𝑑𝑖́𝑎 𝟪.𝟤

—¿Has escuchado algo al respecto? —la voz de una mujer joven llegó a captar la atención del Papyrus de suéter anaranjado. —Han habido rumores de que han desaparecido ciertos monstruos en la zona, que aterrador...

—¿Qué sucede, hermano? —Blueberry interrumpió su intromisión en la conversación ajena, haciendo que desviará su atención hacia el menor.

—No es nada, vamos, tenemos cosas que hacer. —respondió de manera despreocupada, mientras sentía el humo del cigarrillo escapar por su boca.

—Las personas han estado actuando raro últimamente, es como si le estuvieran huyendo de algo... —el comentario acertado le hizo sentir un leve nudo en su estómago, disimulando su expresión mientras observaba un puesto de verduras.

—No tienes por qué preocuparte, debes ya saber de antemano que este pueblo cambia ante cualquier mínima situación. —intento calmarlo, sabía que era muy fácil alterar a Blue. Era muy nervioso, para no decir demasiado.

Asintió con la cabeza en respuesta, quedando su atención en las compras que tenían que terminar al finalizar la tarde. No era nada más adorable que él pequeño arándano cargando un morral más grande que él, lleno pero a menor cantidad de lo que llevaba su hermano mayor de ingredientes.

La plaza repleta de abastos poco a poco se quedaba vacía, los hermanos esqueleto se dirigieron sin mucho retraso por el camino frecuente hacia su hogar. No quedaba a mucha distancia, cosa que era una gran ventaja para ellos debido a que era una zona céntrica, y todo les quedaba relativamente a no menos de 10 cuadras de distancia.

El cielo se oscurecía con rapidez, apareciendo las luces de diversos colores de la urbanización. Las calles estaban extrañamente más vacías de lo costumbre, cosa que notó el menor sin mucho esfuerzo.

—Paps, es raro no ver casi a los humanos o monstruos a esta hora. —el más alto le dio una mirada de reojo, sujetando su segundo cigarro en su mano derecha.

—Te preocupas mucho por pequeñeces, tal vez no están de ánimos para continuar en la calle como nosotros.

El sonido de varios objetos cayendo hizo a Blueberry saltar como un resorte al rostro de su hermano.

—¡¿Quién es?! ¿¡Son ladrones, vienen por nosotros?! —utilizó una zanahoria como arma de defensa señalando aquel callejón dónde provino el ruido.

Sin embargo, lo que apareció fue un gato observándolos con sus ojos verdes lamiendo una de sus patas.

—Cuidado, puede oler el miedo. —sonrió mientras el felino se alejaba despreocupadamente. Por un momento frunció el ceño, tal vez Fell estaba afectando la conducta de su hermano por pasar tanto tiempo con él.

—Lo siento, es que... De alguna manera siento que algo no está bien. —se bajó hasta el suelo, dándole una mordida al vegetal. Paps tosió un poco, continuando su recorrido.

—Y... ¿No sabes la razón?

—No, solamente es como... Si es algo como si ya lo supiera. —eso le preocupo más, estaba consciente que a pesar de la inocencia que poseía Blue, era capaz de percibir ciertas cosas sin ser capaz de entenderlas por completo.

—Tal vez, estás preocupado por alguien o sientes que tienes que hacer algo relacionado con tus amigos.

—Eso creo. —levantó la mirada del suelo, sonriendo. —¡Debe ser eso!

El más alto miró por un momento a sus espaldas, tirando el cigarrillo ya apagado al suelo.

—Hermano, no queda mucho para llegar a nuestro hogar. He olvidado comprar algo, ¿luego llegaré de acuerdo? —acarició la cabeza de su hermano, este le observó hasta que se despareció al cruzar la calle.

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Presentía que estaba algo muy mal, desde hace mucho tiempo que no sentía tal sentimiento en todo su cuerpo como si le estuviera le alertara de algo. Se asomó por aquel callejón donde había aparecido el animal, pegando su cuerpo a la pared para poder acercarse con mayor facilidad.

No quería utilizar su magia si no era necesario, si se encontraba alguien quería evitar que lo viese con tanta facilidad.

Su única fuente de luz era la casi extinguida de lo que quedaba del día, cada vez era más difícil ver lo que se encontraba en lo más profundo. No tenía miedo, simplemente la adrenalina le nublaba los sentidos cada vez más.

El silencio lo inundaba poco a poco, ni siquiera sus pisadas hacían el más mínimo ruido. Sus sospechas fueron disminuyendo mientras más se adentraba, casi desapareciendo hasta al quedar a solo un paso de doblar hacia la derecha escuchó algo.

Una voz, femenina. Casi como un susurro.

Aquello le hizo tensar su cuerpo por completo como acto reflejo, invocó un hueso a sus espaldas colocando una de sus manos apoyada en la pared. Reconoció dos sombras cercanas, se acercó gracias a su magia manteniendo distancia.

No podía reconocer lo que decían, pero la voz masculina estaba forcejeando mientras que la fémina parecía estar gimoteando.

Salió inmediato de su escondite, quedando en blanco al percatarse lo que estaba sucediendo. Una chica estaba encima de un monstruo, teniendo relaciones.

En el momento no se percataron de su presencia, estaba a nada de realizar una fuga ante la situación tan bochornosa. Dio un paso hacia atrás, viendo como sus zapatos se llenaban de un líquido rojo.

La humana volteó rápidamente, haciendo contacto visual con el esqueleto. Sus ojos claramente demostraban que no estaba cuerda, su ropa oscura estaba manchada de ese mismo color. Papyrus reaccionó, dando unos cuantos pasos hacia adelante. Más una extraña magia lo hizo cubrirse haciéndolo retroceder.

Volteo hacia todas las direcciones, sin encontrar nada. Se acercó con rapidez para desatar a la víctima, quien le observaba con desesperación tratando de hablar.

—¿Qué diablos? —finalmente soltó, con su respiración agitada. —¡Quédate quieto, deja de moverte!

—¡Aléjala, aléjala de mí! —repetía, tratando de alejarse. Sin duda le habían inyectado algún tipo de droga.

Suspiró, acariciando la parte de atrás de su cráneo mientras se levantaba y observaba el cielo.

—Tenías razón, hermano.

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