Día 17: Abrazos y mimos

Es imposible ser felices todo el tiempo, para Geno era una realidad, en especial en su universo. A veces, la nostalgia y el dolor llegaban, invadiéndole sin piedad, dolía. Recordar era doloroso, añorar algo que ya no existía, no haber podido hacer nada.

Todo se había desvanecido, dejando solo vestigios en su memoria. Se sentó junto a la ventana, contemplando la nada. Gruesas lágrimas brotaron de su ojo y resbalaron por sus mejillas. Se abrazó a sí mismo buscando consuelo, pero el frío de la soledad calaba sus huesos. Fue así como lo encontró Alter.

No era habitual que el de túnica fuese a verlo, después de todo, no era el mejor de los universos. Quizás Geno se sumió tanto en su dolor que dejó que el tiempo pasara tan rápido, olvidando por completo que iría a donde su adorable pareja, pero ahora mismo solo había dolor y melancolía.

Las palabras podían llegar a estar de más, y así fue como, sin decir palabra, se acercó y lo abrazó fuertemente por la espalda. Geno se estremeció al sentir el calor de su tacto reconfortante.

—No estés triste, mi amor. Sé que es duro, pero ya no estás solo. —Susurró Alter, depositando un tierno beso en su cráneo, palabras dedicadas específicamente para él, como si supiera exactamente la razón de su sufrir.

Geno se giró para verlo a los ojos, tan llenos de afecto y compasión, algo que sentía no merecer.

—Lo siento, no puedo evitar extrañarlos, era mi vida... Hubo tanto que dejé inconcluso. — Musitó con voz quebrada. Las lágrimas volvieron a brotar, deslizándose por su rostro atormentado. Alter las limpió suavemente con sus pulgares, para luego besar su frente.

—Shhh... Está bien llorar por los que amaste. Yo entiendo tu dolor, también hubo mucho que dejé atrás. — Dijo acariciando sus mejillas con dulzura. —Pero ahora estamos juntos y puedo curar tus heridas, amor mío. —Rodeó a Geno entre sus brazos, meciéndolo con cuidado, como si temiera que se fuera a romper. Se aferró a él, buscando protección en su calor, mientras sollozaba quedamente. Permanecieron así por largo tiempo, sus almas fundiéndose en un abrazo sanador. Cuando al fin las lágrimas se secaron, Alter tomó el rostro del de bufanda entre sus manos y juntó sus frentes.

—Eres la luz que ilumina mi vida ahora. Contigo a mi lado, sé que puedo ser feliz de nuevo... Y tu también puedes. —Susurró Alter.

Geno asiente en silencio, su amado tenía razón, tan considerado, tan mimoso y lindo. Lo amaba tanto y se sentía tan agradecido por tener tan buena suerte de tenerlo en su vida.

—Y tú eres mi esperanza, Alter. —

Un beso fue suficiente agradecimiento y suficiente palabra, no estaban solos, ya no.

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