Blitzo había conseguido ganar un gran negocio y estaba muy feliz, se encontraba arreglando las cosas de la mansión; habían dejado de tener sirvientes, porque les justaba follar en todos lados, y los sirvientes siempre los encontraba; lo cual no era ningún problema para el pájaro, pero para el demonio si; no le gustaba que lo vieran mientras se lo estaba jodiendo por nel culo, ese era su puto momento privado, no iba a dejar que todos los vieran; aunque eso pusiera cachondo a Stolas.

Solo le faltaba arreglar el closet para que pudiera terminar a descansar, camino tranquilamente a el closet para abrirlo y encontrarse la ropa de Stolas, le gustaba esas poleras que usaba eran como si fueran de el siglo pasado, muy elegante; estaba seguro que si lo usaba el le quedarían como vestido, entonces lo pensó por un momento, a el le gustaban los vestido; y no había nadie en la mansión para que lo viera haciendo sus tontearías.

Blitzo no lo pensó mucho y rápidamente se quito la ropa dejando solo su ropa interior, para poderse la camisa de Stolas, le gustaba que las mangas fueran anchas y se cerraran en puños, era divertido, le recordaba a aquellos trajes que usaba cuando estuvo en el circo, cuando les tocaba hacer de payaso, no pudo evitar reír,  tomo el cinturón de su pantalón y se lo puso en la cintura, haciendo que la camisa se viera como esos vestidos de Tumblur que solo se podían hacer con modelos, pero según él se veía realmente sexy en el, le gustaba; y le gustaba demasiado, se imagino con Stolas, se sonrojo por sus pensamiento.

Entonces se imagino a Stolas con su ropa, con el traje tan característico de su compañía, que le encantaba usar, claramente aunque quisiera el pájaro no podría usar su ropa, por la gran diferencia de talla, movió su cola coqueto y volvió a cambiarse de ropa, no quería imaginar si el príncipe lo veía de esa manera, lo dejaría sin caminar por un buen tiempo; pero si era sincero en ese momento realmente quería que el príncipe se lo jodiera en la cama, pero el pájaro no llegaría hasta mañana, así que decidió bajar su calentura en la ducha, ya después de las cobraría con el príncipe del infierno por haberlo echo excitarse solito en la mansión.