Día 29: Algo dulce (Gesto)
Aquel día, los felizmente casados, se encontraban sentados en el sofá de su casa mirando una película romántica, cubiertos con una manta y bebiendo chocolate caliente. Alter soltó un suspiro cuando los protagonistas de la película finalmente se besaron. Recostó su cabeza sobre el hombro de Geno y este pasó su brazo alrededor suyo para acercarlo más a su cuerpo.
—Me encanta cuando podemos pasar una noche tranquila así, solo tú y yo. — Comentó Geno en voz baja. Alter sonrió y besó suavemente la frente de su amado esposo.
Amaba esos momentos de calma junto a él, sin nada que los distrajera de disfrutar la compañía del otro. De pronto, la pantalla mostró a los personajes principales bailando un vals lleno de romanticismo al compás de una delicada melodía. Alter tuvo una idea. Le quitó la taza de chocolate a Geno y la colocó junto a la suya en la mesita de centro.
—¿Bailamos? — Preguntó poniéndose de pie y extendiéndole una mano a Geno en una galante invitación. Geno soltó una risita, pero aceptó encantado.
Así fue como entrelazaron sus dedos y comenzaron a moverse al ritmo de la música de la película. Giraron con gracia por la sala, esquivando los muebles. Alter recostó la cabeza sobre el hombro del de bufanda y cerró los ojos, dejándose guiar por él. La calidez del cuerpo de su esposo y el lento vaivén al bailar lo llenaban de una exquisita paz.
En un impulso, Geno lo hizo girar suavemente para luego inclinarlo como en esas escenas de película. Aquello hizo que su amado soltara una carcajada, sintiéndose como el protagonista de su propia historia de amor. Cuando la canción llegó a su fin, Geno lo atrajo nuevamente hacia sí y depositó un tierno beso. Aquello hace que Alter rodee su cuello con sus brazos para profundizar el contacto.
—Te amo, Geno... Gracias por hacerme el monstruo más feliz. — Susurró Alter con la frente apoyada contra la de él cuando se separaron. Aquel de un ojo sintió que se derretía por dentro ante esas dulces palabras.
—Yo también te amo, Alter... Muchísimo. — Respondió con la voz teñida de emoción. Permanecieron abrazados en medio de la sala por unos instantes más, balanceándose lentamente, aunque ya no sonaba música alguna.
Luego Alter lo tomó de la mano para volver al sofá y reanudar la película, pero Geno ya no le prestaba atención. Su mente y su alma estaban puestas en ese maravilloso monstruo que tanto amaba y que lograba llenar sus días de dicha con pequeños gestos llenos de romance como aquel baile improvisado.
Sabía que mientras estuvieran juntos, su amor los mantendría cálidos incluso en las noches más frías.
Y eso era lo único que importaba.
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