Extra
No sé en qué estaba pensando dejando a mi hijo solo.
¿Cómo pude dejar solo a mi pequeño?
¿Cómo pude dejar solo a mi pequeño Rusia?
- ¡Teníamos un trato!
- Bien dicho, teníamos.
Y ese maldito loco solo se pudo echar a reír en medio de mi desesperación.
- ¿Por qué tan desesperado Unión? ¿Acaso te acordaste de algo o de... alguien?
- ¡Lo tienes!, ¿verdad maldito? ¡Dime donde mierda está!
- ¿Y si te digo que vas a hacer? ¿Comer un pastelito como en Alicia en el país de las maravillas para salir de esa celda?
Suspiro profundo, sintiendo como las diversas emociones que emergían de lo profundo de su ser, pasando sus manos por su cabello, jalando un poco de estos.
Estaba condenado y fue tan ciego.
Estaba tan absorto en sus pensamientos, buscando rápidamente una respuesta entre sus pensamientos.
Sin embargo, no encontraba nada.
Y Reich parecía darse cuenta de eso, volviendo a carcajear, llenando la habitación y su mente de la estruendosa risa del alemán de esvástica.
Eso lo llenaba más de ira, culpa y tristeza.
No lo entendía...
¿Por qué tuvo que dejar a su pequeño?
Si tan solo lo hubiera llevado con él, nada de eso hubiera pasado.
Aunque, el verdadero no era haber dejado solo a Rusia...
El problema fue a ver confiado en Reich.
El problema fue abrirle las puertas de su casa y sobre todo, las puertas hacia su corazón.
El problema fue haber confiado en él, confiarse en que él iba a cumplir con este tratado.
El problema era Reich.
Siempre lo fue.
Y como todos los problemas, había que eliminarlo.
Jugaría el mismo juego que aquel alemán jugaba con él.
Jugaría con sus propias cartas y las modificaría a su voluntad.
Porque si Reich quería jugar de ese modo, él jugaría de ese modo.
- Reich, tengo un nuevo trato...
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