Capítulo 25: Un paso más cerca
Estaban terminando de comer, habían encargado una pizza. Eran las 10 p.m, lo que significaba que les quedaba un poco más de tiempo antes de ir a dormir, mañana era lunes y tenían escuela.
La última porción acababa de ser comida por la pequeña de pelo castaño y ondulado, que sin dar un respiro, ya se enfocaba en el postre.
—¡Helado, helado! —decía emocionada dando pequeños golpes a la mesa.
—Ya, ya... ahora lo traigo.
Ian se levantó y fue al refrigerador por el tan ansiado postre. Apoyó el pote en la mesada y sacó unos pequeños platos hondos, perfectos para servirlo. Una vez listo, guardó lo que quedaba de nuevo y llevó el suculento platillo frente a su hermanita, mientras él se sentaba a un lado para acompañarla.
No había mucha charla, ambos estaban enfocados en disfrutar cada cucharada. Además, se encontraba todo muy tranquilo en casa, sus padres aprovecharon que era domingo y salieron a comer para tener algo de tiempo solos o como dijeron ellos: "una cita".
No pasó mucho hasta que un mensaje le llegó a Ian, era de su madre preguntando "cómo estaban" y si disfrutaron de lo que pidieron para cenar. Justo unos segundos antes de responderle, miró a Melani, acababa de terminar su helado y agarró el plato con ambas manos para así poder tomar toda la parte derretida que quedaba en la parte de abajo.
Ian no pudo contener su risa al verla, ya que se ensució la punta de la nariz y un poco el mentón.
Sin perder tiempo, aprovechó que la pequeña estaba distraída y le tomó una foto para mandarle a su madre.
—¡Ey! ¿Qué haces? —preguntó ella mirándolo algo molesta al darse cuenta de lo que hizo.
—Atesorando este momento para la posteridad, así puedo reírme de ti.
—Pfff, creo que es difícil superar la foto en la que te falta un diente... así que voy a seguir riéndome de ti por siempre —contraataco Melani.
Ian solo giró su celular para mostrarle cómo había salido ella. La pequeña sonríe confiada, ya que le parecía que se veía bien, no tenía nada de malo ensuciarse un poco.
Melani se levantó y de a poco fue llevando los vasos y platos que ensuciaron para dejarlos en la bacha. Al terminar se acercó a su hermano, mirándolo de forma traviesa.
—¿Puedo usar la tablet un rato más antes de ir a dormir?
—Hmm... puedes ver tele aquí en la sala un rato, pero antes de que venga mamá y papá nos vamos a dormir, ¿entendido?
"Ja, caíste en mi trampa" fue lo que pensó Melani. En una serie que había visto hacía poco aprendió que a la hora de negociar tenías que empezar pidiendo algo que no le darían, pero que estuviese relacionado con lo que en realidad quería. De esta forma, al no aceptar, le entregarían algo de menor valor, pero que era por lo que en verdad iba.
Melani sabía que no le iban a dar la tablet, pero... la televisión era una opción. Rápido, antes de que cambie de parecer, se fue y se acostó en el sillón de la sala para ver "Setflix".
Por su parte, Ian, limpiaba y lavaba todo para así ya estar desocupado. No tardó mucho, ya que usaron unas servilletas para apoyar las pizzas y solo ensuciaron los platos para el postre, dos vasos y un poco la mesa con migas.
Ahora que estaba libre, volvió a su lugar. Aprovechó para estar con su celular, aún Fátima no le respondió el último mensaje que le envió hace un rato, pero era obvio, debía estar comiendo con su familia.
Ian estaba un poco aburrido, por lo que va a usar este pequeño tiempo para liberar algo de espacio de su teléfono. Al entrar en la galería, se encontró con la foto que acababa de sacarle a su hermanita. La veía con una enorme sonrisa de satisfacción, le parecía muy tierno.
Por un segundo desvió su mirada hacia la sala donde estaba ella y al observarla un poco, se dió cuenta de que había crecido bastante este año. Su personalidad se volvió más... "energética" y era bastante inteligente a la hora de hablar, solía hacerse la inocente, pero siempre tramaba algo.
«Supongo que a medida que crezca ya no pasaremos tanto tiempo juntos, ni jugaremos como lo hacemos ahora. Además, este es mi último año en la escuela y seguro estaré más ocupado en unos meses», suspiró ya que aún no sabía que iba a hacer con respecto a qué hacer cuando finalice el colegio. Solo daba vueltas y al final, no encontraba nada que le gustase.
«Otra vez me pasa lo mismo... Hablar con Fátima me ayudó bastante, pero aun así, no encuentro esa seguridad que vi a la hora de escuchar a Sofía, o en la manera que actúa Martín. Tengo que encontrar ese "algo" que me emocione, como a ellos...».
Se enfocó de nuevo en su celular y continuó viendo su galería de fotos: estaba llena de momentos con Melani y de salidas con sus padres. Mientras avanzaba, se detenía en una que otra foto para recordar. Se sorprendió mucho al encontrar una de su hermana cuando era bebe, y la mayor parte de ese día vino a su mente: había estado bastante ansioso, al igual que su padre. Se preocupó mucho, ya que no sabía si iba a ser un buen hermano, pero todo eso desapareció cuando la vio y dejo de pensar que no podría, eso no era opción para él, "¡debía ser un buen hermano!"
En ese instante, sus ojos se iluminaron y una gran sonrisa apareció en su rostro. Estaba emocionado, acababa de tener una buena idea y con esta, un sentimiento de alegría y de seguridad. Rápido, empezó a buscar en internet, tenía que informarse lo más que podía antes de confirmarlo. De seguro le llevaría algo de tiempo, pero no podía contenerse, era la primera vez que se sentía de esa forma con respecto a este tema.
Entre las diferentes páginas que visito y los vídeos que estuvo viendo, no se dio cuenta de que ya había pasado más de una hora. Eran las 11:19 p.m. Por reflejo miró a su hermana, estaba sorprendido de que estuviese bastante callada. ¿O era por qué él al estar tan concentrado ni siquiera la escuchó? No sabría decirlo.
—¿Melani? —preguntó poniéndose de pie y acercándose a ella.
Al ver de cerca el sillón, pudo ver a la pequeña dormida. Con toda la pizza y helado que comió era cuestión de tiempo que pasará. Ian sin dejar su animada expresión, se agachó un poco para cargarla y llevarla a su cuarto para que descansará bien.
La pequeña tenía el sueño pesado, por lo que no se iba a despertar. Una vez que la dejó en su cama, le sacó las zapatillas, y la arropó. Melani en el instante que fue tapada, se giró y abrazó uno de los peluches que tenía.
—Voy a romperte los dientes... rey Tigrito —murmuró la dulce princesa.
«Vaya, hasta en sus sueños se ve como una aventurera», pensó Ian tratando de no reírse para no hacer ruido.
Al salir de la habitación de su hermana, fue al baño, luego se cepilló los dientes y con esto ya listo, apagó todas las luces de la casa y se dirigió a su cuarto. Una vez adentro, se sentó en el borde de la cama, sacó su celular y le escribió a Fátima.
—Creo que ya sé que quiero estudiar. Digo "creo" porque aún no lo sé, pero la verdad estuve viendo algo y me gustó bastante.
Al enviar el mensaje, se puso de pie y se cambió a una ropa más cómoda para dormir. Luego, aún emocionado por el descubrimiento, se tiró a la cama dando un pequeño salto. Se puso en posición para seguir con el celular y mientras esperaba la respuesta a lo que escribió, siguió buscando más información.
Ya casi eran las 12 a.m, cuando le llegó un mensaje.
—Perdón, recién me desocupo. Como es domingo nos quedamos un poco más con mi familia, por lo general siempre duermen temprano.
Y antes de que termine de leer le llegó otro más.
—¿Y bien, qué descubriste?
Ian se tomó un momento, estaba algo nervioso, pero debía ser valiente. Hoy era un gran día para él.
—¿Te puedo llamar? Digo, si no puedes, no pasa nada... es solo que me gustaría hablar contigo. —Rápido, antes de dudar, envió ese mensaje. Si lo pensaba mucho podía retractarse y no animarse a pedirselo.
Tenía una gran sonrisa de oreja a oreja, también estaba algo avergonzado. Pasar tiempo con Fátima siempre le producía una mezcla de emociones.
Los segundos pasaban y al no tener respuesta se sentía algo ansioso... «¿Y si piensa que soy algo molesto?», una pequeña duda apareció en su mente. «Bueno, no importa. Es lo que quería decirle y lo dije... No hay vuelta atrás, aun si me rechaza, le dije lo que pensaba», dejó el celular en su pecho, cerró los ojos y se puso cómodo para dormir por si no le respondía.
No pasó mucho hasta que su celular empezó a vibrar y casi al instante, se lo acercó a la cara para ver quien era. Sí, era obvio que se trataba de Fátima, pero hasta no verlo con sus propios ojos no lo creería. Además, ella era la que lo estaba llamando y no se esperaba eso.
—¿Hola? —dijo Ian al contestar la llamada.
—Holis —contestó en voz baja.
—Te escucho algo bajo.
—Es porque me vine al baño para poder hablar contigo.
—¿Por?
—Bueno, comparto cuarto con mi hermana y ella ya está durmiendo... No quería molestarla. Y si voy a la cocina mi mamá se va a levantar a ver que estoy haciendo.
—Ah, ya veo... espero no estar causándote problemas...
—Para nada, tenía que venir al baño de todas formas. Mató dos pájaros de un tiro... Así que si escuchas algún ruido raro o algo de eso... bueno, ya sabes —advirtió entre risas—. Solo bromeo, ya hice todo lo que tenía que hacer, así que puede estar tranquilo.
—Que... ¿considerada? ¿Tengo que agradecértelo?
—Tienes que sentirte afortunado por poder hablar conmigo.
—En eso tienes razón —respondió de inmediato.
Un pequeño silencio se hizo presente. Solo duró unos segundos, ya que Fátima cambió de tema.
—¿Y bien? ¿Vas a decirme? —preguntó Fátima refiriéndose a lo del mensaje que le había escrito.
—¡Ah, si! —No podía esconder su emoción—. Mientras estaba con mi celular viendo unas fotos me di cuenta de algo que me gusta mucho hacer y que quisiera hacerlo aún mejor...
—Andaa... dime, me tienes con la intriga con tanta presentación.
—Bueno, iré al punto. Me gustaría estudiar fotografía, o sea, ser fotógrafo.
—Que lindo, me gusta esa idea —dijo con emoción, tratando de no levantar mucho la voz.
—¿Verdad? No lo había pensado, ya que no es una carrera... muy mencionada o buscada. Pero hoy al ver fotos que le saque a mi hermanita y el sentimiento que tenía al recordar viejos momentos viendo la galería de mi celular... fue como si me iluminara la respuesta.
—Es una señal entonces, si estás tan seguro debe ser por ahí. Me alegro por ti, Ian.
—Gracias, yo también me alegro por mí —bromeó. Estuve investigando y con estudiar medio año unos cursos, ya podría arrancar... luego, puedo ir haciendo otras especializaciones para ir mejorando y así...
—¿Ya averiguaste todo eso?
—Sí.
—Wow... fue rápido. ¿Y hasta ahora lo que vas viendo hace que te guste más? O... ¿hay algo que te moleste?
—Hasta ahora me gusta todo y mientras más veo, más me gusta.
—Genial, creo que ya lo tienes.
—Sí, pienso igual. Aunque... tendría que hablar con mis padres a ver que me aconsejan.
—¿Crees que no les guste la idea? —preguntó Fátima un poco temerosa.
—No, estoy seguro de que ellos me apoyaran. Pero tengo que involucrarlos en mi decisión... por lo que su opinión es importante.
—Eso... suena bien —dijo en un tono más apagado.
—¿Sucede algo?
—No, no, no. Estoy feliz por ti, es solo que ya es tarde y tengo que ir a dormir. ¿Te parece si seguimos hablando mañana en la escuela?
—Claro, no hay problema. Nos vemos mañana, Fátima.
—Nos vemos mañana, Ian. Y... gracias por querer hablar conmigo para contármelo, estoy feliz por ti.
—Gracias a ti por aceptar mi petición... quería compartirlo contigo lo más rápido posible, no sé por qué.
—¿Será por qué te gusto? —le dijo entre risas.
—Tal vez te lo diga mañana... ¡Nos vemos!
—¡Ah! No huyas...
—Adioos...
—Hasta mañana —contestó sabiendo que no iba a poder sacarle la respuesta ahora.
Con esto, él cortó la llamada y dejó apoyado el celular en su pecho. Estaba feliz, hablé con ella, aprender sobre lo que gustaba, el sentir que ya tenía algo que quería hacer al terminar la escuela... Todo era demasiado bueno. Su domingo no podría haber estado mejor y de esta forma, se fue a dormir, esperando que mañana sea igual o mejor, ya que tenía bastante claro lo que quería hacer.
Fin del capítulo 25
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