Capítulo 17

Es otro día de práctica en el parque y después de un millón de intentos Kea al fin consiguió mantenerse en equilibrio sobre su skate.

—Ricky, ¿viste lo que hice? —dice extrañamente emocionado mientras sonríe.

—Sí, sí. Solo fueron unos cuantos metros, no te emociones tanto —Ricky parece molesto por algo, tampoco tiene ganas de patinar y eso es raro en él.

—¿Qué tienes? —Kea se sienta a su lado y tiene curiosidad por lo que le pasa.

—Es que Sol, la niña que me gusta, me puso una orden de alejamiento después de verme en su balcón y ahora no me puedo acercar —responde cruzándose de brazos.

—Perdón, eso fue mi culpa, pero si la quieres no te rindas —se disculpa y luego aconseja a su hermanito—. ¿Sabes? Sol de seguro puso esa orden para probarte, para saber si lucharías por ella, ¿entiendes?

—Sí, entiendo —contesta sonriendo con complicidad.

—¿Qué raro, yo diciendo eso? —se pregunta confundido. En ese momento algo llama la atención de Ricky, es una persona detrás de un árbol, es Amelia y parece que está espiando a su hermano.

—Kea... creo que tienes que ir a hablar con ella —murmuró indicando discretamente la ubicación de la muchacha.

—Ya lo sé —Él todo el tiempo supo que Amelia estaba espiándolo—. Ve a casa, yo te alcanzo después —Ricky asiente y toma todas sus cosas dejando solo a hermano mayor.

—¿Qué planeas Kea? —se pregunta Amelia, ella lo está siguiendo porque quiere averiguar si él volvió por ella o si solo está jugando otra vez.

—No me daré por vencida si eso pien... —Amelia se interrumpe al ver que Kea ha desaparecido, no está él ni su skate—. ¿A dónde fue? —se pregunta mirando a su alrededor, a la derecha hay un grupo de estudiantes, al frente la pista de skate vacía y a su izquierda unas niñas jugando a la rayuela pero no hay rastros de Kea.

—¿Qué haces? —le pregunta él estando detrás de ella y asomándose sobre su hombro. El susto es tan grande que la chica cae asentada al suelo—. ¡Nada, n-no estaba haciendo nada!

—¿Por qué mientes? —Kea se sienta sobre su patineta con las piernas cruzadas y frente a ella—. ¿Estabas espiándome? —pregunta tratando de mirarla a los ojos pero Amelia lo evita.

—No estaba espiando —habla frunciendo el ceño—. Además, ¡¿por qué apareces así de la nada?! —ella se acomoda su cabello aparentando normalidad pero está muy nerviosa y es imposible de ocultar.

—Ja ja. Te asuste, ¿verdad? —Habla riendo—. Todos los ángeles podemos hacer eso pero yo creo que es descortés aparecer y desaparecer sin avisar —agrega acercándose un poco más empujándose con sus brazos.

—Entiendo... —murmura arqueando una ceja—. Okey, yo d-debo... irme a... a hacer algo —dice torpemente tratando de ponerse de pie pero sus piernas no responden.

¿Por qué quieres alejarte de Kea? Es muy tierno —dice su corazón—. Es un desgraciado que volverá a lastimarte, olvídate de él antes de que sea demasiado tarde —le aconseja su cabeza.

—No sé qué hacer —se dice así misma.

—No hace falta que hagas nada —contesta Kea interrumpiendo sus pensamientos.

—¿Qué dijiste? ¿Leíste mis pensamientos...?

—No, el único que puede hacer eso es Ariel, es mi mejor amigo. Yo leí tus ojos —le explica con cuidado.

—No vuelvas a hacerlo, ¿oíste? —le advierte con una voz firme.

—Me es imposible controlarlo y además es la única forma que tengo para averiguar mi pasado —susurró agachando la mirada mientras junta sus manos.

—Está bien, te ayudaré para que esto termine rápido y después te largues de mi vida —habla Amelia haciendo una mueca de cansancio, está harta de que él ponga de cabeza todo.

—¿Vas a ayudarme? —pregunta animado y sonriente—. Tendré que leer tus ojos otra vez.

—No tengo de otra —bufa harta.

—Okey, primero tranquilízate —dice Kea, indicando que respire hondo y ella lo hace—. Después tienes que mirarme a los ojos por un momento.

—No creo que... —niega mirando a un lado, él toma su rostro con las manos haciendo que sus miradas se conecten—. Hazlo, por favor —ella queda cautivada por sus palabras y asiente, Kea baja sus manos y mira fijamente los marrones ojos de la muchacha, es ese momento él puede ver todo lo que sucedió, cuando eran niños, luego su reencuentro, su madre y su hermanito, todos estos son recuerdos alegres y felices pero después Kearrents ve la muerte de su padre, cuando Amelia tuvo que irse, las traiciones, su desprecio hacia su familia y hacia Amelia. Él ya no puede soportar eso y lentamente agacha la mirada.

—¿Qué tienes? ¿Qué viste? —le pregunta ella estando un poco preocupada de que vuelva a hacer el mismo monstruo que era hace cuatro años.

—Todo... —murmuró pensativo—, ya recuerdo todo —Kea permanece con la cabeza agachada, en silencio y esto hace que Amelia piense que el dulce y tierno, adorable y amistoso Kea ha desaparecido.

—¿No dirás nada? —pregunta ella poniéndose de pie pero él no responde—. Okey, bienvenido otra vez K —dice Amelia dispuesta a irse pero él la tomó del brazo obligándola a sentarse otra vez. Aun así no la suelta y eso asusta un poco a la muchacha.

—K, suéltame —pide intimidada.

—No me llames así, soy Kearrents —dice aflojando su agarre poco a poco.

—N-No cambiaste... digo, no volviste a ser el mismo de antes —responde ella aliviada.

—¿Creíste que sí? No soy el mismo de antes y eso es bueno —agrega sonriendo mientras rasca su nuca pero luego su sonrisa se desvanece—. Ahora sé porqué me odias tanto.

—Sí pero cambiaste —murmuró Amelia pensativa y después le regala una sonrisa.

—P-Perdona... por todo —se disculpa estando apenado y también por la culpa. Ella sonríe otra vez al recordar al dulce y tierno Kea del que se había enamorado cuando era niña, él volvió a ser ese niño y todo esto despierta el amor que se encontraba dormido.

—Kea... —ella toma su rostro con las manos y levanta su mirada, quiere ver sus ojos marrones, así es la única manera que tiene para saber si él la ama—. Te perdono —murmuró con dulzura.

—Gracias —contesta Kea alejando su rostro poco a poco—. Y cumpliré con nuestro trato, tú me ayudaste y yo me iré —dice sincero.

—No Kearrents, debes quedarte... —lo interrumpe Amelia mirándolo a los ojos—. Quédate conmigo —agrega casi como un susurro.

—P-Pero... ¿Después de cómo te traté? —En ese instante él se da cuenta de lo que pasa con los sentimientos de Amelia—. Escucha, yo no puedo... —trata de explicarle pero ella lo calla tapando sus labios con los dedos.

—Shh... —Amelia avanza con la intención de besarlo, hace tiempo que no probaba los labios de Kea y necesitaba hacerlo.

Kea no sabe qué hacer pero esta vez no se apartará, solo esperara a que ella se acerque, involuntariamente él cierra los ojos pero no siente nada, Amelia ya ha cubierto el espacio que los separaba pero no encuentra los labios del muchacho. Ella abre los ojos y ve cómo Kea se aleja lentamente rodando con su patineta.

—¡Es un...! —reprime un fuerte grito de enojo.

—¿Qué pasa? —se pregunta Kea, él se da cuenta que está rodando por la colina, en la cima se encuentra Amelia con su cara muy roja. ¿Estará bien?, piensa preocupado, en ese momento mira hacia atrás y ve que se dirige a toda velocidad hacia el lago que se encuentra en el medio del parque. Entonces se pone de pie y consigue mantenerse en equilibrio, es muy tarde para detenerse y usa una tabla que está recostada por una roca como una rampa, al ir tan rápido él salta sobre el lago y termina en la orilla.

—Wau... ¿Cómo hice eso? —murmura impresionado.

—¡Kea! —grita Amelia caminando hacia él y casi se puede ver las llamas en sus ojos del enojo.

—¿Viste lo que hice, Lía? —dice sonriendo.

—¡No quisiste besarme! Otra vez —grita señalándole con el dedo.

—¡No, digo sí! es que... mi skate rodó hacia abajo. —cada vez él se confunde más.

—¿No me amas? —pregunta ella teniendo los ojos llorosos.

—Eh... no puedo contestar eso —respondió agachando la mirada mientras se rasca la cabeza.

—Es fácil, "si" o "no" —aclara ella seria, cruzándose de brazos.

—N-no lo entiendes... mentiría si respondo

—Sí entiendo, está muy claro, no me amas —dice dándole la espalda mientras se abraza a sí misma.

—Sigue sin entender —murmura Kea rodando los ojos—. Yo no puedo sent...

Amelia lo interrumpe diciendo: —¡No! No entiendo cómo puedo estar enamorada del mismo chico desde que era niña, el mismo que me trató como basura y que no siente nada por mí —ella tapa sus ojos para que él no pueda verla llorar.

—No Lía, p-puedo explicarte l-lo que me pasa —habla torpemente pero ella sigue sin escucharlo.

—¡Ya basta, Kea, ya dejaste muy en claro lo que sientes! —grita molesta pero a la vez herida.Es otro día de práctica en el parque y después de un millón de intentos Kea al fin consiguió mantenerse en equilibrio sobre su skate.

—Ricky, ¿viste lo que hice? —dice extrañamente emocionado mientras sonríe.

—Sí, sí. Solo fueron unos cuantos metros, no te emociones tanto —Ricky parece molesto por algo, tampoco tiene ganas de patinar y eso es raro en él.

—¿Qué tienes? —Kea se sienta a su lado y tiene curiosidad por lo que le pasa.

—Es que Sol, la niña que me gusta, me puso una orden de alejamiento después de verme en su balcón y ahora no me puedo acercar —responde cruzándose de brazos.

—Perdón, eso fue mi culpa, pero si la quieres no te rindas —se disculpa y luego aconseja a su hermanito—. ¿Sabes? Sol de seguro puso esa orden para probarte, para saber si lucharías por ella, ¿entiendes?

—Sí, entiendo —contesta sonriendo con complicidad.

—¿Qué raro, yo diciendo eso? —se pregunta confundido. En ese momento algo llama la atención de Ricky, es una persona detrás de un árbol, es Amelia y parece que está espiando a su hermano.

—Kea... creo que tienes que ir a hablar con ella —murmuró indicando discretamente la ubicación de la muchacha.

—Ya lo sé —Él todo el tiempo supo que Amelia estaba espiándolo—. Ve a casa, yo te alcanzo después —Ricky asiente y toma todas sus cosas dejando solo a hermano mayor.

—¿Qué planeas Kea? —se pregunta Amelia, ella lo está siguiendo porque quiere averiguar si él volvió por ella o si solo está jugando otra vez.

—No me daré por vencida si eso pien... —Amelia se interrumpe al ver que Kea ha desaparecido, no está él ni su skate—. ¿A dónde fue? —se pregunta mirando a su alrededor, a la derecha hay un grupo de estudiantes, al frente la pista de skate vacía y a su izquierda unas niñas jugando a la rayuela pero no hay rastros de Kea.

—¿Qué haces? —le pregunta él estando detrás de ella y asomándose sobre su hombro. El susto es tan grande que la chica cae asentada al suelo—. ¡Nada, n-no estaba haciendo nada!

—¿Por qué mientes? —Kea se sienta sobre su patineta con las piernas cruzadas y frente a ella—. ¿Estabas espiándome? —pregunta tratando de mirarla a los ojos pero Amelia lo evita.

—No estaba espiando —habla frunciendo el ceño—. Además, ¡¿por qué apareces así de la nada?! —ella se acomoda su cabello aparentando normalidad pero está muy nerviosa y es imposible de ocultar.

—Ja ja. Te asuste, ¿verdad? —Habla riendo—. Todos los ángeles podemos hacer eso pero yo creo que es descortés aparecer y desaparecer sin avisar —agrega acercándose un poco más empujándose con sus brazos.

—Entiendo... —murmura arqueando una ceja—. Okey, yo d-debo... irme a... a hacer algo —dice torpemente tratando de ponerse de pie pero sus piernas no responden.

¿Por qué quieres alejarte de Kea? Es muy tierno —dice su corazón—. Es un desgraciado que volverá a lastimarte, olvídate de él antes de que sea demasiado tarde —le aconseja su cabeza.

—No sé qué hacer —se dice así misma.

—No hace falta que hagas nada —contesta Kea interrumpiendo sus pensamientos.

—¿Qué dijiste? ¿Leíste mis pensamientos...?

—No, el único que puede hacer eso es Ariel, es mi mejor amigo. Yo leí tus ojos —le explica con cuidado.

—No vuelvas a hacerlo, ¿oíste? —le advierte con una voz firme.

—Me es imposible controlarlo y además es la única forma que tengo para averiguar mi pasado —susurró agachando la mirada mientras junta sus manos.

—Está bien, te ayudaré para que esto termine rápido y después te largues de mi vida —habla Amelia haciendo una mueca de cansancio, está harta de que él ponga de cabeza todo.

—¿Vas a ayudarme? —pregunta animado y sonriente—. Tendré que leer tus ojos otra vez.

—No tengo de otra —bufa harta.

—Okey, primero tranquilízate —dice Kea, indicando que respire hondo y ella lo hace—. Después tienes que mirarme a los ojos por un momento.

—No creo que... —niega mirando a un lado, él toma su rostro con las manos haciendo que sus miradas se conecten—. Hazlo, por favor —ella queda cautivada por sus palabras y asiente, Kea baja sus manos y mira fijamente los marrones ojos de la muchacha, es ese momento él puede ver todo lo que sucedió, cuando eran niños, luego su reencuentro, su madre y su hermanito, todos estos son recuerdos alegres y felices pero después Kearrents ve la muerte de su padre, cuando Amelia tuvo que irse, las traiciones, su desprecio hacia su familia y hacia Amelia. Él ya no puede soportar eso y lentamente agacha la mirada.

—¿Qué tienes? ¿Qué viste? —le pregunta ella estando un poco preocupada de que vuelva a hacer el mismo monstruo que era hace cuatro años.

—Todo... —murmuró pensativo—, ya recuerdo todo —Kea permanece con la cabeza agachada, en silencio y esto hace que Amelia piense que el dulce y tierno, adorable y amistoso Kea ha desaparecido.

—¿No dirás nada? —pregunta ella poniéndose de pie pero él no responde—. Okey, bienvenido otra vez K —dice Amelia dispuesta a irse pero él la tomó del brazo obligándola a sentarse otra vez. Aun así no la suelta y eso asusta un poco a la muchacha.

—K, suéltame —pide intimidada.

—No me llames así, soy Kearrents —dice aflojando su agarre poco a poco.

—N-No cambiaste... digo, no volviste a ser el mismo de antes —responde ella aliviada.

—¿Creíste que sí? No soy el mismo de antes y eso es bueno —agrega sonriendo mientras rasca su nuca pero luego su sonrisa se desvanece—. Ahora sé porqué me odias tanto.

—Sí pero cambiaste —murmuró Amelia pensativa y después le regala una sonrisa.

—P-Perdona... por todo —se disculpa estando apenado y también por la culpa. Ella sonríe otra vez al recordar al dulce y tierno Kea del que se había enamorado cuando era niña, él volvió a ser ese niño y todo esto despierta el amor que se encontraba dormido.

—Kea... —ella toma su rostro con las manos y levanta su mirada, quiere ver sus ojos marrones, así es la única manera que tiene para saber si él la ama—. Te perdono —murmuró con dulzura.

—Gracias —contesta Kea alejando su rostro poco a poco—. Y cumpliré con nuestro trato, tú me ayudaste y yo me iré —dice sincero.

—No Kearrents, debes quedarte... —lo interrumpe Amelia mirándolo a los ojos—. Quédate conmigo —agrega casi como un susurro.

—P-Pero... ¿Después de cómo te traté? —En ese instante él se da cuenta de lo que pasa con los sentimientos de Amelia—. Escucha, yo no puedo... —trata de explicarle pero ella lo calla tapando sus labios con los dedos.

—Shh... —Amelia avanza con la intención de besarlo, hace tiempo que no probaba los labios de Kea y necesitaba hacerlo.

Kea no sabe qué hacer pero esta vez no se apartará, solo esperara a que ella se acerque, involuntariamente él cierra los ojos pero no siente nada, Amelia ya ha cubierto el espacio que los separaba pero no encuentra los labios del muchacho. Ella abre los ojos y ve cómo Kea se aleja lentamente rodando con su patineta.

—¡Es un...! —reprime un fuerte grito de enojo.

—¿Qué pasa? —se pregunta Kea, él se da cuenta que está rodando por la colina, en la cima se encuentra Amelia con su cara muy roja. ¿Estará bien?, piensa preocupado, en ese momento mira hacia atrás y ve que se dirige a toda velocidad hacia el lago que se encuentra en el medio del parque. Entonces se pone de pie y consigue mantenerse en equilibrio, es muy tarde para detenerse y usa una tabla que está recostada por una roca como una rampa, al ir tan rápido él salta sobre el lago y termina en la orilla.

—Wau... ¿Cómo hice eso? —murmura impresionado.

—¡Kea! —grita Amelia caminando hacia él y casi se puede ver las llamas en sus ojos del enojo.

—¿Viste lo que hice, Lía? —dice sonriendo.

—¡No quisiste besarme! Otra vez —grita señalándole con el dedo.

—¡No, digo sí! es que... mi skate rodó hacia abajo. —cada vez él se confunde más.

—¿No me amas? —pregunta ella teniendo los ojos llorosos.

—Eh... no puedo contestar eso —respondió agachando la mirada mientras se rasca la cabeza.

—Es fácil, "si" o "no" —aclara ella seria, cruzándose de brazos.

—N-no lo entiendes... mentiría si respondo

—Sí entiendo, está muy claro, no me amas —dice dándole la espalda mientras se abraza a sí misma.

—Sigue sin entender —murmura Kea rodando los ojos—. Yo no puedo sent...

Amelia lo interrumpe diciendo: —¡No! No entiendo cómo puedo estar enamorada del mismo chico desde que era niña, el mismo que me trató como basura y que no siente nada por mí —ella tapa sus ojos para que él no pueda verla llorar.

—No Lía, p-puedo explicarte l-lo que me pasa —habla torpemente pero ella sigue sin escucharlo.

—¡Ya basta, Kea, ya dejaste muy en claro lo que sientes! —grita molesta pero a la vez herida.

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