Donde estén robando un banco
-no puedo creer que este por hacer esto-murmuró Manigoldo quien se lamentaba de acertar la loca idea que Kardia había tenido quien se encontraba conduciendo una camioneta negra siendo Manigoldo el copiloto mientras Defteros y El Cid se encontraban atrás. Los cuatro vestidos con un atuendo ridículamente ajustado y de color negro-¡Kardia! ¡No quiero sonar como un cobarde pero si Albafica descubre esto me mata!-
-¡Además iremos a la cárcel!-agrego El Cid quien también se sentía inseguro sobre este tema pero sabía que ya no podía dar paso atrás pues ya estaba con el atuendo y encima! en el auto.
-Alguien me recuerda por que decidí acompañarlos-dijo Defteros con una sonrisa de resignación pues el gemelo menor realmente no había querido venir a esta loca aventura pero por motivos personales terminó aceptando.
-¡Ya cállense! ¡Trío de lloricas! ¡Manigoldo recuerda que haces esto por Albafica! ¡Con el dinero que robemos del banco podrás pagar los gastos de la boda!-
-cierto-murmuro Manigoldo recordando que hace unos días le habían despedido. Claro que eso no se lo había dicho a Albafica pues tenía miedo de que este decidiera pedirle ayuda a su suegro, Lugonis de Piscis quien le había odiado desde el primer momento en que le vio.
-¡El Cid! ¡Recuerda que con el dinero que robemos del banco podrás pagar el alquiler de tu departamento-
-verdad-dijo El Cid mientras bajaba la cabeza triste recordando que la casera le había amenazado con echarlo del departamento si no pagaba las rentas atrasadas.
-¡Defteros! ¡Recuerda que decidiste acompañarnos por que tu novio y tu hermano no dejan de discutir por valla a saber que cosa!-
-Ah-Defteros dio un hondo suspiro mientras recordaba todas las discusiones que Asmita y Aspros habían tenido. Era agotador estarles escuchando discutir, realmente agotador.
-¡Así que dejen de estar quejándose! ¡Y vamos a robar el banco!-
Todos estuvieron de acuerdo. Después de unos minutos la camioneta se estaciono frente al banco donde los cuatro robarían. Las puertas de la camioneta se abrieron y los cuatro entraron al banco, corriendo y sosteniendo armas de juguetes pero que parecían ser muy reales.
Las personas que pasaban por allí miraron con rareza a los cuatro ladrones mientras pensaban que se veían realmente ridículos.
Los cuatro entraron al banco. Y Manigoldo grito mientras apuntaba con un rifle:
-¡Manos arriba! ¡Esto es un asalto!..... uf, siempre quise decir esto-
Las personas asustadas gritaron mientras levantaban las manos asustadas, excepto por uno de ellos quien había reconocido aquella voz. Salio de entre la pequeña multitud de personas y dijo:
-¡Manigoldo! ¡¿Eres tú?!-Manigoldo quedo helado al ver a Albafica ahí, observándole con una mirada interrogante, comenzó a sudar del miedo que sentía pues Albafica le había descubierto. Kardia quien se quedo por un momento en silencio esperando que su amigo dijera algo, al ver el silencio de este decidió actuar:
-¡No! ¡No es Manigoldo! ¡Su nombre es Pablito Sanchez!-
-¡Kardia! ¡¿Qué haces aquí?! ¡Le diré a Degel!-
-¡No! ¡No se lo digas por favor!-rogó Kardia con desesperación pues sabía que si su novio se enteraba de esto lo mataba.
-¡Vieron! ¡Ya sabía que son ustedes! ¡Kardia! ¡Manigoldo!-Albafica le dirigió una mirada llena de frialdad a Manigoldo lo que significaba que el pobre tendría problemas. Manigoldo tembló de miedo.
-¡Que no! ¡El es Pablito Sanchez! ¡Y yo Ivan Nuñoz!-
-¡Ey! ¡Ese soy yo!-dijo un hombre que se encontraba entre la pequeña multitud de personas, acompañado por una joven adolescente quien sonreía mientras susurraba "Mani x Alba" "Mani x Alba" "Mani x Alba"
Kardia rojo los ojos molesto. Defteros y El Cid habían decidido ignorar a aquellos dos pues si les prestaban atención seguro que irían a la cárcel por que mientras ellos discutían el cajero había tratado de llamar a la policía, acción que había sido impedida por El Cid quien había quedado embobado al ver a aquel hermoso cajero.
-¡Deme todo el dinero!-ordeno Defteros mientras le apuntaba con el arma, el cajero temeroso mordió su labio inferior mientras obedecía la orden dada por el gemelo. Aquel cajero era un joven hombre de cabellos castaños y ojos azules, ojos que habían cautivado el corazón de El Cid.
-¿Cómo te llamas?-pregunto este con una expresión perdida, con una expresión embobada. Defteros miro de reojo a El Cid, extrañado por el comportamiento tan inusual de su amigo.
-s-soy Sisyphus Sagitarius-dijo temeroso el castaño mientras terminaba de empacar las bolsas con dinero. Defteros se las quito de las manos con rapidez.
-¡Debemos irnos! ¡De prisa!-dijo Defteros con las bolsas de dinero en las manos mientras caminaba apresurado en dirección a la salida.
-nos volveremos a ver-dijo El Cid embobado para después seguir a su amigo.
Manigoldo reacciono al escuchar la voz de su amigo, Kardia no presto atención pues discutía con Albafica, y ninguno de los dos iba a ceder a la discusión.
-¡Ya dejen de discutir!-dijo Manigoldo silenciando a los dos quienes le miraron con deseos asesinos- Albafica ¡Yo te amo! ¡Y esto que estoy haciendo es por ti!-dijo mientras cogía del brazo a su amigo y lo arrastraba a la salida.
-¡Pablito Sanchez! ¡No digas esas cosas! ¡Por que creerá que eres un tal Manigoldo!-dijo a los gritos mientras Albafica observaba la escena con seriedad.
-de cualquier forma le pediré ayuda a mi papa-dijo Albafica pues ya sabía que Manigoldo había sido despedido en su trabajo. ¡Bha! ¡Todo el mundo lo sabía! ¡Si salió en las noticias!
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