🍃02🍃
Tres meses de amistad, mañanas compartidas en el tren, conversaciones amenas con desacuerdo en la mayoría, peleas infantiles, sonrojos, mensajes hasta altas horas de la noche y una que otra video llamada.
Por primera vez desde que se conocen quedaron en encontrarse para pasar juntos toda la tarde del sábado.
Ambos desafortunadamente no viven cerca y sus horarios de estudio son un caos, cuando Izuna tiene tiempo libre, Tobirama está en clases de natación o haciendo algún trabajo de la universidad.
Cuando Tobirama está libre, Izuna se encuentra en clases de francés o en el instituto. Por ende, les costó encontrar un día que pudieran salir juntos que no afecte sus horarios de clases u otros compromisos.
Gracias al cambio de era en el zodiaco, la bendición de los ángeles y que es un año bisiesto, lograron ponerse de acuerdo en algo sin pelear en el proceso. Quedaron en encontrarse en una cafetería que ninguno había visitado antes y que se encuentra a la mitad de sus casas.
Izuna es el primero en entrar al local, un establecimiento de ambiente agradable, silencioso, con decoraciones de cuadros mostrando actividades folklóricas del país y plantas. Supone que por la hora se encuentra algo vacío. Camina hacia el fondo del lugar, tomando asiento en una mesa junto a la ventana, donde puede observar el ajetreo del exterior.
Suspira y tararea jugueteando con sus dedos, nervioso a la espera de Tobirama. Es una cita que no es una cita ¿o si es una cita?
Quizás y si se anima le pide matrimonio al albino, quien sabe, a lo mejor y sale de la cafetería con un prometido ¿a quién quiere engañar? no lo hará esa tarde, como buen Uchiha, planeara algo ostentoso, lujoso y romántico para pedirle matrimonio al gruñón que lo tiene con arritmia cardiaca e insomnio.
Es sorprendente como puede llegar a perderse en sus divagaciones sin prestar atención a lo que ocurre a su alrededor.
Después de dos minutos de pie frente al azabache, aun le intriga el motivo por el cual permanece con la mirada perdida, sin enterarse de su presencia. Suspira y se encoge de hombros, camina para pararse detrás de Izuna y le tapa los ojos.
Da un respingón asustado por tener a alguien tapándole los ojos, logra calmarse cuando escucha una risilla familiar y casi se le para el corazón al recibir un beso en la mejilla.
Toma asiento frente al azabache, auto felicitándose por lograr que el menor se sonroje. Ama los sonrojos de Izuna y se ha propuesto sacarle varios.
Está considerando anotarse en la lista de pacientes en espera de trasplante o someterse a una operación para colocarse un marcapasos, no tiene idea de cuanto más pueda aguantar su pobre corazón, Tobirama le provocara un ataque cardiaco tarde o temprano.
¿y si lo quiere matar? Condenado, le jalara las patas. Le parece graciosos como se avergüenza con un beso en la mejilla y en sus tiempos libres imagina su boda ¿y? ¿Qué sigue después de la boda? Hemorragia nasal.
Tobi con ropa, suculento. Tobi sin ropa ¡virgen María! Las hormonas les están haciendo pasar un mal rato.
Con un ojo en el menú y el otro en Izuna, le intriga el motivo por el cual el azabache permanece ido mientras su rostro adopta un color rojo preocupante.
- ¿estas bien? ¿necesitas algo? ¿Izu?
- No te preocupes estoy bien, solo... mi imaginación es muy mala.
- Bien. – no le despegara la mirada de encima por si acaso. Trata de recomponerse, se paso de fantasioso. - ¿en que pensabas antes de que llegara? Estabas ausente.
- En. – no se le ocurre nada bueno, quizás, lo mejor seria echar a correr. – pensaba si deje la puerta de la casa cerrada. – a este paso considera que arruinara su cita con el albino. Tobirama sonríe por la respuesta del azabache, sin creerle nada, Izuna no es tan distraído, y no indaga más al notar la actitud tranquila y algo nerviosa del menor, a su parecer no hay nada fuera de lo normal.
Ambos ordenaron un café y algo de comer.
Como en todas sus interacciones hubo desacuerdos, bromas inocentes y una que otra mirada de complicidad que, disfrazan deseos más que de una amistad.
Permanecieron por dos horas en la cafetería y después estuvieron caminando por la ciudad. En ocasiones Tobirama tomaba la mano del azabache y este se permitía caminar muy cerca del mayor, llegando a recostarse en su hombro mientras conversaban de todo y a la vez de nada, siendo rodeados por una atmosfera de tranquilidad y de complicidad.
Lo último que hicieron en esa tarde fue subir al rascacielos más alto de la ciudad y desde ahí observaron el atardecer.
Permanecieron con la vista fija en los tonos que cambian con cada minuto, tomados de las manos, se permitieron perderse en los abismos de sus mentes, contemplando el hermoso ocaso.
- Quiero mudarme al campo y tener una granja.
- Hecho. – Al girar su rostro y encontrarse con sus hermosos orbes negros, los deseos del menor se han vuelto sus metas, si él se lo pide, le bajara la luna.
Muy a pesar de ambos, se despidieron y prometieron hacer todo lo posible para verse el lunes, en el mismo vagón.
El ultimo sonrojo de ese día de Izuna fue cuando Tobirama le dio un beso en la frente como despedida.
**
- Estoy en casa. – azota la puerta en un descuido causado por su euforia sin importarle realmente nada, se siente entre las nubes, con cientos de mariposas en el estomago que amenazan con salirse de sus entrañas al igual que un alíen, su corazón no cree poder resistir tal descarga de adrenalina, jubilo y simplemente empezada a dejarse llevar por sus sentimientos y fluirá con ellos.
Madara en el más absoluto silencio de la casa armaba un castillo de naipes en la sala, cuando Izuna irrumpió con un grito y tirando la puerta, se asustó y su obra maestra se fue al carajo. El mayor de los Uchihas considera las posibles ventajas que tendrá al ser hijo único, como: la herencia completa.
Con una vena apunto de explotar en su frente, va en busca de su hermano menor con el trasero aun ilegal, quien actúa de manera extraña y tuvo el atrevimiento de no decirle donde estuvo toda esa tarde.
Izuna en su habitación ahoga los gritos de fan boy enamorado en una almohada, capaz de secuestrar a su amor, encerrarlo en un sótano y matar a quien se le ocurra ponerle los ojos encima (la cordura no es amiga de los Uchihas) en sus momentos de delirios causados por el amor Madara irrumpe en su recamara.
- ¿se puede saber que te sucede y donde estuviste?
- Estoy enamorado.
- Ha que bien, nombre completo y dirección del tipo que voy a matar.
- ¿Por qué piensas que es un hombre?
- Hermanito tu foto aparece a lado de la palabra joto.
- Maldito amargado, morirás virgen y en un sótano con miles de gatos.
- Ya quisieras. Y contesta ¿de quién se trata?
- Lo conocí en el tren y hemos hablado, el me agrada yo le agrado y es hermoso.
- Papá lo va a matar y yo le ayudare.
- Se supone que se celan a las mujeres y no a los hombres. – la sonrisa deslumbrante de superioridad de su hermano solo le indica que le saldrá con una tontería del tamaño del Everest. Acaricia la suave mejilla del menor, divirtiéndose con el gesto de amenaza en su rostro que no pasa de ser tan intimidante como el de un conejo.
- Eres lo más parecido a una niña que tenemos en casa así que te aguantas.
- Maldito. – la estruendosa carcajada del mayor solo provoca el deseo de vengarse y sabe perfectamente que la segunda cosa mas importante en la vida de Madara es su cabello. Molesto, solo le queda calmarse con una retahíla de insultos dedicados a su hermano mayor. Es muy difícil evitar imitar el vocabulario soez, cuando tu familia lo repite hasta para celebrar algo.
Sale de la habitación del menor preguntándose por qué tiene sentimientos encontrados al darse cuenta que Izuna está creciendo, ya no es un niño, es casi un adulto a sus 17 años, pero le es inevitable sentir que debe protegerlo, después de todo se llevan ocho años de diferencia y es algo que ha hecho a lo largo de su vida.
De regreso en la sala toma de un mueble una foto familiar. En la fotografía ambos eran niños, el con nueve años e Izuna apenas había cumplido su primer año. Le provoca melancolía el paso acelerado del tiempo, extraña ver al menor aprendiendo a caminar, hablar, añora los juegos raros que se inventaba que incluían dragones, ninjas y detectives, en su primaria lo tuvo pegado como garrapata y recuerda con cariño los celos de hermano menor.
Izuna creció muy rápido.
Devuelve la foto a la estantería y regresa a intentar hacer un castillo de naipes.
Estuvo a nada de poner las últimas cartas cuando.
- Madara estoy en casa. – su padre aparece seguido por estruendo de la puerta, que lo asusto, otra vez.
- Hijo de mi queridísima y santísima abuela... - murmuro irritado y con una creciente jaqueca.
**
Kawamara e Itama observan desde la sala como su hermano mayor entra tarareando y sonriendo, con un buen humor nunca visto anteriormente en el albino, ni cuando gano la competencia de nado libre como representante de su instituto en contra de otro colegio, se le vio tan lleno de jubilo y buenas vibras.
Abrazados no le quitan la mirada de encima al mayor hasta que este se pierde por el pasillo en dirección hacia su habitación.
Ambos se observan asustados y en un acuerdo no tácito salieron corriendo hasta la calle donde esperaran a Hashirama.
- ¡Hashirama! ¡Hashirama! – toda calma, felicidad y paz interior fue mandada al caño cuando escucho los gritos de preocupación de sus hermanos menores. Observa como los pequeños corren hacia el agitados y algo asustados. – ¡Tobirama esta poseído! – se cuestiona si escucho bien, en lo que los niños se esconden detrás de él.
- ¿Qué? ¿Qué pasa con Tobi? – trata de calmarse y calmar a los niños.
- Hace unos minutos entro en casa sonriendo, tarareando y sonrojado. – logro explicar Kawamara. - ¡esta poseído! – gritaron al unisonó los menores.
Del miedo y el susto paso al asombro para terminar aguantando la risa, alborota a manera de cariño las caballeras de los menores, irritando a Kawamara y ganándose un abrazo de Itama.
- No esta poseído, quizás está enamorado. Posiblemente.
- ¿Cuál es la diferencia? Kimura una vez nos dijo que un hombre enamorado se vuelve idiota, es como estar poseído. – argumenta Kawamara e Itama solo asiente con la cabeza, ambos miran fijamente a su hermano mayor, con ojos grandes de cachorros abandonados. Hashirama los observa y suspira por ternura, los niños con ocho y cinco años son inocentes y después de explicarle que Tobirama está bien tomo la decisión de decirle/amenazar a su primo para que no les ande diciendo cualquier cosa a los menores.
Una vez los menores se calmaron los dejo en la sala viendo televisión con algo de comer. Camina hasta la habitación de Tobirama con la latente e insatisfactoria curiosidad por el posible enamoramiento de su hermano, ha notado con anterioridad el cambio de actitud del albino y solo puede asociarlo con el de alguien enamorado.
Es inevitable que se ría del hacho de cómo, apenas cambia su actitud Tobirama los menores se alteran. Entiende a los niños, el albino feliz es una cosa rara, mas rara que el monstruo del armario.
Toca la puerta y recibe del otro lado un ''adelante''. Entra a la habitación pulcramente ordenada, lo que le recuerda que debe pagarle a Tobirama para que limpie la suya.
Nota la pequeña sonrisa de su hermano que ilumina su rostro con un aire soñador y algo embobado. Esta enamorado, no le queda duda y eso lo carcome por dentro, como el mayor se siente con el derecho de saber todo lo que sucede con los menores, es ley de vida y no cosa de chismoso.
- ¿necesitas algo Hashi? – la amabilidad del menor le sorprende, de saber que un enamoramiento iba a cambiar tanto su estado de humor, le hubiera conseguido novia o novio desde hace mucho.
- Estas alegre, eso es... ¿raro? – Tobirama roda los ojos, divertido.
- Estoy bien.
- ¡Bien enamorado! – Avergonzado se gira en la silla para evitar que el mayor note su sonrojo.
- Enserio ¿Qué quieres?
- Quizás necesites ayuda de tu hermano mayor para conquistar a esa chica o chico especial.
- ¿tú qué sabes de amor y conquistar? – se gira para observar con escepticismo al castaño, quien permanece con una sonrisa de oreja a oreja.
- Pues te llevo dos años de experiencia en esta vida.
- Dirás dos años de fracasos – le fastidia lo dramático que puede llegar a ser Hashirama con su aura de melancolía y depresión absoluta. Suspira algo irritado – bien ¿Cuáles son tus consejos de conquista?
- Sacarle provecho al encanto Senju. Nuestros padres no hicieron con mucho amor y dedicación.
- Hashirama hay cosas que no quiero tener en mente.
- Bien. Se caballeroso, atento y detallista.
- ¿es todo?
- ¿Qué es chico o chica?
- Chico.
- Hay hombres que no les gusta que los trastes como mujeres, así que modera tu caballerosidad o puede que lo malinterprete. Pero bueno eso depende de su personalidad – lo último que menciono le pareció interesante al albino.
- ¿algo más?
- Al menos cuéntame como es. – hablo algo deprimido.
- Te lo presentare algún día, ahora si me lo permites, tengo tarea.
- Eres malo Tobi.
- Y tú un chismoso.
Como era de esperarse Hashirama se puso desesperance y el albino que apenas se soporta así mismo por momentos, no se tocó el corazón al momento de echar a patadas de su habitación al castaño y menos al escuchar los gimoteos junto sus reclamos.
Con la batalla perdida se propone molestar a Tobirama hasta que le presente a su no novio. Con los ánimos restaurados se pone de pie y camina a la sala para pasar un tiempo con los menores.
En lo que se dirige a la sala, sonríe y se emociona por su hermanito, hasta donde sabe si las cosas salen bien el chico que tiene de buen humor a Tobirama será su primer novio a sus 18 años.
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