11. Omega en Celo
Siendo una de las potencias más grandes del continente, que del continente, ¡del mundo entero!
Había salido un omega, según él, un hecho increíblemente sorprendente. ¿Cómo era que la gran, poderosa y sublime Unión de las Repúblicas Soviéticas Socialistas podría ser un omega?
Ridículo, totalmente ridículo.
Sin embargo, tenía que estar allí junto a esos demás países que, al igual que a él, en ese maldito examen habían salido omegas.
"Que al parecer algo cambió, pero ya estamos investigando que es para volver a la normalidad, por ahora, tengan cuidado." Que estupidez.
No había vuelto de la muerte para estas cosas.
- Les enviaré toda información por correo, aunque creo que por ahora está todo claro, pueden retirarse.
Una total mierda.
No iba a salir de la casa hasta que todo eso se arreglará.
No iba a permitir que esa bola de idiotas del eje se burlase, hasta esa maldita perra nazi había salido alfa.
Y él no, siento la gran UNIÓN SOVIÉTICA.
Estaba comenzando a sospechar sobre un error de máquina o una mala broma, aunque ya había obligado a OMS hacer tres exámenes más antes y en los tres aparecía ser omega.
Esa maldita perra nazi.
Su plan de no salir de la casa no había funcionado, se había comido todo lo de su alacena y debía salir a comprar más.
No quería salir, pero no iba a morir de hambre, sería una muerte muy irónica y poco heroica.
En cierta parte se sentía un poco mejor al estar junto a su hijo, Kazajistán, que al ver que seguía en duda de querer salir, lo fue a sacar de su casa con la excusa que él también iba a comprar y que lo acompañaba.
Kazajistán estaba ya más acostumbrado a andar, además de estar mejor informado, fue a uno de los primeros countrys en tener una etapa de celo y mostrarse con su jerarquía.
¿Cuál jerarquía? La de un alfa.
¿Cómo era posible que hasta su hijo hubiera salido alfa y él no hubiera salido como uno? De seguro estaba pagando algún karma.
Aja, estaba más que seguro que estaba pagando algún karma porque estaba segurísimo de que encontrarse con la perra nazi en el mismo supermercado donde él estaba, no era coincidencia.
Unión, eres un hombre, no lo mires, no lo mires, no lo mires, ¡mierda, lo mire!
Y vaya sorpresa se llevó.
¿Desde cuándo esa prostituta dejó de ser un maldito palo andante para tener esa espalda tan definida? Aunque pensándolo, nunca lo había visto con algo que no sea su uniforme.
Esa camisa le queda demasiado bien, sin lugar a duda el uniforme ese no le favorece en absolutamente nada.
Aunque seamos sinceros, yo tengo por mucho mejor cuerpo que ese nazi.
Pensándolo, debería volver a hacer ejercicio, he bajado en musculatura.
- Спасибо.
- No es nada padre, solo recuerda no salir en la próxima semana, que tenga una buena noche.
¡Y se fue, por fin solo otra vez!
No es que no le agradará la compañía de su hijo, al contrario, le agradaba y le alegraba el día.
Sin embargo, no lo dejó quedarse lo suficiente.
Según que su olor se había vuelto más dulce, estaba comenzando a atraer alfas de apoco.
Puras idioteces, ¿por qué estaría atrayendo a alfas? ¿Para qué lo cojan?
Ni en lo más fumando de sus sueños, él iba a estar rogando por un pene, esa no sería la gran Unión Soviética.
A pesar de eso, no podía salir de sus pensamientos la figura del nazi, ¿cómo era posible que de la nada ese hombre se le haga terriblemente sexy?
Estaba comenzando a pensar en brujería de parte del de ideología nazi, a ese hombre sí lo creía capaz.
Porque si no, no le hallaba más sentido a ese deseo incontrolable que estaba sintiendo en su pecho por volver a verlo y dejar que lo tocara.
Media noche y no podía dormir.
Los pensamientos y un extraño calor creciente por todo su cuerpo junto con una respiración errática, simplemente no lo dejaba.
Y creía tener la suficiente dignidad para no llamar a la OMS por ayuda.
Creía que solo debía calmarse, la paciencia es una virtud, virtud que él no tenía, pero que intentaba tener.
- M-mierda.
Decidido, se iba a dar una ducha.
Son las tres de la mañana y todavía no podía dormir.
Seguía en la tina metido hasta el cuello en aquella agua fría y la calentura seguía sin pasar.
Al contrario, parecía hacerse aún mayor.
Hasta se le estaba lubricando el ano, ¡EL ANO!
¡A NINGUNA PERSONA NORMAL SE LE LUBRICA EL ANO!
Y gracias a eso se dio cuenta, tal vez todo eso se debía a esa maldita jerarquía omega.
Otra razón para odiar ser omega.
Tres horas más, seis de la mañana y había empeorado.
Y para ese punto estaba en su cama importando muy poco el hecho de que sus sábanas se mojaran por el agua que escurría por su cabello y cuerpo.
Estaba decidido, iba a llamar a alguien para que lo salvara.
- Llama al maldito nazi!
Listo, estaba todo listo.
Ya iba a venir el causante y él debía resolver su problema, o por lo menos rezaba que así fuera.
No pensó bien sus palabras cuando llamó a Rusia y le terminó diciendo lo primero que pasaba por su mente.
Ósea aquel country rojo con curiosa esvástica.
- Me dices que venga para acá, pero sin embargo no eres capaz ni de abrirme la puerta, ¡eres un sinvergüenza!
Nunca en su vida se había alegrado por escuchar esa espantosa voz, haciendo que se levante de su cama envuelto en sus sábanas, para abrir la puerta de su cuarto.
Pero cayo de rodillas, sintiendo sus piernas fallar, calentándose más de lo que ya estaba, no estaba preparado para aquel potente olor de alfa que desprendía el nazi.
- A-alemán de mierda!
Y Third Reich no estaba preparado para la gran bomba de feromonas de omega en celo que salió de aquella habitación junto con Unión, nublando de los sentidos por completo.
Sus bocas se juntaban una y otra vez, siendo nazi quien dominaba.
Third Reich, quien agarraba a Unión se encaminaba a tropezones a cualquier superficie cercana.
El hecho de tener al Soviético solo con la fina capa de sábana que lo cubría, le ayudaba en el trabajo.
Porque hundidos en sus instintos gracias al olor que desprendían ambos, lo menos que querían era traer ropa encima.
Siendo este el cometido cuando Reich se despojó de toda prenda que portaba comenzando un no tan lento vaivén dentro del ya preparado Soviético.
Pasando minutos e incluso horas así, disfrutando del placer, el calor y la compañía que el otro le brindaba.
Sintiendo su piel junto con la otra, disfrutando de la dulce sinfonía que causaba el coche de las pieles juntándose con los dulces gemidos que salían de la boca del Soviético.
Disfrutando de las diferentes sensaciones que puede causar el celo de un omega.
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