Day #1: Cita con final cómico

—¿De verdad?

—Hazlo por mí, ¡recuerda que me lo prometiste~! —hizo un puchero.

—¿Me estás chantajeando?

—Emocionalmente.

Bufó y se resignó. ¿Quién le decía que no?

—Está bien, iré...

—Promete que no esposarás a nadie.

—No lo haré.

—¡Promete!

—Lo prometo...

—¡Ni se te ocurra cruzar los dedos, que te veo! ¡Ni los de los pies!

—No haría algo tan herbívoro.

—No me fío —se cruzó de brazos.

—Hmm... ¿y te fías de esto?

Le aproximó a él cogiéndole de la cintura y dándole un profundo beso.

—De eso... puede que sí —sonrió en cuanto se separaron—. Pero será el último como lo arruines.

—Hmm, ¿es una amenaza?

—Exactamente, querido, lo has captado —guiñó un ojo—. ¡Ahora, vamos!

Alaude bufó y asintió, sin hacerle ninguna gracia pero resignado. ¿Acaso alguien podría llevarle la contraria a Giotto en ese aspecto?

Definitivamente, no.

   »◦✿◦«  

Aburrido.

Así era como estaba, lo que más le describía en esos momentos.

Con lo bonito que era estar en casa... ¿por qué debía soportar eso?

—Alaude, ¿qué te parece este?

Ah, sí. Por su querido novio y sus ideas.

—Te queda bien.

—¡Si ni siquiera lo has visto!

—Todo lo que te pongas te queda bien.

—¡Eso no es verdad! No toda la ropa me queda bien, bueno, quizá por mi belleza pero...

—Tienes razón —cedió—. Te ves mejor sin ella. 

—¡Alaude! —se sonrojó.

—Has pedido opinión.

—Acerca de como me queda la ropa, no de tus cosas pervertidas.

—Eso no lo decías anoche.

—¡Cállate! —exclamó, tirándole una camisa que llevaba entre manos—. Deja de decir esas cosas.

—Hmm, ¿eso significa que nos vamos?

—En cuanto pague eso, ¿contento? —señaló la bolsa con prendas.

—¿Más? No creo que pueda llevar tantas, Giotto... —bufó, viendo las veinte bolsas que ya tenía que cargar.

—¡Deja de quejarte! ¡Tú aceptaste venir!

—¿Acepté? Me obligaste.

—¿Te recuerdo quién me dejo sin caminar por una semana?

Rodó los ojos. Había prometido que haría lo que fuera para compensarle, solo para no escuchar sus sollozos y quejas contra él.

—De acuerdo, vamos...

Giotto sonrió feliz y asintió, sacándole un suspiro a Alaude. Tan emocionado estaba con la idea de una "cita" que no se vio capaz de negarse. Aunque tampoco hubiera tenido opción, pues se lo debía y además le amenazó con privarle de cualquier acto (ya sea besos o algo más) si le arruinaba el día. Eso implicaba no disciplinar herbívoros...

Era una tortura. Y encima debía cargar con todas esas bolsas que no sabía si eran de ropa o de pesas. ¡Giotto pesaba la milésima parte que toda esa multitud de cosas!

—Nufufu, te voy a llamar mula en vez de alondra —una figura apareció a su lado. 

¿De verdad hacía falta decir quién era? Con esa risita insoportable, estaba más claro que el agua.

  —Herbívoro melón, no estoy de humor.

—Eres un amargado, eso ya lo sé... Espera, lo tengo. A partir de ahora serás la alondra de carga.

Alaude hizo su mayor esfuerzo por no sacar sus esposas. Daemon sabía que no resistiría mucho más y preparaba su oz.

—Te lo advierto, herbívoro. No es mi día.

—La alondra de carga en una romántica cita, quién lo diría.

Alaude miró a Giotto, quien esperaba alegremente la cola, y analizó las opciones. ¿Tendría tiempo de enterrar un melón tres metros bajo tierra sin armar demasiado escándalo y actuar normal cuando regresara?

Solo había una caja, y esta estaba ocupada por una ancianita. 

Sí. Le daba tiempo.

—Te esposaré hasta la muerte, herbívoro melón.

—Nufufu, eso quisieras.

Y así comenzaron a pelear. Lo sorprendente era que, pese al escándalo que armaban, Giotto no daba la mirada atrás. Quizá era la costumbre de tanto escuchar los sonidos metálicos de esposas y oz chocando entre sí. Pero el divo rubio recordó que tenía aún puesta la camisa que se estaba probando, y rió dando la vuelta para regresar al probador a sacársela...

Claro que cuando se volteó, ya no había ni probador ni nada. Solo un caos de telas, cristales que serían de los espejos, perchas, zapatos y etiquetas en cuyo centro se encontraban un joven de cabello rubio platino y otro con peinado frutal. 

Alaude, su novio amante de las peleas al que le había dicho específicamente que no quería peleas.

Daemon, el imbécil novio de Elena al que le había ordenado mantener una distancia kilométrica de su novio. 

Un aura negra rodeó a Giotto, y todos a su alrededor se espantaron, escapando de la tienda si es que no lo habían hecho ya antes.

Se acercó a esos dos en un acto que para los temerarios espectadores era suicida y de una patada mandó a volar a Daemon mientras que usaba su otra pierna para desarmar a Alaude y se tiraba encima de él, haciendo que cayera al suelo, quedando encima suyo.

—Te lo advertí, Alaude. ¡Olvídate de siquiera tocarme!

Eso fue lo único que dijo, y se levantó para mirar a Daemon... cuya arma había partido en dos la compra que llevaba hecha.

—¡Mi ropa! —se espantó—. ¡Mi preciosa ropa!

Y Daemon supo, por la mirada sombría y asesina de Giotto, que estaba en un problema más grave que el de Alaude.

   »◦✿◦«  

Salut, lectores...

No pues, me chantajearon emocionalmente y estoy haciendo esto por nominación. Moriré.

Uh, me recordó a Moriré besando a Simon Snow... ojalá morir asi...

Nominada por @Little_Broken_Story 

Pues eso... a ver si sale... XD. Tengo cuatro días contando este... Y son 30 dias, yo elegí AG porque me puede <3

¿Merezco comentario/voto? ¿Disparo? ¿Tartita?

Au revoir, ¡nos leeremos pronto!

Fecha: 28 de Julio del 2017

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