08 | olvídame
VIII. FORGET ME
Allison y Hermione se dirigían a la fiesta de Navidad del Club de las Eminencias, que tendría lugar en el despacho de Slughorn. La primera emocionada por pasar una noche con sus amigos, y estando acompañada por Morag. La segunda con una mueca incómoda desde que McLaggen se les acercó en la sala común para acompañarlas por el camino, ya que su conversación únicamente giraba en torno a él.
Por suerte, en cuanto llegaron al vestíbulo, Allison divisó a Morag esperándola al final de la Gran Escalera de mármol. El vestido amarillo resaltaba sobre su piel marrón, y su voluminoso y rizado cabello estaba más precioso de lo que Allison recordaba.
—Estás espectacular
La música comenzaba a oírse en las mazmorras, más alta cuanto más se acercaban. Allison jugaba con los anillos que se había colocado, dándoles vueltas en los dedos mientras se reía junto a Morag de la cara de exasperación de Hermione escuchando hablar a su cita.
Inmediatamente después de abrir la puerta del despacho, el barullo aumentó. La gente ya estaba ahí, charlando, bailando y comiendo. El despacho estaba decorado con temática navideña, con un árbol al fondo, guirnaldas que cambiaban de color sobre las paredes y muérdago colgando del techo. Una lámpara proyectaba una luz de tono rojizo que sentaba el ambiente. Los elfos andaban de un lado al otro, cargando bandejas de comida y botellas de licor.
—¡Allison, querida! —saludó Slughorn cuando la vio entrar. Hermione se alejó un poco con McLaggen, pero seguían a la vista—. Me alegro de que hayas llegado, hacía mucho que no venías a una reunión.
—Lo lamento, profesor, las reuniones coincidían con los entrenamientos de quidditch —se excusó Allison, sonriendo con incomodidad.
Harry ponía los entrenamientos aposta para no asistir a esas reuniones y eso era un hecho.
—No te preocupes, Allison. Ven, y te presento a algunas personas.
La guió entre la gente. Allison le dio la mano a Morag para que les siguiera la marcha. Slughorn le estuvo presentando a varios magos y brujas —como a Eldred Worple y su amigo Sanguini, un vampiro—, hasta que vio su oportunidad de escaparse.
Se fue con Morag, un tanto apartadas, justo a tiempo de ver cómo McLaggen se lanzaba a besar a Hermione debajo del muérdago.
—Oh, emergencia —le dijo a Morag—. Espera un segundo, tengo que salvar a Herms.
Morag iba a decir algo, pero Allison empezó a andar, chocándose a propósito con la ancha espalda de McLaggen. El chico se giró con mal genio.
—Mira por dónde vas.
De reojo, Allison vio a Hermione marchándose apresuradamente.
—Torpe de mí —dijo Allison, regresando con Morag.
McLaggen se giró, viendo cómo Hermione ya no se encontraba ahí, y muy confundido se dispuso a buscarla entre el gentío.
—Anda, vamos a buscar a Hermione para que no esté sola —instó Allison, agarrando de la mano a su pareja.
—Oh, ¿no podemos bailar antes? Me gusta esta canción.
Pero, en cuanto Allison colocó las manos en los hombros de Morag, vio que Harry ya había llegado con Luna. Estaban hablando con Slughorn y Worple, pero parecía querer largarse de ahí como fuera. Lizzy también estaba con ellos, y había traído a Neville, quien tenía la cabeza agachada, vergonzoso.
Cuando vieron a Allison, se acercaron a ella, interrumpiendo el baile que no había empezado.
—Hola, Allison —saludó una muy sonriente Luna, quien llevaba un llamativo vestido de lentejuelas—. ¿Quién es tu pareja?
—Morag MacDougal —se presentó ella misma, tendiéndole una mano que Luna aceptó.
—Yo soy Luna Lovegood. Harry me ha invitado a la fiesta como amigos —recalcó Luna, ampliando su sonrisa—. Y ellos también han venido como amigos —añadió, señalando a Neville y Lizzy y presentándolos, aunque a Neville se le coloraron las mejillas.
—¿Esa es Hermione? —preguntó Harry de pronto—. ¡Hermione! ¡Hermione!
Ella se giró y se dirigió hacia ellos.
—Oh, aquí estabais. Gracias por librarme de McLaggen, Ally, te debo una.
—¿Librarte de él? —dijo Harry.
—Bueno, estábamos debajo del muérdago...
—Te está bien empleado por venir con él —repuso Harry con aspereza.
—No se me ocurrió nada que pudiera fastidiar más a Ron —admitió Hermione—. Estuve planteándome venir con Smith, pero al final decidí que...
Allison iba a replicar, pero notó que Morag tiraba un poco de su brazo para que se alejasen. Parecía algo mosqueada.
—Perdona, Morag. Es que McLaggen...
—Sí, es un idiota. Lo pillo. ¿Podemos bailar? Por favor.
—Claro.
Durante una media hora, se la pasaron bailando, bebiendo y disfrutando de la noche. Pero seguía notando extraña a Morag, desganada y ausente de mente. Allison no podía ignorarlo más y decidió preguntarle.
—Morag, ¿estamos bien?
—No lo sé, ¿lo estamos? —dijo ella, evadiendo su pregunta.
—Estás muy rara...
Morag suspiró y soltó las manos de las caderas de Allison.
—Pensaba que podía pasar una noche sin paranoias —continuó Morag—, una noche las dos sin interrupciones. Pero quizá sea lo mejor...
—¿Qué dices, Morag? —No le gustaba el rumbo que estaba siguiendo la conversación.
—No soy tonta, Allison. Sé que hay alguien más. Lo noto.
Definitivamente no sonaba nada bien y Allison empezaba a notar que el vestido le apretaba el pecho más de lo debido.
—Yo... —¿Debería negarlo? Valía más ser honesta—. Bueno, nosotras no estamos saliendo oficialmente, ¿no?
—Ya, y será culpa mía por hacerme ilusiones, lo típico —dijo Morag en tono mordaz.
—Oye, lo siento, pero tiene una explicación —aseguró Allison—. Además, ¿qué importancia tiene si he visto a otra persona? El sexo a veces no significa nada.
—Eso lo explica todo —comentó Morag, cruzándose de brazos, tratando de abrazarse a sí misma—. Estos meses no han significado nada para ti.
—¡No quería decir eso! —exclamó Allison, atrayendo más miradas de las que ya tenían encima.
—¿Sabes? Es mejor que olvidemos esto —reconoció Morag.
—Por mí la conversación queda olvidada...
—No, Allison. Lo nuestro. Esto —Hizo un gesto con la mano, marcando el espacio entre las dos— lo olvidamos.
Allison tragó saliva, quedándose sin palabras por un momento que Morag aprovechó para escaparse entre la gente. Cuando intentó ir tras ella, ya era tarde, porque había abandonado el despacho.
Se quedó con la cabeza apoyada en el marco de la puerta, volteándose lo justo para ver la sala. Quería acudir a Hermione y que le dijera qué hacer, pero estaba hablando con Harry y no quería que le hiciera preguntas. Todavía estaba demasiado impresionada por lo que acababa de pasar.
¿Me ha dejado aunque no estuviéramos juntas?
No dejas de cagarla, ¿eh? ¿Es que nunca te cansas?
Dos personas pasaron por la puerta a su lado como balas, y Allison casi se cae de culo por el empujón de Filch. Se le quedó mirando mientras se acercaba a Slughorn, y entonces se dio cuenta de que el cabello rubio platino del que tiraba era el de Draco. Por lo poco que escuchó, se había intentado colar en la fiesta. Pero Snape se lo llevó antes de que pudiera pegar oído.
Allison no pudo evitar dirigirle una fría mirada a Draco cuando pasó por su lado para salir. Si Harry no hubiera insistido en el tema de Malfoy, jamás se le habría pasado por la cabeza acostarse con él o siquiera acercarse. Si no lo hubiera hecho, no habría dejado de lado de lado su relación con Morag. Intentar quitarse la culpa de encima no era una solución.
Decidió ahogar sus penas en alcohol. De esa forma, anduvo por el pasillo con una botella de ginebra medio vacía en la mano izquierda, mientras la culpa la carcomía por dentro. No se había dado cuenta de que podría hacerle daño a Morag. Realmente pensaba que no tenían nada serio o exclusivo.
Acabó sentándose en el hueco de la puerta de un aula, aunque no sabía muy bien cuál era porque se sentía desubicada después de tantos tragos de alcohol. Se escucharon las quejas de alguien que se iba acercando sin prisas, pero Allison no levantó la mirada para ver de quién se trataba y se quedó en su escondite. Con un pequeño detalle: sus piernas estaban extendidas y la persona se tropezó con ellas, soltando otro par de improperios.
Era Draco. Una rabia irracional invadió a Allison, como si el chico fuera el culpable de todas sus desgracias y quisiera arremeter contra él de cualquier manera. Pero él no parecía de un humor mucho mejor.
—¿Qué coño haces aquí? —gruñó Draco, frunciendo el gesto con desagrado.
—Es culpa tuya —siseó Allison, entrecerrando los ojos en su dirección.
Si Allison hubiera estado sobria, se habría percatado del cabreo que Draco llevaba encima. Pero no se fijaba en él, más bien seguía pensando en todo lo que había pasado esa noche. Se puso de pie, dispuesta a soltar cualquier cosa, cuando su estómago dio un tumbo y las náuseas se apoderaron de ella, siendo la cena lo único que salió por su boca.
—¡Joder! —Draco se apartó a tiempo.
Ella se tambaleó, limpiándose la boca, y se habría caído al suelo de no ser porque el chico le sujetó el brazo a tiempo, sin apartar una mueca de asco de su cara.
—Déjame en paz —murmuró Allison, zafándose de su agarre con movimientos torpes.
Escuchó a Draco chasquear la lengua con fastidio mientras ella comenzaba a caminar, sin saber si iba por la ruta correcta.
—Nada de esto habría pasado si no nos hubiéramos acostado —decía Allison en voz baja, sin saber si pretendía que la escuchara o no.
—Eres tú la que te lanzaste a mí, deja de joder tanto —espetó Draco, sobresaltando a Allison, quien no sabía que iba en la misma dirección, a su lado.
No le contestó nada porque había llegado al hueco de la escalera y tenía que esperar a que esta se moviera para poder pisar sin caerse al vacío. Draco estaba parado a su izquierda y Allison no le quitaba la mirada de encima, entornando los ojos porque había dejado las gafas en su habitación.
—¿Qué mosca te ha picado? Deja de mirarme.
—No quiero.
—Eres una impertinente, por Salazar. No tengo tiempo para esto.
—¿Sabes cuál es tu problema? —dijo Allison, que sentía cómo su mente se iba despejando—. Que vas por la vida haciéndote el chico malo. Pero no eres un chico malo, Malfoy, eres una mala persona.
Él torció el gesto. Su enfado no se rebajaba ni un poco, a pesar de que Allison no tenía ni idea de que era por la discusión que había tenido con Snape hacía unos minutos. Lo que no sabía era a qué venía ese ataque tan repentino.
—¿Y a mí qué? Que me haya acostado contigo no quiere decir que me caigas bien —dijo, casi escupiendo las palabras.
Allison soltó una risa seca.
—¡Exacto! —gritó, apuntándole con el dedo índice—. Yo solo quería aprovecharme... para saber... —No debería estar diciendo eso.
—¿Aprovecharte de mí para saber qué? —inquirió Draco, agarrándola del brazo.
Ella no dijo nada, solo frunció los labios.
—Deja de ser tan... tú —gruñó Draco, soltándola. Allison le miró de forma fulminante—. Y contéstame.
—Olvídame, Malfoy.
Se dio la vuelta y comenzó a subir escaleras, rumbo a la Torre. Él no la siguió.
—Es un gilipollas —murmuró para sí misma.
Y yo una más grande.
* * *
—La próxima vez, te lo piensas antes de beber tanto.
Allison gruñó a las palabras de su madrina y dio una vuelta sobre sí misma, tumbada en la comodidad de su cama. Ya se encontraban en casa, por Navidad, pero la noche anterior le había dejado a Allison una jaqueca terrible. Además de recuerdos borrosos y poco agradables.
—Sirius me ha enseñado a ahogar mis penas en alcohol.
—¿Ah, sí? Sería una pena que ninguno de los dos pudierais ver la televisión en todas las vacaciones, entonces.
—Pero... los especiales de Navidad...
—La próxima vez no te emborraches en Navidad.
Justo entonces, la puerta del cuarto se abrió, y Sirius entró con su hijo en brazos. Jake estaba llorando y movía sus manos, agarrando algo imaginario entre ellas. Pero sus lloros se clavaban en la cabeza de Allison, como si le dieran golpes incesantes.
—Mi niño, ¿qué te pasa? —murmuró dulcemente Maddy.
—Que no deja de llorar, eso me pasa —respondió Sirius, a lo que Maddy aguantó una carcajada porque, obviamente, Sirius pensaba que se lo había preguntado a él.
Maddy se acercó a ellos y, en cuanto Jake la vio, sus llantos se calmaron un poco. Alzó los brazos en dirección de su madre, quien le aupó. Sirius, cansado, se sentó a los pies de la cama de Allison.
—¿De dónde saca tanta fuerza para llorar todo el día?
Jake se había quedado tranquilo en cuanto Maddy lo había cargado en brazos, y miraba a Allison mientras mordía su chupete.
—Yo lo noto muy silencioso —se burló Allison, empujando a Sirius con el pie.
Él tiró de su pie, y la espalda de Allison resbaló por el colchón hasta quedar en la mitad. Sirius se rio al ver su cara, mareada por el repentino movimiento.
—No sé cuál de vosotros tres es más maduro, pero apuesto por Jake —dijo Maddy, mientras su hijo agarraba entre sus dedos el collar que llevaba, y tiraba de él.
Al escuchar su nombre, Jake se paró y se quedó mirando a su madre con los ojos muy abiertos. Reaccionar así desde hacía un par de meses cuando oía mencionar su nombre en voz alta.
Unas horas más tarde, mientras Allison dormía, Harry se coló en su habitación.
—¿Se puede saber por qué me despiertas? —dijo Allison de mala gana, hundiendo la cara en la almohada.
—Tengo que contarte algo importante —anunció Harry, agarrando a su hermana de los hombros para que se volteara a mirarle—. Necesito que me escuches.
—¿Me vas a pedir consejo con Ginny?
—¿Qué? No. ¿Por qué iba a hacer eso? —se escandalizó Harry, aunque no sabía fingir. Era un milagro que Ron no se hubiera dado cuenta de cómo miraba a Ginny—. Yo quería hablarte de Malfoy muy seriamente.
Eso hizo que Allison se tensara y se quedara mirando a Harry con miedo. Él frunció el ceño.
—Ayer, después de la fiesta, lo escuché hablando con Snape. ¡Y yo tenía razón!
—¿Cómo?
—Snape estaba diciéndole a Malfoy que tenía que ayudarle con un plan que tenía. Incluso dijo que había pronunciado el Juramento Inquebrantable, y que debía protegerle... ¿No lo ves? Snape y Malfoy están intentando hacer algo, los dos son mortífagos, Allison. ¡Y yo ya os había dicho a todos que Malfoy se tramaba algo!
Harry terminó de hablar, agitado, y se quedó esperando una respuesta por parte de su hermana. Ella se removió un poco, inquieta.
—Bueno, no me sorprendería que Snape quisiera ayudarle si se trayera algo entre manos —cedió Allison—. Pero...
—Escúchame. No es algo descabellado que Malfoy sea un mortífago a los dieciséis años. Le he preguntado a Sirius y su hermano Regulus se convirtió antes de salir de Hogwarts.
—A mí hay algo que todavía no me encaja.
Harry rodó los ojos.
—Malfoy también aseguró que recibía ayuda. ¡Que tenía más gente de su lado además de Crabbe y Goyle! Y no dejaban de mencionar un tal «Él», no hay que sacar todo Extraordinarios para saber que se referían a Voldemort.
Allison volvió a tumbarse. ¿Sería cierto? ¿Draco sería un mortífago de verdad y no eran solo los alocados pensamientos de su hermano? Era verdad que, cuando lo había visto la noche anterior, parecía muy enfadado.
—Voy a decirle a Maddy lo que he escuchado.
—Te va a decir que Snape solo estaba fingiendo —repuso Allison.
—¡No estaba fingiendo! Es imposible que sea tan buen actor.
—Vale, pero aun así es lo que te va a decir. Apostemos, si no me crees.
La puerta del cuarto se abrió, y Liz pasó dentro con cara de cansancio.
—Oh, hola, Harry, ¿ya estás molestando a Ally otra vez?
—Sí, échalo de aquí —instó Allison, empujando un poco a su hermano.
—Ya me voy yo solito —gruñó Harry.
—¡Buenas noches! —se despidió Liz, antes de que Harry cerrase la puerta tras de sí.
Una vez se hubo cambiado, abrió el edredón de su cama y se metió dentro.
—Allison —llamó Liz—... ¿cuánto tiempo se suele tardar en reconciliarse cuando te peleas con alguien?
—Supongo que depende de con quién y por qué... ¿Ha pasado algo?
Liz hizo una mueca.
—Cameron y yo llevamos demasiado tiempo peleados. Creo que no vamos a solucionarlo.
Allison se sentó para poder mirarla mejor.
—¿Todavía no habéis echo las paces? ¿Qué fue lo que pasó?
—¿Qué crees que fue? —suspiró ella—. Su padre es un mortífago, eso ya lo sabías porque Harry lo vio en el cementerio. Pero el año pasado Cameron estaba muy raro, siempre le preguntaba qué le pasaba y me daba largas... Hasta que me soltó que Voldemort había regresado y, que si ya habíamos elegido bandos, no podíamos hacerle nada.
—Pero... Él... ¿Está de parte de Voldemort?
Eliza se cubrió más aún con las mantas.
—No estuve segura hasta este año. Desde que metieron a su padre en Azkaban... Cameron actúa de forma diferente. Y me asusta.
Allison se levantó y fue a tumbarse al lado de la pelinegra, metiéndose entre las mantas y dándole un abrazo.
—Pensaba que no era como su familia.
—Yo también lo pensaba —susurró Liz, e hizo un ruido con la nariz, sorbiendo unas lágrimas imaginarias—. Pero puede que me haya equivocado. Cada vez que intentaba hablar con él me decía que me alejase, y ahora solo se junta con los de Slytherin, sobre todo los de tu curso.
—Le he visto más de una vez con Malfoy —reconoció Allison, arrugando la nariz—. Lo siento, Lizzy.
Ella negó con la cabeza.
—Él verá lo que hace... Pero luego que no se queje si acaba como su padre —comentó con seriedad.
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