9.- Los gemidos de Yugo.

—¿Que?

—¡Que!

—¡¿QUE ES ESTO?! ¡JALA!
¡AGH! ¡GAH!

Samato y Yugo intentaban separarse del agarre mutuo y pegajoso entre sus manos. Era una bola púrpura y pegajosa. Mineta miraba con algo de molesta la escena.

—¡Eso les pasa por no pagarme!

—¡Kya~! ¡Mineta-Kun, esto es tan vergonzoso, una estrella como yo no podría entrar a los vestidores de las damiselas y tocarlas!

—¡Solo tenían que darle un beso a cada una!

—¡MINORU! ¡QUITA ESTO!

—¡SI, SI, ESO, MINETA, NO QUIERO QUE SAMA-CHAN Y AOYAMA ESTEN TOMADOS DE LA MANO!

—Tranquilos, estoy seguro que al final del día se despegará.

Y bajo los gritos, Mineta cogió su dignidad y se fue orgulloso.

—Ugh. Kirishima, Aoyama. Vámonos.

—¡NO ES DE HOMBRES!

—¡NOS LLAMÓ POR NUESTROS APELLIDOS!

—¡SIN HONORÍFICO!

—¡ESTÁ ENOJADO! ¡AY! ¡ESTÚPIDA, MI MANO IDIOTA!

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Para calmar las cosas, estaban en la cafetería. Los tres estaban sentados en una mesa, Yugo comía fácilmente su almuerzo al contrario de Samato, el no podía. El de los que ocupaban derecha e izquierda, pero la izquierda estaba lastimada y la derecha en la bola.

—¡Hmp~! Es tan delicioso, amm~

—¿Porque siempre gimes?

—Mi naturaleza cero atención.

—Ne, Sama-Chan, yo te ayudaré a comer—Eijiro tomó unos palitos para luego levantar los onigiris— No es de hombre dejar a un novio con hambre.

—Gracias Kiri-Chan—Samato sonrió para luego abrir la boca esperando a que el alimento llegará a ahí.

—Samato-San, usted y su pareja se ven tan lindos.

—¡AH!—Eijiro de la sorpresa se cayó de la banca— ¡Tu eres...!

—Pony-Chan—Samato ayudó a levantar a Kirishima— ¿Que haces aquí?

—A Samato-San se le cayó un cuaderno, aquí tienes.

Le pasó un cuaderno azul, el cuál Samato agarró.

—¡Ngh! Tan rico.

—¡DEJA DE GEMIR, AOYAMA!

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—¡Kirishima! ¡Quita tu mano de mi pantalón!

—¡No, tu quita tu pantalón de mi mano!

—¡Estoy tratando de ir a ducharme!

—¡¿Pero yo estando aquí?!

—¡NO ME VEAS!

—¡COMO SI QUISIERA VERTE!

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