14. Momentos felices.
Aparece el amanecer
y cuando la luna se vuelve a dormir
desaparece la azulada sombra
que todo ese tiempo me acompañó.
[...]
Habían muchísimas nubes surcando el cielo, pero no eran suficientes como para que Yoongi se ocultara de los insistentes rayos del sol que se empeñaban en dejarlo ciego mientras él reposaba de espaldas en la banca vacía. Aun cuando ponía su brazo para que no le molestara la luz, su piel empezaba a broncearse porque llevaba más de una hora acostado allí, viendo a los pájaros de temporada emigrar hacia el sur.
Se estaba tranquilo en esa banca, tal vez porque era día de semana y nadie paseaba por allí antes de las cuatro de la tarde. Faltaba poco para esa hora, Yoongi podía verlo por el movimiento del calor en su rostro; estaba lo suficientemente quieto hasta para escuchar el débil ruido de los grillos entre los árboles que rodeaban el parque.
Sólo podía escuchar su propia respiración, tan apasible que hasta podía sentirse medio muerto. Y así se sentía; vacío e inerte. Un vacío que dolía, tan doloroso que en su punto más culminante él dejaba de sentir y era el momento en el que podía cerrar los ojos y dejarse llevar por el silencio. Porque cuando dolía, todo lo que escuchaba era ruido, un ruido ensordecedor que sólo podía escuchar él.
¿Y es que cómo pudo ser tan ciego? ¿Cómo no pudo ver más allá?
Se sentía cada vez, cada segundo, a punto de morir de la tristeza. Y si no se podía morir por la tristeza, entonces estaba seguro que en él dejaría daño colaterales. Lo sentía hasta en las venas.
Y había llorado tanto...
E iba a volver a llorar, pero entonces siente una opresión en el pecho que no le deja respirar, un débil olor a frambuesa llega a su nariz, escucha el roce de unos zapatos por la tierra y, por el rabillo del ojo, ve a alguien corriendo.
Volteando la cabeza, ve a un chico cruzar la calle con un ramo de flores amarillas. Está lo suficientemente lejos como para verlo borroso pero a medida que se acerca y cruza frente a él, Yoongi puede verlo mejor.
Es un chico de cabello negro, piel tostada y un poco rellenito de las mejillas.
Eso es lo que ve cuando el chico, mientras corre, no puede evitar devolverle la mirada.
Ambos se miran por segundos infinitos, donde no hay ningún ruido ni el tiempo aparece. El chico está corriendo pero parecía como si estuviera levitando, como si se hubiera detenido. Ambos se miran por unos segundos, creyendo haberse visto en algún lugar, pero ninguno de los dos se detiene a comprobarlo. El tiempo sigue su curso y con él ellos también.
De repente el viento aparece y hace que algunas hojas de los árboles caigan, una de ellas aterrizando en su libreta que ha dejado en su regazo y otra cae en el cabello lacio del chico, que se la saca de un manotazo y sigue corriendo con el ramo de flores en dirección al cementerio.
Y como si de un presagio se tratara, Yoongi se da cuenta que faltan cinco minutos para las cuatro de la tarde. La pulsación irregular en su corazón ha vuelto a la normalidad, vuelve a respirar otra vez pero no deja de ver la espalda del chico que se aleja y se pierde entre los árboles.
- Tengo que ir... -murmura.
Se levanta con rapidez, asegurándose que la hoja trizada quede guardada en su libreta y corre por el mismo camino en el que se ha ido el chico. Es un atajo entre los árboles para llegar más rápido al cementerio, un atajo que él conoce a la perfección y se da cuenta que el otro chico también porque, a la entrada del cementerio, puede ver una flor amarilla tirada en el piso.
La recoge y entra al gran cementerio, viendo como las nubes grises hacen aparición por encima de su cabeza y el viento se vuelve más fuerte, golpeando fríamente sus mejillas. Es uno de los cementerios más grandes de la ciudad, uno de los más hermosos porque está rodeado de árboles, césped y mausoleos antiguos. Wheein está en uno de los últimos mausoleos, donde están sus antepasados; fue el día de su funeral y vio como dejaban aquel jarrón con sus cenizas.
Iba caminando hacía allá cuando vio otra rosa amarilla tirada en el piso, entremedio de los pasajes. La recogió y en unos metros más adelante, había otra.
No pudo evitar pensar que aquel chico era un tonto -o despistado- por andar tirando las flores, ¡Estaban preciosas!, ¡Qué desperdicio!
Así que Yoongi caminó hacía ellas y aun cuando desaparecieron, decidió seguir de largo por si se encontraba con el chico, le devolvía las flores y de paso decirle que dejara de tirarlas.
Llegó hasta la otra punta del cementerio, un trayecto largo pero no lo suficiente si corres o trotas, pero Yoongi era lo suficientemente perezoso como para darse por vencido. Y estuvo a punto de hacerlo, sino fuera por otra flor que vio tirada y tuvo que tomar.
Llevaba ya seis flores en las manos.
Y a unos metros de él, dándole la espalda, estaba el chico arrodillado frente una tumba llena de flores y velas. El chico había prendido algunas y se encontraba rezando o tal vez hablando, Yoongi no lo sabía con seguridad porque apenas podía oír un murmullo.
Fue acercándose lentamente, en parte no quería asustarlo y le daba algo de incomodidad interrumpirlo. El olor a frambuesa volvió a llegar a sus fosas nasales y olió las flores; tenían un vago olor a frambuesa también. Yoongi no sabía de donde provenía ese olor y creyó que tal vez eran las velas que había prendido el chico.
De repente, a sólo unos pasos del chico, pudo escuchar su voz con total claridad.
- Oye, papá, gracias por hacer que mamá se levante por sí misma... hoy por primera vez la vi sonreír, sonreír de verdad... fue realmente increíble... Su trabajo está yendo realmente bien y cada día la veo mejor, ¡Hasta me va a buscar a clases!.. Estoy muy feliz... muy feliz... ella se está volviendo tan independiente ahora... es decir... siempre lo ha sido, pero... olvídalo, de verdad estoy feliz, estoy tan feliz... -decía el chico, pero algo en su tono de voz le decía a Yoongi que lo que menos estaba el chico, era feliz. Era como ese tono de voz que usaba Wheein cuando le decía <<Estoy bien, Yoongi, no te preocupes; estoy feliz, nunca me he sentido mejor>> y ahora él se daba cuenta que no era así. Nunca fue así.
El chico se quedo callado unos segundos, por lo que Yoongi aprovecho para cortar la distancia, arrastrando los pies y logrando llamar la atención del chico, que se giró sorprendido hacía él. Vio las rosas amarillas en un jarrón, perfectamente adornadas.
Y luego vio al chico. Era perfecto.
Y a cada segundo que pasaba, se volvía más y más perfecto.
Yoongi se quedo sin habla, sólo intercambiando miradas con el chico que no parpadeaba, sólo lo miraba directamente a los ojos. Y estuvieron así por largos segundos hasta que empezó a llover y ambos tuvieron que correr hacía el árbol más cercano para no mojarse tanto.
Era el tipo de lluvia que siempre aparecía para malograr los días, el tipo de lluvia inesperada que Yoongi odiaba porque hacía que se enfermase y estuviera, otra vez, a un paso de la morgue. Era frustrante. Y se hubiera puesto a maldecir, porque parte de las flores se mojaron y su libreta en su mano también, por lo que la guardo en el bolsillo de su abrigo y las flores se las tendió al chico despistado, que se secaba la cara con las mangas de su sudadera. Su cabello estaba igual de húmedo que el suyo y se le pegaba al rostro.
El chico lo miró boquiabierto, mirando a las flores y a él, sin atinar a cogerlas. A Yoongi le pareció tan tierno, un chico tan precioso con esas facciones delicadas y esos ojos puros y tristes, que no pudo evitar desviar la mirada cohibido.
- Se te cayeron estas flores.
- G-gracias... -esbozo titubeante el chico-. ¿Me estuviste buscando para devolvérmelas?
- No... es decir, sí, algo así...-dudo Yoongi, mirando de reojo como el chico las tomaba y, delicadamente, trataba de arreglar los pétalos derruidos-. Se te cayeron muchas.
- Oh, sí, estaba corriendo muy rápido... muchas gracias. -sonrió con cortesía.
La lluvia seguía cayendo más fuerte, tanto que empezaba salpicar sus botas y la tierra se volvía barro. Pasaron unos minutos en silencio cuando Yoongi no pudo más con ello, no porque fuera un silencio incómodo -de hecho, era la primera vez que se sentía bien con alguien sin hablar- sino porque el chico tenía una expresión cada vez más sombría. Como si estuviera a punto de correr y tirarse por un acantilado.
- ¿Viniste a ver a alguien? -preguntó Yoongi, rompiendo el ruido incesante de la lluvia contra las tumbas.
- Sí, a mi padre. -respondió el chico, mirándole de reojo- ¿Y tú?
Yoongi se metió las manos en el abrigo, estaba empezando a tiritar por el frío y estar en presencia del lindo chico a su lado no lo ayudaba mucho. Era más bajo que él y delgado, tan delicado que daban ganas de abrazarlo y protegerlo por siempre. Yoongi se preguntaba si sería un Beta o un Omega, y por unos momentos deseo tanto que fuera un Beta...
- Una amiga, ella... falleció hace poco.
- Oh... es una pena. -se lamentó, sonando realmente sincero-. Lo siento mucho.
- Yo lo siento por tu padre. -congenió Yoongi volviéndose a mirarle. El chico desvió la mirada al instante y se quedo mirando fijamente un punto frente a él.
- Pasó hace tiempo, así que está bien.
Yoongi miró su perfil, su nariz era pequeña y menuda, con unos labios gruesos y un poco resecos. La sensación que daban sus ojos era de un mar tan lleno de tristeza y melancolía que Yoongi no pudo evitar hablar sin pensar.
- ¿Por qué pareciera que no es así?
El chico se volvió a él, incrédulo. Pero Yoongi no flaqueó ante su mirada, seria y arisca, casi tanto la que ponía él cuando algo le molestaba.
- ¿Disculpa?
El chico enarcó una ceja, y por un momento Yoongi volvió a cohibirse; el chico lo estaba asesinando con la mirada, aun con ese rostro de ángel caído del cielo.
- Perdón, te escuché hablar con tu padre y... dijiste que estabas feliz, pero no lo sentí así. -respondió Yoongi, tan honestamente que hasta se sorprendió él mismo. Yoongi no mentía, pero tampoco solía ser tan sincero-. Perdón, no quiero ser un entrometido, aunque lo estoy siendo y lo odio, pero... pero solo que no suena real. No se siente como que estés bien.
Yoongi volvió a mirarle pero el chico, tal como minutos antes, rehuyó su mirada mientras fruncía el ceño.
- ¿Y tú cómo sabes eso?, ¿Cómo puedes decir...? -la voz del chico sonaba amarga, débil pero igual de cortante que un vidrio roto.
Y Yoongi no pudo más que responder con la verdad:- Porque yo tampoco lo estoy.
Ambos se quedan en silencio durante varios minutos, hasta que el chico le devuelve la mirada. Está inexpresivo, como si le hubiera cerrado una puerta invisible, aunque en realidad nunca abrió ninguna puerta. Era como si cerrada las cortinas de una casa sin ventanas.
- Eso no significa que yo también esté mal, tú no sabes nada... -murmuró el chico, casi a la defensiva.
- Sí, perdón... -volvió a disculparse, e iba a quedarse callado de una vez, pero siguió hablando y pudo haber sido por muchas razones, pero no pensó en ninguna de ellas y habló en voz alta y de forma tan clara que hasta los pájaros ocultos en los árboles lo podían oír. Por un momento, hasta él mismo se sorprendió de lo seguro de sí mismo que sonaba-. Es sólo que a veces damos por sentado que estamos bien, pero no es así... y llega un momento en el que dejamos de respirar y cuando eso pasa... dejamos de sentir y cuando dejamos de sentir... nos marchitamos, nos pudrimos hasta que no queda nada... Encuentro que está bien que estés mal, que demuestres que estás mal, no es un delito, es... mucho mejor que pretender estar bien. Es mucho mejor llorar que no hacerlo porque todas esas lágrimas que arden como el ácido se acumulan dentro de ti y un día vas a explotar, tan fuerte que te vas a llevar a todos los que te quieren contigo.
Volvió a hacerse el silencio entre ellos dos, pero Yoongi sabía que él lo había escuchado, claramente, porque sentía su mirada penetrante encima suyo.
- Está bien llorar. Lo está. Será como limpiar una casa sucia, pero en vez de una casa, será tu corazón. Y estará bien, porque llorar no te va a desarmar y bueno, si lo hace, puedes volver a pegar los pedazos. Y estarás bien porque no estás solo.
Y luego su voz, trémula y frágil.
- ¿Por qué me dices eso?
Yoongi levantó la mirada y vio sus ojos, esos ojos que decían incluso más que cualquier palabra. Unos ojos especiales, de esos ojos que quieres que te vean porque tú también quieres verlos. Yoongi lo veía a los ojos, lo veía claramente, como si no fuera un desconocido. Como si lo conociese, ¿Pero cómo era posible eso? Y por un momento pensó que era porque él tenía esa mirada de tristeza que tenía ella antes de morir y le aterró la idea, pero estaba seguro que era algo más, algo más...
Y luego lo supo.
- Porque pareciera que quisieras llorar.
Y el chico lloró.
[...]
- ¿Cómo te llamas? -preguntó Yoongi, luego de que Jimin terminó de llorar y él dejó de abrazarlo. Porque sí, lo había abrazado, porque se veía tan delicado, tan a punto de romperse, que no pudo evitar abrazar a ese desconocido con fuerza y acariciar su cabello con color a Frambuesa y supo que tal vez era su Shampoo. O lo que sea que se echara encima.
- Park Jimin... -susurro, con la nariz y los ojos rojos, agachando la cabeza-. ¿Y t-tú?
- Min Yoongi.
- Te-tenías razón, en todo... -sonrió trémulo, retrocediendo unos pasos hasta chocar contra el árbol y tapar su rostro con sus manos mientras su cuerpo va resbalándose hasta sentarse en el suelo húmedo-. Ah, por todos los lobos, es tan vergonzoso llorar frente a un desconocido.
- No soy un desconocido, soy Min Yoongi, ya nos presentamos. -dijo Yoongi, acuclillándose a su lado con la espalda en el árbol, igual que él. Ambos están igual de avergonzados y no son capaz de mirarse a los ojos-. Y si eso no es suficiente pues tengo quince años, me gusta la pizza, me gusta leer toda clase de libros, me gusta ver toda clase de películas, incluso las románticas para vomitar... toco el piano y me gusta escribir estupideces en una libreta... Me gusta escribir y cuando grande quiero ser como Eminem pero en versión escritor en vez de rapero, aunque me gusta rapear pero soy muy perezoso para hacerlo toda la vida... Y me enfermo tanto que mis padres planean meterme dentro de una burbuja.
- Eso es triste. -opinó Jimin, aun sorbiéndose la nariz y abrazando sus rodillas.
- La vida es triste, la tuya lo es, ¿No es así? -Yoongi miró a Jimin, quien aun tenía la cabeza gacha-. Tu vida es solitaria.
- No lo digas así, se escucha tan deprimente... -hizo una mueca.
- La mía también es solitaria, no sé como decirlo de otra forma. -sonrió Yoongi, arrepintiéndose por sonar tan insensible-. Perdón... ¿Quieres decirme tú mini biografía, Park Jimin?
Jimin hizo un puchero, y cuando Yoongi creyó que no volvería hablarle el chico se rascó la cabeza, dubitativo y siguió hablando.
- Tengo doce años, me gustan los helados y los cereales Chim Chim's, no me gusta leer, me gusta ver películas de acción... no toco ningún instrumento pero me gusta hacer ejercicio, me gusta correr y las carreras de obstáculos... me gusta trepar árboles y me gusta cocinar pero mi madre siempre se enoja cuando lo intento porque siempre quemo las cortinas así que no lo he vuelto hacer... Uh, ¿Qué más?... Me gusta cantar, pero solo en la ducha... y no sé me ocurre que más decir...
- ¿Por qué estabas llorando?
- ¿Tengo que decirlo? -Jimin lo miró afligido, arrugando la frente. Yoongi no pudo evitarlo y con el dedo peinó el mechón que tenía el menor en la frente.
- Sólo si quieres. -dijo, mirando aquel mechón húmedo que había quedado aun lado y volviendo a mirar a Jimin, quien tenía las mejillas rojas, pero Yoongi no supo si era porque estaba avergonzado o por el llanto-. Creo que te sentirás mejor si lo haces, además, ¿Qué podía pasar si lo haces? Nada malo, no te chantajearé si es lo que piensas.
- Nada malo... -repitió para sí, desviando la mirada y tragando saliva nerviosamente. Dudo unos segundos, pero igual que una exhalación, siguió hablando-. Creo que es porque he estado triste y solo mucho tiempo... me siento como si estuviera perdido desde que mi padre murió, como si todos se hubieran ido y me hubieran dejado solo... pero no quería verlo, no quería pensar en eso y estaba bien, así no dolía tanto... Mi madre estaba tan deprimida que no podía dejarla sola y sólo así podía olvidarme de mí mismo, pero ahora que ella está bien, ahora que ella parece ser ella otra vez... ¿Qué tengo que hacer ahora?, ¿A quién tengo que cuidar? Me siento tan solo...
Yoongi podía palpar su tristeza, tanto que la sentía como suya. Momentos antes, cuando estaba llorando, él casi llora también. La tristeza era peligrosamente contagiosa, igual que la felicidad. Y Yoongi quería hacer feliz a ese chico. Quería saber si se vería aun más hermoso si sonreía.
- Estabas tan sumergido en lograr que curara sus heridas que olvidaste las tuyas, ¿No es así?
- Sí... -afirmó él.
- ¿Sabes qué te recomiendo yo para que tus heridas sanen, no de inmediato, pero lo empiecen hacer desde ahora?
- Sí...
- Dile a tu madre que te sientes solo. -aconsejó Yoongi, rozando su brazo con el de él. La lluvia aun no paraba de caer con fuerza-. Y consigue un amigo, uno bueno...
- Está bien, yo... -esbozo Jimin con algunas lágrimas que resbalan por su rostro. Yoongi tampoco pudo evitar quitar con el dedo pulgar una que el menor no había secado de su mejilla y Jimin se sonrojó aun más.
- Lo de tu madre puede que cueste un poco, no puedes llevarte todo el peso de tu tristeza. Ya has cargado todo este tiempo con la tristeza de ella, ¿No crees que es un poco injusto? Estoy seguro que podrá con ello... y con respecto a lo del amigo, ahora me tienes a mí. Trataré de ser el mejor amigo que puedas tener en tu vida.
Yoongi siempre cumplía sus promesas, pero no le sorprendió la mirada desconcertada y un poco asustada de Jimin. Era tal como ver a un cachorro desconfiado.
- ¿Por qué estás haciendo esto?...es decir, porqué dices esto, es... raro... no me conoces. -titubeó.
- Ya nos conocemos, Park quema cortinas. -sonrío Yoongi, tratando de transmitirle toda la confianza que pudiese aunque se sintiese cohibido por la mirada tan penetrante y escrutadora del menor. Tal vez necesitaba ser sincero del todo si quería lograr que el chico pudiera confiar en él-. ¿Sabes?... La chica que vine a ver murió de tristeza... creyó que podía sola, creyó que su tristeza se iba a disipar sino pensaba en ella, sino pensaba en sus sentimientos... sino le decía nadie... pero murió... No pudo y acabo con todo, sin importarle nada más... ella era mi chica, ¿Sabes?
Yoongi agacho la cabeza y abrazó sus propias piernas, igual que Jimin. Como si así pudieran darse calor.
- Ella era tu novia... -sonaba más como una confirmación que como pregunta, aún así Yoongi asintió.
- Lo es. Lo era. Ya no lo sé.
- ¿Tratas de salvarme porque no pudiste salvarla a ella?
Yoongi levantó la mirada, desconcertado por esa pregunta. En ningún momento se la planteó, tal vez sí veía un poco de esa tristeza de Wheein en él, pero no era por eso. No lo era.
- No, aunque tal vez... tal vez trato de salvarme yo... porque yo también me siento solo y quisiera un amigo. -confesó Yoongi, avergonzándose aun más y desviando la mirada-. Eso sonó tan mal.
- Gracias por escucharme.
Fue lo único que dijo Jimin. Luego sonrío cuando Yoongi levantó la mirada y al instante dejó de llover. Como si la sonrisa de Park Jimin, en la que sus ojos se volvían dos lineas y sus mejillas se abultaban tiernamente, hiciera que el mundo de Yoongi dejara de ser gris y el sol dejara de ser molesto a ser totalmente cálido. La sonrisa de Jimin era cálida como el sol.
- ¿Quieres conocer a mi chica? -preguntó Yoongi, parándose al igual que el menor al ver que la lluvia cesara. Jimin asintió.
- ¿Y tú quieres conocer a mi padre?
- Me encantaría, Park quema-cortinas. -bromeó Yoongi, haciendo que Jimin pusiera los ojos en blanco y sonriera otra vez.
- ¿Puedes dejar de decirme así, Hyung?
- Puedes decirme Yoongi Hyung.
- ¿Y si te digo Eminem escritor rapero Hyung? -sonrió burlón, a lo que Yoongi bufó casi ofendido.
- Si vuelves a decirlo voy a cavar una tumba para ti.
- Entonces yo voy a usar tu cuerpo como leña para chimenea.
Mientras ambos caminaban hacia la tumba del padre de Jimin, Yoongi no pudo evitar alzar una ceja y darle una mirada de aprobación, sintiéndose tan gratamente sorprendido. Y una risa brotó de sus labios, esa risa que hace tiempo no escuchaba. Una risa que le hacía sentir bien.
- Creo que seremos muy buenos amigos, Jiminnie.
- ¿Jiminnie? -lo miró extrañado el menor, quitando la mirada de las flores amarillas que aun estaban húmedas en sus manos.
- ¿Ese es mejor?
- Ugh, no. -resopló Jimin, aunque Yoongi sabía por ese pequeño brillo en sus ojos que no lo decía en serio. De hecho, el intenso rubor que apareció en las mejillas del menor hizo que se diera cuenta que le gustaba. Y esa pequeña sonrisa que ahora hacía.
- Pues te aguantas porque a mí me gusta. -Jimin río ante el comentario, haciendo que Yoongi tuviera un cosquilleo de emoción en su estómago. Hacía tiempo que no se sentía tan vivo como en ese momento y se sintió hechizado; tanto que no podía dejar de ver aquel adorable diente chueco, que casi ni se notaba, del menor cuando reía. Y su risa tan encantadora.- Oye, Jiminnie, ¿Tú eres un Omega o un Beta?
Jimin apenas parpadeó, tensándose al instante. Y aunque Yoongi vio que algo andaba mal, se permitió descubrirlo con el tiempo. Quería conocerlo de verdad, aunque llevara todo el tiempo del mundo.
- Soy un Alfa.
Y Yoongi no le creyó en ese momento, pero no dijo nada, porque a veces hay cosas que uno simplemente no puede decir. Y está bien siempre y cuando estés allí.
Y Yoongi estaría allí con Jimin, porque lo prometió. Aunque ambos fueran totalmente unos desconocidos, Yoongi sabía que por algo se empezaba.
[...]
- Oye, Yoongi hyung, ¿Podemos vernos mañana? E-es decir, si tú quieres...
- Claro que sí, somos amigos. Mañana te esperaré en la misma banca en la que nos vimos, porque me viste, ¿Verdad?
- Sí, te vi... estabas acostado en la banca... por un momento pensé que te habías quedado dormido.
- Casi, pero no. ¿A qué hora quieres que nos juntemos?
- No lo sé, ¿Tal vez a esta misma hora?
- ¿A las cuatro en punto?
- No estaría mal, ¿verdad?
- No. Entonces a las cuatro en punto. Mañana. En la banca. No te olvides, Park quema-cortinas.
- A las cuatro en punto, Eminem escritor rapero hyung.
- ¡Dije que iba cavar tu tumba si volvías a decirlo!, ¡Oye, no te rías!, ¡Y no corras!
[...]
Cuando Yoongi abrió la puerta de su nuevo piso en uno de los departamentos de un viejo edificio, que quedaba en el centro de la ciudad y tan solo a unas cuadras de la librería donde trabajaba, se sacó los zapatos, los puso en el mueble aun lado de la pared y entró dirigiéndose al salón, donde lo primero que vio fue a un Jimin hecho un ovillo en el sillón, con su pijama puesto. Dormía plácidamente, sin ninguna manta que le tapase y sólo abrazándose así mismo.
Yoongi sabía que esa parte era lo mejor de llegar a casa. Nada podía compararse con un Park Jimin esperándolo en el sillón y quedándose dormido, por eso mismo, aunque se sintiese terriblemente cansado por el trabajo en la librería, no pudo evitar tirar su bolso en un rincón del salón -su departamento era terriblemente pequeño, pero no le importaba- y caminar hacia él para cargarlo como un bebé. Pesaba, pero Yoongi había acompañado tantas veces a Jimin a sus practicas en sus días libres que el Omega prácticamente lo obligaba a que hiciera ejercicios con él; por lo que ya en meses había logrado tener más masa muscular.
Jimin se despertó al instante, removiéndose entre sus brazos adormilado y sonriendo cuando se dio cuenta quien lo llevaba cargando hacia la cama, que quedaba en la habitación de al lado.
- Estaba esperándote... -susurró Jimin, bostezando mientras rodeaba con sus brazos el cuello de Yoongi, quien besó su frente y susurró igual que el Omega.
- Sabes que no hace falta que me esperes, puedes irte a dormir.
- Pero quiero esperarte, me gusta esperarte... -Yoongi llegó a la cama de su cuarto, el que ambos compartían y, dejando a Jimin encima de la cama, se acostó a su lado luego de quitarse el abrigo y los pantalones-. Quiero aprovechar todo el tiempo que me queda contigo.
- Aún faltan tres meses, no pienses en ello... -dijo Yoongi, acostándose de boca y pasando un brazo por la cintura del Omega, quien se encontraba acostado de espaldas y con una mano acariciaba el cabello del Beta-. A todo esto, estás más pesado.
- ¡Oye! Es tu culpa por comprar tantos pasteles... -refunfuño Jimin, pinchando la mejilla de Yoongi con su dedo mientras él se reía-. Y tres meses pasan rápido, yo no quiero irme...
- Pero dijiste que lo harías... -Yoongi se acercó aún más al cuerpo de Jimin, para recostar su cabeza en su abdomen-. Yo tampoco quiero que te vayas.
- Sí, sé lo que dije, lo sé... es que tengo que hacerlo. La psicóloga Lee dice que tengo que superar mi obsesión contigo si quiero que esto funcione.
- Pero me gusta que estés obsesionado conmigo. Es lindo, me río mucho cuando le gruñes a todos...
- Casi muerdo a tu hermana, eso no es sano... -hizo una mueca, un poco triste. Si bien habían momentos en los que Jimin se excedía en sus celos, por el momento a Yoongi no le importaba en absoluto mientras estuviera a su lado.
- Pero ella estaba molestándome mucho...-trató de excusar Yoongi, pero al ver la mirada seria de Jimin puso los ojos en blanco y suspiró-. Bueno, está bien, sí, no es sano. Lo siento, es que de verdad voy a extrañarte cuando te vayas a esa academia de atletismo en Los ángeles. Y eso que ni siquiera hablas inglés, ¿Cómo demonios te eligieron?
- Mis fabuloso rendimiento físico, ¿Qué más? -sonrió Jimin, abriendo los brazos y dejando que Yoongi subiera hasta descansar su cabeza en la almohada, justo entre el cuello del Omega-. Y tengo buenas notas, el idioma es lo de menos.
- ¿Cómo se dice <<Disculpe, ¿Cuánto dinero cuesta?>> en inglés?
- P-pues... hmm... How... how much... how much is it... ee-eh, ¡excuse me, sir!
Yoongi se carcajeó tanto que hasta le dolió el estómago mientras Jimin hacía un puchero y se restregaba los ojos cansados por el sueño.
- Ya no serás Park Jimin, ahora serás Jimin Park... -volvió a reír, seguido por Jimin, quien se removió a su lado y abrazó, pasando una pierna por encima suyo. Jimin tenía los ojos cerrados, respirando tan tranquilamente que Yoongi pensó que se había quedado dormido, así que le dio un casto beso en los labios y lo observó en silencio, acariciando su mejilla y susurrando-. Por favor, ¿Puedes no enamorarte de alguien más cuando estés allá?
Para su sorpresa, Jimin estaba despierto y entreabrió los ojos apenas habló.
- Sólo serán dos años, Yoongi... -pestañeó Jimin con pesadez, besando a Yoongi en la nariz cariñosamente-. Dos años se pasan tan rápido que ni siquiera te darás cuenta cuando esté molestándote aquí otra vez.
- ¿Y tú madre?
- Ella está bien con el policía ese... -respondió haciendo una mueca disgustada-. Aunque dice que vendrá conmigo y yo quiero que lo haga...
- ¿Aún sigue sin agradarte el Oficial Kyung?-preguntó Yoongi-. Ya llevan saliendo cinco meses... y van bien. Es un buen Alfa.
- Sí, lo es... sólo que me da un poco de miedo... -confesó Jimin, un poco temeroso-. Sigue dándome miedo que la lastimen y yo no esté allí para evitarlo.
- Tu madre es tan fuerte como tú, incluso más, no te preocupes. -Yoongi se acomodó en la cama, de lado y atrajo a Jimin hacia su pecho para luego darle un beso en la cien-. Ni siquiera tú puedes con la bolsa de la compra como ella.
Jimin se río, pero luego volvió a una expresión de nostalgia e hizo una mueca apesadumbrado, levantando la mirada y haciendo que Yoongi la agache para verlo a los ojos.
- ¿No vas a dejar de amarme, verdad?, ¿Me amarás aunque ya no nos veamos y hablemos como antes?
- Te amaré aunque tú no me ames, Park. -lo besó Yoongi, mordiendo, succionando y lamiendo sus labios hasta que ambas bocas quedaron sin aliento, respirando el mismo aire que el otro-. Y no vamos a dejar de hablar... no seas idiota.
- ¿Crees que en tres meses más vas a seguir enamorado de mí?
- Voy a estar enamorado de ti toda mi vida. Incluso en la otra y en la otra, y hasta en la que yo sea un jodido pájaro y tú un hermoso pez.
[...]
Yoongi extrañaba tanto a Jimin.
Por más que estuviera ocupado con la fiesta de graduación, el trabajo, su familia y amigos, él pensaba todo el tiempo en Jimin. Era peor que cuando el menor se fue a Busan a visitar a su familia de parte de su madre por el verano. Mucho peor, porque había pasado un año ya y hacía meses que lo había vuelto a ver por última vez. Y extrañaba todo de él.
Lo único que le hacía feliz eran sus mensajes, los vídeos de los lugares que visitaba, las fotos y la promesa de que pronto se verían.
Y hoy era su graduación, tenía puesta la estola y estaba vestido formalmente para por fin graduarse y trabajar en alguna editorial que le gustase, escribir sus propios libros o trabajar en alguna revista. Yoongi no lo sabía con exactitud, pero por el momento solo podía pensar en el discurso que tendría que dar en cinco minutos porque el presidente del consejo de alumnos universitarios no podría porque el imbécil se había emborrachado el día anterior -la fiesta de despedida- y había despertado con una gastritis. Yoongi no había podido evitar insultarlo por teléfono.
Así que caminó hasta el podio, viendo como todos los alumnos, padres, tíos, abuelos, los directores y profesores estaban frente suyo, esperando a que hablase. Entre los alumnos estaba Hoseok, con su estola, Rita y todos sus amigos y compañeros. Más atrás, en los invitados, estaba Taehyung, Jungkook -quien vino por su hermano- y toda su familia.
No puede evitar pensar en lo feliz que sería si Jimin estuviera allí. Pero no lo está.
Y Yoongi empieza su discurso, agradeciendo a los profesores, al consejo, rememorando los recuerdos más importantes y prácticamente leyendo toda la hoja que había escrito el presidente para que él la leyera. La leyó sin ninguna dificultad.
Pero cuando terminó, no quiso dejar las cosas así, menos cuando todos se habían emocionado y soltaban algunas lágrimas.
- Finalmente, luego de agradecer a mi familia, quiero agradecer a una persona que siempre estuvo conmigo y lo está siempre, aunque tristemente no lo esté ahora pero sí en mi mente. La persona que siempre me levanta por las mañanas aun cuando no quiero, la persona que me hace reír hasta cansarme, la que me saca de quicio siempre y la que siempre logra todo lo que se propone con sólo sonreír; es una de las personas que más quiero en el mundo.
Y de repente, lo ve. Allí al final, elevando la mano hacia él para que sepa que está ahí, pero incluso antes de que lo haga Yoongi ya lo ha visto. Siempre lo ve.
- Y obviamente esa persona es Park Jimin.
[...]
Yoongi odiaba el calor de Japón, aunque no era tan diferente del calor asfixiante de Seúl. La única diferencia radicaba que en el calor del primero no estaba acostumbrado, era mucho más pesado y seco que del segundo. En ese instante se encontraba en la calle principal de Tokio, en Shibuya, escribiendo un reportaje sobre los inmigrantes coreanos en japón. Lo bueno del trabajo era que podía viajar, lo malo es que le quedaba muy poco tiempo para seguir escribiendo sus libros para niños, pero ganaba bien y no podía quejarse.
Estaba caminando a paso rápido por la calle, entremedio de todas las personas, se sentía tan acalorado que si no encontraba un parque para descansar iba a desmayarse allí mismo.
Así que estuvo varios minutos caminando hasta que por fin encontró, a varias cuadras, un pequeño parque. Se sentó en una banca, justo debajo de las ramas de un árbol y dejó que algunos rayos del sol le calentaran la piel, un poco más morena por cada trabajo que hacía al aire libre.
Si algo no había cambiado en ese año y medio, era que Yoongi seguía extrañando a Jimin con la misma intensidad. No, hasta podía decirse que más que antes. Lo extrañaba con tanta locura que a veces los mensajes no eran suficientes, pero no importaba.
Jimin había ganado tantas medallas en varias olimpiadas y Yoongi se sentía tan orgulloso de él; había hecho toda clase de amigos, Betas, Alfas y Omegas y hasta se había teñido el pelo de rosado pálido. Aunque ahora, en la última foto que le envió, lo tenía rubio. Si bien al principio a Yoongi le aterró el cambio, sólo pudo enamorarse más. Porque por más que los cambios asustasen, Yoongi sabía que Jimin seguía siendo el mismo. Con optimismo, esforzado y muy terco. Yoongi sabía que por más que Jimin cambiase iba a seguir enamorado de él.
Aunque ya hace meses que lo había visto por última vez; que fue en su cumpleaños.
Y ahora no hablaban hace como una semana, lo que realmente preocupada a Yoongi. Jimin no había respondido a ninguno de sus mensajes y Yoongi estaba empezando a enojarse demasiado; ni siquiera su madre le contestaba. Y Taehyung no sabía nada, tampoco.
Yoongi lo extraña tanto.
Que cuando vio una cabellera rubia y un cuerpo un poco tostado correr por la avenida frente a él no se lo creyó. Tal vez era otra de sus fantasías.
Pero no. El chico corría con un bolso de gimnasia cuando de repente sus miradas se cruzan y un olor conocido llega a la nariz de Yoongi.
Y el mundo no puede ser más perfecto que en ese momento en el que Yoongi se levanta de la banca y el chico se detiene. Ambos se miran, el tiempo vuelve a detenerse y no falta nada más para reconocer al otro.
El chico corre en su dirección y Yoongi camina tranquilamente hacia él. No puede creerlo.
¿Era Jimin el que ahora saltaba entre sus brazos, chillando mientras le besa todo el rostro?
- ¡Estás aquí, estás aquí! -chilló emocionado, atrapando su rostro entre sus manos y besando su boca a intervalos profundos-. ¡Claro que serías tú!, ¡Eres tú!
Yoongi estaba anonado, tanto que ni siquiera podía parpadear. No podía dejar de ver lo hermoso que era su novio, lo perfecto que era. Parecía irreal ahí frente a él, sonriendo mientras lo besa.
- ¿No te parece increíble que, sea donde sea que estés, siempre termines corriendo frente a mí? -logró articular por fin Yoongi, aun embelesado. Jimin río y rozó la nariz con la suya, abrazándole del cuello con más fuerza y colgándose de él como un koala. Su pequeño Koala.
- ¡Ah, no sabes cuanto te he extrañado!, ¡Te amo, te amo mucho!, ¡El jodido celular se me cayó en el retrete y ya no funcionó!, ¡Y justo me dijeron que tenía que viajar a japón para las olimpiadas de verano! -explicó Jimin, arrugando la frente afligido-. Perdón, perdón por no poder avisarte, todo fue tan de repente, ¡Y mi madre trató de llamarte antes de venir conmigo pero no contestabas!
- Da igual. -contestó Yoongi, negando rápidamente y saliendo por fin de su estupor. Por supuesto que daba igual si ahora Jimin estaba ahí frente suyo, como por arte de magia, pero real. En carne y hueso-. Te amo mucho, mucho más.
[...]
Yoongi estaba terminando de escribir el décimo libro desde que empezó su carrera definitiva como escritor. Se encontraba en su departaento, uno más grande que el anterior, ese que se compró con tanto esfuerzo cuando era más joven. Aunque fuera un departamento no tan pequeño y le gustaba muchísimo, sabía que tendría que comprarse una casa. Tal vez en el campo, porque a él le gustaba mucho la tranquilidad, pero a Jimin, que últimamente no puede vivir sin lo que la tecnología le brinda como sushi a las tres de la mañana, era casi imposible desprenderse de ella. Yoongi trataba de no pensar mucho sobre eso.
Así que cuando terminó de escribir la última línea, en vez de ponerse a corregir prefirió darse un descanso, arremangarse la camiseta de manga larga hasta los codos y abrir algunas cajas que quedaban por abrir en el salón. Se habían mudado hace más de un mes, pero tanto él como Jimin eran lo suficientemente perezosos como para no terminar por desempacar todo.
La primera caja que abrió tenía puros objetos de deportes de Jimin, como pesas, pelotas, cuerdas y demás. La segunda -faltaban cinco más- tenía varias cosas suyas, en especial libros y varias libretas. Empezó a ver con nostalgia varios de sus libros y anotaciones, hasta que una libreta café bastante vieja y amarillenta le llamó la atención. La tomó y de ella cayó una hoja ya trizada por los años. Y luego leyó un poema que creyó olvidado.
<< Son las cuatro de la tarde
cuando el amanecer ilumina tu ser
pero te has ido y yo sigo aquí en este poso oscuro llamado vida.
Ella era la luz, el sol y el universo
pero se ha apagado dejándome en este vacío infinito.
Son las cuatro de la tarde
y yo no he hecho más que preguntarme
donde está ella ahora
si en las copas de los árboles o en las nubes de invierno,
detrás de las ventanas empañadas o en los aguaceros,
entre tinas llenas de agua o en frascos medio vacíos.
Son las cuatro de la tarde
cuando me pregunto si de verdad estoy aquí,
si está bien que esté sentado en esta banca mirando hacia el todo,
ese todo al cual ya no pertenezco
porque son las cuatro de la tarde
cuando me he perdido a mi mismo
y la he perdido a ella.
Pero está bien, está realmente bien,
incluso cuando grito que no estoy sucumbiendo,
todo es demasiado profundo.
Pero son las cuatro de la tarde
cuando lo veo pasar frente a mí
sus ojos me dicen que lo he encontrado
pero en realidad él es quien me encuentra a mí.
Son las cuatro de la tarde cuando lo conozco
y todo empieza a cobrar cierto sentido que no veía antes.
Porque tiene esa mirada que me hace querer nadar hacia él
para volver a respirar.
Son las cuatro de la tarde cuando no me siento tan solo,
porque lo he conocido
porque ha entrado destruyendo todas mis paredes
y está bien, realmente bien
porque son las cuatro de la tarde
cuando he encontrado una nueva razón
para volverme alguien mejor de lo que fui
al esfumarme en la brisa a las cuatro en punto.
Y son las cuatro en punto cuando mi corazón ha vuelto a latir...
Dedicado a Park quema-cortinas."
No pudo evitar reírse por lo último y guardó la libreta en el bolsillo trasero de su pantalón, caminando descalza al piano de pared que estaba en el salón y que él había insistido en colocarlo ahí. Se sentó frente a él y empezó a tocar varias canciones que compuso para Jimin a lo largo de su vida. Y ahora él tenía 32 años y seguía igual de joven, sólo que un poco más gordo de las piernas y menos pálido. Según Jimin, él no había cambiado en absoluto, lo que le hacía pensar que pudiese ser un vampiro. Y luego Yoongi lo mordía en respuesta aunque ni siquiera le dejaba una marca profunda. Ya quisiera él dejarle una marca profunda.
Pasaron varios minutos, donde por el reloj de la pared Yoongi vio que iban a hacer cinco minutos para la cuatro de la tarde y que era hora que Jimin llegara de la escuela.
Toco otras dos canciones más cuando la puerta se abrió y él esperó sonriente a que apareciesen.
Una pequeña cachorra de cabello azabache y dos coletas en la cabeza, complexión delgada, pálida y con ojos grandes y redondos, corrió hacía él, botando su mochila por el piso y lanzándose a sus brazos.
- ¡Appa Yoongi, Appa Jimin volvió a pelear con una señora! -exclamó su hija de ocho años, que se colgaba de sus hombros. Yoongi miró hacia la puerta, donde venía Jimin, igual de guapo que siempre, con ese rubio que nunca se quitó, arañado del rostro y con los pantalones un poco sucios. Yoongi no pudo evitar resoplar frustrado.
- Jaewhan, ven aquí... -gruñó Jimin, señalando el piso a su lado y su hija negó con la cabeza, abrazando con más fuerza al Beta-. ¡Que vengas aquí, te digo! No puedes decir esas cosas porque no te compré el helado que querías.
- ¡Pero había de menta! -refunfuño la cachorra, haciendo más notorio su puchero-. ¡Además, Appa Yoongi me dijo que no podías hacer esfuerzos y vi como arrastraste a esa señora del cabello como si fuera un saco de berenjas!
Jimin iba hablar, pero Yoongi lo interrumpió secamente-: ¿Es eso cierto, Park?
- Depende... -balbuceo Jimin nerviosamente, frunciendo el ceño y sentándose en el sillón que estaba al lado del piano-. Jaewhan está bajando sus notas, no puedo comprarle un helado si sigue así.
- No te hagas, no me refiero a eso. -aclaro Yoongi, molesto. La cachorra se sentó en su regazo y empezó a tocar el piano como siempre lo hacía, ignorándoles feliz y sonriente-. Sabes que el parto de Jaehwan fue difícil, ahora que estás otra vez en cinta, no puedes, ¡Simplemente no puedes pelear!
Jimin se quedó callado, sobando delicadamente su abdomen, enfurruñado en el sillón mientras Yoongi lo miraba casi enfurecido. La panza apenas se le estaba notando y a Yoongi le tenía tan preocupado; les había costado muchísimo tener a Jaehwan, ella fue casi como un milagro, estuvieron a punto de perderla dos veces, una en el embarazo y otra en el parto, ¡Una Alfa de un padre Beta y un padre Omega! Era un milagro para todos, y ahí estaba Yoongi preguntándose porqué Jimin había hecho tal cosa, si ya había dejado de ser así de impulsivo. A veces lo seguía siendo, pero no tanto.
- Appa Yoongi, no retes a Appa Jimin, ¡Se veía realmente genial defendiéndome! -sonrió la cachorra, aplaudiendo con las dos manos y mirando emocionada a Yoongi, quien solo podía enarcar una ceja.
- ¿Cómo?
- La vieja directora empezó a hablar tonterías de nosotros -explicó Jimin, mirándole de soslayo. Yoongi podía darse cuenta que le había afectado y que se sentía culpable-... Y bueno, me enojé, así que le di una lección, un par de patadas por aquí y por allá... y bueno... ahora tenemos que encontrar otra escuela para Jaehwan.
- ¡Qué bien!, ¡Más personas para conocer! -sonrió Jaehwan, quien miró sorprendida a su padre cuando este la bajo de su regazo y él se paró, sonriéndole.
- Jae, pequeña koala, ¿Puedes ir a tu habitación? Appa Jimin y yo tenemos que hablar un momento, puedes volver en cinco minutos.
- Pe-pero... -titubeó la pequeña.
- ¿O prefieres diez minutos?
- ¡Vale, cinco minutos desde ya! -exclamó, corriendo hacia su habitación y cerrando la puerta.
Yoongi caminó hacia Jimin y se sentó al lado suyo en el sillón, tomando su mano izquierda con delicadeza y sobando las pequeñas marcas oscuras que le quedaron en los nudillos. Yoongi silbó, asombrado; el puñetazo debió haber sido fuerte.
- Jimin, está es la tercera escuela a la que la cambiamos...
- ¿Y tengo yo la culpa? -volvió a resoplar Jimin, echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos, cansado-. Es irritante como siempre nos juzgan, a mí por ser un Omega hombre con un cachorro y a ti por ser Beta y estar casado conmigo. Odio cuando hacen ese tipo de comentarios, lo detesto mucho... Odio que la gente sea tan envidiosa con nosotros, sí, logramos tener un cachorro y ahora tendremos otro, ¡En su puta cara, mundo!
- Lo sé, no sabes cuánto me gustaría patear sus culos en tu lugar, pero no se puede. -dijo Yoongi, acariciando el cabello de Jimin con cariño-. Y menos tú, por todos los... ¿Qué pasa si lo hubieras perdido?, dime, ¿Te golpeó en algún lado?
- No, sólo una cachetada, y esa cachetada empezó todo... Yo no la golpee primero... sabes que no peleo enfrente de Jaehwan, pensé que ella no estaba ahí, pero la muy astuta se subió a un árbol.
- Bien, te creo. -asintió, porque por más que lo intentase, en realidad nunca podía enojarse de verdad con él.
Yoongi tomó entre sus manos el rostro de Jimin para examinar los arañazos, pero estos apenas estaban rosados, por lo que no le habían sacado sangre.
- ¿Te duele mucho?
- No, sólo quiero acostarme un rato... -suspiró cansinamente el Omega, abrazando el pecho de Yoongi, quien se echó para atrás en el sillón dejando que Jimin se recostara a un lado entre el sillón y él, casi encima suyo, con la cabeza en su pecho-. Tuve que hacer un poco de fuerza para barrer el piso con su trasero.
Yoongi se lo imaginó, perfectamente, sin poder no echarse a reír. Por lo que Jimin también se río, de una forma tan angelical que uno no pensaría que esa fuera la razón de la risa de ambos.
- ¿Por qué nunca puedo enojarme contigo?
- Porque estás loco por mí. -respondió Jimin, sonriente y levantando la mirada hacia Yoongi y besándolo con avidez-. Porque me amas mucho, amas mucho a nuestra cachorra y amas mucho a este pequeño bola de arroz en mi interior.
- ¿Crees que sea un chico? -preguntó emocionado Yoongi, escabullendo los dedos por debajo de la camiseta de Jimin y acariciando el pequeño bulto en su abdomen. Le parecía fascinante como podía oler el aroma del bebé, pero no podía saber con claridad qué sería. Sólo podía olerle igual que como olió a Jaehwan y siempre es la mejor experiencia de la vida; él, sin ser Alfa, pudo tener un cachorro y pudo olerlo. Él, quien tantas veces se sintió inferior e inseguro, pudo darle a Jimin lo que ambos más querían. Y se sentía el hombre más afortunado de la tierra.
- Sí, estoy seguro que será un Beta precioso; igual a ti. -dijo Jimin, tocando con su dedo indice la nariz de Yoongi-. Tendrá tu nariz y tu boca y tus ojos y tu-
- No, no, va a ser igual a ti. -interrumpió Yoongi, sonriente-. Será un Snorlax, gordito y bonito.
- ¡Claro que no será un Snorlax! -exclamó espantado, dando un golpe no tan fuerte al pecho de Yoongi-. Aunque si será gordito y bonito...
Yoongi se ríe y al moverse, siente algo en la espalda que le molesta y se acuerda de su libreta. La saca del bolsillo de su pantalón, que se le ha corrido y la abre en la página del poema. Jimin lo mira extrañado y, mientras pregunta qué es, va leyendo. Y a medida que lee, va recordando. Y cuando llega al final no puede evitar que sus ojos brillen emocionados y bese a Yoongi como si hubiera una de las miles de veces que vuelve a conocerlo, que vuelve a enamorarse de él.
- Hola, Eminem rapero escritor hyung. -río Jimin.
- ¡Ya pasaron los cinco minutos! -apareció la cachorra, gritando y sonriendo hacia ellos mientras corre hacia el sofa-. ¡Jae ya está aquí!, ¡Jae también quiere amor de Appas!
La pequeña cachorra trepa en el sillón y se acuesta encima de Yoongi mientras abraza a Jimin. Ambos se ríen mientras la cachorra finge dormir, tan sonriente que no puede dejar de reír entre dientes. Yoongi miró a Jimin y, luego de darle un beso cariñoso en los labios, le pregunta:
- ¿Por qué los momentos que no deberían ser felices son los momentos más felices que tengo gracias a ti?
Y Jimin responde-: Creo que yo debería hacerte la misma pregunta.
Fin.
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