13-Comiendo Helado
Si había algo Antonio sabía desde hace mucho tiempo. Era que Martín adoraba lo dulce.
No importaba qué hora del día fuera, algo dulce siempre comía.
Desde algún postre, hasta una pequeña barrita de cereal.
Y entre todo eso estaba el helado.
¡Oh santísimo helado!
Cabe destacar que este postre lo comía hasta en invierno, a veces se preguntaba cómo hacía el rubio para poder aguantar.
(Admitamoslo, alguna vez hemos comido helado en pleno invierno. Yo soy una!).
-¡Vamos! ¡Dale! ¡Apura el paso!- decía un emocionado Martín. Habían abierto una nueva heladería cerca de su casa y estaba emocionado.
Antonio trataba de seguirlo y no perderlo.
Cuando llegaron, el local no estaba tan lleno pero había bastante gente. Era primavera por lo que es comprensible.
-¿De que vas a pedir?- pregunta Martín mirando los sabores y el tipo de cono.
-Todavía no lo sé- expresa Antonio.
-Bueno, yo pediré el mío- dijo el rubio y se puso en la fila para que lo atendieran.
Mientras Antonio se quedo mirando.
El cono pediría uno simple pero no se decidía los gustos.
Particularmente, casi siempre elegía alguno de los cinco que más comen sus habitantes.
-¿Y? ¿Ya te decidiste?- dice Martín llegando hasta él.
El rubio en sus manos tenía un cono grande. Mientras que el contenido eran tres sabores una era una crema marrón parecida al chocolate pero un tanto menos oscura, otro era también de crema pero por el color no sabia bien que sabor era y el último era una crema de color celeste (sí leyeron bien, celeste)
-No... Joder que es bastante difícil- dice- ¿Cuales has escogido?
Martín sonrió mientras agarraba un poco de helado con la cuchara y se lo llevaba a la boca.
-El marrón es Dulce de leche, el otro es Mantecol y el celeste es Crema del Cielo- explica. Antonio observó a Martín y luego las pizarras donde estaban los gustos.
-Creo que ya se- dice Antonio y va a pedir.
-Bueno, te espero afuera- dijo el rubio y salió del establecimiento.
Unos minutos más tarde sale Antonio con un tarrito de tergopol.
Los dos comienzan a caminar por una plaza que había enfrente.
-Che, cuales pediste- pregunta curiosa ya que recién ahora el español estaba abriendo el tarrito.
Cuando lo hace, revela cuatro sabores.
-Crema del cielo, Menta granizada, Plátano y Fresa- dice sonriendo- Decidí cambiar un poco el gusto.
-¿No tuviste problemas con el acento?- pregunta el menor mientras se lleva otra cucharada a la boca.
Y es que a veces cuando iban a un local nuevo algunas personas se quedaban confundidas por las diferentes formas de decir alguna palabra (como cuando fueron a comprar ropa) y otras que algunas mujeres (y hombres) encontraban atrayente el acento Español y bueno.... Se le insinuaban.
-No, por suerte- contesta comenzando a comer también.
Siguieron caminando mientras conversaban tranquilamente sobre cualquier cosa.
De vez en cuando Martin le robaba un poco de helado a Antonio y viceversa.
Y así pasaron una hermosa tarde de primavera entre charla y sabores de helado.
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Me dieron ganas de comer helado.
Si acá (no se si lo venderán también nuestros vecinos) tenemos una crema celeste.
Me disculpo de nuevo el tema del acento de Antonio.
Y por último.................................
¡Quiero Helado!
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