Cap. 4
Una gran cantidad de personas se reúnen en un parque por alguna razón extraña, tal vez un espectáculo que le hace competencia al circo que lleva dos días instalado en la ciudad, tal vez un meteorito se estrelló esa noche allí… pero no, se trata de un idiota que no puede hacer ni un solo truco de patineta, ni siquiera puede estar sobre su skate por más de dos segundos, hasta un niño de siete años es mejor que él y, de hecho, el niño es su maestro.
-No, debes tener equilibrio, concéntrate. –le dice él serio.
-Es más difícil de lo que parece. –responde Kea rascándose su nuca avergonzado.
-Eh… nunca me dijiste cómo te llamas. –habla el niño haciendo una mueca.
-Ah… soy Kea.
-Me dicen Ricky, es mejor que Ricardo. –se presenta encogiéndose de hombros.
-¿Ricky? –Murmura Kea pensativo, ya había escuchado ese nombre antes y muchas veces –Seguiremos practicando. –propone con entusiasmo.
-Sí, pero debemos hacer algo drástico para que aprendas a patinar sin problemas. –habla Ricky pensando en algo.
-¿Algo como qué?
-Ya sé. –Se le enciende el foco y lleva a su amigo a la cima de una de las rampas más altas del parque, Kearrents mira la caída de unos diez metros preguntando -¿Estás seguro?
-Pon tu skate en posición y concéntrate. –ordena Ricky dejándolo en el borde.
-Okey. –murmura Kea concentrándose y cierra los ojos por un momento. Grave error.
Sin aviso, su maestro, lo empuja haciéndolo caer, todas las personas se acercan a ver las increíbles piruetas que el joven hace… no sucede eso, Kea cae como un costal contra el suelo haciendo un fuerte golpe seco.
-Creo que me pasé. –dice Ricky con los ojos bien abiertos hacia abajo, rápidamente corre hasta el muchacho, quien permanece tendido en el suelo sin moverse.
-¿Estará muerto? –se preguntan las personas que están alrededor.
-¿Kea? –Ricky lo mueve un poco pero no reacciona, Kea se encuentra de costado con los brazos cerca de su pecho, no hay sangre ni rastro de huesos rotos ni nada.
-¡Kea! –se le acaba la paciencia y le da una cachetada en el rostro, funciona. En ese momento él reacciona y abre los ojos rápidamente.
-Basta Ricky, estoy despierto. –dice sonriendo pero fue una respuesta a otro recuerdo.
-Lo siento, es una costumbre. –se disculpa el niño.
-Eh… ¿Qué pasó? –habla confundido poniéndose de pie.
-Me dijiste que estabas despierto.
-¿Ah sí? –Kea bosteza estirándose –Si… -murmura mirando al pequeño, los ojos de Kearrents se cubren de un brillo al mismo tiempo que sonríe.
-¿Seguimos?
-Claro. –responde sin dejar de mirarlo, en el momento que estaba inconsciente otro recuerdo vino a su mente, uno relacionado con ese niño. Un rato más de practica pasa y a Kea se le ocurre preguntar.
-¿Tu hermano te enseño a patinar? –ambos se encuentran sentados en al borde la del calle mientras ven a los autos pasar.
-En realidad no, se fue cuando yo era pequeño. –Responde agachando la cabeza –Mi mamá me conto cosas geniales de él y de mi padre, a mi padre no lo conocí y no recuerdo muy bien a mi hermano, ni siquiera sé cómo se llama. –habla un poco dolido.
-No sabes su nombre y… ¿A dónde fue? –sigue con las preguntas.
-Te lo mostraré. –Ricky se pone de pie y Kea lo sigue hacia un rumbo desconocido. Ellos caminan unas cuantas cuadras hasta llegar al cementerio, más precisamente a una tumba sin nombre.
-Es aquí, el murió. –dice Ricky sin mirarlo.
-¿Cómo sabes que esta es la tumba de tu hermano? –pregunta Kea.
-Es esta porque… es la única tumba sin nombre. –responde sentándose frente a la lápida fría y maltratada por el tiempo.
-Sabes… yo conozco a tu hermano y él no está muerto, bueno, dejó de estarlo. –confiesa el joven sentándose junto a Ricky.
-¿Cómo lo sabes? No es cierto. –habla dudando.
-Debes creerme, yo no puedo mentir. –sonríe revolviendo el cabello del niño.
Mientras tanto, en el circo, Sky no puede sacarse de la cabeza la visita de Kearrents, la dejó muy perturbada ni siquiera es capaz de pensar con claridad.
-¿Por qué? ¿Por qué tuvo de volver después de tanto tiempo? Ya pasaron 4 años y lo hace cuando empezaba a reconstruir mi vida, es un maldito pero esto no se quedará así. –piensa estando muy molesta, en eso toma su bolsa y sale a buscar a una persona, recorre las calles a un paso veloz hasta encontrar un edificio con la dirección que buscaba, sube las escaleras hasta el cuarto piso y toca la puerta con bastante enojo.
Una mujer la atiende, es de estatura media, ojos marrones y cabellos castaños claro, una mirada de disgusto y sorpresa refleja su rostro al ver a la muchacha.
-¿Qué es lo que quieres? –pregunta la mujer seria.
-¡¿Dónde está?! –Sky entra al departamento sin permiso y recorre las habitaciones.
- No puedes entrar así ¿A quién buscas?
-¿A quién más? ¡Al maldito de su hijo! Apareció en el circo como si nada hubiera pasado. –responde furiosa apretando con fuerza los puños.
-No, es imposible. –murmura la mujer pensativa.
-Era él y fingió que no me conocía. –dice disgustada la muchacha.
-No… -niega con la cabeza.
-¡Sí, era él, la misma cara, la misma sonrisa y los mismos ojos! –levanta la voz.
-¡No! –Interrumpe la mujer, unas cuantas lágrimas se desprenden de sus ojos y dice con la voz quebrada –Es imposible porque… Kearrents murió hace 4 años.
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