-«•Día III•»- Durmiendo.

Nunca me imaginé que esto llegara hasta este punto. Hm, pero sinceramente, estoy contento con ello. Los dos estamos en un restaurante que "me fascinó" desde que llegamos y esta vez no siendo unos simples amigos, obviamente ya siendo pareja.

Me da vergüenza, pues los dos estamos caminando y él se me queda viendo fijamente. ¿Qué no puede hacer sus cursilerías en otro momento? ¿Por qué precisamente aquí? ¿Acaso es para molestarme? A mí me da igual la opinión de la gente y que se pudra si piensa algo grotesco sobre mí... o sobre él, pero ¿en serio? Bah, qué importa, solo quiero comer.

Luego de unos minutos, llegamos al tan "esperado" lugar. ¿Cuánto tiempo estuvimos caminando? ¿Qué no a este idiota se le pudo haber ocurrido mejor ir a un restaurante más cerca? Ahora me siento fastidiado por tardar tanto en llegar, sin embargo, no estoy agotado. Además de que Kakarotto estuvo agarrando mi mano por mucho tiempo y me empezó a incomodar.

Frunzo mi ceño al ver que estamos en el restaurante "Bon appétit" y adentro hay gente que se me hace tan vulgar, pura gente que, en mi opinión, no valen la pena para este mundo que de por sí ya está hecha desastre. ¿Y hay gente como esta? Bah, maldita sea, ¿por qué, Kakarotto?, ¿por qué aquí?

Este lugar parecía en un principio comprometedora. ¡El nombre hasta suena atractivo!, ¡y seguramente te imaginas un lugar hermoso y llena de clase con pequeñas plantas verdes y sanas resaltando el establecimiento, un letrero reluciente y brillante, una carpa roja para que se viera de lujo y con gente elegante y vivaz! ¡Todo eso ocurre al contrario en la vida real! ¡¿Qué uno ya no va a poder comer tranquilo?!

     — ¿Vegeta?, ¿te ocurre algo?

     No, ¿cómo crees?

     — Pareces estar enojado. ¿Acaso no te agrada el lugar? Porque a mí sí.

     Lo aborrezco, estúpido, lo detesto.

     — ¿Vegeta?— Me vuelve a preguntar y aquí mi paciencia se va al límite. Lo tomo de la muñeca y sin importarme la gente, lo miro con un rostro lleno de molestia.

     — ¡Kakarotto!— Le grito para que él prosiga a mirarme con terror y con sus ojos bien abiertos—  ¡¿Cómo rayos se te ocurre venir aquí?! ¡¿Qué no sabes que odio este tipo de lugares?!— Ahora cierra sus ojos y mi enojo está hecho complot.

     — ¡V-Vegeta! ¡Tranquilízate, por favor!— De eso, se zafa de mi agarre un poco brusco, porque lo agarré fuertemente y lleva sus manos cerca de su cara como defensa propia, pero me sigue viendo con miedo; sabe cómo me pongo— ¡Pues quise traerte aquí porque ya he venido y la comida sabe muy bien!

     — ¡¿EN SERIO CREES QUE ESO SE VE BIEN?!, ¡¿eh?!— Le señalo con mi mano derecha, estirando mi dedo índice, las mesas en donde hay gente comiendo y él los ve.

— ¡Sé que el lugar no parece tener esperanzas, pero te aseguro que la comida es magnífica!— Poco a poco lleva sus manos hacia abajo y con su mano izquierda toma la mía. Me ve con ojos más tranquilos y yo me voy calmando— No deberías juzgar por lo primero que ves, Vegeta...

Escuché un autentico: "¡Ay!" lleno de miedo al sentir que me moví con rudeza; suelta mi mano al pensar que me volví a enojar. Las cosas no son así, puesto que miro al restaurante y a la gente tan "simpática" para reflexionar sobre si comer ahí.

Agh, en parte tiene razón sobre lo de criticar un lugar el cual ni de broma conozco.

     — ¿Dices que la comida está rica?— Me asiente con susto, nuevamente y sonriendo bobamente— Bien, veamos qué tal está.— Trato de decir sin interés y me sale, pero me muero con poder comer y pues ahora me da curiosidad saber qué tal está; espero que sea correcto lo que dice.

Te mato si no es así, Kakarotto.

Fue lo que pensé al introducirnos a ese sitio el cual, al entrar, es un espacio muy estrecho; punto malo para este asqueroso lugar. Miro a Kakarotto y mira al frente completamente nervioso; creo que tiene esperanzas de que me agrade este sitio; no creo que vaya ser así. La gente nos empieza a mirar y yo les lanzo una ojeada penetrante y así dejan de molestar.

¿Qué tanto nos ve la gente? Parece ser por cómo estamos vestidos. Yo llevo una camisa azulada de tono fuerte y con un par de botones negros, algo sencillo, y unos pantalones que me llegan hasta los tobillos con un color amarillo mostaza y sobresaliente. Y mientras que mi acompañante, tiene puesto una camisa naranja con pequeños triángulos casi cafés y un pantalón del mismo color que mi prenda superior; también muy destacado.

     — ¿Dónde te quieres sentar?— Pregunta Kakarotto interrumpiendo mis pensamientos.

     — Hm.— Expreso para girar mi cabeza para observar el lugar y aparentemente me da lo mismo ya que la gente se ve igual de fastidiosa en todos los aspectos— Donde gustes.— Digo cruzando mis brazos y soltando un pequeño y casi desapercibido suspiro.

     Él camina unos cuantos pasos más llegando a una mesa pequeña, diseñado para sólo 2 personas, y por lo visto, muy apartado de los demás en una de las esquinas del restaurante; hasta que por fin hace algo que me agrade aquí. Aunque mi felicidad no dura mucho cuando veo que se sientan a lado de nuestra mesa 2 sujetos; genial.

     — ¿Dónde te sientas?— Me pregunta sonriendo tiernamente y mostrando sus dientes resaltándonos. Yo señalo la silla que está pegada a la esquina y él se dirige ahí para empujar la mesa, ¿qué cree que hace?

     — ¿Qué estás haciendo?— Lo interrogo con extrañeza; Kakarotto me voltea a ver.

     — Vi que la mesa está muy pegada a tu silla y decidí ayudarte para que te sientas cómodo.— Me sonríe otra vez; rodeo mis ojos y niego con mi cabeza.

     — Pues era mejor que me lo dijeras. Yo lo pude a ver hecho, así que quítate.— Camino a su lado y él deja de interponer en mi camino. Agarro la mesa y la recorro un poco enfrente— Listo.— Digo frotando mis manos con estas mismas para sacudir el polvo que tiene la mesa; es aquel polvo que hay a veces en la madera.

     Nos sentamos y justo en ese instante, llega un mesero a pedir la orden a lo cual Kakarotto responde que regrese un poco después ya que no hemos decidido qué comer, bueno, ni siquiera hemos visto el menú; este se va.

     — ¿Qué vas a pedir, Vegeta?— Me mira unos instantes para bajar nuevamente su mirada a la carta.

     — Ay, la verdad no sé.— Contesto con mi típico tono de voz; todo se ve tan exquisito— Quiero pedir muchas cosas.

     — Sinceramente, yo también, ja, ja.— Hace su típica risa— Pide todo lo que quieras porque yo lo pagaré.— Recarga su mano derecha en su nuca y también recarga su codo a la mesa.

     — Ja, como gustes.— Sonrío de lado. Aprovecharé esta petición.

     — Y tú que decías que no querías venir y que todo se veía horrendo.— Nuevamente ríe y cierra sus ojos en ese acto.

     — Tks, pues cambié de opinión.— Me cruzo los brazos como anteriormente, estiro mi pierna cerca a la de mi pareja y recargo mi pie en la base delicada de la mesa.

     — Oye, Vegeta, ten cuidado con esa mesa.— Sigue con su mano igual— Me di cuenta que esta mesa se puede caer en cualquier momento.

     — Sí, yo también ya me di cuenta.— Pateo la base de la mesa para comprobar nuestras ideas ¡y casi se cae!, pero en un acto reflejo la sujeto antes de que caiga por completo— Agh, estuvo cerca.

     — ¡Lo sé! Por eso hay que tener cuidado, ¡además no quiero pagar la mesa por los daños!— Como por milésima vez se carcajea unos segundos.

     — Y si lo tiras tú, igualmente lo pagas, ¿cierto?— Me burlo.

     — No, en ese caso tú lo pagarías.

     — ¡¿Qué?!, ¡¿y por qué yo?! ¡Tú fuiste el que dijo que pagaría!

     — ¡Sí, pero en ese caso pues no!, ¡yo solo dije que la comida!

     — ¡Idiota!— Contraataco— ¡Tú tendrías que pagar porque tú harías los daños!— Le grito un poco más fuerte— ¡Además no tengo dinero!

     — ¡Ay, Vegeta!— Se queja— ¡Creí que sí traías dinero!— Exclama un poco alterado y me mira con el ceño un poco fruncido.

     — ¡MEJOR DEJEMOS DE DISCUTIR ESTO SABIENDO QUE ESO NO OCURRIRÁ!— Me molesto un poco por la discusión, en mi opinión, ridícula; mas parece que todavía no quiere quedarse callado.

     — ¡Bueno, pero por si pasara...!— Fue interrumpido por alguien y ese no fui yo.

     — ¡Ay, ya cállense ustedes dos!— Nos grita una señora con un poco de sobrepeso y es de las personas que se sentaron a mi izquierda— ¡Dejen de gritar que no me dejan comer!

— P-Perdón...— Se disculpa mi acompañante con nerviosismo; pero yo no me voy a quedar callado.

— ¿Qué dijiste?— Le pregunto con un notorio enojo y elevo mi voz.

— ¡Que ya se callen!

— ¡A mí no me vas a callar!— Cierro mis ojos mientras aparece una vena en mi amplia frente. ¡¿Cómo se atreve?!

— Vegeta...

— ¡Pues déjenme comer tranquila!

— ¡A mí no me interesa en lo absoluto, así que mejor cállate tú!

— ¡Vegeta, tranquilo!— Se levanta de su asiento para dirigirse hacia mí, sin embargo, lo aparto un poco brusco cuando me toca el brazo.

— ¡Tú no te metas!— Le alzo ahora la voz a Kakarotto— ¡Déjame humillar a esa bastarda!

— ¡¿Bastarda?! ¡Bastardo tú, idiota!— Me agrede y luego hace una sonrisa odiosa, mientras quien lo acompaña se queda en silencio y tan solo observándonos— ¡Mejor deja de gritarle a medio mundo!, pues se nota en tu rostro lo horrible que es tu actitud. ¡Hasta tu amigo sabe lo odioso que eres!

— ¡Oye!— Ahora grita él con un rostro ahora muy molesto— ¡No insultes a Vegeta!— Responde con un tono serio y con una pizca de determinación; ahora, él es el que parece que se va a lanzar sobre ella.

— ¡Yo me encargo de esto, no te metas!— De eso, me levanto de mi silla y lo aparto nuevamente, poniéndome frente— ¿Eh?— Expreso cuando él me empuja con su brazo y se pone ahora él adelante.

— ¡¿Y quién diría que son un par de jotos?!— Igualmente imita nuestra acción al levantarse de su silla aunque ya no está contenta, al contrario.

— ¡Ahora sí me las pagarás!— Golpeo con furia la mesa y me dirijo a esa maldita mujer, ¡ahora sí aprenderá a cerrar la boca! ¡Estoy demasiado enojado!

     Pero sin darme cuenta tiré algo con mi brazo cuando lo estiré y cuando caminé en dirección a la gorda. Sólo escuché a Kakarotto gritar mi nombre para que le siguiera un sonido tremendamente potente y junto con el sonido singular de algo de vidrio romperse en muchos pedazos. Volteo a ver un poco aterrado y nervioso.

     — ¡MALDITA SEA!

{...}

     ¡Esto es inaudito!, ¡INAUDITO! Ahora mismo ya estamos por fin en nuestro hogar y yo muriendo del sueño, pero, ¡NO PUEDO RELAJARME! ¡ESA MUJER!, ¡¿cómo se atrevió la muy maldita?! ¡Me dan ganas de romperle esa estúpida cara regordeta!

¡Y lo peor de todo de este maldito día!: ¡SÍ OCURRIÓ LO DE LA MESA!, ¡ese tremendo golpe que se escuchó fue eso caerse y también el florero de vidrio!, ¡JUNTO CON LA BASE DE LA MESA TOTALMENTE QUEBRANTADA! ¡¿CUÁNTO TUVIMOS QUE PAGAR?! ¡NADA MÁS Y NADA MENOS QUE EL TRIPLE DE LO QUE ÍBAMOS A PAGAR!, ¡bueno, él!

     — Vegeta, ya tranquilízate, por favor.— Me toca del hombro izquierdo mientras ve que aprieto con mucha fuerza los cojines del sillón.

¡Qué no me diga que hacer!

¡Luego de ese momento vergonzoso llegaron los encargados del local junto con el mesero que había ido hace rato!, ¡Y NOS CULPARON DE CAUSAR DESORDEN PÚBLICO EN EL ESTÚPIDO LUGAR POR NUESTRA INCOMPETENCIA Y SÓLO A NOSOTROS DOS! ¡Y después nos dejaron seguir ahí si pagábamos los daños hechos; Kakarotto aceptó y comimos en el suelo mientras la jodida mujer nos veía con burla!, ¡LA MUY IMBÉCIL SE BURLABA EN NUESTRAS CARAS Y NOSOTROS PAGANDO TODO CUANDO ELLA TAMBIÉN EMPEZÓ!

— ¡Ya basta, Vegeta, lo vas a romper!— Se sienta a mi lado y me arrebata los cojines pasando su mano por mi cuello— ¡No es para tanto!, ya lo habíamos dicho.

— ¡Pero no puedo evitarlo!, ¡¿cómo se atreve?!— Bajo un poco el volumen de mi voz y me cruzo de brazos mirando la puerta de la entrada— Tuviste que pagar todo, maldita sea...— Susurro molesto.

— Ay, eso es lo de menos.— Me regala una sonrisa corta de lado— No me importa tanto, aunque esa señora se pasó un poco.

— ¿Un poco?— Hago énfasis en la última palabra, todavía sin observarlo.

— Si analizas bien la situación...— Se queda en silencio por unos instantes. Ahí es cuando me giro para verlo y veo que pasa su mano por su nuca; parece nervioso— No te alteres, sin embargo, fue... tu culpa.— Ve que en mi cara, mis ojos se abren más mostrando que tal vez reaccionaría mal— ¡Solamente una pequeña parte!— "Corrige".

— ¿Me temes?— Pregunto con ironía. Ya sé que sí— Bah, a lo mejor tienes razón. Es que no me puedo quedar callado.— Ahora lo miro con totalidad.

— Entonces no debiste haber reclamado. Únicamente hubieras dicho lo mismo que yo y ya.— Se acuesta en el sillón. Me deja espacio suficiente para que al menos la mitad de mi cuerpo se pueda acostar.

— El "hubiera" no existe; ni modo.— Me acuesto igualmente— A la próxima lo hago.— Comento ya calmado y sin darle tanta importancia. Sé que no será la última vez; él lo sabe.

Es una posición bastante extraña. Kakarotto está en el lado derecho del sofá con sus manos acomodadas en su rebelde cabello; su cabeza inclinado hacia el techo, parece estar pensando y eso me da una vista aceptable de su barbilla; sus piernas están levemente comprimidos dejando a mis ojos sus estorbosas rodillas y sus pies, sin estar desnudos, rozando mis piernas. Yo, en cambio, estoy acostado con la mitad del cuerpo, de la cabeza hasta mi cintura; mis piernas las estiro dejándolas sobre las rodillas de él y yo me dedico a barrerlo con mis ojos a punto de cerrarse.

Me quedo, prácticamente, embobado viéndolo reposar. Al parecer se está durmiendo; yo estoy en las mismas condiciones. De pronto, siento la yema de sus dedos tocar las mías de mi mano derecha. Me dejo en esa agradable, mas no totalmente cómoda.

Mis ojos los siento pesados y los cierro poco a poco, hasta que en cierto punto, los dejo caer en absoluto encima de mis párpados y abajo de estos, decoran mis ojeras. Cuatro malditas horas en ese lugar me agotó y me siento ahora contento de estar durmiendo con aquel idiota.

     Mi idiota.

Fue corregido el 15/10/20.

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