Color Rosa

   Ahi yacía Ilse. Reposada en mi cama. Amarrada de las manos, y durmiendo como un angelito. Siempre había querido ser como Ilse, ¿saben?... una chica alta, delgada y linda. No parecía que hubiera algo malo con ella, y lucía como una buena amante. Su rostro pálido la hacía lucir preciosa, y su negro y cedoso cabello la hacían igual destacar de entre la multitud. A pesar de esto no era la chica más amable del mundo, y de hecho era algo mala. No me agradaba tratar con ella. Por alguna razón no le agradaban las gordas como yo. Para ella las obesas eramos especímenes inferiores. No eramos dignas de estar cerca de una belleza como ella. Le dábamos asco, y no tenia miedo de expresarlo en el Internet o en la vida real. Casi siempre se la pasaba molestando gente desde que eramos adolescentes, y honestamente cuando le perdí el contacto por un tiempo creí que tal vez ya había madurado, pero no. Ilse no era el tipo de persona que cambiará. De hecho con los años se había vuelto más toxica. Me toco encontrármela en el gimnasio, mientras yo intentaba bajar de peso por octava vez en este año. Justo en el momento en que me vio pude ver en su rostro esa mueca burlona. Una maldita perra delgada riéndose de mi. Eso era. Sin darme cuenta ella tomo fotos de mi haciendo ejercicio, para luego subirlas a su perfil en Instagram y exhibir lo gorda que estoy. Soy una mujer que pesa 200Kg, por lo que los pantalones se meten en mi trasero y entrepierna constantemente. Ella aprovecho verme así, y simplemente no lo pensó. Tomo una foto. Se burlo de mi. Contesto de manera agresiva a mis mensajes rogándole que eliminara esa publicación. No lo hizo. Se burlo de mi, y me prometí a mi misma que la haría pagar. Por eso estaba ahí, amarrada y acostada. Cuando comenzó a despertarse parecía aturdida. No había notado el interesante tatuaje que rodeaba su brazo derecho. Era lindo.

   - Eh... ¡Oh! ¡Oh, Dios Mio! - se despertó alborotada. Confundida y obviamente alarmada por lo que estaba ocurriendo - ¡¿Donde estoy.?! - Ilse alzó su mirada y observo toda mi habitación. Estaba amarrada, y no había manera de escapar. Giró su cabeza, y entonces me miró; - ¡¿Quien eres?! - la observe. Yo me encontraba parada al lado del espejo - ¿No me reconoces? - le dije mientras caminaba y mi gordo cuerpo rebotaba con cada paso - Vamos al mismo gimnasio - Ilse se movía tratando de liberarse, mientras yo solo la observaba. No sabia con quien se había metido, y ese tipo de karma estaba excitandome incluso más de lo que ya estaba desde el principio; - No eliminaste mis fotos - Ilse me miró confundida y comenzó a revolcarse más - Yo no fui. No se de que hablas - le di una bofetada y ella dejo de moverse - ¡Claro que fuiste tú! Te conozco Ilse. Me conoces... y es momento de que pagues por todo lo malo que le has hecho a las chicas cómo yo - Me senté junto a ella y me acerque a su rostro. Pude ver dos lagrimas caer mientras ella recuperaba alienta para seguir gritando - ¡Yo no te hice nada! ¡No! - le di otra bofetada - ¡No mientas! ¡Hija de puta! - Ilse continuó llorando, pero esta vez de una manera más discreta y silenciosa, prácticamente sollozando pero con un miedo intenso en el rostro. Comencé a reír cinicamente, me estaba dejando llevar por el papel de vergudo - Estamos en mi casa, y ¿sabes algo? - comencé a acariciarle el pelo mientras ella continuaba con su llanto - Vas a ser mi mascota por un rato - Ilse continuo llorando y agacho su cabeza entre sus piernas. La tome del cabello, la alcé y la azote de vuelta en uno de los cojines - ¿Crees que es gracioso burlarse y humillarse de las chicas gordas? - Ilse abrió los ojos, ahora con su rimel corrido en sus ojeras - Pues adivina... voy a reprogramar tu estúpido cerebro y te convertirás en una de nosotras. Serás una cerda más - Ilse trato de levantarse, pero la baje con mi brazo - ¡No! ¡No hagas esto! ¡No!

   La tome de uno de sus brazos y alcé sus dos manos esposadas. Tenia puesta una linda blusa color rosa. Estaba muy linda, pero obvio ya no la necesitaría. Se la quite para dejar ver su plano y limpio abdomen. Comencé a acariciarla, mientras esta aún gritaba - ¡Ves esta panza! Pronto estará colgada y suave. Te voy a convertir en una cerda - Ilse comenzó a volver a revolcarse. Le di otra bofetada, y espose sus brazos en los barandales de la cama - ¡Dejame irme! ¡¿Que es lo que quieres de mi?! - me agache y la mire a los ojos con una sonrisa maquiavelica - Te voy a mantener aquí. Amarrada. Sin poder escapar - Ilse comenzó a llorar más fuerte y a tratar de liberarse desesperadamente - Te voy a hacer engordar. Vas a ser una cerda de primera y lo vas a amar - Ilse continuo con su lloriqueo, saque mi gran y colgante barriga para ponérsela a su lado - Me harás ver como una petite - le restregué mi gran barriga, y ella con asco se arrimaba. No pude hacer nada más que reír de manera burlona. Senti una satisfacción maravillosa al hacerlo. Esa perra se lo merecía - Se que te preocupa tu físico, te veo todo el tiempo en el gimnasio haciendo rutinas para verte perfecta. Pero te voy a cambiar. Te voy a hacer crecer. Te vas a ver como una puta vaca - Ilse paro de moverse, pero comenzó a llorar de manera temblorosa y rogando por su vida - ¿Sabes como lo haré?... Hare que te vengas mientras te engordo. Te volverás adicta a esto. Lo terminarás amando. Pondré mi grande y poderoso consolador en tu vagina, mientras te doy deliciosa comida... crema con calorias altas, pasteles y galletas, para que crezcas como yo. Vas a estar gorda - Ilse agachó la mirada y siguió llorando mientras rogaba compasión. Gracioso, ella no me la mostró cuando le pedí las fotos - No te agradará la primera vez, pero para la segunda... te apuesto a que me rogarás por más y más - Ilse se alzó otra vez y comenzó a moverse - ¡No! ¡Por favor! ¡No! - su llanto me hacía reír, y cada minuto que pasaba parecía ir de acuerdo a mi plan - Voy a re-programar tu cerebrito. Para que quieras ser gorda. ¡Para que quieras engordar! ¡PARA QUE TE CONVIERTAS EN UNA GRAN CERDA OBESA! - volvi a sacudir mi panza frente a ella, esta vez se notó incluso más a la defensiva.

   Me levanté del sillón y regrese con mi embudo y una caja de leche; - ¡No lo voy a hacer! ¡Ni lo pienses! ¡No! - ella siguió rogando, sólo le sonreí y saque mi consolador del cajón. Lo encendí frente a ella, y lo puse en la mayor potencia posible - ¿Estas lista? Porque ya no hay vuelta atrás. Lo voy a poner en tu vagina en la mayor potencia posible, y créeme, vas a disfrutar esto. Mientras más te vengas, más comida - Ilse comenzó a gaguear, parecía que quería vomitar de los nervios - Te va a gustar engordar. Vas a disfrutar ver tu cuerpo crecer - coloque el consolador en su vagina, y así comen a ponerle el embudo en la boca. La tuve que obligar, pero definitivamente logre que lo hiciera. Entre quejidos deje caer la leche. Ella continuo tragando y tragando. La leche entraba por su garganta, y ella se movía cómo si fuera un bebe tomado de los senos de su madre. Cuando termino le quite el embudo. Ella casi no podia hablar por todo lo que estaba ocurriendo, supongo estaba en shock - Que buena, mi niña, ¿te gusto? - Ilse negó con la cabeza, y pronto su rostro comenzó a cambiar, el consolador estaba en un punto de quiebre. Sus ojos se tornaron blancos, y entre orgasmos aún podia escucharla rogando, pero poco a poco se desvanecía. Subí el nivel del consolador, y cuando gritaba abriendo la boca, logre ponerle el embudo una vez más y darle de tomar más leche. Cuando volvió a terminar, seguí moviendole el consolador entre sus partes - ¿Quieres más? - ella rogaba que no entre orgasmos - ¿Segura? Se que quieres más, mi niña - Ilse respiraba de manera agitada - ¡No!... Ugh... Esto es... indecente... No - volví a colocarle el embudo y darle de tragar más leche. La trago hasta que cerró los ojos y luego continuo con sus orgasmos - Que buena niña - Ilse tenia los ojos bizcos de tanto orgasmo proveniente del consolador, y mientras yo le seguí ofreciendo más comida ella se quejaba más. La leche se había terminado. Continué con el consolador, moviendolo mientras pegaba mi gordo cuerpo al suyo. Ilse gritaba más y más fuerte. Totalmente orgasmeada, hasta que me detuve - ¿Te gusto? - Ilse temblaba confundida - Te voy a re-programar chiquita - Ilse se quejaba y suspiraba. Ambas nos miramos por un segundo. Ella vio mi gordo cuerpo, lonjudo y repleto de estrías - Parece que quieres más... - Ilse me miró a los ojos. Su mirada había cambiado, y de la nada una sonrisa salio de su rostro - Dios, fuiste tan fácil. Eres una verdadera estúpida - Ilse sonrío, y proseguí a darle un poco de pastel mientras ella reía y se orgasmeaba con la comida. 

   Las mentes débiles siempre son fáciles de manipular. Le quite su blusa color rosa, ya que creí que se la quería ver crecer debía de verla desnuda. Había visto algo similar en un libro, y supuse era lo más adecuado para engordar a alguien. La venganza a veces es dulce, pero cuando es una venganza así simplemente me quedo sin palabras... Discúlpenme, tengo una mascota que alimentar. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top