Todo había comenzado con un simple malentendido.

Alter estaba muy ocupado últimamente con sus responsabilidades como guardián y no había podido ver tanto a Geno como de costumbre, además de estar siguiendo el curso de su universo alterno, era complicado, en especial porque recordaba los viejos tiempos con su hermano. El de bufanda lo extrañaba, pero cuando intentó decirle, Alter respondió distraídamente que luego hablarían. Eso hirió sus sentimientos, después de todo, normalmente era el de túnica quien siempre mostraba mas interés y atención, aquello hizo que creyera que ya no lo valoraba como antes.

Fue entonces que Geno dejó de buscar a Alter, en parte porque el de bufanda queria darle su espacio, y también porque estaba algo dolido, asi que esperaría que su pareja diera el paso.

Pasaron dos días sin verse ni hablarse, cada uno creyendo que el otro no quería saber nada. Era su primera discusión y ninguno sabía bien cómo manejarla. Alter se sentía perdido sin la dulce presencia de Geno. Extrañaba sus bromas, sus abrazos, su risa contagiosa, no entendía por qué no fue a verlo.

Todo se sentía más vacío y frío sin él.

Geno tampoco la estaba pasando bien. Se reprochaba haber reaccionado de forma exagerada, alejando a la persona que más amaba con sus inseguridades, pensando que quizás todo lo había inventado y obviamente el de túnica no lo deseaba lejos. Quería arreglar las cosas, pero no se atrevía a dar el primer paso.

¿Qué podrían hacer? Bueno, de cierta forma cada quien fue por su parte a buscar apoyo. Con Alter, el pudo charlar con Cross y Lust, que en realidad no es que sean muy buenos en el tema, pero era mucho mejor que las opciones de amistad de Geno, contando que Ink no tiene alma, Error apenas soporta a las personas y Fell no es muy romántico que digamos.

Pero de alguna u otra manera, pudieron notarlo. Tenían que ser honestos sobre sus sentimientos y no dejar que el orgullo arruinara su relación. Así que un día Alter apareció tímidamente en la puerta de la casa de Geno, con flores y una caja de chocolates. Antes de que pudiera hablar, Geno se le echó encima en un fuerte abrazo.

—¡Te extrañé tantísimo, lo siento! —Insistió Geno, aferrándose a el. No quería perder lo único bueno en su gris vida, y no es que sus amigos sean malos pero... ya saben.

—Yo también te extrañé un montón, perdóname tú a mi...—Pide sintiendo las lagrimas salir de sus cuencas, correspondiendo al abrazo.

Luego de aquella llegada, Geno le deja pasar, sentándose con algo de distancia para luego volver a aferrarse en un abrazo cálido al otro, conversando para decir sus puntos de vista y disculparse.

—¿Entonces pensaste que te evitaba? —Pregunta Alter, riendo avergonzado. —Lo siento, ni siquiera me di cuenta de eso...—

—Está bien, tontito. Al menos ya me di cuenta que ambos somos igual de terribles para esto. —

Ambos ríen, sintiéndose mucho mejor ahora que ese malentendido comenzaba a arreglarse.

—No quiero que nos peleemos nunca más por no decir lo que sentimos. —Dijo Alter con cariño, tomándole de las manos y acariciándole.

—Tienes razón, de ahora en más vamos a comunicarnos mejor. —Promete Geno, besando las manos de su amante.

Al menos aprendieron su lección.

Sabían que no sería la última discusión, pero ahora tenían las herramientas para reconciliarse sanamente. Lo más importante era no dar al otro por sentado y expresar siempre su amor y preocupación. Esa noche, abrazados viendo películas y comiendo los chocolates de Alter, se sentían más unidos que nunca. Las nubes de la pelea se habían disipado, y su vínculo brillaba con luz propia una vez más.