2. Planeando al estilo Izan Wels

I Z A N W E L S

"Estamos muy felices de anunciarles a todos, qué las inscripciones para participar en la elección de rey y reina del baile: ¡ya están abiertas! Pueden inscribirse en la oficina de administración de la preparatoria, pero recuerden qué poseen un plazo de 15 días máximo para poder anotarse. ¡Todos merecen participar!

Atentamente: presidente del
equipo estudiantil, Dean Call".

Saco mi celular del bolsillo de mis pantalones y le saco una foto a el cartel que pegaron a lado de cada puerta de los cursos. Entonces tengo quince días para anotar a Saida pero supongo que tengo que convencerla.

Anoche antes de dormir anoté algunos planes por si acaso:

Plan A: Convencer a Saida y que ella misma se anote.

Plan B: Si no puedo convencerla le anotaré por mi cuenta y seguro que me va a querer asesinar por hacerlo.

Plan C: Le engaño haciéndole creer que en verdad es para otra cosa.

Plan D: Si llego a este plan es porque estoy frito.

Veo que una chica se pone a lado mío y empieza a leer el cartel. Yo solo me voy a el otro y me empiezo a ir al salón de historia, faltan minutos para que comience la clase. Y, especialmente esta, es importante.

Cuando llego recorro mi vista hacia todos lados. Iker está medio dormido, como siempre. Nizar está adelante suyo, riéndose de algo que está viendo en su celular. Y Saida está sentada junto a una chica que si no me acuerdo mal se llamaba Israa, están charlando mientras se ríen.

Me acerco a ellas, y me posiciono a espaldas de Saida. Su amiga para de hablar y me mira.

—Hola, Israa. ¿Puedo hablar un momento contigo? —pregunto.

—¿Qué? —suelta Saida.

—Claro—dice Israa y pasa a lado de Saida.

Le sonrío a Saida pero ella me mira entrecerrando los ojos. Con Israa nos acercamos más a la entrada.

—¿No le agrado a Saida? —ni yo sé porque pregunté eso pero era algo que estaba en mi cerebro constantemente.

—No, solo desconfía de ti. Ya sabes, nunca hablaron y también no le hizo mucha gracia tu comportamiento en la biblioteca—responde.

—Pero si ayer casi me dió su número y no me escupió en la cara por mi reacción para conseguir una salida con ella—argumento.

Israa suelta una risita. La miro confundido porque no entiendo de qué se ríe.

—Izan, ella no te estaba por dar su número. ¿No te pareció sospechoso que en el momento justo su hermano llegó?

Ella me dijo que si mientras escribía algo, después se fue. No me pareció dudoso ni nada pero ahora que lo empiezo, significaría que...

—¿Ella sabía que su hermano ya llegaba y por eso accedió al darme el número y dejarme plantado telefónicamente? —expreso, dudoso.

Ella asiente.

—¿Esa fue su venganza?

—Ajá.

—Chica lista la verdad —opino.

—¿Por qué querías hablar conmigo? —interroga.

—Ah si, quería preguntarte si me podrías conceder tu lugar a lado de Saida, solo por esta clase—respondo y espero su respuesta con impaciencia.

—¿Y dónde tendría que sentarme yo?

Chasqueo la lengua—. Tú eliges; con Nizar o con Iker.

Ella mira a los dos y su vista salta entre los dos.

—Nizar—decide—, es que escuché que una chica está interesada en Iker y no me quiero meter—se encoge de hombros.

Sonrío complacido.

—Te debo millones, Israa.

—Todavía no entiendo cuáles son tus intenciones con Saida—murmura.

Pero yo no le hago caso y me dirijo hacia Saida con una sonrisa orgullosa, me siento a su lado.

—¿Qué tal el cielo, morena? —digo, me giro para así quedar en frente de ella.

—No me jodas con que me vas a decir: es qué eres un ángel caído del cielo, lindura—dice lo ultimo en un intento de imitación de mi voz.

—Oye, yo ya sé que soy un ángel caído del cielo—le guiño un ojo y ella solo bufa.

—Eres tan... tan...—levanto las cejas esperando un insulto común—, eres tan alelo.

—¿Alelo?

Saida mi sonríe con suficiencia—. Si, un alelo.

—Necesitaré un diccionario cuando te vea de vuelta—digo más para sí mismo que para ella.

—Me tienes sorprendida, Izan—espeta.

—¿En el buen sentido o en el mal sentido?

—No lo sé, es que me da intriga que te traes entre manos —responde.

Levanto mis manos a la altura de mi cabeza—. Nada, la verdad, no tengo nada entre mis manos.

Ella suelta una risita.

—Alelo.

—Voy a averiguar qué significa eso—afirmo.

Ella solo me sonríe y nos quedamos mirando un momento. Saida es esbelta, su cabello es marrón oscuro pero un poco más arriba de las puntas su cabello es azul. Sus ojos son de color café, y puedo asegurar que cuando la luz del sol alumbra a estos, deben aclararse aún más. Aunque estoy empezando a creer que lo que más me gusta de ella es su nariz, es una nariz digna de admirar.

—¿Tus ojos de qué color son? —me pregunta.

—Grises.

—Castaño de ojos grises—murmura—. Vaya combinación.

—Los ojos grises de parte de mi mamá y el castaño de parte de mi papá—le cuento.

—Qué lindo debe ser tener ojos grises—suspira.

—Está bueno, aunque sigo prefiriendo los ojos verdes.

—¿Qué manía tienen todos con los ojos verdes?

—A mi me hacen acordar a Hulk—digo emocionado.

Ella asiente con la cabeza sonriendo.

—Así que tengo el gusto de hablar con un fan de Marvel—bromea—. Yo prefiero más DC Comics.

Me llevo mi mano derecha a donde estaría mi corazón y pongo una cara de como si acabara de romper mi corazón.

—Me siento traicionado y eso que no tenemos nada. Que decepción—me lamento.

Ella suelta una carcajada que logra llamar la atención de muchos.

—¿Nos puede comentar que es tan gracioso, señorita Weth? —pregunta la profesora Cariub, pasa el umbral y se sienta en su silla. Saida para de reírse y me mira con pánico. Nos mira con severidad a los dos.

—No nada, ella... a ella le agarran ese tipo de ataques de risa en momentos inesperados. Ya sabe, profesora, bobadas de adolescentes hormonales—me apresuro a excusarnos.

La profesora solo bufa antes de decir—Bien. Se los dejo pasar pero la próxima los mandaré a los dos a limpiar los baños si hablan en mi clase.

Los dos asentimos.

—¿Ataques de risas de adolescentes hormonales? —me susurra Saida, aprovecha el momento que la profesora se distrae.

—Perdón, pero digo y hago cualquier cosa cuando trabajo bajo presión.

—Eres más cómico de lo que pensaba, Izan—murmura, acomodándose mejor en su lugar.

—Tengo un diploma del mejor comediante, de verdad, no estoy mintiendo—comento orgulloso.

Ella solo sonríe y niega con la cabeza.

*  *  *

—Que aburrida clase, Dios santísimo—dice Iker cuando estamos sentados en la cafetería.

—Eh, Izan—me llama Nizar—, casi me olvido de preguntarte qué ¿por qué Israa se sentó en tu lugar? Me dijo que tú le dijiste que se siente conmigo, no me molestó para nada pero no entiendo cuál es tu juego—le da un sorbo a su jugo de naranja.

—¿No te diste cuenta? Izan quiere acercarse a Saida—responde Iker antes que mi. Yo solo me encojo dando a entender que fue por eso—. Cambiando de tema, ¿alguno conoce a una chica con el cabello de color azul?

—Saida—respondemos al mismo tiempo Nizar y yo.

Iker niega con la cabeza y chasquea la lengua.

—No es ella. El otro día vi a una chica de cabello azul pero era más oscuro, y me quede con la duda de que quién era—suspira y juguetea con sus papas fritas.

—¿Amiga de quién es no sabes? —pregunta Nizar.

—De un tal Jess.

Tamborileo mis dedos contra la mesa sonriendo. Ellos me miran esperando a que les diga el porqué de mi reacción.

—Yo sé quién es Jess—eso logra llamar aún más la atención de Iker, él hace un ademán para que yo siga hablando—. Jess está en tercer año, pero hasta donde tengo entendido su amiga está en cuarto año —concluyo.

—El nombre, dame el maldito nombre—insiste Iker, emocionado.

—No lo sé.

—¡Tanta emoción desperdiciada! —exclama.

—Oye, te ayudé un poco —le recuerdo señalándolo acusatoriamente con el dedo meñique.

—Si, si, gracias—dice de mala gana y se lleva una papa frita a la boca.

—¿Sigues con la idea de conseguir un pase para jugar en alguna liga? —me pregunta Nizar.

—Si, les mandé videos de mi jugando, de cuanto me encantaría poder por lo menos estar en la banca, de recomendaciones que me hicieron pero no me contestaron nada—suspiro y observo mi sándwich de queso, le doy un mordisco.

—¿En cuál te gustaría quedar?

—En la que me acepte, pero me gustaría quedar en Boston—respondo, mi mamá le volvió a poner mayonesa a mi comida. Lo dejo a un lado y lo envuelvo de vuelta en el papel flim.

—Estaría de puta madre que quedaras en alguno—asegura Iker.

—Es verdad—corobea Nizar.

Yo solo me encojo de hombros porque sinceramente no sé qué responder, apartó mi mirada de mi comida y veo cómo Saida está sentada en una mesa más alejada a la nuestra, le invitaré a comer algo mañana a la noche.

Timbre del fin del almuerzo suena y todos se levantan de su lugar, nosotros tres hacemos lo mismo.

Cuando llegamos al pasillo les digo a Izan y a Nizar que vayan ya ellos a buscar sus cosas a sus casilleros.

Espero impaciente hasta que Saida sale de la cafetería, le agarro del brazo para que gire ya que ya estaba pasando de largo de mi.

—Hey—saluda.

—Te quería preguntar si querías ir a comer a alguna parte mañana a la noche para hablar—y para convencerte de anotarte a las elecciones de reina—. ¿Qué te parece?

Ella tuerce los labios antes de contestar—: Si, estaría bien.

—Hmh, ¿me podrías decir ahora si tu número? —pregunto.

Ella se ríe y asiente.

—Ah no—digo de repente—, mejor dicho: ¿me podrías desbloquear?

—No me jodas que eras tú—dice aguantando la risa.

—Era yo—ruedo los ojos.

—No me culpes por bloquearte—se encoje de hombros—. Pensé que eras ese tipo de bromistas que manda esas cosas de solteros sin remedios.

—Yo estoy soltero porque quiero—refuto.

—Te voy a desbloquear pero me vuelves a decir algo como eso y chau—amenaza.

—Si, capitana—digo.

—Adiós, Izan—se despide y se va a paso rápido hacia su grupo de amigos.

Saida va a ganar el lugar de reina del baile, ¿quién no querría votar por ella? Es agradable y tranquila. Y también ser la reina tiene sus beneficios. Es nuestro último año escolar, quiero que deje de ser aburrido y lo mismo durante todos los años.

Por primera vez agradezco a Iker que me haga hacer este reto.

*  *  *

Gracias por leer esta historia <3
Perdonen los errores de ortografía.

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