Día 11: Ramo de flores.
Era un día gris y Alter se sentía melancólico. Estaba recordando con tristeza a las jóvenes almas humanas que no había podido proteger en su universo alterno. Se sentía como un fracaso por no haber sido lo suficientemente fuerte, por no poder evitar que la historia siguiese su curso.
De pronto, escuchó que alguien tocaba la puerta. Era Geno, que había ido a visitarlo como casi todos los días, y no es que el de túnica no quisiera verlo, de hecho si lo deseaba, la compañía de su pareja era algo que lograría al menos sentirse acompañado, sin embargo, no quería molestar al de bufanda.
Tan pronto como Geno logró ver la cara larga de Alter, se dio cuenta que algo andaba mal.
—Hey, ¿estás bien? Te noto algo decaído. —Preguntó Geno con preocupación. Alter suspiró y le explicó que estaba pensando en su pasado, en esos niños que no pudo salvar. No fue tan difícil para el de bufanda entender aquello, simplemente suspiró y quiso reconfortarlo.
—Oye, olvidé traer algo, regreso en un momento ¿Sí? —Dijo Geno de repente. Su pareja asintió confundido, sin saber qué se le pudo haber olvidado, quedándose solo en el sofá, cubriéndose con una manta.
Unos minutos después, Geno volvió con las manos escondidas en su espalda.
—Cierra los ojos. —Fue la petición que hizo el de bufanda roja a su melancólico novio. Alter obedeció sin quejarse, cerrando los ojos expectantes y algo confundido por la situación.
De pronto sintió que Geno ponía algo en sus manos. Cuando abrió los ojos, vio un hermoso ramo de flores amarillas.
—Pensé que esto podría alegrarte. —Dijo Geno con una sonrisa. Aquello logró conmoverlo tanto que simplemente dejó el ramo en el sofá y abrazó a su novio, sintiéndose tan suertudo por tener a alguien tan amable.
—Gracias cariño, realmente me alegraste el día. —
—Sabes que haría lo que sea por ti, Alter. No estés triste por el pasado. Lo que importa es que ahora estás aquí, y harás mucho bien en este mundo, sé eso porque te conozco... Y eres realmente amable, fuerte e increíble. —
Alter asintió, sintiéndose mucho mejor. Pasaron el resto del día juntos, conversando y riendo. Geno logró distraerlo del pesar con chistes, caricias y palabras cariñosas. Cuando llegó la noche, Alter se sentía renovado.
—Eres el mejor novio que podría tener. Gracias por apoyarme y saber siempre cómo alegrarme... Realmente te debo tanto, mi lindo gruñón. —
—Bueno, ya sabes que te amo, mi adorable llorón. —
Realmente se sentía suertudo por tan buena compañía, él era todo lo que necesitaba.
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