Capitulo quince : Fantasia.






— ¿Por que Carina se fue hoy, papá?

La pregunta de Sam hace que Daniel deje de ordenar algunas cosas de la casa del señor Miyagi. Todos los demás alumnos ya se habían ido, Robby fue a hacer una cosa fuera del dojo y Daniel y su hija se habían quedado en la casa del japonés. El hombre se da vuelta para mirar a su hija. El sabía que ella comenzó a admirar mucho a Carina, y eso le hacía sentir tranquilo.

— Fue mi culpa — admite LaRusso, sentándose en uno de los bancos junto con su hija —. La juzgué mal, de nuevo, y está molesta conmigo.

— ¿Es por lo de Cobra Kai? — pregunta la adolescente, y su padre asiente.

— Le insinué sin querer que seguía siendo igual que los Cobra Kai — Daniel negó con la cabeza —. Fue lo primero que se me vino a la mente, y creo que yo no soy quien para juzgarla.

— ¿Por que dices eso, papá?

Daniel mira a su hija y respira hondo.

— Es que yo fui un Cobra Kai, al igual que ella.

Daniel estuvo aquella tarde contándole a su hija su oscura historia con Cobra Kai, cómo fue miembro de aquel dojo, y cómo pudo volver a ser aceptado por el señor Miyagi. La adolescente mira a su padre con sorpresa y atención durante todo el relato. Jamás le había contado aquello.

— Es entendible que Carina se enojara... — dice Daniel, luego de acabar con su lado de la historia —. Soy un idiota.

— Tienes que ir a disculparte — le dice su hija, y se le escapa una sonrisa —, ademas, se nota que la quieres.

—Si, yo... — Daniel para de hablar para mirar a su hija —. Claro que la quiero, es mi amiga y...

— ¡Vamos, papá! — Sam se ríe de la expresión de su padre — Se que te gusta.

— Pero claro que n...

— Y se que le gustas a ella.

— ¿Que? — Daniel mira a su hija anonadado— ¿Acaso ella te dijo algo de mi?

Sam estalla a carcajadas y Daniel no pudo evitar hacerlo también.

— Está bien, está bien, tú ganas — se rinde Daniel. El apoya sus codos en sus rodillas y mira de reojo a su primogénita —. Creo que siento algo por ella.

— ¡Muy bien! Entonces este es el momento de la verdad, papá.

Daniel mira a su hija y hace una mueca.

— ¿No te incomoda hablar de esto? Ya sabes, tú mamá y yo...

— Papá — habla Sam, mirando a su padre y maestro —, yo lo entiendo. Si tú eres feliz, eso basta para mi.

Daniel sonríe y los dos se funden en un tierno abrazo. La relación padre e hija era la más especial que ellos tenían. Y nunca iban a dejar de ayudar al otro.









50, 51, 52, 53.

Carina iba contando cada abdominal que hacia. Le gustaba descargar su enojo de esa forma, entrenando hasta el cansancio. La mujer escupía gruñidos en cada abdominal, haciendo cada vez más fuerza y con más rapidez.

LaRusso no era quien para juzgarla, ¿quien se cree que es? Podrá ser su amigo, pero nadie le quita aquel rencor interno que lleva desde hace años, eso ella lo sabe.


78,79,80.

Tocan la puerta.

Lawrence deja de hacer el ejercicio. Se levanta del suelo para ir a abrir la puerta. Al abrirla, quería cerrarla de inmediato al ver al que estaba frente a ella.

— Johnny está en el piso de abajo por si quieren hacer una sesión de karate, adiós — Carina va a cerrar la puerta, pero Daniel la detiene con su mano.

— Car, por favor, lo siento — LaRusso le suplica a su amiga.

— Oh, creo que es como la quinta vez que escucho que te disculpas — Carina deja la puerta entreabierta, pero aún tiene su mano en el picaporte, lista para cerrarle la puerta en la cara.

— Carina, en serio, no debí decirte eso — dice Daniel, aceptando su error —. Soy un idiota, no soy quien para juzgarte de esa forma.

— Oh, eso es una gran verdad — asiente la mujer.

— Escucha, se lo que sientes, yo también lo pasé — Daniel trata de acercase, pero Carina tiene aún la puerta entreabierta.

— ¿Ah, si? ¿Y como es eso?

— Porque yo también fui un Cobra Kai.

— Eso no es gracioso, Daniel, esos chistes no me gustan — Carina rueda los ojos.

— Pero es cierto — dice Daniel con seguridad. Carina mira a su amigo, y por el rostro serio que tiene, siente que es verdad. Pero, ¿como es eso posible?

— ¿Como? ¿Cuando?

— Dos años después de que te fuiste. Tuve una pelea con el señor Miyagi, el... no quería entrenarme para ganar torneos, y por eso me fui a Cobra Kai — Carina mira a su amigo con atención —. Aprendí a golpear primero, golpear fuerte, sin piedad. Luego me di cuenta de que estaba mal lo que estaba haciendo, y el señor Miyagi me aceptó de vuelta. No es algo que me guste contar.

Carina se queda callada ante eso. ¿Así que era verdad? ¿Daniel había sido un Cobra Kai?

— Tu fuiste un Cobra Kai, ¿y también me juzgaste por haber sido una? Eres de no creer, Daniel LaRusso — exclama Lawrence con molestia.

— Ya lo se, y por eso vine aquí. Fui un idiota, y lo lamento — Carina se cruza de brazos y mira a su amigo. El suspira —. En serio. Sabes que yo te aprecio mucho.

La mujer baja la mirada y luego fija sus ojos en los de el.

— No te golpearé porque no me quiero manchar las manos — el comentario de Carina hace reír a Daniel, y ella ríe un poco — Entonces, si viniste solo a eso, está bien, te perdono, te quiero, ¡bye! — exclama de forma sarcástica, pero Daniel niega con la cabeza.

— Quería preguntarte si querías salir conmigo.

A Carina casi se le cae la mandíbula de la sorpresa. La mujer no dijo nada, ya que trataba de buscar las palabras correctas, ¿que le acababa de preguntar?

— ¿Que? — Es lo único que pudo salir de la boca de Carina.

— Quería preguntarte si querías salir conmigo, a cenar — Daniel por fin se había atrevido a invitarla. Lo tenía pensado desde hace algunas semanas, y hoy por fin lo había hecho —. Conozco un lugar bueno al que podemos ir, ¿que dices?

— ¿C-como una cita? — la mujer no tartamudeaba desde que tenía 15 años.

— Puedes llamarlo así, si tú quieres — Daniel sonríe sin mostrar los dientes. Todavía no había obtenido respuesta y estaba más nervioso que nunca. Parecía un adolescente idiota.

— Ah... Si, ¿por que no? — Carina acepta la invitación, aún sin creerlo.

— ¿Entonces si?

— Asi es...

Los dos se miran nerviosos y a Carina se le escapa una pequeña risa, y Daniel no pudo evitar mirarla.

"Me gusta cuando sonríe".

— Bien, yo... ¿paso por ti a las 9?

— Si, está... bien — Carina asiente.

Daniel sonríe y se va de allí, sintiéndose el hombre con más suerte del mundo. Carina cerró la puerta cuando Daniel se fue, y apoyó su espalda en la puerta. Iba a salir con LaRusso. En una cita. U-n-a c-i-t-a. Ellos dos juntos.

¿Que clase de fantasía era esa?

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