Capitulo uno : Encuentros cercanos del pasado.








          Luego de salir del Aeropuerto de Los Ángeles, Carina Lawrence se tomó un taxi hasta el pueblo en el que se crió de niña. Le pidió al taxi que la bajara y así lo hizo. Paso una hora buscando algún hotel y el más barato que encontró fue uno que estaba localizado en Reseda. Ya en la vereda, se quedó quieta un instante al ver aquel gran hotel color grisáceo.

       Camina hasta dentro del lugar, arrastrando su valija. La sostuvo con fuerza para subir las escaleras hasta llegar a la puerta que tenía el número 20. Abre la puerta con la llave que le dieron en recepción e ingresa dentro. No era todo un lujo el lugar pero era aceptable. Desempaco todas sus cosas, y las acomodo en el ropero viejo del lugar. Luego tendría que ir a hacer las compras si quería quedarse un tiempo. Luego de acomodarlo todo en su nueva casa temporal, Carina se viste con una musculosa de Kiss, unos jeans campana y unos borcegos negros. Salió del departamento y cuando bajó las escaleras para irse del lugar, se encontró con algo que la dejo anonadada :

        Frente a ella, había un hombre rubio al lado de un adolescente de cabello negro, de espaldas a ella, hablando entre ellos. Los dos estaban vestidos con ropa de karate o un gi, pero era de color negro con cintas doradas. En las espaldas de los dos estaba el símbolo de la serpiente que jamás olvidaría. Cobra Kai.

        Aquel hombre rubio se dio la vuelta para mirar a la mujer y, aunque no se veían hace treinta años, ella lo reconoció. Era su primo, Johnny Lawrence. Aquel matón que siempre molestaba a Daniel. A su mente volvieron los recuerdos, viendo a Johnny golpear a Daniel sin piedad queriendo acabarlo; Johnny unido a aquella secta de Cobra Kai liderada por Kreese.




- ¿Johnny?

- ¿Carina? - el también la había reconocido. Su primo, al verla, no pudo evitar recordar a Daniel LaRusso junto a ella.

      Los dos estaban sin palabras.


- ¿Quien es ella, sensei?

     Cuando aquel muchacho llamó "sensei" a su primo, la mujer comprendió. Su primo enseña karate, y seguramente con los mismos métodos que Kreese.

- Miguel. Ella es mi prima, Carina- respondió Johnny, sin quitar la vista de Carina -. ¿Qué haces aquí?

- Te hago la misma pregunta - Carina mira fijamente a Johnny. Parecía estar recién afeitado y con una cinta negra en la cabeza - En fin. Yo seguí mis pisadas hasta aquí - dice Carina, pensando bien en sus palabras -. Parece que todos han hecho lo mismo, hasta Daniel.

- ¿Por eso has venido? ¿Por LaRusso? ¿De nuevo?

         Carina deja de sonreír. Johnny era el único que notaba que ella babeaba por Daniel cuando eran adolescentes. El rubio siempre solo molestarla con eso. La mujer camina hasta Johnny y queda frente a él.

- Eso no es de tu incumbencia. Serpiente - la mujer miró de reojo al alumno de Johnny, Miguel, para luego volver a mirar a su primo - Ruego a Dios que no le enseñes cómo Kreese a ti.

         Johnny se quedó helado ante aquellas palabras. Parecía que su prima todavía era dura de roer. La mujer pasó por al lado de él y se fue de allí caminando, con un montón de sentimientos hechos una bola en su garganta. El rubio negó con la cabeza, mientras Miguel lo miraba extrañado. Johnny comenzó a recordar cuando se llevaba bien con su prima, pero cuando llegó LaRusso todo se arruinó. Ella siempre lo defendía. Y parecía que eso no había cambiado a pesar de los treinta años que habían pasado.

- Sensei, ¿esta bie...?

- Silencio - ordena Johnny, y Miguel cierra la boca, tragándose lo que iba a decir. El ex-Cobra  Kai mira por donde se fue su prima -. Bien, vamos al Dojo.














Luego de eso, Carina decidió dar un paseo por el lugar. Habían muchos locales o lugares que ella recordaba de adolescente que ahora ya no estaban. Eso la puso un poco triste, pero luego se le fue de la cabeza. Luego de aquel camino, decidió ir hasta donde era la casa del señor Miyagi, quedaba lejos, pero no quería tomar un taxi, creía que le hacía bien caminar muchas cuadras. Finalmente llegó a la casa, se quedó un momento parada frente a los portones. Aquello le había traído nostalgia : allí adentro, en el patio, estaban estacionados los autos antiguos del señor Miyagi, y su casa seguía igual que siempre. Dudaba si entrar, no era su casa, ¿y si el señor Miyagi estaba vivo? Parecía algo imposible, pero tenía una pizca de esperanza. Pero como si una brisa la impulsara, ella dio unos pasos para entrar al lugar. Caminó hasta la casa, mirando para todos lados. Abrió la puerta corrediza y caminó dentro de la casa, pero todo era diferente. Había un cuadro con la cara del señor Miyagi, y a un lado otro cuadro con su medalla de honor del Ejército. La casa dentro estaba pintada, renovada y con una alfombra blanca cubriendo el suelo. Sonrió ante todo ese ambiente lleno de recuerdos. Sus ojos se dirigieron a los dos pergaminos grandes y largos colgados en una de las paredes. Las palabras en ellos estaban escritas en japonés.

- "La primera regla : el Karate es solo para defensa" - dice el señor Miyagi a sus aprendices, Daniel LaRusso y Carina Lawrence. Los dos adolescentes se miraron y luego a su maestro. Este camino hasta el otro pergamino, observándolo.

- "¿Y ese pergamino que dice, señor Miyagi?" - preguntó la adolescente mirando el segundo pergamino. El japonés la miró y sonrió.

- "La segunda regla : siempre respetar la primera regla"

Luego de recordar eso, la mujer sonríe y niega con la cabeza. Estar con el señor Miyagi y con Daniel eran los mejores días de su vida. Y aun lo son en el fondo de su corazón.

Dejó de ver los pergaminos y va a ver el cuadro con el rostro del señor Miyagi nuevamente. Toca con su mano a qué cuadro y suspira. "Nunca lo olvidé, señor Miyagi" piensa Carina, con sus ojos apunto de cristalizarse, pero eso se interrumpe cuando una voz en el patio trasero le llama la atención. Se dio la vuelta para abrir la otra puerta corrediza, y se encuentra con un grande y hermoso patio lleno de vegetación y algunos bonsais, un gran estanque y un largo sendero de madera que llegaba de sus pies hasta el final de la cerca a metros de ella. A lo lejos, ve a un hombre de cabello negro al lado de un muchacho de cabellera rubia y larga, quien ante los ojos de Carina, practicaba "lijar el piso". La mujer se llevó una mano a la boca al ver aquello y al cruzarse con la mirada del hombre, quien parecía hacer un método de relajación.


Lawrence dejó de taparse la boca para verlo bien. Al acercarse Daniel a ella, el hombre le dio una sonrisa amable.

- Oh, hola, qué tal, ¿que se le ofrece? - la voz de Daniel había cambiado ante los oídos de la mujer. Era más maduro. No parecía ser el mismo chico de Reseda que había conocido en su adolescencia. Pero al oír la pregunta, la amabilidad aún seguía siendo el fuerte de Daniel LaRusso. En ese momento, a Carina le volvió un recuerdo de cómo era LaRusso de adolescente : en verdad había un gran cambio en el.




Lawrence se quedó estática ante las palabras de Daniel, y sólo empezó a titubear.

- Y-Yo... vi tu... c-comercial de Karate - fue lo único que pudo decir la mujer, no pudo decir ni siquiera su nombre.

- ¡Ah! Si, aquí enseñamos Karate, un Karate que solo sirve...

- Para la defensa, no para buscar... pelea - al decir eso, Daniel abre los ojos como platos al escuchar lo que dice aquella mujer desconocida. Deja el Bonsai a un costado en el suelo y se para frente a la mujer de cabello castaño.

- Exacto...


La mujer sonrie.


- Aun guardas las enseñanzas del señor Miyagi, eso es bueno. El verdadero Karate no esta perdido, ¿eh? - dice Carina, ahora confiando más en sus propias palabras. Daniel se queda impactado ante las palabras de ella, que no puede entender como tenía toda esa información.



- ¿Como... como sabes todo eso?


Carina hace una mueca y se pasa una mano por el cabello.



- ¿Como crees?


Daniel no podía razonar ante ella.



- Pasó mucho tiempo, Daniel-san - sonrie Carina - Soy Carina Lawrence, un placer conocerte.


En ese momento, una gran sonrisa se asoma en el rostro de Daniel, y entonces lo entiende todo.




- ¡No puede ser! ¡Carina!


Cuando Daniel grita eso, agarra a la mujer por la cintura y la hace dar vueltas. Carina ríe a carcajadas y se agarra del cuello de su antiguo compañero de Karate. Después de eso, Daniel la baja y vuelve a abrazarla y ella corresponde.

- Es increíble - susurra Daniel - Me alegro tanto de verte, es como si... viajará en el tiempo, ¿qué haces aquí, Carina?

- Ya te lo dije, vi tu comercial de karate - sonrie la mujer. Esta tan feliz de volver a ver a su amigo de la adolescencia -. Así que volviste a tus raíces.



- Veo que tú también.



Daniel LaRusso no podía evitar mirar cómo está vestida su antigua amiga. Sigue teniendo el mismo estilo ochentoso de siempre. Mira el rostro de la mujer. Estaba igual que siempre, igual que cuando era joven. Daniel recuerda como era ella : siempre con el cabello algo desordenado, siempre tan simpática. Aunque el siempre la recordaba porque solía verla sentarse sola en la cafetería de la escuela.



Es increíble que aun siga siendo tan joven. Ante los ojos de Daniel la chica seguía teniendo la juventud de su adolescencia.


- N-No se que más decir - dice Daniel, nervioso. Este encuentro lo había tomado desprevenido.

- Tampoco yo - rie nerviosa Carina, para luego echar un vistazo al muchacho de cabello largo que estaba lijando el piso - ¿Ese es tu nuevo "Daniel-san"?



- Oh, es cierto, ¡Oye, Robby!



Daniel llama al muchacho llamado Robby y este se acerca a los dos adultos, aun con las lijas en sus manos.


- Robby, ella es mi mejor amiga, Carina Lawrence - cuando Daniel la llamó "mejor amiga", las mejillas de la pelinegra enrojecieron.

Robby miró con el ceño fruncido a Carina.

- ¿Lawrence? - dijo Robby, y miró a Daniel confundido.

- Ella... es prima de tu padre - le explica Daniel a Robby, y es en ese momento que Carina mira con los ojos abiertos a los dos, pero más al menor.

- ¿Eres hijo de Johnny? - pregunta sorprendida.

- Lamentablemente - dice el muchacho con una mueca, y mira algo mal a Carina. Él creía que si ella era familiar de su padre no debían ser tan diferentes.

- Tranquiló, muchacho, no soy igual que la bestia de tu padre - comenta Carina, ahora sacudiendo el cabello de Robby, y este se relaja un poco y se ríe del comentario - Asi que lijas el piso, ¿eh?

- Si, es una de las fases del entrenamiento - comenta Robby, ahora mirando al suelo en la lejanía que estaba lijando -. Bueno, tengo que seguir.

Robby le dio la espalda a Carina y se fue hasta al lado del estanque para seguir lijando el piso de madera. Lawrence y Daniel sonrieron al ver a Keene y luego los dos se miraron.

- ¿Y por qué se te dio el volver al karate?

La pregunta de Lawrence hizo que a Daniel se le fueran los ánimos. Carina miró con confusión la expresión de Daniel. Este suspiró y miró a su alumno.



- Solo hay una respuesta a tu pregunta....







Los ojos de Carina se tornaron enojados al ver el gran complejo de Cobra Kai frente a sus ojos. El local estaba cerrado, pero abrirían más tarde. Niega con la cabeza y mira a Daniel a su lado, quien mira el lugar con desdén. Habían ido con el auto de LaRusso hasta el centro del vecindario.

- Esto... no puede estar pasando.

- Pero está pasando - dice Daniel, ahora caminando con Carina hasta un café cerca de allí y entraron. Era un café con temática de los 60's. Los dos adultos se sentaron en una de las mesas y pidieron lo que se les antojaba. Daniel miró a los ojos de Carina y ella igual.

- Tengo muchas cosas que contarte, Carina - dice Daniel con cierta emoción, que hace que la mujer sonria.

- Yo también, aunque mi vida no es tan interesante como la tuya ahora - cuando la mesera les trae la merienda, Carina lleva la taza de café a su boca.

- No lo creo - dice LaRusso, ahora comiendo una tostada.

- Entonces cuéntame - dice Carina, apoyando los codos en la mesa - ¿que has hecho de tu aburrida vida en Reseda?

- Bueno, luego de tanto trabajar duro, pude construir una empresa automotora que lleva mi apellido y... bueno, me casé...

- ¡No puede ser! ¿Con quien te casaste? - exclama la mujer, sorprendida - Adivino : - Carina rueda los ojos y mira a Daniel - ALI, de las Colinas.

- ¿Que? - Daniel ríe - ¡No! Claro que no.

- Pero salías con ella... - trata de recordar Carina, aunque recordaba muy bien a Ali. Sentía muchos celos de ella.

- Bueno, es cierto, pero ella luego me dejó por un jugador de futból americano.

- Auch, eso duele - el comentario de Carina hace que los dos adultos se rían - Asi que te casaste.

- Pero todo es diferente ahora - Daniel se encoge de hombros -. Me divorcié de Amanda hace algunos meses atrás, cuando lo de Cobra Kai empezó...

- ¿Que? - Carina no sabía que decir ante lo que dijo Daniel.

    
"Está divorciado" piensa Carina.

        "Así que está disponible"

         "Cállate, consciencia"

- Si, no estábamos de acuerdo en muchas cosas, así que decidimos separarnos - dice Daniel sin ningún pesar -. Pero nos llevamos bien, aunque no lo creas, lo hacemos más que nada por los niños, ¿entiendes?

- Espera - Carina detiene el parloteo de su amigo -, ¿niños?

- Si, y tengo dos hijos. Anthony y Samantha. Tony es el menor y Sam tiene 17 - Carina abre los ojos como platos al escuchar eso salir de la boca de Daniel.

- Increible - dice Carina, negando con la cabeza y apoyándose en el respaldo del sillón de la cafetería -. Tu tuviste hijos, ¡hasta Johnny tuvo un hijo y yo no! Que desgracia.

- ¿Nunca te casaste?

Lawrence niega con la cabeza. Daniel no quiso preguntar más por miedo a incomodarla. Hace años no hablaba con ella. Al mirarla, aun veía aquella chica única y peculiar de su escuela secundaria. No se había dado cuenta de cuanto la apreciaba en aquel entonces.

- Oye y... ¿el señor Miyagi...?

    
        Daniel le prestó atención a las palabras de Carina. El negó con la cabeza y suspiró. Debía abrir la vieja herida aunque, en realidad, ya estaba abierta desde que Cobra Kai reapareció nuevamente.

- El murió hace algunos años...

         El corazón de Carina se encogió de inmediato al oír eso.

- Lo siento, Daniel, yo... sé que debió ser duro para ti, tú estuviste mucho tiempo con el - dice ella y Daniel le da una sonrisa forzada. Era cierto. LaRusso había convivido con el señor Miyagi por muchos años hasta su muerte. Jamás se habían abandonado -. Me gustaría haberlo visitado. Diablos.

        Cuando Carina dijo la ultima palabra, se puso una mano en la frente y trato de no ver a Daniel frente a ella. No quería que la viera llorar, así que parpadeo unos segundos. El recuerdo del señor Miyagi la hizo preguntarse : "¿por qué no lo visitaste antes?" Ni siquiera recuerda las últimas palabras que le dirigió.

- Oye, tranquila - Daniel estira su brazo para que su mano agarre la de Carina. Ella mira a Daniel y este le sonríe -. El nunca te olvidó, ¿sabes?


          Carina se regocija al oír eso. La regocijaba que ahora estaba con Daniel, en Los Ángeles, en el vecindario en el que todo comenzó.

       Tener a Daniel frente a ella la complementaba. A pesar de haber pasado 30 años, el despertaba los mismos sentimientos que ella tenía en su adolescencia, aunque ahora no quería admitirlo.







- Daniel, no hacia falta que me trajeras...

- Yo insistí - las palabras de Daniel hacen que Carina lo mire con los ojos entrecerrados. Ella sonríe de todas formas. Daniel le echa un vistazo al lugar en el que vive -. Reseda, ¿en serio? Yo vivía por este vecindario, ¿recuerdas?

- Jamás lo olvidaría - dice Carina. La mujer aún no bajaba del auto - Gracias por traerme, Daniel, en verdad... fue un día increíble.

- Opino igual, fue un gusto verte - le expresa LaRusso, y en eso Carina se acerca y los dos se funden en un abrazo. Daniel cerró los ojos unos momentos al igual que ella, hasta que Carina se separa de él -. Ve mañana a la casa del señor Miyagi - sonrie LaRusso al ver que ella abre la puerta para bajar-. Sabes que eres invitada de honor.

          Carina asiente y trata de no sonreír mucho para que no se notara la emoción que sentía. El quería verla de nuevo.

- Claro.

             Y con esa última palabra, Carina cerró la puerta del auto y caminó para entrar a los departamentos. Daniel se quedó esperando en su auto para ver si ella entraba, y cuando lo hizo, el hombre negó con la cabeza y sonrió, como si estuviera loco. "Es increíble que ella esté aquí" pensó en sus adentros. Lo que el no sabía era que no iba a dejar de pensar en ella hasta verla otra vez.



            Lawrence iba a subir las escaleras de los departamentos cuando vio a Johnny, dentro de su departamento, mirando por la ventana, hacia ella. Carina también lo miró a los ojos, desafiante, hasta que su primo Johnny, sin más, cerró las cortinas para cortar la visión. La mujer niega con la cabeza y sube las escaleras para entrar a su departamento.

            Iba a ser difícil vivir en California.

            Y más si tenía al pasado acechándola  del otro lado de la puerta.

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