar parte de su mesada en fiestas y regalos para la actriz.

No era común ver las películas pirateadas a precios elevados y esa vez no había sido una excepción alguna.

—¿Qué mierdas haces?

J.Seph se giró sobresaltado al escuchar la voz masculina tras él.

—Si ves porno será mejor que lo quites, no vaya a ser que entren las muchachas y te hagan lo que tu padre no te hizo nunca —TaeHyung había entendido la referencia.

—Ash, el que hace eso eres tú —El robusto pareció ofenderse ante la acusación sin argumento, estaban a mano—. Es la nueva película de JiSoo.

—¿No que ya la habías visto?

Asintió, ahora con la mirada envuelta en el brillo de su ordenador.

—¿Entonces qué haces?

—Ah, bueno —encorvó un poco su espalda—. Estoy pasando esto y este drama a mi computadora. Mañana iré a decirle al señor que no sirvió y haré que me devuelva el dinero.

—¿Y por qué lo haces? ¿Qué ganas con ello?

TaeHyung se levantó un momento del sillón para tomar algo de beber. Matthew, por su lado, solo estaba tirado en el otro mueble revisando el celular.

—Puedo verlo cuando quiera cuantas veces quiera. ¿No es obvio? —volvió a su lugar.

—Pero tienes dinero, puedes hacerlo de otra manera. A veces me pregunto si realmente eres el genio entre nos —susurró lo último—. ¿En serio crees que te saldrás con la tuya?

—Claro, soy todo un actor profesional —Se mostró orgulloso.

Al día siguiente llegó casi llorando al puesto del hombre que, apenado, no dudó en ofrecerle otra cosa. Por más que lo evitó, TaeHyung logró hacer que le devolviera el dinero. El escándalo que creó en plena mañana hizo que muchos hablaran y especularan sobre una situación que muchos veían de lejos.

Sin duda, al rato de haber regresado a La Guarida, ordenó preparar hermosos regalos para la actriz en modo de disculpa que sólo él sabía. Era fanático de su trabajo y mostró una gran admiración desde su debut hasta la reciente película llamada Princesa Guerrera, donde pudo ver a un personaje capaz de hacer de todo personificado por Kim JiSoo.

No había nada mejor que verla actuar. Era su amor platónico, el más imposible de todos. Se habían conocido en distintos acontecimientos, el dinero y la fama le favorecía en tantos aspectos que lograba conocer a grandes artistas incluso a nivel internacional, pero de todos el más memorable era el primer encuentro con la actriz.

Pronto, cuando su reseña se publicó en uno de los foros más importantes del país, recibió agradecimientos indirectos por parte de la actriz misma. Incluso, en su momento de aburrimiento, había leído en un directo su reseña, contenta, tímida y ruborizada.

Es una de las mejores películas de lo que va del año. Haber visto a JiSoo con un personaje de tal magnitud podría catapultarla al máximo estrellato —Se le notaba la emoción a medida que leía—. ¡Muchas gracias por tal reseña! Estoy tan feliz que te haya gustado, Seph —Se mostró pensativa. Cuando TaeHyung lo notó sonrió, estaba seguro que recordaría por siempre su pseudónimo con el que siempre firmaba sus regalos.

El muchacho solía mostrarse fanático siempre que había algo relacionado con su actriz favorita, pero se preocupaba por no verse como un chico raro o peor, un acosador. Tanto para él como para su familia sería una desgracia algo así, en especial una denuncia y orden de restricción. Mantenía su margen y procuraba no excederse.

Se estaba preparando para dejarla ir o soltarla de a poco.

Como otra forma de auto-disculpa, denunció al hombre por mentir y por distribuir contenido sin consentimiento. Se había salido con las suyas, otra vez.»

Esa tarde deambuló por todos lados, aburrido. No había nada que le llamase la atención en lo más mínimo. Y, aunque entró a sus tiendas favoritas, no compró nada porque parecía tenerlo todo. Y no entró a ningún lugar de comida —siquiera se paró frente a los puestos— porque no se le antojaba.

—Wow, es muy guapo —Ya estaba acostumbrado a escuchar cosas así. Tampoco le molestaba ver a los hombres voltear para desearle todo el mal o tal vez para admirarlo.

—Parece rico, mira esa ropa. Ni porque trabaje tres años sin descanso podría comprarlo.

Por donde pasaba siempre se robaba las miradas. Su ego se empezaba a elevar aún más cada vez que se paseaba por la ciudad. La ventaja de hacerlo se basaba en ello y todo lo que las personas comunes le ofrecían y hasta le decían.

—Oye, ¿te gustaría ver un poco de arte callejero? —Se le acercó una muchacha joven, quizá menor que él y próxima estudiante de arte. No quería, pero tampoco deseaba seguir deambulando y aburrido. Asintió—. ¡Oh, me alegra tanto! Venga, siéntese aquí. Dentro de poco empezará el show.

Hizo lo que le dijo la joven cuyo nombre no se interesó en saber a pesar de tener un cartel en su pecho. El show le estaba pareciendo aburrido. No le hacía sentir mal pensar aquello. Había pasado un rato desde que vio a una muchacha de cabellera castaña sentarse junto a él, pero no le había dado importancia a esa presencia, hasta un rato después, cuando vio un perfil conocido.

—¿JiWoo?

La castaña levantó su mirada. Cuando lo vio no dudó en girar sus ojos.

—Esta mierda es aburrida, ¿verdad? —Se hincó de hombros—. ¿Tiene hambre? Vayamos a comer.

Sin duda esa idea le parecía mejor que estar en tal lugar donde lo único que perdían eran las ganas de seguir viendo. Se levantó de la silla para seguir a su amigo, el cual le había tendido una mano que rechazó sin más.

Primero se plantaron ante un puesto de una señora vendiendo todo tipo de carne, la cual los trató con amabilidad. Ante la señora, se veían muy cercanos. Riendo y hasta compartiendo de lo que compraron.

—Oh, qué bonita pareja hacen.

JiWoo detuvo la trayectoria del palillo hacia su boca de manera brusca. TaeHyung solo se limitó a ver la reacción de la menor.

—Señora, no somos novios —aclaró ella, casi escupiendo las palabras.

La señora abrió la boca, asombrada.

—Me disculpo. Tomen, tomen. Cortesía de la casa.

Masticó la carne de mala gana, notoriamente molesta por el malentendido. TaeHyung tomó sin rechistar lo que le ofreció la señora en modo de disculpa. Era eso o recibir un escándalo por parte de la joven, le parecía una muchacha capaz de ello, que la haría ver más ante posibles clientes y demás compañero y competencia.

JiWoo respiró con pesadez para aliviar un poco su no-tan-comprensible molestia.

—Vamos, no es la gran cosa. No es como si no hayamos fingido ser una pareja antes.

Pero el problema no era ese, algo dentro de sí se activó. Quizá lo sentimientos que había preferido ahogar incluso antes del acuerdo grupal que hicieron. No sabía cuándo, cómo ni por qué empezó a sentir algo por él, pero solo se dedicaba a reprenderse. No soportaba verlo coquetear con SoMin y otras chicas, a veces cuando iban de fiesta prefería estar lejos de él para no verlo besarse con cualquier chica que se le cruzaba.

Había sentido algo por Matthew antes, pero a comparación de sus sentimientos hacia J.Seph, no era nada. De igual manera odiaba verlo hacer de las suyas con otras, tratar bonito a SoMin y regresar con un olor distinto al suyo. Los celaba por igual, a veces se confundía por no saber si era por el cariño fraternal que desarrolló con el paso de los años o el amoroso que estuvo allí desde algún momento de su amistad con ellos. A veces no sabía quién le gustaba más o menos. Cada tacto inocente le daba la sensación de despertar ese sentimiento reprimido por decisión y obligación, cada acto de bondad y cada momento divertido le hacía sentir de esa manera.

Su personalidad mostraba incluso ante sus amigos a una JiWoo desinteresada, odiosa y poco cariñosa, pero por dentro deseaba poder mostrar lo contrario sin que lo vieran como una especie de manipulación o hasta compra. Sin embargo, tanto era su deseo que a veces lo dejaba salir sin darse cuenta, ninguno. Algo natural y para nada radical.

—Tengo una idea —sonrió en dirección a TaeHyung—. Nos acaban de dar eso gratis, ¿no? No es mucho, pero es lo justo y necesario. ¿Qué tal si fingimos ser novios y los convencemos que no? Me compras uno y nos dan otro para disculparse.

Le parecía una pesadilla con respecto a su experiencia con B.M, pero no se podía negar para evitar enfurecer a la joven.

—Cómo haremos eso —habló con la boca llena—. ¿Es posible que nos crean así sin más?

—Si no nos creen amenazo con hacer un escándalo, ¿a qué vendedor le gustaría eso? Eso aleja a los compradores y disminuye las ventas.

Hicieron eso una y otra vez, lo más lejos de los puestos que ya habían visitado para evitar los oídos y ojos chismosos, porque sabían que en un lugar como aquel sobraba. Podían dar excusas baratas para convencer a los vendedores y hacer creíble la actuación de ambos. La mayoría de veces era JiWoo que se encargaba de hacer todo un berrinche silencioso para ganarse las disculpas del comerciante sumado a algo gratis para evitar escándalos en un lugar tan pequeño. Poco a poco caía la noche y las luces se empezaron a prender.

—Somos mejores amigos, señor. ¿Cree que una chica y un chico no pueden ser amigos?

—No, no, yo...

JiWoo soltó un bufido desviando la mirada. Había dejado su plato en el mostrador del puesto para cruzarse de brazos y repiquetear su pie.

—¡Cariños, llegué! —Una señora entró al puesto—. Oh, volvieron los hermanos. Lamento mucho el malentendido.

Aquellas palabras ocasionaron que el vendedor se mostrara confundido y los jóvenes asustados. Estaban a punto de salirse con la suya, pero tal cambio drástico lo arruinó. Había sido un descuido grande, pero no lo iban a saber si la señora se había ido. Ambos dieron un paso atrás para ver el nombre del puesto que, para desgracia de ambos, sí era uno que ya habían usado como víctima. Por la prisa y la emoción, ninguno de los dos se había percatado de aquel detalle.

No sabían si no fueron lo suficientemente rápidos para salirse con la suya por última vez o si la señora no había sido demasiado lenta como para salir ilesos de la situación.

—¿Qué? Debe estar confundiéndose, señora. Vea, tengo una cara muy común.

La mujer rió, pero su acompañante seguía sin entender.

—Estaré vieja, pero no podré olvidar la cara de dos hermanos tan guapos con los que cometí un error —admitió—. Él tiene cara de famoso y es imposible olvidar esa prenda tan peculiar, ¿es cara? Me gustaría una.

—Madre, ellos no son hermanos, son mejores amigos.

Estaban más que atrapados.

—Disculpe, tenemos que irnos. Fue una agradable charla, señora —tomó a JiWoo por los hombros para hacerla caminar. Había sido lo único que se le ocurrió ante aquella situación.


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