Nazco

¡Nací!

un día,

en un lugar;

porque me lo contaron,

dice un papel certificado.



¡Nací!

lo sé;

porque hoy existo

y apilo versos

amén del nacimiento.



¡Nací!

crecí en medio de cuentos,

que me contaron

y que crédula abrazé.



Como flor marchita,

fenezco y suelto pétalos secos,

desfallecí en mi tallo;

¡no se renace sin antes morir!



Y muero...

muero cada día,

para volver a nacer;

renazco una y otra vez.



Nazco en mi vientre gestado de sueños;

nazco en mi sed indómita,

de abrir el capullo tierno

y disfrutar cada bello día,

como la primera y única vez.



Nazco en cada pistilo danzante,

sonriendo el toque del amanecer;

el toque de la brisa y el rocío también.



Nazco en la paz infinita,

de batir mis hojas cual flor,

agradeciendo a mi Creador,

por cuidar de mí y vestirme de su esplendor.



Nazco en la verdad

de que mis pétalos se cerrarán,

y  se abrirán una y otra vez,

antes que vuelvan a caer.


Nazco en la vitalidad,

de teñirme de mis propias historias,

se avivan, brillan y se opacan.



Así que sigo naciendo,

una mañana a la vez;

renaciendo en esencia,

cada día también.

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