12. No me dejes ir pt.1
Aparece el amanecer
y cuando la luna
se vuelve a dormir
desaparece
la azulada sombra
que todo ese tiempo me acompañó.
[...]
Un Jimin de diez años en una tarde de abril se encuentra caminando con su padre en las calles del centro, donde hay muchas tiendas, como tiendas de campaña, tiendas de artefactos, de conveniencia, de electrodomésticos y sus favoritas, las heladerías. La mano de su padre es diez veces más grande que la suya, tosca y con callosidades, pero la tiene apresada con tanta delicadeza que siente que podría estar de la mano con él todo el tiempo, porque se siente igual de seguro que cuando su madre lo abraza por las noches y le canta alguna canción para dormir.
El sol aparece y desaparece a cada paso que dan, a causa de las nubes que amenazan con aparecer y empapar todo el lugar.
Pero no por eso Jimin deja de disfrutar del helado que su padre le ha comprado como todas las tardes antes de las cuatro en punto cuando lo recoge de la escuela para ir a casa.
Su padre le está contando sus aventuras en la manada que perteneció años atrás antes de conocer a su madre, los lugares que conoció, la gente con la que se peleó, la gente que nunca olvidó y la gente que se fue, y el como pensaba comprar una casa con un ancho y bonito jardín.
Cuando de repente parece oler algo, porque se detiene de forma abrupta jalando a Jimin, quien lo mira levantando la mirada porque su padre es tan grande y robusto que puede tapar el sol con su cuerpo.
– Chim, escóndete detrás del basurero.
– ¿Por qué? —pregunta Jimin, arrugando la nariz—. Huele feo...
– Vamos a jugar a las escondidas, Chim —sonríe su padre, mirando hacia los lados para luego dirigirse hacia su hijo. Jimin sentía como se le crispaban los vellos de los brazos, como si el peligro estuviera acechándolos pero sin darse cuenta—. Si no dejas que te atrapen, te compraré todo lo que tu quieras.
– ¿Por qué vamos a jugar ahora?, ¿Y con quiénes?, ¿Podemos invitar a Eunwoo a jugar?
– No preguntes y haz lo que te digo. Escóndete.
Jimin hizo un puchero ante el tono de voz demandante que empezaba adoptar su padre, empezaba a ponerse más serio a cada segundo y no quería desobedecer, así que asintió despacio.
– ¿Me comprarás los mangas de One Piece?
– Toda la colección —asegura él en un susurro y una pequeña sonrisa, acariciando el cabello del Omega haciéndole sentir seguro, aún cuando cierto temor empezaba alojarse en la boca de su estómago por el repentino interés de su padre para jugar—. Ahora no hagas ruido, ¿Está bien? Y no salgas hasta que papá te diga, pase lo que pase.
– Está bien —acepta, aun sin entender. El helado de chocolate empezaba a derretirse en sus dedos.
Jimin se esconde detrás del montón de basureros que está entre el callejón, abrazando sus piernas y haciéndose lo más pequeño que puede. Trata de oler algo más que la basura de los contenedores pero no lo logra y lo único que puede ver es la espalda de su padre encontrarse con cuatro hombres más.
Por un momento Jimin piensa que son amigos, que su padre va a invitarlos a comer como a todos los que conoce o que ellos lo saludaran. Incluso puede divisar al tío del Alfa Min Jonghyun, su compañero de clases y archienemigo, entre ellos pero su mirada no le gusta para nada. Es esa mirada que usan todos los villanos de las películas y quiere decirle a su padre que no le gusta.
Pero es en ese momento cuando los tres hombres van directo a su padre y no puede evitar ahogar un chillido asustado, porque no le gusta que su padre se enoje y aunque le gusta ver peleas de boxeo por televisión con él no le gusta que lo golpeen.
Pero su padre es fuerte, un guerrero y el mejor Alfa de todos, Jimin no se sorprende cuando ve como deja inconsciente a tres de ellos.
Menos al tío de Min Jonghyun, él parece tan temible que Jimin empieza a gimotear del terror cuando ese hombre acorrala a su padre contra una pared sin dejarlo respirar, por eso no puede evitar salir de su escondite para ayudarlo aunque todo su cuerpo tiemble de miedo. Está respirando tan agitado que siente que el corazón se le va a salir del pecho, sabe que no debería inmiscuirse porque eso le han enseñado; entre una pelea de Alfas jamás debe meterse un Omega. Jamás. Pero aquel hombre parece incluso más grande que su padre y no puede evitarlo, odia ver a la gente pelear, odia ver que le están haciendo daño a su padre.
– ¡Déjelo! -—grita con todas sus fuerzas, cuando por fin siente que le sale la voz y el helado se le cae de la mano.
Y ese es su peor error, porque aquel hombre lo fulmina con la mirada rugiendo y va hacia él, pero su padre lo toma de la camisa y ellos ruedan por el cemento hasta caer por una zanja que hay a un costado al final de la calle.
- ¡¡Papá!!
Jimin se queda paralizado cuando su padre ya no se mueve y lo próximo que escucha es la sirena de los policías a lo lejos. Lo ve inmóvil en el pavimento, con sangre ensuciando su ropa y el rostro contraído entre el dolor y la ira.
Corre hacia él mientras el hombre se va corriendo, con las manos empapadas en sangre y tirando el cuchillo al piso.
Su padre se levanta con dificultad pero vuelve a caer al piso, apoyándose en uno de los árboles donde las hojas empiezan a caer como la lluvia. Lo próximo que siente son las manos de su padre sujetando sus mejillas, como si no estuviera herido ni el brillo en sus ojos desapareciera a cada segundo.
– Mira mis ojos, Chim, nada más —musita su padre mientras seca sus lágrimas con sus pulgares. Jimin llora tan fuerte que siente que no puede respirar y toca con delicadeza las heridas en el rostro de su padre—. Mira mis ojos, cachorro, no pasa nada.
– P-papá —solloza con la voz entrecortada, mirando fijamente el rostro ya pálido e hinchado de su padre—. ¿Q-qué te-tengo que hacer... a-ahora?, ¿Qué... hago? E-estás... herido... ¿Po-por qué te hi-hizo esto?
– No llores —jadea su padre conteniendo la respiración y dándole una sonrisa temblorosa—. Papá va a estar bien, pero... Mamá no es tan fuerte, ¿Quieres... ayudarme con ella, Chim? Cuídala... por mí, ¿Prometes que vas a cuidarla?
El terror empieza a subir con más intensidad desde la punta de sus pies hasta su pecho y es la primera vez que siente tanta desesperación en su pequeño cuerpo. La expresión de su padre es una que nunca había visto antes, es una de desesperanza, como si supiera que no serviría de nada luchar. Pero Jimin confiaba en su padre, porque creía en él, en su fuerza, en su valentía, en su forma de liderar. Su padre no podía estarse dando por vencido.
– No... no puedo, eres Alfa y eres fuerte, papá... yo... no soy un Alfa.
– Eres un Alfa, serás un Alfa si quieres, Chim -dice su padre, tragando saliva con dificultad-. Si piensas que lo eres podrás cuidar a mamá y nadie va a hacerte daño. Prométeme que vas a cuidarla, tú eres fuerte, cachorro —su padre toma su mano entre las suyas para entrelazar las y luego rozar su nariz con la suya —. Eres más fuerte que tu madre y yo juntos y podrás hacerlo.
Nunca había sentido tanto miedo en su vida, sus hombros pesaban de una forma tan sofocante que sólo se concentró en entrelazar su meñique con el de su padre. Era una promesa que no sabía si podía cumplir, pero estaba aferrándose a esas palabras, ¿Por qué que más podía hacer en ese momento donde la lluvia empieza a empaparlos a los dos y su padre tenía esa expresión de pena infinita?
– Lo... lo prometo, papá... —dice Jimin, volviendo a quebrarse en llanto al ver como su padre empieza a respirar de forma tan sutil que teme lo peor, porque puede sentir su pulso débil, su cara pálida como hoja de papel y empieza a zarandearlo sacándole un gruñido para evitar que cierre los ojos—... pero no me dejes, ¡No te mueras!
– No lo voy a hacer... estaré contigo cada vez que me recuerdes —su padre sonríe y de repente unas manos empiezan a tocar a su padre—. Eres lo mejor de mi vida ahora y siempre, Jimin.
La policía ha llegado cuando ve como su padre no cierra los ojos, simplemente mira un punto muerto en el cielo ya sin ninguna expresión ni ningún brillo de vida. Jimin grita con todas sus fuerzas cuando se da cuenta de lo que eso significa, suplicando a su padre que se quede porque sabe que se ha ido y eso lo aterra sin dejarle respirar. Las lágrimas no se detienen y el tiempo se vuelve lento, el aire denso y la lluvia pesada. Todo es tan confuso que ya no sabe qué sentir, porque hace unos minutos estaba comiendo su helado, riéndose con su padre, escuchando sus historias y en un pestañeo él ya no estaba, sólo su cuerpo inerte bajo el árbol reseco por el otoño.
– Park Jaewhan, treinta y cinco años, ciudadano nacido en Seúl, hora de muerte a las cuatro en punto, las causas fueron un... —y Jimin ya no puede oír nada más, solo empieza a desear con todas sus fuerzas despertar porque tiene que ser una pesadilla. Tiene que serlo, tiene que despertar y lo repite en su cabeza, una y otra vez que es una pesadilla.
Pero se pellizca el brazo tan fuerte que se hace una herida y aún así, todo sigue igual.
La lluvia empieza a caer con más fuerza cuando la ambulancia llega y alguien a quien Jimin no conoce trata de alejarlo de su padre, pero él se aferra a su cuerpo con vehemencia y al final, es su madre la única capaz de alejarlo de él, porque al escuchar su llanto desgarrador al ver a su padre, recuerda la promesa y sabe que ya no puede llorar. Si su padre no lloró al final, él tampoco lo haría.
Y no lo vuelve a hacer.
[...]
Al día siguiente, alguien toca la puerta.
Jimin está en la salón de su casa casi escondido en el sillón, con la televisión apagada y viendo frente a él las fotos de su padre, su madre y él cuando fueron de vacaciones a Busan. Luego ve el retrato de su padre con un lienzo negro y unas velas que acaba de poner su madre. Se siente vacío e ido, sabe que es mejor sentirse así a sentirse triste. Ya no puede sentir nada más y eso está bien para él.
En su mente sigue rememorando todo lo que pudo haber hecho para que su padre no se hubiera ido, como haber llamado a la policía mucho antes, como haber buscado a alguien que le ayudara o siquiera no haber ido por esa calle para comprarse el helado. Piensa en todas las posibilidades, en todos los caminos que pudo haber elegido para que su padre se hubiera quedado más tiempo con él, pero sabe que es inútil.
En la casa todo es silencio y fantasmas, en donde ni siquiera se inmuta para ver como su madre prácticamente se arrastra hacia la puerta, aún con el abrigo de su padre puesto. Jimin sigue pensativo, hundiéndose en las aguas profundas de la melancolía aunque sea por un momento en donde su madre aún sigue de pie porque aun hay cosas de las que preocuparse.
Cuando un grito lleno de pánico y furia llama su atención.
– ¡¿Qué haces aquí?! —exclama su madre, sacando a Jimin de sus pensamientos y haciendo que se levante de un salto—. ¡Eres un maldito asesino!, ¡Vete, bastardo!
Al instante ve como el espectro del tío de Min Jonghyun está frente a su madre, con esa sonrisilla maliciosa y la empuja dentro, cerrando la puerta detrás de sí de un portazo. Jimin se siente paralizado, con un sudor frío bajando por su espalda y su cuerpo empieza a temblar del miedo. Es un Alfa tan imponente que si no fuera por el rugido de su voz, Jimin seguiría totalmente paralizado.
– ¡Cállate de una puta vez! —grita él con voz de mando, agarrando a su madre de los brazos fuertemente mientras la estampa contra la pared—. ¡Te dije que serías mía, Yosung!, ¡Te lo dije!, ¡Te dije que si no estabas conmigo por las buenas, entonces sería por las malas!, ¡¿No ves que todo lo que he hecho es por ti?!, ¡Eres mi Omega!
La voz de mando que usa los deja a ambos totalmente vulnerables, haciendo que su madre ponga esa expresión sumisa y empiece a sollozar tratando de alejarlo. Jimin trata de moverse, pero nada le responde, ni sus piernas ni su voz. Su lobo está aterrado, escondido en lo más profundo de su ser.
Entonces ve como aquel Alfa horrible empieza a besar a su madre, sin detenerse ante su presencia. Jimin se siente tan invisible que cree que puede esfumarse si abren la ventana. No siente ni siquiera su respiración, sólo el terror que lo deja clavado en la misma posición.
El Alfa empieza a tocar su madre en todos los lugares que no debería con violencia y su madre le clava los dientes en la mano tratando de que la suelte, solo ganándose una cachetada que la tira de bruces al piso y fue tan fuerte, que ve como su madre empieza a escupir sangre entre sollozos, cuando el Alfa se abalanza encima de ella y le clava los dientes en el cuello provocando que emita un chillido desgarrador.
Y eso basta para que el lobo de Jimin vuelva aparecer y gruña con una furia que se acumula con fuerza en su estómago y empieza a diseminarse por todo su cuerpo. No piensa en absolutamente en nada, sólo actúa.
Todo empieza a volverse borroso cuando se abalanza encima del Alfa, mordiendo su rostro hasta sentir el sabor de la sangre y clava sus uñas alrededor de su cuello hasta sentir como su piel empieza a resquebrajarse. El Alfa cae al piso, desprevenido ante la presencia del Omega y agarrándolo de la ropa lo tira hacia la otra punta de la habitación.
– ¡Maldito bastardo! —ruge el hombre hacía él, usando esa voz que empieza a quemar en sus oídos.
Jimin rueda en sí, y algo más allá de él, le hacen volver a levantarse. Ve al hombre gritar, ve como su boca se abre y se cierra y como su cara se contrae, incluso también ve como su madre empieza a gritar también, levantándose con dificultad del piso, pero no los escucha. Todo es un total silencio cuando vuelve atacar el rostro del Alfa y desgarrar su piel, sin importarle el asqueroso sabor que llena su boca.
El Alfa vuelve a tratar de alejarlo agarrándolo del cuello, pero Jimin no deja de morder la piel de su cara y cae encima del Alfa que se ha vuelto a resbalar con la alfombrilla.
Ni siquiera sabe de dónde saca tanta fuerza, sólo está ahí aferrándose con los dientes y golpeando la cabeza del Alfa hasta que este logra sacárselo de encima de una patada y otras personas empiezan a llenar el lugar.
Jimin va a volver a atacarlo, porque eso es en todo lo que piensa, todo lo que repite su mente.
<< Alfa malo, Alfa malo, Alfa malo >>
Los sentidos como el olfato y la audición ya no los siente, no están ahí, sólo esa fuerza, esa energía, que lo incita acabar con él porque es una amenaza.
<< Es una amenaza, una amenaza, una...>>
– ¡Jimin, basta! —escucha por fin a su madre gritar con la voz desgarrada.
Pestañea y los sonidos, el olor, todos sus sentidos, todo el dolor, la furia, el vacío, todo vuelve. Su madre lo tiene apresado entre sus brazos con fuerza, sin dejarle ir, con los brazos morados, la cara hinchada, el cuello herido y la boca rota. Ha dejado de llorar pero su pecho se mueve con la violencia de sus respiraciones mientras desprende ese aroma tranquilizador mezclado con miedo.
Jimin parece despertar, porque ahora ve como sus vecinos, seis personas en total -entre ellas Betas y Alfas- mantienen al Alfa inmovilizado contra el piso. La policía llega minutos después y ve como se lo llevan con la cara destruida.
– ¡Voy a volver por ti, Yosung!, ¡Soy tu pareja, soy tu Alfa!, ¡¿Por qué no lo entiendes?!, ¡Vencí y maté a ese hombre por ti!, ¡Por ti!
Es lo último que le escucha gritar.
Todo vuelve a estar en un silencio donde la pesadumbre llena todo el lugar. Ve como su madre habla con los policías, ve lo herida que está, ve como se desmaya pero se tranquiliza al ver que aún sigue respirando y como los vecinos lo ayudan llamando a un curandero.
Y está decidido, ya no hay vuelta atrás.
Tenía que ser otro Jimin, uno totalmente distinto, uno que no tuviera miedo, que luchara contra su propio instinto, contra su vulnerabilidad, que fuera valiente, que luchara siempre a pesar de sus limitaciones, tenía que ser alguien que estuviera por delante de cualquiera porque sólo así podría asegurarse de que nadie volvería hacerle daño, ni a él ni a su madre. Tenía que ser un Alfa.
Porque si él era un Alfa, entonces sabía que encontraría la fuerza que le faltaba.
Al igual que su padre.
[...]
Cuando abre los ojos, se remueve en el sillón de cuero para dirigir la mirada a su psicóloga, que escribe en su libreta sentada en una silla a su costado. Puede escuchar a los pájaros fuera de la ventana repiquetear contra los anaqueles y admirar los haces de luz del sol traspasar la ventana creando sombras en la alfombra.
Le ha terminado por contar todo lo que pasó con su padre ese día y con su madre el día siguiente, él sabía que su madre ya le había contado todo, incluso la versión de la policía y los testigos, pero Jimin jamás había contado su versión, porque cada vez que el tema salía a flote la rabia volvía a engullir y a crispar todos sus sentidos. Se ponía arisco y a la defensiva porque no quería ponerse triste, incluso era así al principio con ella, pero ella lo esperó pacientemente y le agradecía de forma silenciosa por eso.
La única persona que sabía todo lo que sintió ese día era Yoongi.
Hablar de la muerte de su padre ya estaba empezando a ser un tema que podía hablar, como con Taehyung - que fue algo así como un voto de confianza, una prueba hacia sí mismo- o a alguien de su confianza como SeokJin, pero más allá de eso, de todo lo que decidió olvidar por su bien, de eso nunca lo habló con nadie hasta que conoció a Yoongi.
– Cuando conocí a Yoongi mi madre ya estaba bien, había logrado que se levantara de la cama y que comiera, incluso me acompañó a mi último día de clases para luego cambiarme de escuela —empezó a contar Jimin, mirando el techo tratando de rememorar recuerdos que creía, en cierta parte, sepultados—. Fue un alivio el hecho de que ese fuera mi último día, porque peleé con Min Jonghyun y terminaron por expulsarnos, ¿Recuerda que le conté sobre él? —la psicóloga asiente, con toda su atención puesta en el Omega—. Como decía, cuando Yoongi apareció en mi vida, todo estaba... bien... pero algo estaba mal en mí. Los años que pasé tratando de que mi madre volviera a vivir estuve solo, sin que nadie me escuchase ni que tuviera la menor idea de lo que me estaba pasando, tal vez fue el hecho de que me había cerrado a todos, empecé a gruñirle incluso a los vecinos que me habían ayudado, porque sentía que todos los Alfas eran malos aunque se vieran buenos... el tío de Jonghyun se veía bueno, ¿Sabe? Recuerdo que solía ir a buscar a Jonghyun a la escuela y nos daba caramelos, incluso a mí, que me llevaba mal con su sobrino, pero luego me di cuenta que me daba sólo cuando mamá también me iba a buscar. Igual que todos los Alfas padres de mi compañeros luego de que mi padre murió...
A medida que hablaba, cada palabra que salía de su boca era como si estuviera drenando de su cuerpo toda esa pesadez que quedaba en su alma. Hablar claro, directo y todas las cosas que hacía una maraña de pensamientos su cabeza hacían que todo empezara a desenredarse y pudiera pensar con claridad, a diferencia de antes. Porque aunque Yoongi lo había apoyado a su manera en ese entonces, no era suficiente, porque él también tenía cicatrices. Era como si le hubieran dado parte de la carga que mantenían al otro para no desmoronarse, para aguantar un poco más. Y así estaban bien hasta que el amor empezó a tomar más fuerza de la que ellos pudieron imaginar y soportar.
– El trauma que tuviste ocasionó que empezaras a desconfiar de todos, hasta empezaste adoptar una forma de defensa inconsciente, me acabas de decir que perdiste la audición y el olfato cuando peleaste y eso no es normal -dice la Beta, cerrando su libreta para dejarla en su regazo-. Es necesario que todos nuestros sentidos estén alertas cuando se va a pelear, es lo primordial, pero actuaste en base a tu más simple instinto; la supervivencia. Sentiste tanto miedo y vulnerabilidad porque las personas que creías que eran invencibles ya no lo eran, que sólo te quedó aferrarte a esa energía que nos motiva a seguir viviendo... y adoptaste esa personalidad... -Jimin vio como la Beta asentía para si misma, pensativa, para luego volver a mirarle-. ¿Qué pasó después, Jimin?, ¿Cómo te sentiste en ese momento cuando conociste a Yoongi?
Sonrío de lado, recordando los buenos tiempos y volvió a perderse en las manecillas del reloj en la pared.
– Él apareció como un antídoto, porque cuando creí que todo estaba yendo bien, en realidad sólo me estaba muriendo lentamente. Apareció en el momento en el que más lo necesitaba, justo antes de estallar -musito Jimin con una pequeña sonrisa, rememorando imágenes en su memoria; una libreta, unas flores y la expresión más tristemente hermosa que vio en su vida-. Necesitaba contarle a alguien todo lo que sentía, necesitaba que alguien me escuchara, necesitaba de alguien que supiera cuan abandonado me sentía.
– ¿Te sentías abandonado?
– Totalmente... nunca he hablado del tema, creo que ni siquiera con Yoongi, pero usted sabe que a mi madre la acosaban demasiado, incluso cuando mi padre vivía, pero él se encargaba de alejarlos a todos ellos de modo que nunca me había dado cuenta cuán fuerte eran los acosos hasta cuando se fue, ahí me di cuenta de todo lo malo del mundo, de todo lo que mi padre me protegía día a día y al final solo quedábamos ella y yo ante la mirada de todos ellos que querían cortejarla -prosigió el Omega, con cierto tono amargo en su voz, volviendo a removerse en el sillón de cuerina para sentirse más cómodo-. Sentí que debía tomar la responsabilidad de protegerla y la muerte de papá a causa de un Alfa me provocaba tanta rabia e impotencia, porque siempre fueron los Alfas los que hacían que nuestra vida se volviera gris. Si no fuera porque mi madre también usa supresores y perfumes fuertes, creo que nunca la dejarían en paz... ella podría haber tenido muchos cachorros, de hecho, en ese entonces mis padres estaban juntando dinero para comprar una casa porque el departamento nos quedaba pequeño y ellos querían darme muchos hermanos en buenas condiciones... -hizo una pausa, sintiendo como respirar y recordar a la vez se le hacía difícil-. Incluso ahora podría tener cachorros si quisiera... pero la muerte de papá casi la destroza y le costó mucho reponerse de la marca que le hizo ese animal, de verdad llegué a pensar que se iba a morir...
Ante tal pensamiento formulado en palabras, no puede evitar que su voz se quiebre y que los ojos se le llenen de lágrimas, aclarándose la garganta porque empezaba a sentirla seca y como si fuera a cerrarse en cualquier momento sin dejarle respirar. Era por eso mismo que evitaba pensar en cosas tristes.
- Ahora te das cuenta que tu madre no fue débil, ¿Verdad?
- Sí, ella fue muy fuerte... ella lo es... -afirmó Jimin, quitándose lágrimas amargas y escurridizas de sus ojos para sorber su nariz en una pausa-. Ni siquiera puedo pensar en qué haría yo si perdiera a Yoongi... Ahora me doy cuenta que hay cosas que van más allá de nosotros, pero siempre podemos seguir intentándolo.
La Beta sonríe y asiente con la cabeza, complacida al ver la seguridad del Omega, el como aquella aura de rabia e ira que antes lo envolvía se había esfumado, dejando en él esa expresión apacible más que de tristeza.
– ¿Y qué harás con Min Jonghyun? -preguntó ella, luego de unos segundos de silencio-. Dijiste que te está cortejando.
- Yo no lo llamaría cortejar, más bien lo llamaría acoso -corrigió Jimin, arrugando el entrecejo al igual que la Beta segundos después, haciendo una mueca de preocupación.
- ¿Has avisado a las autoridades? No quiero ser prejuiciosa, pero hay probabilidad que al ser familiar de un lobo violento como lo fue su tío, él también herede su patrón de comportamiento. Si es así, habla conmigo, te ayudaré.
- Gracias... -sonrío Jimin, sentándose en el sillón y poniendo sus manos entrelazadas entremedio de sus piernas; no quería pensar en Jonghyun, porque aún no tenía pensado con claridad qué hacer-. Pero voy a tratar de solucionarlo sin tener que recurrir a esas medidas... sé que la infancia de Jonghyun no fue fácil, por eso es tan idiota. Su padre dejó a su mamá por otra Omega, recuerdo que todos los adultos hablaban sobre ello en ese entonces, creo que por eso después se fueron... Daba un poco de lástima, creo que aun me da un poco de lástima...-mordió su labio inferior, para luego suspirar y encogerse de hombros desinteresadamente-... pero luego recuerdo lo idiota que era y es, y se me pasa.
La psicóloga vuelve asentir, acariciándose el mentón de forma pensativa y esbozando una pequeña sonrisa.
- Le dijiste a mi secretaría que esta seria la última sesión y, sí, estoy de acuerdo -miró fijamente los ojos del Omega, ladeando la cabeza como si hubiera encontrado su alma en la ventana de sus ojos-. Te veo diferente, mucho más calmado ahora que aceptaste a tu lobo. Ya no tiras chistes sobre ir a beber a bares con personas de la vida galante, me hace extrañarlo un poco.
El Omega se sorprende ante el comentario, abriendo los ojos y la boca para luego sonreír y señalar la sonrisa divertida que ahora tenía la Beta en sus labios. Su psicóloga realmente era bonita cuando sonreía.
– ¡Yo sabía que le hacía gracia! -río Jimin, para luego ponerse la sudadera negra que había dejado en la cabecera y pararse sin apuro-. Debería acompañarme a un bar un día de estos... pero no, las Olimpiadas de Daegu son importantes y no he practicado como debería -bromeó en cierta parte, ladeando la cabeza. Su psicóloga se levantó también, viendo por el reloj en la pared detrás de su escritorio que ya había acabado la sesión.
– ¿Las pasarán por televisión, no es así? -preguntó, acompañando a Jimin a la salida-. Estaré ansiosa por verte... pero tengo curiosidad, ¿Te inscribirás como Omega? Leí por ahí que hay juegos en los que los Omegas no pueden inscribirse.
– Sí, como pesas o pelea cuerpo a cuerpo... Pero lo mío son las carreras de obstáculos, en mi universidad no hay Omegas en esa categoría pero puede que en otras sí así que ya no le mentiré a nadie sobre mi naturaleza y dejaré de tomar tantos supresores, terminan por ponerme demasiado ansioso -confesó haciendo una mueca nerviosa.
- Sí, estoy de acuerdo... -río ella, despacio, para luego tocar la mejilla de Jimin y acariciarle con su dedo pulgar, una caricia fugaz y reconfortante-. Bueno, Park Jimin, estaré apoyándote.
- ¿Si recuerda que tengo su número de teléfono para cualquier cosa, verdad? mencionó Jimin, elevando las cejas de forma juguetona.
- Eres el Omega más confianzudo que he conocido en mi vida -volvió a reír, abriendo la puerta y dejándole pasar-. Pero está bien, puedes mensajearme cuando gustes.
Jimin se sintió tan contento que estuvo a punto de abrazarla, pero se contuvo e hizo una reverencia, para luego hacer dos pistolas con sus dedos antes de irse por el pasillo a paso de bailarín ignorando la mirada ceñuda de su psicológa mezclada con diversión.
- Le traeré galletas, sé que las ama... Nos vemos, Noona.
[...]
- Te tardaste demasiado, Jimin -gruñó Taehyung, lamiendo un helado de vainilla con chispas de colores en un cono mientras dejaba de recostarse contra la pared de salida de la consulta de su psicóloga. Era su día de descanso y Jimin creyó que era buena idea invitarlo a su casa, así su madre vería que ya estaba controlando ese odio irracional a los Alfas que le hacía cometer estupideces.
- Oye, ¿No hay helado para mí? -lo ignoró mirando fijamente el helado en su mano, tratando de quitárselo pero sin éxito. Taehyung gruñó para luego tocarse el pecho de forma dramática.
- No, sólo hay helado para quienes nos han roto el corazón.
El Omega rodó los ojos irritado por la dramatización de su amigo, ayer se había sentido tan cansado después de esa noche en Everland con Jonghyun y los golpes, que ni siquiera le había contado sobre su conversación con Yoongi a Taehyung, aun cuando él le hizo preguntas todo el camino hasta que desistió. Taehyung no sabía que Yoongi lo había, de alguna forma, rechazado.
- ¿Quién dice que no me han roto el corazón? -replicó haciendo una mueca, meter las manos en los bolsillos de su sudadera y bajar los escalones de la consulta que dan a la calle. El Alfa iba detrás de él, aun con su helado en mano.
- ¿No lo han hecho? -preguntó incrédulo, para luego abrir los ojos de par en par-. ¿Pero qué...?, ¿Hablaste con Yoongi sobre tus sentimientos?
- Algo así... yo le gusto, pero me dijo que no podíamos estar juntos -respondió Jimin con simpleza, encogiéndose de hombros. Decirlo en voz alta hacía que sonara estúpido, por lo que no dijo nada más y sólo vio como Taehyung le impedía el paso poniéndose frente a él.
- ¡¿Qué demonios tiene en la cabeza para decirte eso?!, ¡¿Quién se cree?!, ¡¿Una princesa?!, ¡¿Acaso ese abuelo no entendió nada de lo que le dije?!
- ¿De qué hablas? -hizo una mueca, arrugando el entrecejo. Taehyung estaba tan cerca de su rostro que podía ver como sus ojos estaban hinchados y un poco enrojecidos, como si hubiera estado llorando y se hubiera secado las lágrimas con demasiada fuerza-. Oye... ¿Has estado llorando?
El Alfa borra esa expresión de sorpresa por una de seriedad, lo que hace que Jimin se preocupe mucho más. Sabía que Taehyung era sensible, que lloraba hasta por la muerte de una mosca, pero aún así no era menos preocupante para él.
- No, sólo bostecé -musito haciendo un puchero, desviando la mirada y agachando la cabeza afligido-. Y no cambies el tema.
- Taehyung... ¿Es realmente necesario que te diga que puedes confiar en mí?
- No... -murmuró tiernamente, sacándole una sonrisa al Omega-... pero es lindo escucharlo.
- Puedes confiar en mí, Kim Taehyung.
El Alfa levanta la mirada rápidamente, con los ojos brillosos de alegría y hasta podía ver como movía la cola. Inesperadamente siente los brazos del Alfa alrededor de su cuerpo, apretándole tan fuerte que siente como le crujen las costillas.
- Eres tan tierno que voy a volver a llorar... -lloriquea en su oído, pero a Jimin no le importa demasiado quedarse sordo, por lo cual sólo lo deja apretarlo un poco más mientras le soba la cabeza. Luego de unos segundos, Taehyung se separa y vuelve a darle un lametazo lento y desganado a su helado-... b-bueno, dejando tu dulzura de lado, es Hoseok Hyung... es... es sólo que ya no sé lo que siento por él, es decir, todo mi cuerpo es atraído por las Omegas, al igual que a él... pero la mayoría de las veces quisiera que fuera diferente porque él es tan... -un suspiro profundo sale de los labios de Taehyung y Jimin vuelve a acariciarle el cabello, porque parece un cachorro herido que necesita ser consolado-... es todo lo que siempre he querido en alguien y saber que tener lo que siempre he querido es imposible, me hace llorar porque pienso que jamás seré feliz.
Él podía sentir la tristeza del Alfa, era casi palpable, porque su expresión lo decía todo. Y lo entiende, entiende ese sentimiento de desesperanza al darte cuenta que tu corazón sólo le va a pertenecer a una persona y que, al ver que nunca estarás junto a ella como quisieras, todo el mundo empiece a derrumbarse encima de ti pensando que todo será gris y solitario. A veces es tan fuerte lo que sentimos hacia alguien, una sensación tan diferente, que aterra pensar que desaparecerá o que jamás volverás a sentir lo mismo, esa sensación de radiante felicidad.
- Creo que... creo que sólo tienes que saber cuándo dejarlo ir -dice Jimin, buscando la mirada dolida de Taehyung que se pierde en el suelo-... y a eso me refiero a que, si las cosas no funcionan, si no ves la salida, entonces... busca otra. Si él no es para ti, si ves que las cosas jamás van a resultar, entonces está bien dejarlo ir porque puedes salvarte de chocar contra una pared y salir herido -Jimin le sonríe al ver que Taehyung por fin lo mira-... No te digo que lo saques de tu corazón, ni que lo olvides... él siempre va a estar ahí... -el Omega toca con su dedo índice el hueco debajo de la clavícula izquierda del Alfa, para luego posar la palma completa con suavidad-... sólo no cierres tu corazón hacia otras personas. Hay infinidad de personas en el mundo para amar, sólo hace falta encontrarse con las adecuadas...
Taehyung mira el helado entre sus manos, mordiéndose el labio inferior como si estuviera conteniendo las ganas de llorar. Inhala ruidosamente para luego levantar la vista, fijándola en los árboles que se mecen por el viento que ya empieza a calar entre la ropa. Se lame los labios, sintiendo el sabor a vainilla y los amargos sentimientos que se desparraman dentro de él. Sonríe porque el Omega supo decirle lo que él ya sabía, pero que no podía asimilar del todo. Y se sentía bien, porque a veces necesitamos que alguien nos diga lo que ya sabemos para por fin escucharlo y hacerlo real.
- Tienes razón... -balbucea, lamiendo otra vez el helado. Luego arrugó la nariz, al recordar la situación sentimental de su amigo-... Y Yoongi Hyung botó su oportunidad a la basura, ese maldito abuelo idiota...
Vuelven a caminar, doblando calle abajo y sintiendo el viento azotar con más fuerza contra sus rostros. El viento empieza aparecer con tal intensidad que trae a las nubes grises consigo, amenazando con llover, pero en ese momento ninguno de los dos tiene intención de hacer algo al respecto; sólo son quince minutos hasta llegar al hogar del Omega.
- Puede que nunca te hayas dado cuenta, pero Yoongi siempre ha sido desconfiado consigo mismo, por eso se empeña mucho en tener todo bajo control, sus sentimientos, todos los problemas... -Jimin ve como el sol va desapareciendo detrás de las nubes, cada vez más rápido-... la muerte de alguien que quieres siempre termina por volverte inseguro sobre todo, sobre ti, sobre la vida...
- ¿Alguien querido del abuelo murió? -preguntó asombrado, volviéndo la vista hacia él aun caminando.
- Sí, una chica Beta, era su novia... se suicidó.
- ¡¿Cómo es eso posible?! -exclamó horrorizado, tanto que Jimin temió que se le cayera el helado-. ¡Nosotros no nos suicidamos!
- Nosotros no, nuestro lobo jamás lo permitiría... -explicó, arrugando la nariz porque sentía una extraña sensación invadiéndole el pecho, sabe que no debería hablar del tema con Taehyung, pero aquel era el día en el que hablaba cada cosa que se le viniera a la mente, por eso no pudo evitar comentarlo-... pero los Betas sí, es.. raro.
- Sí... y es... realmente triste... pero... entonces... -balbuceo Taehyung, volviendo a ese tono apagado de voz. Jimin empezaba a creer que el clima empezaba a ponerse igual de melancólico que ellos-. ¿Lo dejarás ir?
Jimin se detuvo abruptamente, negando repetidamente con la cabeza. La idea de dejar ir al Beta le aterraba, aun cuando sabía que no era sano ser tan dependiente, era algo en lo que aún no estaba preparado para aceptar.
- No, Yoongi Hyung es mío -gruñó por instinto, sonrojándose fogosamente-. Él... me besó... así que ahora oficialmente me pertenece.
- No pensé que los Omegas eran tan posesivos -se río Taehyung, para luego cambiar la expresión por una asustada al ver la frente arrugada de Jimin-... y a la vez se vieran tan aterradores.
- ¡No soy posesivo!, ¡S-sólo defiendo lo que es mío! -exclamó agitadamente, porque el que hasta Taehyung, tal como su psicóloga, le dijera sobre ser posesivo, solo afirmaba lo que ya sabía pero que le molestaba de todas formas-. ¿Crees que tal vez deba escribirle en la frente <<Propiedad de Park Jimin>> mientras duerme? Con su flequillo, dudo que se de cuenta.
- Me gusta como piensas -dijo Taehyung apretando los labios para no reír a carcajadas, pasando un brazo por los hombros del contrario para luego seguir caminando-. Y es un alivio que no seamos parejas predestinadas, eso sería demasiado.
- Oh, cállate y cómprame un helado,¡Dejé mi billetera en casa! -espetó con suplicia, haciendo un puchero y agarrando el abrigo de Taehyung para zamarrearlo de un lado a otro-. Además, ¿Quién sabe? Somos amigos, un Omega y un Alfa, creo que en cierta parte ya somos parejas predestinadas.
Termina por decir, soltándole al ver como Taehyung ni siquiera se inmuta y sigue dándole pequeños lametones a su helado.
- Eso suena... bastante bien... -dice finalmente, para luego acercar su helado a la cara de Jimin-. ¿Quieres un poco, pareja?
- ¡Sí! -asiente feliz, sintiendo el rugido hambriento en su estómago, cuando el helado en vez de impactar en su boca, impacta en todo su ojo izquierdo manchándole parte de la cara-. ¡Yah, Kim Taehyung!
Va a golpearlo, pero con el ojo bueno ve como el Alfa corre burlonamente por la calle alejándose de él, dejándole medio ciego. Prueba el helado desparramado en su cara y sabe que le gusta más el de chocolate.
[...]
Yoongi nunca había estado por esos callejones, aun cuando llevaba toda su vida viviendo en Seúl, por lo que ahora se estaba sintiendo bastante ignorante. Pero eso iba a cambiar cuando por fin pudiera tener su propio departamento, su propio auto, y esa idea le tranquilizaba más. Había pasado toda la noche pensando en lo que haría cuando llegase y ahora que está cerca, desea que todo no resulte peor.
No le tomó tanto tiempo llegar al lugar, aun cuando no sabía con exactitud, el presidente del centro de alumnos universitarios; Kang Jinwoo, un chico Alfa de administración de empresas, le dijo la dirección con lujo de detalles. No era tan lejos de la casa de Hoseok, por lo que pudo guiarse con mayor facilidad.
Lee otra vez la dirección en su celular, hasta que por fin encuentra el número de la casa, observándola a lo lejos entremedio de un callejón a sólo dos casas.
La casa es de un piso, antigua y con aspecto apolillado, con la pintura cayéndose a pedazos, el jardín repleto de cosas inservibles como una bicicleta rota, lo que parecía ser el motor de un auto, un sofá viejo y con la mala hierba creciendo en las esquinas del porche.
Yoongi sabe que no debería haber ido él solo, que al menos debió haberle pedido a Hoseok que lo acompañara, pero parte de él se negaba aceptar que no podía proteger a Jimin por cuenta propia. Tenía que hacerlo, su nivel de cobardía no podía llegar a tales extremos -y él ya era bastante cobarde dejando ir al Omega- así que buscó el número de celular de Jonghyun -que también se lo dio el presidente- para llamarlo y hacer que saliera de su casa para poder hablar con él en paz.
Y estaba por marcarle, cuando vio como de la casa abrían la puerta de un portazo.
Dirigió su vista hacia la puerta e, incluso si apenas hubiera sacado su brazo, de todas formas lo hubiera reconocido. El Alfa es una maldita montaña, hacía que a Yoongi le dieran escalofríos.
Vio como abría la reja que separaba la calle de su jardín y salía, con un cigarrillo entre sus labios y una chaqueta de Jeans, sacándole otro escalofrío a Yoongi, porque el clima empezaba a helar su nariz y las orejas y el cielo se volvía de a poco más gris.
De repente, escuchó gritos dentro de la casa de Jonghyun y él, devolviéndose para gritar con más ímpetu.
- ¡Ya cállate de una puta vez, maldita vieja! -para luego cerrar la puerta de una patada.
Jonghyun iba en dirección contraria hacia donde estaba él, por lo que salió del callejón y corrió hasta quedar a solo cuatro pasos de él, sin ser notado hasta que la voz le salió, gruesa y profunda como nunca antes. Su enojo incrementaba más a medida que lo veía.
- Al parecer no te quedo clara la amenaza, o advertencia, que te di -espetó Yoongi con frialdad.
El Alfa se detuvo de golpe, girándose lentamente con los talones de sus pies. Cuando sus miradas se encontraron fueron como dagas y rayos, el ambiente volviéndose más tenso que nunca. De la garganta de Jonghyun brotó una risa tétrica y socarrona.
- ¿De qué mierda hablas, fideo?
Yoongi empuñó las manos, sintiendo el celular en su palma y el rostro arder con furia al ver esa sonrisa en el Alfa, que insultaba más que una simple frase.
- ¿Cómo te atreves a golpear a Jimin?, ¿Qué clase de Alfa eres que golpeas a un Omega?, ¡Un Omega, jodido bastardo! -exclama por fin, con violencia y desprecio-. Eres despreciable, deberías estar pudriéndote en la cárcel.
- Oh, así que lo sabes... -musita Jonghyun, desviando la mirada vacía hacia los alrededores, como si estuviera buscando algo pero, al no encontrarlo, enfureciéndose por eso, al tal grado que Yoongi puede ver como la vena de su cuello se hace más notoria-. ¿Por qué será que siempre que apareces es como si Jimin se alejara más de mí? Me enfurece... y sí, lo golpee porque es la única forma de llamar su atención además de molestarlo -confiesa, rugiendo con veneno, acercándose a zancadas hacía Yoongi, chocando con su pecho y a centímetros de su rostro-. ¿Sabes la suerte que tienes de que ese pequeño Omega te mire como si fueras la puta mejor obra de arte del mundo? Eres un asqueroso Beta irritante, si no te vas ahora y me dejas en paz, te vas arrepentir, porque no estoy de humor para aguantar a una mierda como tú ahora.
- ¡No, tú te vas arrepentir! -replica Yoongi, empujándolo con todas sus fuerzas, a lo que el Alfa sólo se tambalea dos pasos hacía atrás-. Voy a divulgar esa foto por toda la universidad y tu entrenador lo va a saber, porque te lo mereces. No eres un Alfa, eres un monstruo como tu tío y jamás dejaré que te acerques a Jimin.
La última frase parece avivar aún más la rabia en el Alfa, porque sus ojos brillan con fuego y su cara se contrae, agarrando a Yoongi de su abrigo y apresandolo contra la pared. Es tan rápido que el Beta apenas sintió el golpe en su cabeza contra la pared del callejón.
- ¡Tú no sabes nada de mi tío! -ruge, con la respiración cada vez más agitada-. ¿Y es por eso, Beta?, ¡¿De verdad es por eso?!, ¡¿O es porque también te gusta Jimin?! No hay momento en el que no te vea comiéndote a mi pequeño Omega con la mirada, maldito hijo de puta, él es mío -escupe Jonghyun contra su rostro, haciendo que Yoongi se maree porque su brazo empieza apretar su cuello con fuerza-. Mi Omega. Tú jamás podrás tener algo con él, jamás, ni en tus putos sueños.
- ¿Es... así? -ríe Yoongi con ironía, sin dejarse intimidar aun cuando trata de alejarlo y el aire empieza a escasear-. Pues tú... tampoco... maldito... imbécil.
- Estás buscando que arruine tu maldita cara -amenaza Jonghyun, entre dientes y con rugidos roncos.
- Hazlo... Jimin va a odiarte aún más.... y te hundiré, Jonghyun -sonríe Yoongi desafiándole, mostrando el contenido de su celular; cierta parte de él sabía que las cosas terminarían así, pero aún así no dejaría que Jonghyun no tuviera, al menos, un moretón provocado por él.
El Alfa le arrebata el celular y lo tira a varios metros, soltándolo, a lo que Yoongi aprovecha para darle un fuerte puñetazo en la quijada. Jonghyun escupe la sangre que le ha brotado por la antigua herida que le ha ocasionado Jimin en la boca y sonríe endemoniado hacia Yoongi, quien aun sintiendo como si alguien le hubiera triturado la mano, no escapa y le soporta la mirada, atento a otro paso del Alfa.
- El pequeño Omega ya me odia, el que me odie un poco más no va hacer gran diferencia y ni siquiera tendrás las fuerzas para mostrar esa foto porque voy a partirte la puta cara.
Y Yoongi ni siquiera lo ve venir, cuando cae de espaldas al suelo.
[...]
- ¡Yoongi Hyung, Yoongi Hyung!, ¿Aló?, ¿Está ahí?
- ¿Uh?, ¿Quién llama?, ¿Mamá...?
- ¿Cómo voy a ser tu madre, si te estoy llamando hyung, tonto?
- Oh, eres...tú... no me digas... tonto, cachorro... insolente...
- ¡Pero escúchame, tonto!
- ¿Qué... qué pasa, Park?
- ¡Despierta, despierta! Tuve una pesadilla, una pesadilla horrible.
- ¿Y no podías... esperar hasta... mañana...?, ¿Qué... hora es...?
- Son las cuatro de la mañana... ¡Pero no! No podía, es que... es que de verdad fue horrible.
- Fue una pesadilla, Jiminnie, piensa en cosas bonitas... piensa en gatitos.
- Traté, pero necesitaba escuchar tu voz, o sea, la voz de alguien...
- Ya... tranquilo... ¿Quieres... contarme tu sueño? Tal vez... se te quite el miedo si me lo cuentas...
- E-es que... soñé... soñé que estabámos en el parque, caminando hacia el puente... y tú... y tú te caías, Hyung, y yo no podía atraparte incluso si me tiré detrás de ti.
- ¿Te tiraste para salvarme?
- Sí... pero no fue suficiente y estabas tan lejos...
- Jiminnie, yo sé nadar... no tienes que preocuparte por eso.
- Sé que sabes nadar, pero yo... yo sentí que te ibas y no me importó nada más, luego todo se volvió negro y me sentía tan perdido sin ti...
- Aunque me ahogue, si saltas detrás de mí, iré donde estés a como de lugar. No me hundiré, jamás podría alejarme de ti, así que... no pienses en esas cosas. Eres mi dongsaeng, te cuidaré incluso si soy yo quien se ahoga.
- No me convences... pero confiaré en ti.
- Hazlo y vuelve a dormir... mañana... tienes... clases.
- Bostezas como un pequeño oso... o un perro... es lindo.
- ¿Sí...? Tú... bostezas... como un... gatito.
- Yoongi Hyung...
- ¿Sí...?
- No te duermas...
- No... no... lo... haré...
- Lo harás.
- No... habla...
- Bien... Yoongi Hyung... ¿Quieres... saber el porqué... saltaría detrás de ti sin pensarlo?
- Sí... sí...
- Porque... te... te amo... y eres todo lo que necesito, incluso más... que mis cereales y el helado, más que ver películas, más que ver cualquier cosa, eres como las estrellas que siempre atraen a mi corazón y me gustas... más que a nadie en el mundo... te amo y es tan diferente a todos los te amo del mundo... Hyung... ¿Hyung?... ¿Estás despierto?... ¿Yoongi?... ¡Min!... ¡Yah, tú!... no, estás dormido... tu ronquidos te delatan... y el que no me respondas... ¿Cómo es que nunca puedo enojarme contigo de verdad?... siempre... siempre estás durmiendo... perezoso... pero no importa... estás ahí... siempre estás ahí... gracias... gracias por existir... buenas noches, Yoongi... te amo a todas las horas existentes... tonto.
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