𝑑𝑖́𝑎 𝟤.𝟤

Habían transcurrido exactamente 15 minutos, ni más ni menos. Sin embargo para Fell era lo más parecido a una eternidad. Si las miradas mataran, sin duda la de aquella chica lo hubiera hecho.

Era muy raro en él que se encontrará nervioso, ¿Desde cuándo eso había cambiado? No era por el hecho de que lo estuviera, si no que no aprovechaba una oportunidad servida en bandeja de plata.

Sin embargo, no paso mucho tiempo para que el hermano de Blueberry se percatara del extraño comportamiento del de colmillo de oro. Parecía que estuviera a punto de darle un ataque en cualquier momento. Algo claramente andaba mal.

Aprovechó el momento en el cual Fell dejó uno de los menús sobre una mesa cercana que él estaba atendiendo, caminando unos cuantos pasos para acercarse con disimulo.

—Hey, compañero. Te veo algo tenso. —en respuesta miró como Fell tensaba el cuerpo. —No temas, puedes contarme lo que sea.

En ese momento vio como observaba a su alrededor con recelo.

—E-eh, bueno... La chica de la mesa siete... —balbuceo en un tono bajo de voz, más fue suficiente para que Papyrus lo escuchase. Su mirada se posó sobre la mesa antes mencionada, sorprendiéndose ya que por defecto, la chica no quitaba su mirada sobre ellos.

—Wow, sí que te has ganado la lotería, amigo. —rió un poco para ver a su compañero haciendo una mueca de disgusto. Necesitaba sin duda un cigarrillo después de su turno, no fumaba por el simple hecho de que su hermano menor le regañó de que tenía que dar el ejemplo a los clientes. —No entiendo cuál es el problema. —bromeó.

—¡¿Estás de coña, no?! —gritó, llamando la atención de varios clientes. Papyrus lo miraba divertido, disfrutando como perdía los estribos.

—Heh, vamos, solo era broma. —guiño una cuenca. —Déjamelo a mí, la terminare de atender y podrás quitártela de encima. —dio unas leves palmadas en su hombro para retirarse con la bandeja, dejando a un Fell bastante desconcertado.

A pesar de que lo había tomado como broma, Papyrus cumplió su palabra. Tan pronto cayó el final de la tarde se notaba que estaban un poco cansados por tan atareado día, todos excepto...

—¡Estoy tan emocionado! ¡Mewhehe! ¡Sabía que íbamos a tener más clientes! —daba saltitos de emoción guardando uno que otro mantel en los cajones de la cocina.

—Heh, así es. —respondió Sans mirando por la ventanilla que daba hacía la recepción.

—¿Ocurre algo? Te he notado un poco pensativo. —esperó respuesta de su compañero, que retiró su mirada para verlo.

—No, no es nada. —cerró segundos después la ventanilla para obstaculizar la visión hacia Fell.

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