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° Plan de verano°
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Dos meses. Ese era el tiempo que Ike llevaba enamorado de Marth. Sin embargo, nunca tuvo el valor de confesarle sus sentimientos, temiendo que no sintiese lo mismo. Estaba claro que necesitaba ayuda para esto.

Era una cálida mañana de verano, recién empezadas las vacaciones. Los dorados rayos del sol iluminaron al joven peliazul, quién se quejó al sentir la luz bañar su piel. Entonces sintió sonar el móvil. Tenía un mensaje y decidió contestar.

Chat con 'Cool Boy' •

Hey dormilón, ¿qué onda?

Espero que sea urgente para tener que mandarme un mensaje tan temprano en vacaciones😒

Oye relájate, sólo quiero proponerte un plan.

Roy, no te ofendas, pero cuando dices eso, suele acabar mal.

Que desconfiado eres.

Déjate de rollos y dime qué quieres.

Ven a verme a la heladería y te lo cuento.

Acepto sólo si me invitas a un batido.

Cuenta con eso 👍🏻.

• Fin del chat •

Ike soltó el teléfono sin ante mirar la hora. Eran las 10:45 de la mañana. — Tiene suerte de que nos llevemos bien.

Se levantó perezosamente de la cama y se dirigió al baño. Era un apartamento espacioso, sencillo y moderno. Se lo compró su padre cuando empezó la universidad. Se desnudó y se metió en la ducha.

En días calurosos, Ike disfruta de una ducha de agua fresca. Puesto que su amigo Roy lo estaba esperando, solo se tomó unos quince minutos. Salió y se vistió.

Se puso una camiseta azul holgada de manga corta y unos pantalones beige. Cogió las llaves, su teléfono, bandolera y cartera y salió a la calle. Empezó a maldecir por lo bajo.

No era ni mediodía y hacía un calor horrible. Con algo de esfuerzo, llegó a la heladería y vió a Roy. — ¡Eh Ike! ¡Estoy aquí.
Ike se acercó con paso firme.

— Espero que sea importante.

— Tranquilo, ahora te cuento. Vamos toma asiento, te he pedido un batido helado de frambuesa.

Suspirando pesadamente, el peliazul se sentó con su amigo a disfrutar de una bebida refrescante. — Bueno, cuéntame lo de tu plan.

— ¡Oh sí! Mira, mi padre me ha conseguido unos tickets para un parque de atracciones.

— ¿Por eso me mandaste un mensaje a las once menos cuarto?

— Aún no he acabado. Sólo tengo dos y uno ya se lo he dado a Marth.

Ike estaba sospechando. Roy se dió cuenta de que su amigo estaba loco por Marth y quiso ayudarle. — ¿Qué planeas?

— Muy fácil. Irás al parque de atracciones con Marth.

El mayor se puso como un tomate. Iba a estar en un parque de atracciones solo. Con Marth. El chico por el que babeaba. — ¿Estás loco? No creo que pueda hacerlo. Me dará un ataque de pánico y haré el ridículo.

Roy se puso serio. — Mira Ike. Sé que estás nervioso, pero no es excusa. Te estoy concediendo una oportunidad para que puedas estar a solas con él.

Aunque no quisiera admitirlo, el pelirrojo tenía razón. Tenía una oportunidad de estar a solas con Marth, y su amigo se la estaba sirviendo en bandeja de plata. — De acuerdo, lo haré. Pero si algo sale mal la culpa será tuya.

— Me arriesgaré. Toma el ticket anda.

Ike cogió el ticket. — ¿Y para qué son los tickets?

— Oh sí, son tickets para conseguir descuentos en los puestos de comida del parque. Mi padre los ganó en un sorteo.

— Gracias Roy.

— No hay de qué.

Tras resolver lo del plan, ambos jóvenes disfrutaron de una bebida refrescante. Cuando pagaron la cuenta, cada uno se fue hacia su apartamento. Fue entonces cuando recibió una llamada de un número desconocido. — ¿Hola?

— H-hola Ike...

Conocía esa voz. Su corazón se aceleró y su rostro se puso como una cereza. — ¿Marth?

— S-sí, perdona, Roy me dió tu número y quería comprobar que no era una de sus bromas.

Ya sabes cómo es.

— B-bueno, ¿lo del parque de atracciones sigue en pie?

— ¡P-por supuesto! ¿Q-quieres que pase a buscarte?

— C-claro, te mandaré la dirección. Podemos ir ahora y pasar el día ahí.

Me parece bien, me arreglo y voy a buscarte.

— Vale, adiós.

Y colgó. En el fondo de su mente, Ike estaba saltando de alegría. Iba a pasar un día entero con el chico que amaba. En cuanto volvió a su apartamento, empezó a rebuscar en su armario. Quería causar una buena impresión. Solo se cambió la camiseta  por una camisa roja de manga semi larga.

En ese momento recibió un mensaje de su amado. La dirección de su domicilio. Para su sorpresa, vivía a un par de calles de dónde él vivía. — Puedo hacerlo.

Con todo el valor que tenía, salió a la calle y se dirigió a la dirección que Marth le había dado. Llegó a un edificio parecido al suyo y le mandó un mensaje a su amigo.

• Chat con "Marth" •

Ya estoy aquí.

Ok, ahorita bajo✨.

• Fin del chat •

Ike estaba ya muy nervioso. Estaba constantemente ajustándose el cuello de la camisa. Entonces la puerta del edificio se abrió y dejó ver a Marth. Iba con una camisa manga larga de color celeste y unos pantalones azules. — Hola Ike.

No dijo nada. Se quedó boquiabierto por la belleza del joven que tenía enfrente. Y su voz parecía la de un ángel. — Hola Marth, me alegro...de verte.

— Te ves muy bien Ike.

— T-tú también...

Con un silencio incómodo, ambos se dirigieron al parque. A medida que caminaban, pudieron mantener una agradable conversación e Ike pudo relajarse un poco. El parque estaba algo lejos, así que llegaron sobre mediodía.

Al llegar, lo primero que hicieron fue comer, algo. Ike se pidió un hot-dog y Marth un wrap de pollo. — Esto está delicioso.

— Ike, no hables con la boca llena. Pero tienes razón, esto está delicioso.

— Sabía que te gustaría. Por cierto, ¿qué tal está tu hermana?

— Muy bien, aunque sigue llamándome cada semana para saber cómo estoy. Me sigue tratando como un niño.

Ike se rió y le revolvió un poco el pelo suavemente. — Lo cierto es que la entiendo, porque yo también soy hermano mayor.

Marth hizo un puchero. — No es justo, ya no soy un niño.

Ike soltó una carcajada antes de darle un último bocado a su almuerzo. Marth también se terminó el suyo y decidieron dar un paseo por los distintos puestos de tómbola.

Pasaron todo el día montando en las distintas atracciones. Tuvieron que tomar un descanso, ya que después de montar en la montaña rusa, Ike tuvo náuseas y Marth lo acompañó al baño. Y echó todo el almuerzo. Marth le retiró un poco el flequillo y le frotaba la espalda.

— Aughh...odio las montañas rusas...

— Lo siento, ahora comprendo porque no te gustan.

— No importa...mientras tú te diviertas, lo demás me da igual...

Un leve rubor apareció en el rostro de Marth al escuchar esas palabras. Incluso Ike se sorprendió, pero estaba tan mareado que ni intentó corregirse.

— B-bueno... ¿Te sientes mejor?

— Eso creo...

Marth comenzó a rebuscar en su bandolera hasta encontrar un pañuelo. Con mucho cuidado, levantó el rostro del chico mayor y le limpió la boca.

— Ya está. Apóyate en mí e intenta levantarte.

Ike obedeció. Con algo de esfuerzo, se puso de pie. El mareo había desaparecido y ya podía andar. — ¿Vamos por algo dulce?

— De acuerdo...

Antes de salir, Marth ayudó a Ike a tomar agua para refrescar la garganta. En cuanto salieron, el sol ya se había puesto. Se dirigieron a un puesto y pidieron un algodón de azúcar. — Mmm...qué rico~.

Ike le dió un bocado al dulce. — Y muy dulce. Espero que se me quite el mal sabor.

— Eres un tonto. Pero tienes razón, así se te suavizará un poco la garganta.

— Gracias Marth. No sé que haría sin ti...

El chico más joven soltó una risita y sus ojos se enfocaron en una atracción decorada con muchas luces. — ¡Ike!

— ¿Qué pasa?

— ¡Montemos allí!

Ike dirigió su atención a una atracción muy grande que giraba lentamente. — ¿En la noria?

— ¡Sí! Es una atracción tranquila, lenta y divertida, ¡por favor!

El mayor iba a negarse, pero se arrepintió cuando vió un brillo en esos orbes zafiro. Un sonrojo cubrió su cara. — D-de acuerdo...

Muy emocionado, Marth agarró a su compañero de la mano y lo arrastró hacia la colorida atracción. Afortunadamente, no había mucha cola.

Llegó su turno y se subieron. Pasaron cinco minutos y entonces la atracción comenzó a moverse. Cuando estaba en mitad del ascenso, Marth miró ilusionado por la ventanilla de la cabina. — ¡Qué bonito! Se puede ver todo el parque iluminado. Es precioso...

— Igual que tú...

Marth se giró extrañado. — ¿Has dicho algo?

— No, nada.

Ike sonrió al ver a Marth tan feliz. Lo único que deseaba, era poder ver esa sonrisa todos los días. De repente, cuando la cabina estaba en la parte más alta, la atracción paró de golpe y Marth cayó al lado de Ike. — ¿Estás bien Marth? ¿Te has hecho daño?

— S-sí, estoy bien, tranquilo...

Entonces escucharon algo por la megafonía.

"Estimados clientes, al parecer estamos teniendo problemas en el motor de la noria, por favor, permanezcan sentados mientras solucionamos el problema."

Esto fue inesperado. Pero para Ike era una oportunidad perfecta. Con las pulsaciones aceleradas, lentamente, colocó su mano sobre la de Marth. Éste último se sonrojó.

— I-Ike...

— Marth...quiero...decirte algo...

Ambos se miraron. Sin ser conscientes, los dos peliazules empezaron a acercarse lentamente, cerrando sus ojos a medida que se acercaban. Podían sentir el cálido aliento del otro en el rostro.

Marth empezó a temblar cuando sintió los labios de Ike tocar los suyos. La posición era algo incómoda, así que Marth terminó en el regazo de Ike, quien rodeó su cintura.

Poco a poco el calor empezó a aumentar en la cabina. Ike se desabrochó un poco la camisa dejando su pecho expuesto. Luego empezó a desabrochar la de Marth, dejando a la vista su cuello y parte de su pecho.

Cuando se separaron para tomar aire, Ike se acercó al cuello de Marth, lamiendo y mordisqueando la piel. — Ike...

De repente, notaron movimiento. La noria reanudó su viaje, y ambos chicos, agitados, se separaron y se abrocharon de nuevo las prendas.

— Ike, tú...

— Estoy enamorado de ti Marth...sé que es repentino, pero de verdad te amo. Quiero abrazarte, besarte y ... tenerte entre mis brazos.

Marth se quedó sin habla. Simplemente abrazó fuertemente a Ike y ocultó su rostro en el cuello del mayor. — Yo también te amo...

Cuando la noria se detuvo, ambos chicos salieron de la cabina. Con sus manos entrelazadas. Y aquel parque de atracciones, se convirtió en su lugar especial.

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