Confusión.

—Un abogado... eh.... Braun, no ha dejado de llamarte —Petra le pasó una hoja con el recado que el abogado había dejado—, dijo que es urgente que te pongas en contacto con él.

Levi se masajeó las sienes y cerró los ojos, había estado evitando todo eso por casi un mes pero finalmente debía enfrentarlo, como había dicho Hanji. Miró a su secretaria, quien esperaba paciente por instrucciones suyas. Intercambiaron una larga mirada como si ella le dijera en silencio que debía aceptar esas llamadas de una vez y él tratara de negarse de cualquier forma posible. Estaba cansado, no podía dormir y no tenía ganas de sentarse frente a Zeke por una hora para escuchar un papel del que no tenía interés alguno.

Se pasó una mano por la nuca haciendo una mueca y soltó un bufido, lleno de cansancio.

— ¿Te dio su número?

—Está en la línea.

Frunció la nariz y asintió, estirando la mano para alzar la bocina, pegándosela a la oreja... incluso entonces tardó un poco en contestar.

—Ackerman.

Señor Ackerman, buenas tardes —la voz del otro lado sonaba cansada, tal vez por todas las veces que había tratado de localizarlo—, soy Reiner Braun, el abogado a cargo de la lectura del testamento de Eren Jaeger.

—La verdad no estoy interesado en asistir.

Lamento mucho tener que decir esto, pero debe de hacerlo, el señor Jaeger lo dejó como una de las condiciones para que el documento fuera leído —hubo silencio, el abogado lo interpretó como un permiso para seguir hablando—, si pudiera decirme cuando tiene tiempo para reunirnos y así le avise a...

—Yo no... —le interrumpió, antes de que el nudo en su garganta le hiciera imposible hablar—, no tengo mucho tiempo pronto pero tal vez pueda llamarme luego de leerlo... así no le hago perder más tiempo.

Por favor señor Ackerman, si puede hoy mismo sería ideal, el señor Zeke ha estado insistiendo bastante.

— ¿Hoy?

Sólo será una hora, se lo aseguro.

Suspiró y miró el reloj, su salida para comer sería pronto y la sola idea le puso ansioso.

—Está bien, le veo en media hora, ¿a dónde?

Le indicó la dirección sin prisas y Levi anotó sin muchas ganas, luego colgó comenzando a jugar con la pluma entre sus manos, observando su letra sin poner real atención. Recargó la barbilla en su mano, dejando escapar un gran suspiro de cansancio, necesitaba dormir bien.

— ¿Levi?

Alzó la vista encontrándose de nuevo con Petra, quien al parecer no se había movido de su lugar desde que había contestado la llamada. De repente no supo que decir, ¿lo había visto casi quebrarse al teléfono?

— ¿Está todo bien?

—No, no lo está —admitió, agradeciendo entonces que Hanji le guardara el secreto pero al final tendría que dar explicaciones.

— ¿Necesitas...?

—No, Petra, ahora no —se puso de pie y comenzó a guardar sus cosas—, iré a avisarle a Pixis que nos tomaremos la tarde, puedes ir a casa.

—Levi.

—Si Hanji pregunta... dile que no sabes nada.

La mujer vió a su jefe salir, completamente confundida, no sabía nada, Hanji y Levi no parecían querer explicarle lo que pasaba y los demás estaban igual de contrariados que ella. ¿Qué podía ser tan grave?

Cerró los ojos y observó los papeles en sus manos, Zeke se había enfurecido de la peor manera y salió del lugar con pasos apresurados. En la oficina sólo quedaban él y el abogado, mientras parecía incrédulo ante la noticia y todo lo que ahora era suyo. Una casa en la playa, el departamento donde vivió antes de entrar y salir de hospitales, el seguro de Eren que tenía muchos signos de dólares y un vehículo que tal vez jamás usaría. Reiner le había entregado los papeles y las llaves de todo lo que le pertenecía, mientras él parecía incapaz de comprenderlo aún, Zeke había recibido la total adquisición de las cosas que Grisha le había dejado a ambos y al parecer estaba deseando el resto de las propiedades.

Levi nunca pensó que Eren le consideraría para algo como eso, cuando habían terminado creyó que estaría tan enojado... ahora le dolía cada palabra hiriente que le había dicho y estaba comenzando a desear intercambiar todo eso por cinco minutos con Eren, incluso si cinco no eran suficientes.

—Hay una condición para que usted pueda conservar todo esto.

Alzó la mirada, los papeles en sus manos temblaban y casi le exigió que se lo dijera para rechazarlo todo.

—Tiene que aceptar la custodia de Sigyn Jaeger.

— ¿Sigyn? —preguntó irremediablemente.

—La hija del señor Jaeger.

— ¿Su... hija?

El abogado asintió rebuscó en su portafolio los papeles que le faltaba por entregar.

—Actualmente está en un internado en Paris, tiene catorce años y si usted acepta su custodia... se avisará al internado para que ella vuelva.

— ¿Ella aún no sabe que su padre murió?

—Lo sabe —asintió una vez, cerrando su carpeta en silencio—, yo mismo la llamé.

Tomo aire, lo dejo salir con la frustración notoria en su forma de respirar y dejó los papeles sobre el escritorio, estaba por tener una crisis nerviosa... ¿por qué Eren no se había molestado en decirle nada? ¿Cómo era eso que tenía una hija de doce años? ¡Él sólo tenía veinticinco años, joder!

—No sé si pueda...

—Dese una oportunidad, señor Ackerman, Servicio Social lo pondrá a prueba por un mes y si ve que no está cómodo, podemos hablar con el estado y arreglar que la custodia pase a manos de Zeke Jaeger o que ella vaya a un orfanato.

Eso estaba aún más jodido, para ella estar con un tío que no parecía tener el mínimo interés o ir al sistema donde podía perderse fácilmente... ¿era lo suficientemente egoísta como para dejar que una inocente sufriera todo eso?, él sabía bien, por haberlo vivido en carne propia, que rodar de un hogar a otro era lo peor.

—Está bien, ¿ella cuándo llegaría?

—En cuanto esté instalado en su nuevo departamento.

Sus labios se volvieron una línea, asintió una y mil veces, cerrando los ojos para hacerse a la idea... pero por más que lo intentó, su cerebro y todo su ser rechazaba esas cosas. Deseó que Eren volviera.

El departamento era más bien un loft, era enorme, estaba lleno de las posesiones de su ex y... olía a manzanas y canela justo como él. Entrar a ese lugar sólo provoco que le picara la nariz y el permanente nudo en su garganta se apretara aún más, fue peor cuando se recostó en la cama y el aroma en la almohada le inundó por completo. Recordaba vagamente a su madre decirle que llorar era terapéutico, pero él se sentía peor y peor cuando se permitía hacerlo, jamás le había dolido tanto perder a alguien, obviamente no era la primera vez pero Eren era especial, no sólo había sido el amor de su vida, también era la persona que lo había marcado, que era difícil de olvidar, que le había hecho experimentar cosas nuevas y que le había dado fortaleza cuando nadie más pudo.
Joder, se estaba matando en recuerdos, en remordimientos y en escenarios que jamás sucederían, no dejaba de desear haberle besado en cuanto le vió.

Sigyn llegaría esa misma tarde y debía recogerla en la estación de tren, le había pedido a Hanji que le acompañara porque se sentía terriblemente nervioso, era horrible con los niños, ¿en qué momento Eren había pensado que era buena idea dejarlo a cargo de su hija? ¿Por qué a él? ¿Por qué no a la madre de la niña? Tenía tantas preguntas rondando su cabeza desde que él se había ido y no parecía poder encontrar una respuesta que le hiciera sentir satisfecho.

—Relaja esa cara Levi Love —Hanji le dio un codazo, haciendo que volviera de su ensueño—, vas a asustar a la pequeña.

—Se asustará de cualquier manera —refunfuño, apretando el vaso en su mano—, no soy la persona más agradable del mundo.

— ¿Por qué piensas que Eren te haya escogido?

—La verdad no estoy seguro —tragó saliva y jugó con la tapa del termo que alguna vez fue de Eren, se estaba matando con esos pequeños pensamientos—, pero he pensado que quería asegurarse que todo lo que tenía fuera para ella... Zeke parecía demasiado interesado en todo.

— ¿Entonces sólo eres su albacea pero sin decirlo abiertamente?

—En pocas palabras.

—Y... —Hanji guardó las manos en las bolsas de su pantalón—, ¿has pensado por qué no te dijo que tenía una hija?

—He pensado muchas cosas, pero las edades no me cuadran así que no hay otra explicación más que es adoptada.

—Que suertuda —sonrió, bebiendo de su frappe, parecía nostálgica—. Eren siempre quiso una familia.

Esbozó una pequeña sonrisa y observó el reloj digital en la pared, finalmente era la hora de llegada y por primera vez en días se sintió nervioso, se preguntó si ella se parecería a él de alguna manera, si estaría enfadada porque tendría que quedarse con un desconocido, si estaba temerosa o rebelde, tal vez exigía irse con su tío y... no la culpaba, la verdad.

Sus palmas sudaron, jamás se había puesto tan nervioso por conocer a alguien y menos a una mocosa de catorce años, sonaba absurdo. Hanji parloteó a su lado sobre algo que no entendió por su falta de atención y la vió agitar la pequeña pancarta con el nombre de la niña en cuanto los pasajeros comenzaron a bajar del tren. Fue entonces que la vió.

Llevaba una mochila al hombro y jalaba una maleta negra grande, parecía pesada, tenía la piel muy pálida y los ojos más azules que había visto en su vida, su cabello era castaño y ondulado, estimaba que era un poco más baja que él pero seguramente crecería horrores. La nariz y los pómulos de Sigyn estaban cubiertos de pecas y tenía sus pálidos labios algo resecos, podía notar unas ojeras enormes bajo el azul brillante y estaba seguro que sus ojos estaban hinchados, seguramente del llanto.

Se detuvo a pocos pasos de ellos, parecía dudar entre hablar primero o esperar a que dijeran algo, bajó la cabeza y soltó su maleta, guardando las manos en los bolsillos de su chamarra.

—Supongo que tú eres Levi Ackerman.

Asintió una vez y le tendió una mano.

—Y tú Sigyn.

Ella también asintió, sacando su mano del bolsillo con prisa para estrechar la del mayor.

—Ella es Hanji, es mi amiga —presentó a la mujer que había dejado el cartel caer al suelo.

—Hola —murmuró tímida la menor.

—Eres preciosa —fue lo primero que dijo la mayor, acortando la distancia para abrazarla con algo de fuerza—, y tu nombre es muy bonito, ¿sabes su significado?

—Sí, Eren me explicó —respondió, entre sorprendida e incómoda por el abrazo repentino.

—Hanji, no te pongas pesada.

—Oh, enano —liberó a Sigyn del abrazo a medias, rodeando los hombros de la niña—, llevas dos minutos como padre y ya te salió lo protector.

—Hanji —frunció el ceño, sintiéndose más incómodo por su comentario, quería decir que se arrepentía de llevarla... pero la verdad no.

—Ya, ya, lo siento —soltó a la niña y se adelantó a tomar la maleta—. ¿Por qué no vamos a cenar y nos conocemos un poquito más? Yo invito.

—Pero vas a pagar, ¿no? —arqueó una ceja, tratando de llevar las cosas con calma—, la última vez me invitaste y pague yo.

—Te invité a entrar, enano, tú entendiste lo que quisiste.

Sigyn esbozó una pequeña sonrisa, vio a los ojos a su nuevo tutor y le siguió tras un leve movimiento de cabeza indicándole el camino.

*Sigyn era una diosa nórdica, esposa de Loki y madre de Narvi y Vali, etimológicamente en nórdico antiguo su nombre significa amiga de la victoria

Hey y'all!

Casi exactamente una semana después aquí estoy con este pequeño cap que espero les guste, tengo insomnio, asi que mejor aprovechar, verdad? Cx

Mil gracias por leer, votar y comentar!
Lof, smooches y galletitas

Rae Septoxic

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