Day #4: Pelea

—Ni en broma.

—¡Nunca hacemos lo que yo quiero!

—Sabes que eso no es verdad.

—¡Sí que lo es! —acusó—. ¡Eres un amargado! ¡A-mar-ga-do!

—Giotto, de verdad que no...

—¿Es porque estás con esa? ¿Es eso? —preguntó, y Alaude rodó los ojos—. ¡Lo admites! ¡Infeliz!

—Que no estoy con nadie, Giotto. Simplemente no...

—¡Esto no te lo perdonaré, Alaude!

—¿Puedo hablar un maldito...?

—¡No sabía que fueras así! ¡Papá tenía razón! ¡No debí meterme contigo!

—No metas a ese...

—¡Es mi padre!

—¿Me vas a dejar terminar una...?

—¡No! ¡No quiero oír tus excusas!

—Giotto, tranquil...

—¡No quiero tranquilizarme! ¡Te odio!

Y con eso, se fue dando un portazo y sollozando.

Alaude suspiró. Por Dios, su novio era una auténtica reina del drama. Y lo peor era que sabía lo que pasaría...

Nada, tendría que enfrentarse a su suegro.

—¿Problemas con el amor, alondra?

—No tantos como los tuyos, herbívoro melón —respondió.

—Nufufu, agradezco entonces el no tener un suegro como el tuyo.

—Agradece que esté lo suficientemente agotado para pelear contigo.

Bostezó. Ayer no había dormido demasiado, estaba demasiado... ocupado.

—¿Y bien? ¿Qué piensas hacer con lo de tu infidelidad?

—¿Sabes con quién cree Giotto que le fui "infiel"? —Daemon negó con la cabeza—. Hmm, supongo que él solo vio su pelo. Es rubia, tiene ojos azules...

—¿¡Elena!?

—Hmm, creo que así se llamaba.

—¡Te juro que como la hayas...!

—No he hecho nada, joder —bufó—. Pero Giotto cree que sí. Y más cuando me he negado a ir al cine con él.

—¿Al cine?

—Quiere ver una película de estreno.

—¿Y qué tiene de malo?

—Que es una película para niños de siete años. Y está recién estrenada. ¿Tú sabes la de pequeños y ruidosos herbívoros que habrá ahí?

—Ajá, y piensa que estás siéndole infiel con mi Elena.

—Más o menos.

—Ya puedes ir a pedirle perdón y llevarle al cine.

—Ni en broma pienso ir a ese lugar.

Daemon bufó. Alaude no sabía bien lo que era un Giotto enfadado con su novio. Claro, el rubio platino se encerraba en su habitación o se iba por la ciudad, peleaba un buen rato con su suegro (destruía en ello media ciudad) y pasaba hasta que decidía que había pasado un buen tiempo y el enfado de Giotto, volátil como era, se le había pasado.

Alaude no era de disculpas, pero pese a todo, siempre terminaba por hacer lo que su novio le había pedido y se reconciliaban.

Sin embargo, el de ojos dorados hacía sufrir a todos con su mal humor durante el tiempo de furia. Un Giotto enfadado era como un demonio sádico salido de la cara B de su amabilidad. Ni G lo soportaba.

Por tanto, Daemon no pensaba sufrir las consecuencias de los actos de Alaude.

—Como vas, alondra. Suficiente tuvimos esa vez que te negaste a comprarle lo que quería.

—Quería que me pusiera una ridícula camiseta.

—Al final lo hiciste.

—Para que se calmase.

—Pues ahora hazlo para que se calme. ¿O qué quieres, que otra vez nos congelemos aquí?

—No me pienso disculpar, y no pienso ir a ese sitio.

El de cabellos azulados pensó que los dos eran tal para cual: cabezotas.

 »◦✿◦«

—Giotto, tienes que...

—¡Largo, no quiero hablar con nadie!

G arqueó una ceja ante la respuesta de Giotto y abrió la puerta, esquivando una almohada.

Encontró al rubio sollozando en la cama y suspiró. No podía ser.

—Giotto, ¿qué te pasa?

Se sentó a su lado y empezó a acariciarle el cabello.

—¡Alaude es un imbécil!

—Dime algo que no sepa.

—¡Me ha sido infiel! ¡Y no me quiere llevar al cine!

—¿Infiel? ¿Con quién?

—¡Con una tipa rubia! ¡Seguro que se cree que es más guapa que yo! ¡Pero no, yo lo soy más!

—Es bueno ver que tu autoestima sigue por las nubes —bufó—. Pero no creo que ese maniático de las esposas...

—¡Lo hizo! ¡No lo defiendas!

—Giotto. Cuando regresó, Elena estaba con él. Se habrían encontrado en el camino, yo qué sé.

—¿Elena...?

—Sí, y sabes que el maniático del sadismo y el de las esposas se llevan a matar. Seguramente la había acompañado para joder la existencia al melón.

—¿Y por qué no me quiere llevar al cine? —le miró con los ojos empañados.

—Porque ese maniático de las esposas es también el maniático odia multitudes. Lo sabes.

—Pero es un cine...

—¿Qué película quieres ver?

—Cars...

—No vas en serio.

—¡Sí! ¡Es la tercera! ¡Necesito saber qué pasa!

—Normal que se haya negado.

—¡G!

—Es la verdad. Ahora ve y discúlpate con él.

—Sí, mamá.

—Idiota.

Salió de la habitación y se topó con un resignado Alaude.

—Está ahí dentro —dijo, sabiendo que buscaba a Giotto.

—Hmm.

No añadió nada más y el pelirrojo se fue mientras Alaude entraba a la habitación y cerraba la puerta tras de sí.

—Alaude... —se sorprendió.

—Giotto —suspiró e hizo una mueca.

—Lo siento —dijeron a la vez.

El menor rió y el otro sonrió.

—Si quieres ir al cine, iremos...

—Sé que era Elena la que te acompañaba...

Giotto se levantó y se acercó a él para aproximarse a su rostro y darle un profundo beso.

—Creo que... el cine puede esperar —dijo al sentir la mano de Alaude filtrándose bajo su ropa.

—Es la mejor idea que has tenido —le besó con pasión y echó el seguro a tientas.

Si Alaude podía sacar algo bueno de las peleas con su novio eran, definitivamente, sus reconciliaciones.

 »◦✿◦«

Salut, lectores~.

Bueno, se suponía que este debia ser la pelea de pareja con final de intenciones sensuales 7u7 o cómico. Así que ala.

¡Espero que os gustase!

¿Merezco comentario/voto? ¿Disparo? ¿Tartita?

¡Au revoir! Nos leeremos pronto~.

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