Había una taza de café sobre su escritorio.

Esto no sería particularmente digno de mencionar si no fuese porque era su quinta taza en la madrugada.

Harry miró fijamente el ordenador frente a él, sintiendo sus párpados pesados y su respiración entrecortada. Su mirada de desplazó hacia una frase en la pantalla y sintió la bilis subir hasta su garganta, una frase que él le había dedicado. Ellos solían ser felices en ese entonces, su cabello castaño parecía casi majestuoso desparramado sobre su hombro mientras recostaba su cabeza en él.

Volvió a leer la frase y sintió que vomitaría.

Tras él, Niall seguía parloteando distraídamente, completamente ajeno a la situación, diciendo que beber tanto café haría que tuviera dolor de estómago.

Harry se sentía orgulloso de tener un estómago particularmente resistente. Era un tipo fuerte físicamente, no era un tipo grande, pero tenía un buen empleo, un temperamento algo cuestionable y dedos delgados, pero no era lo suficientemente fuerte cuando se trataba de quien parecía haber respondido a sus cartas.

Pensó en lo mucho que había estado resistiendo, y pensó que nunca se había sentido tan tentado en su vida a enviar un mensaje.

Antes –hace dos años atrás– había pensado que su vida no podría empeorar. Aparentemente no era suficiente haber roto con su ex novio. Tras verlo en aquella firma de libros y sacar a relucir sentimientos del pasado parecía estar siendo la cereza del pastel.

—¿En qué piensas? —Se oyó decir Niall.

Los pensamientos de Harry se congelaron.

—Nada en particular.

Niall se echó a reír y dio la vuelta.

—¿Piensas en Louis?

—No es precisamente sobre lo que quiero hablar ahora —respondió con voz llana—. No. Tienes razón, pienso en él desde que volví a verlo. No dejo de pensarlo, la manera en que tocó a esos chicos, cómo miró hacia mí y en esa estúpida sonrisa de modelo. Todo de él me desespera.

Niall rió bajo, sacudiendo la cabeza.

—Aún estás enamorado.

—No lo estoy —dijo Harry—. Sólo no es normal que pareciera haber respondido a mis cartas. Me vuelve loco.

—Estás enamorado.

Jodido infierno. Ese chico tenía a Harry completamente dominado desde aquella vez. ¿Quién lo hubiera pensado?

—Bien —le dijo Harry exasperado—. Puede que tenga sentimientos confusos.

—Lo sé.

Harry se rió con voz ronca.

—Eres un idiota presumido, Niall —Por supuesto que lo era. A él le gustaba recalcarle que siempre tenía la razón.

—Sólo ten cuidado, Harry.

Puso los ojos en blanco y agachó la cabeza rendido. Harry creía firmemente en que no estaba enamorado –aún–, quizás sólo un poco confundido, ¿pero cómo no estarlo? No había visto a Louis en dos años. El problema eran sus absurdos sentimientos. Él y Louis se habían conocido durante la mitad de sus vidas, fue un amor desde niños y se conocían demasiado bien como para saber que él también se encontraba confundido tras su último encuentro en la firma de libros, sus libros, los cuales parecían corresponderse. Vaya tragedia.

Harry suspiró bruscamente.

—Jódete, Niall.

—A la orden, capitán.

Niall sonrió. Le emocionaba en demasía la idea de ellos volviendo a estar juntos, a ser como antes de romper. Extrañaba la tonta sonrisa de Harry contándole sus experiencias como si fuera un adolescente viviendo su primer amor, como si fuera el verdadero y único.

—Ahora sólo necesito un café y entregar el manuscrito.

—Lo sé —dijo Niall—. Aquí tengo tu cafetera y unas aspirinas para el dolor de cabeza.

—Gracias.

Harry dejó escapar un suspiro y miró el ordenador con las palabras escritas en él, preguntándose si sería una buena idea asistir a la firma en dos días. Tenía su orgullo y no tenía ganas de caer nuevamente por el hombre que rompió su corazón. Por otra parte, le debía un poco a ello. Si Louis no hubiera cuidado de él desde niños, ¿quién habría cuidado mejor de él? Le debía todo lo que era, pero eso en realidad no se sentía de esa manera. La verdad era, que sentía que Louis le debía algo a él; le debía el haberle enseñado a amar el mundo de la escritura y todo lo que conllevaba. Había sido un don sin corazón nadie antes de él.

Tal vez esta nueva firma le traería algo bueno a su vida tras dos largos años de sufrimiento por un amor que pareció nunca ser correspondido.

Ignorando el nudo en su garganta, Harry llevó sus dedos al teclado y comenzó a escribir nuevamente.

Esta vez sería distinto.

(...)

El día de la firma lo recibió con lluvia intensa y niebla por todas partes.

Estacionó su auto a cuatro cuadras del recinto, llegó empapado y con el pelo alborotado, pero había llegado. Todo lo que quería era una taza de té y galletas, y ver a Louis. A pesar de que las probabilidades de hablar con él fueran de un dos por ciento, no eran nulas, pero eso sólo lo mantenía esperanzado. La larga espera no lo mantenía exactamente feliz, y ver a Louis junto a un rubio de ojos verdes sólo empeoró su ánimo.

Cuando abrieron las puertas, en silencio, se dirigió hacia la mesa, donde podía oír voces familiares.

—...Y todavía no entiendo por qué tiene que estar él aquí —Louis Tomlinson estaba diciendo— ¿No podían traer a otro escritor de prestigio?

—Confía en mí —Ese era Liam Payne—. Él no va a hablarte, es demasiado cobarde para hacerlo, probablemente sólo se dedique a firmar libros en silencio.

Harry suspiró.

—Lo sé. No me dejes solo en esto, ¿sí?

—No lo haré —dijo Liam—. Y Harry, puedes dejar de espiar.

Harry avanzó hacia la mesa, colocando en su rostro una expresión de decepción. ¿Louis no quería verlo?

—Hola, Harry —dijo Louis sin entusiasmo, evitando verlo.

—Debo irme antes de lo previsto —Harry dijo rápidamente—. Nos vemos luego... creo.

Harry caminó hacia fuera en silencio, decepcionado por las palabras de Louis.

—¿Crees que deba hablar con él? —lo escuchó decir— Malentendió mis palabras, Liam, lo conozco como la palma de mi mano.

Algo brilló en los ojos de Harry al oír aquello. Sabía que no debía ilusionarse, pero ya era demasiado tarde. Louis era un hombre que fácilmente podría malinterpretarse, Harry lo sabía mejor que nadie, pero su corazón aún se encontraba lastimado tras su ruptura.

—Sólo debo llegar a mi asiento sin esta boba sonrisa —se dijo Harry a sí mismo.

Debía mantenerse sereno.