Capítulo 3
—Mi Señor.
Regulus agacha la cabeza, ella le imita. No pienses en nada, vacía la cabeza.
No pienses, no pienses, no pienses.
—Tienes valor al regresar, Regulus —dice el Señor Tenebroso y ella no levanta la cabeza, sigue mirando al suelo, al patrón de tablero de ajedrez. No aparta la mirada, cuenta los cuadrados, mantiene la calma. Ve como Regulus sí que levanta la cabeza, le aprieta la mano con suavidad.
Tienen los dedos entrelazados, es fácil pensar en eso, en lo fácil que es darle la mano a Regulus. Es un buen punto de apoyo.
—Me dio una semana con ella, mi Señor —responde, como si nada, como si no... no pienses. No pienses, no pienses, no pienses—. Y aquí estoy de vuelta, con Delilah. Es fiel a su causa, mi Señor, lo he comprobado.
—¿Eso es verdad, chica?
La pregunta va dirigida a ella. Regulus le aprieta de nuevo la mano y ella levanta la cabeza. Quizá tiene pesadillas esa noche. Ojos rojos, mejillas hundidas, nariz ausente. Delilah sabe que tiene que hablar, que decir algo, pero solo puede asentir.
—No te he oído.
—Sí —responde, siente que se atraganta. Es como volver a estar en el jardín, le falta aire, no puede necesita salir de allí. Regulus aprieta su mano y ella respira lentamente—. Mi Señor.
Vuelve a mirar al suelo, no puede mirar al Señor Tenebroso, no es capaz de hacerlo. Se ahoga, ha sido mala idea, no vale para esto, no sirve, no... no puede pensar, no tendría que estar haciendo esto no... no...
—Demuéstralo.
—Mi Señor, es fiel, se lo juro, no tiene que...
—Sirius Black estará haciendo guardia en el escaparate de entrada a San Mungo hasta las doce y media de la noche —lo susurra, sin creerse del todo lo que está haciendo. Pero tiene que hacerlo, tiene que hablar—. Le sustituirá Fabian Prewett, coincidirán durante quince minutos, durante los cuales intercambiarán información de La Orden del Fénix.
Si Regulus se asombra de que esté compartiendo esa información no lo demuestra, se queda callado, no dice nada. Él no sabe nada de esa reunión, él no está en La Orden, pero ella sí. Ella tiene mucha más información que puede compartir que Regulus no tiene.
—Confían en mí, Señor —intenta hablar un poco más alto, pero le tiembla tanto la voz que no sabe si es buena idea.
—¿Y por qué es eso, querida? —necesita algo más, un poco más. Puede hacerlo. Así que niega, tiene que aguantar un poco más, tiene que creerla del todo.
—No puedo decirlo delante de Regulus, Señor, él no lo sabe.
Regulus le aprieta la mano, mira al Señor Tenebroso y murmura una disculpa. Se atreve a darle la espalda, no, no puede hacer eso, eso le molesta, no le está demostrando lealtad. Tiene que cre... No pienses.
—¿Del? —susurra, pero se oye, se oye demasiado en ese salón vacío—. ¿Qué estás haciendo?
—Regulus, ¿por qué no sales un momento? —el Señor Tenebroso no lo sugiere, lo ordena. Lo ordena de una forma escalofriante que hace que Delilah agarre la mano de Regulus con más fuerza.
No puede dejarla sola, no va a ser lo suficientemente fuerte, no va a poder...
No. Pienses.
—No importa, Señor, es algo que tiene que saber igualmente —Regulus sigue dándole la espalda al Señor Tenebroso y le ve, ve que tiene miedo. Porque no sabe qué va a decir, porque esto no estaba en su plan, en el plan de Regulus. Le dice que no lo diga, casi puede ver como suplica con la mirada, pero tiene que hacerlo, es lo que tiene que hacer, le mueve de nuevo hacia el lado, hacia su lado. Y mira al Señor Tenebroso.
—¿Y bien? —el Señor Tenebroso se impacienta, eso es algo que les beneficia, es algo bueno es...
—Confían en mí porque... —coge aire, respira profundo. Solo pensar en respirar, coger aire por la nariz, disimuladamente echarlo por la boca. Una y otra vez— porque soy familia suya, Señor.
—¿Familia? ¿Qué familia? —Regulus lo pregunta, está asustado, no sabe por qué lo está diciendo.
—Soy su prima —responde ella y la mirada de Regulus cambia. Él lo ha entendido, lo ha visto, está pensando en ello, no puede pensar en ello—. Soy prima de Remus Lupin.
Puede ver como la expresión de Regulus cambia, durante un mísero segundo, a desconcierto. Porque no es lo que pensaba, porque no es lo que ha visto. Pero no tiene que pensar, no puede pensar, ella tampoco puede pensar en ello.
—La madre de mi primo es mi tía —dice ella, con tranquilidad, porque es verdad, no hay nada que no sea más verdad que eso—. Confían en mí, Señor, por eso le pido que guarde el secreto. Sé que también pueden acabar confiando en Reg si les damos el tiempo suficiente.
Como duele tener que llamarle Reg. Quien está delante de ella no es Reg, no es su Reg, es otra persona. No puede pensar en ello ahora, no puede, tiene que centrarse.
—¿Cómo no van a confiar en la familia? —el Señor Tenebroso empieza a reírse. Lo hace a carcajadas, como si le hubieran contado lo más gracioso del mundo. Pero Delilah no sabe qué ha dicho que sea tan gracioso—. Delilah, ¿verdad?
—Sí, mi Señor —responde Regulus por ella y el Señor Tenebroso vuelve a sonreír. Va a tener pesadillas, va a tener que dormir acompañada esta noche porque no va a poder cerrar los ojos—. He estado con ellos, mi Señor, confían ciegamente en ella, eso es lo que hemos estado haciendo esta semana, ganándonos la confianza de algunos miembros de La Orden del Fénix.
—Has elegido bien, Regulus —le felicita, el Señor Tenebroso felicita a Regulus y se pone en pie, dejando su silla. Se acerca a ellos y Delilah contiene la respiración cuando se queda parado delante de ellos, tan cerca que pueden oírle respirar—. Hasta su nombre queda bien con tu apellido, Delilah Black.
—Sigo siendo una Selwyn, Señor —quizá ha respondido muy rápido, no lo sabe, pero se arrepiente cuando ve cómo el Señor Tenebroso levanta la mano hasta su cara.
Con un dedo, con un solo dedo que apoya en su barbilla, le hace levantar la cabeza. No le queda otra que mirarle a los ojos, rojos, brillantes, puede ver la locura en ellos. Está acojonada y eso le hace sonreír, el Señor Tenebroso vuelve a reír, como si no hubiera nada más gracioso.
—¿Y a qué espera Regulus para convertirte en su esposa? —dice y, si estuvieran comiendo, tanto Regulus como ella se hubieran atragantado.
—Somos muy jóvenes, mi Señor, no...
—Tonterías, ya tiene el anillo —le interrumpe y está claro lo que va a pasar. Está claro cómo va a acabar esto, sobre todo por como el Señor Tenebroso deja de tocarle la cara para pasar a coger los anillos de sus padres. Los mira y sonríe y Delilah sabe que no va a poder dormir, no después de esa noche, no va a poder.
La sonrisa de El Señor Tenebroso no se apaga cuando pasa a cogerle la mano, donde está el anillo de su madre. Es su culpa, tenía que haber dejado el anillo de pedida de su madre escondido en casa, haber llevado los anillos de sus padres bajo la túnica. Tenía que haberlos escondido y no haber ido presumiendo de ellos.
El Señor Tenebroso suelta su mano, se aleja, estira los brazos y empieza a girar sobre sí mismo, señalando la casa, enseñándola, invitándoles. No deja de sonreír y Delilah quiere dejar de pensar, pero no puede hacerlo, solo puede pensar en que no va a dormir esa noche.
— ¿Por qué no os casáis aquí, en mi propia casa? Todo pagado, por supuesto, podéis invitar a vuestras familias y...
—Mi familia está muerta —no lo piensa cuando le interrumpe. Joder, ha interrumpido al Señor Tenebroso, joder, joder, joder.
—Ah, sí, Barty —lo dice como si nada, como si no fuera importante, volviendo a su sitio, a su sillón en mitad del salón, que lo corona como si fuera un trono. Para él no es importante, pero para ella sí que es importante, sus padres eran importantes, a ella le importaban, no puede...
Regulus vuelve a entrelazar sus manos, con disimulo, con tranquilidad. Se la aprieta suavemente, intenta devolverla a donde tiene que estar, pero es tarde, ya es tarde, no puede dejar de pensar. Solo puede verles, en la alfombra, solo puede ver la sangre en el suelo de ajedrez, en sus manos, en su ropa, en Regulus.
—Lo de Barty fue un... accidente, solo tenía que... ir a buscarte —quiere gritar, necesita gritar ante las palabras que pronuncia El Señor Tenebroso. No está bien, esto no está bien, no puede, no puede, le está faltando el aire, no... no...
—Mi Señor, toda esta semana ha sido muy estresante para ambos —Regulus empieza a hablar muy deprisa y ella también empieza a respirar demasiado deprisa. Otra vez, otra vez no, no quiere volver a verlo, lo ha estado haciendo muy bien, no puede volver a verlo—. Vendremos mañana. Por la mañana. Habrán comprobado la veracidad de la filtración de Delilah y podremos hablar de más misiones.
—Sí, sí, es un buen plan —lo sabe, sabe que está teniendo un ataque de pánico. El Señor Tenebroso sonríe y Delilah intenta respirar, aunque sabe que no puede, no puede respirar porque el Señor Tenebroso va hacia las puertas del gran salón y las abre de par en par—. ¡Barty, hijo, ven!
Tarda unos segundos, es una espera horrible, pero Barty aparece, sonriendo de oreja a oreja cuando les ve. No sabe dónde estaba, no lo sabe, no sabe si lo sabe o no, no sabe si ha oído lo de su primo. No debería haberlo mencionado, no debería haber dicho nada, no ha pensado en Barty, no, no, no.
—Mi Señor, ¿quería algo? —su sonrisa aumenta según se va acercando—. Reg, Lilah, es un placer volver a veros.
Se acerca a ellos, con los brazos abiertos. Quiere abrazarla, después de lo que ha hecho quiere abrazarla y ella solo quiere... quiere... quiere matarle. Que le jodan a no pensar, solo quiere matarle, quiere ver cómo se desangra delante de ella, como sus padres. Quiere apuñalarle tantas veces como él apuñaló a su padre y quiere hacerlo ahora, con la misma varita, no necesita un cuchillo como él, no necesita nada más porque Barty está confiado y no se espera que...
—Te dije que como volvieras a acercarte a ella te mataba.
Regulus se pone delante, sin miedo. No le tiembla la voz cuando lo dice, levanta la cabeza, con ese orgullo que le caracteriza, ese orgullo que debería haberse tragado más de una vez, pero ahora Delilah agradece que lo tenga.
—Vamos, Reg, fue una broma que se me fue de las manos —lo dice sonriendo y puede agradecer que Regulus esté entre ambos o ya le hubiera matado.
—Discúlpate, Crouch —lo ordena, como si eso fuera a hacer algo, pero Barty empieza a reírse.
—¿Disculparme por deshacerme de una muggle y un traidor a la sangre? ¿Estás loco? —vuelve a reírse, pero la risa esta vez le dura poco porque el Señor Tenebroso le pone la mano en el hombro y niega.
—Barty, discúlpate con Delilah, por favor.
Ella no sabe a qué le tiene más miedo, si a que la mire, o a que pida por favor. No lo sabe, pero no quiere ningún tipo de disculpas, no quiere saber nada de todo esto, no quiere seguir aquí, quiere irse, necesita irse. Ve como Barty abre la boca, la mueve, pero no sabe qué dice. Está volviendo, todo está volviendo a empezar de nuevo, no puede entender nada, no puede respirar, no puede estar pasando eso, no ahora, no justo ahora no...
Respira con tranquilidad. No pienses. Asiente y sonríe a Barty, di que los accidentes pasan. Agradece al Señor Tenebroso su oferta por la boda. Recuérdale donde va a estar Sirius esta noche.
—Esas cosas pasan, ¿verdad? —dice, con tranquilidad, sonríe, le mira la nariz. La tiene torcida—. Como tu nariz, ¿no, Barty?
—Sí, accidentes —ya no le ve con tan buen humor. Delilah vuelve a sonreír, es fácil, es sencillo.
—Gracias por su oferta, mi Señor, poder decorar esta casa para la boda será perfecto.
No sonrías tanto, no lo has estado haciendo durante toda la noche. Agacha la cabeza, inclinándote ante el Señor Tenebroso. Recuérdale ahora lo de Sirius preguntando si Barty va a ser quien vaya.
—Entiendo, mi Señor, que será Barty quien vaya a las cercanías de los escaparates de San Mungo a escuchar a Sirius.
Bien hecho, ahora Barty lo sabe, aunque no le manden a él ya tiene curiosidad, será fácil que ruegue ir.
—¿Y cómo sabría que no es una emboscada si te lo digo, Delilah? —el Señor Tenebroso vuelve a reír. Y ella tiene que hacerlo, no sabe por qué, tiene que sonreír de forma nerviosa.
—Nunca se me ocurriría, mi Señor —responde, tiene que volver a inclinar la cabeza, tiene que demostrarle que él está por encima.
—Barty, acompañales a la puerta.
Ya está, ya ha terminado todo, dame la mano y no te sueltes por nada del mundo, pase lo que pase, no te sueltes. Y no escuches a Barty, Del, por favor, no escuches a Barty.
Pero escucha a Barty, puede oírle perfectamente, claro que le oye y le escucha. Intenta provocar a Regulus, intenta provocarla a ella, pero Regulus consigue mantenerla a su lado, consigue que no se lance hacia Barty con solo estar en medio, entre ambos. No tiene ni idea de lo que ha pasado en la sala desde ese ataque de ansiedad, pero no le ha gustado, no se ha cuestionado nada, no...
—Barty, lárgate —oye decir a Regulus y es rápido, todo se pone oscuro, giran, atraviesan el tubo.
No están en casa de Nova, están en unos jardines en mitad de la nada. Hay una casa, es bonita por fuera, pero no hay nada más cerca a parte de esa casa. Están solos, en mitad de la nada, por precaución si les seguían, pero no lo han hecho, no les han seguido.
—¿Qué cojones me has hecho allí dentro? —tiene miedo, porque sabe que ha sido él, lo sabe perfectamente, le ha llamado Del. Sabe que ha sido, pero no quiere que lo haya hecho.
—Lo siento —que responda eso solo lo empeora.
Delilah sabe que está llorando, pero no entiende por qué. O sí lo sabe, pero no quiere pensarlo. No puede.
—Tenemos que volver.
Regulus extiende la mano, pero ella no quiere cogerla. Se lo plantea, no hacerlo, no volver con él a casa de Nova. Escapar en ese mismo momento, a cualquier lado, donde sea, pero lejos de Inglaterra, lejos de Reino Unido.
Pero toma su mano porque no lo hace por él, no hace nada de esto por Regulus, lo hace por las niñas, por las dos niñas que están apoyadas en la puerta del salón que da a la terraza, que gritan cuando les oyen llegar dentro de la casa y salen gateando hacia ella. Son demasiado inocentes, confían demasiado en ella, confían demasiado en cualquiera que les diga hola.
—Ni siquiera saben hablar, pero te juro que han estado llamándote toda la puñetera tarde —dice Nick y las niñas chillan de nuevo en respuesta. Se lo puede creer.
—Yo también os he echado de menos —se agacha con ellas, sigue llorando y Nick no dice nada. Oye cómo Regulus se deja caer al sofá y entrega a Nick su varita, que la coge con ganas.
—Podéis confiar en mí, Nicholas —dice, pero Nick chasquea la lengua.
—Te lo tendrás que ganar, ¿cómo lo ha hecho, Lilah?
—Bien, ¿va a venir Sirius?
—Sí, antes de la medianoche, está listo, ¿quién va a ir?
—No lo sabemos, pero Barty sabe donde va a estar Sirius, nos hemos encargado de eso —Regulus se adelanta a su respuesta y ella aprieta la mandíbula. Mallory le toca la cara y luego se limpia en su brazo porque se ha mojado la mano.
—Black, vete de aquí —le dice y nota otra lágrima. Está vez es Hazel quien la coge y, como no, la prueba. No entiende a los niños pequeños.
—También tengo que reportar y...
—¡Vete de aquí!
Pierde la paciencia, las niñas se asustan y empiezan a llorar. No, no, no, no quería que pasara eso, no quería que lloraran, no es lo que tendría que pasar, no es así como tendría que pasar. No puede perder el control delante de ellas, no puede gritar así. Intenta calmar a Mallory, pero esta sale gateando hacia Nick y, cuando lo intenta con Hazel, la niña solo llora con más fuerza hasta que Nova la coge en brazos.
—Lo siento, lo siento, no quería hacerlas llorar, lo siento —no puede, no puede más. No puede estar pasando todo esto, no es posible, no puede perder el control, tiene que poder mantenerlo, tiene que poder estar bien.
—No pasa nada, nosotros también las hemos hecho llorar varias veces, ¿a qué sí, Haz? —la voz de su primo se relaja cuando se dirige a Hazel, que se esconde en su cuello—. Venga, sabes que Delilah no te va a hacer nada, ¿le das un abrazo para demostrarle que no pasa nada?
La niña se esconde un poco más en el cuello de Nova y luego sale. Es un poco inconsciente, se lanza casi de cabeza hacia ella, que no se lo espera y solo puede cogerla porque Nova no suelta a la niña.
—¿Quieres tú también, Mal? —Nick parece que quiere hacerla sufrir, porque se acerca con Mallory—. ¿Quieres que te coja tu tía?
No. No lo ha dicho. No, no, no. Delilah oye a Regulus, se mueve, oye los pasos hasta que llega hacia ellos, hacia Nova y hacia él. Ella tiene a Hazel en brazos, es más que obvio.
—Del —la voz de Regulus es de urgencia, pero no le mira, no piensa mirarle—. Delilah, mírame.
—¿Por qué tendría que hacerlo?
—¡Le has dicho al Señor Tenebroso que Remus es tu primo, joder, Delilah! ¿Sabes en qué lío te has metido? ¿En qué lío nos has metido? ¡Le has mentido!
Las niñas vuelven a llorar, es normal, vuelven a estar asustadas. Le da a Hazel a Nick, que sale con ambas del salón. Puede ver como Rachel baja, cubierta de pintura y coge a una de las niñas, que ve muy divertido que esté cubierta de pintura porque deja de llorar cuando ve a su madre.
—Yo me quedo con ellas, Lily ya está arriba con Harry —le oye decir y Nick asiente para luego volver hacia ellos.
—¿Remus lo sabe? —pregunta Nick, volviendo a la conversación
—Remus me dijo que dijera su nombre —responde ella y Regulus bufa, claramente en desacuerdo. Como si a alguno de los tres le importara.
—¿Y no sospechan? —Nova está ansioso, se le nota, no puede ocultarlo
—No lo sé, ha llamado a Crouch antes de que nos fuéramos. No sé qué ha oído o no.
—Joder —suelta Nick y Nova se pasa la mano por la cara—. ¿Estás segura de que se lo ha creído?
—No, no lo estoy, pero desde luego no piensa que Nova es mi primo. En el caso de que Barty dijera algo... bueno, supongo que tendría que salir corriendo.
—Joder, Delilah, ese no era el plan —dice Nova y Regulus vuelve a protestar, pero los tres le ignoran.
—El plan cambió en cuanto te fuiste a acostar a las niñas —le responde ella y, justo a tiempo, como si fueran a salvarla, Sirius, James y Remus aparecen en el salón.
—¿Cómo ha ido? —pregunta James y ella se encoge de hombros—. ¿Tan mal?
—Me ha tocado la cara, ¿cómo crees que ha ido?
—Estupendamente, porque parece que confía en ti —responde Sirius y va directo a las escaleras—. ¡Vosotras dos, vamos, nos están pitando los oídos!
—¡Y más que os tendrían que pitar! —grita Lily en respuesta y se oyen las carcajadas de ambas, acompañadas con las de los niños.
—¿Y Alex? —falta uno de los niños y Remus sonríe.
—Está con mis padres, están encantados con él.
—Menos mal que unos de sus abuelos lo están, ¿te imaginas que dirían los míos?
—Que estás mancillando aún más el apellido de los Black —le contesta Regulus, sin que parezca que lo piensa mucho, como si estuviera en la conversación.
—¿Y qué piensan de que te hayas vuelto un traidor? —la respuesta de Sirius es bastante buena porque, al menos parece que calla a Regulus.
La relación entre ambos hermanos es ligeramente tensa con algunas cosas. Sirius quiere creer que Regulus ha cambiado de verdad, pero le lanza las puyas igualmente. Y Regulus las acepta, como si fuera lo que merece. Que lo hace, por apoyar al Señor Tenebroso. Tuvo oportunidades para salir de ahí y las rechazó.
—¿Empezamos? —Rachel baja con Harry en brazos, mientras Lily lleva a las mellizas, que parecen encantadas de cambiar a los brazos de Remus y James.
Duran, aproximadamente, medio segundo antes de intentar cambiarse entre ambas tirándose de los brazos, para luego acabar protestando porque no las dejan y pidiendo ir al suelo con Harry, que va andando tranquilamente por todo el salón.
—Sí, podemos empezar, ha ido bien, pero... —Regulus se aclara la garganta, como si estuviera listo, pero Rachel le levanta la mano, frenándole con solo ese gesto.
—Habla Delilah, no tú, Regulus, si quieres hablar tendrás que ganártelo.
—Os he dado el guardapelo y Delilah —ya no es Del, ¿por qué no es Del?— ha vuelto de allí, ¿qué más quieres, Lightbourne?
—Pruebas, Regulus, no dos actos únicos. Quiero que nos ayudes a proteger a los niños y quiero que acabes con Quien-Tú-Sabes —responde ella, ha tomado las riendas de la reunión por completo y los demás solo asienten. Pero ella ya no quiere las riendas, Rachel la mira y Delilah sabe que tiene que hablar.
—Ha ido bien, ha confiado en que esta noche le pasarás información a Fabian —Sirius asiente— y luego he dicho que confiáis en mí porque Remus es mi primo.
—¿Ha puesto alguna cara rara? ¿Alguna reacción especial?
—Diría que no, es complicado saberlo cuando no tiene nariz y los pómulos los tiene dentro de la boca —responde ella y parece que a ninguno de ellos le agrada la respuesta—. Luego ha llamado a Barty y...
—¿No piensas decirlo?
Regulus la interrumpe, como si tuviera algún derecho a hablar durante esa reunión. Puede agradecer que esté presente, así que ella frunce el ceño.
—No hay nada más que decir —porque, aunque lo digan, ellos no tienen ni voz ni voto. Si el Señor Tenebroso ha dicho que hay boda, hay boda.
—¿Qué no hay nada que decir? Del —¿por qué vuelve a ser Del?—, por Merlín, ha dicho que nos..
—No ha dicho nada, Regulus.
—Que lo ignores no va a hacer que desaparezca.
—Que lo digas en voz alta no va a hacerlo real.
No sabe si ha ganado o no, le da igual, no le importa. Si Regulus parece dolido es otra cosa, es algo que a ella tiene que darle igual. Regulus no puede importarle, no después de todo, no va a caer en eso, casi cae, en la torre de Astronomía, creyó ver algo más, creyó en una posible redención y...
—Si el Señor Tenebroso ha dicho que nos casamos, nos casamos, Delilah, y te puedo asegurar que será real.
Regulus decide que, para ser aún más dramático, para dejarla a ella con la soga al cuello delante de todos los demás, es un buen momento para ir al baño. Tiene que esquivar a Harry, que intenta cogerle del pantalón para que le ayude a coger una pelota que ha decidido subir a la mesa —Nick se la empuja con algo de disimulo— y la deja sola, en el salón.
—¿No pensabas contarlo? —Nova es quien más miedo le da y el primero que habla. Y ella solo se encoge de hombros.
—¿Qué sentido tiene si tengo que hacerlo igualmente? —contesta ella, pero parece que eso cabrea a su primo.
—No vas a casarte con él —lo dice como si de verdad hubiera opción, como si tuvieran esa oportunidad.
—¿Crees que quiero hacerlo? —no se lo puede creer, cómo puede ir dando órdenes así como así. Es como si Nova no entendiera la situación.
—Ni siquiera ibas a mencionarlo, Delilah —Rachel decide intervenir y, mientras que Nova parece cabreado, Rachel parece preocupada.
—¿Qué va a ser lo próximo? ¿La marca tenebrosa? —su primo no para y ella se cabrea. ¿Acaso no ve por qué lo está haciendo? ¿Se ha olvidado de que él mismo se lo pidió?
—Si me la tengo que hacer para proteger a tus hijas pues sí, Donovan, me haré la puta marca tenebrosa si hace falta.
Él se lo ha pedido, es él quien le pidió que lo hiciera, ¿por qué ahora no entiende que lo está haciendo igualmente por él? ¿Por la poca familia que le queda? Ella ya no tiene a sus padres, no quiere que esas niñas acaben igual.
—No podemos pedirte que hagas eso —Nick se pone al lado de Nova, de forma disimulada le empieza a apartar, le empuja hacia Remus—. Ni por nosotros, ni por La Orden, Lilah, es demasiado.
—Pero si confiaran en nosotros valdría la pena, ¿no? —responde ella y Nick niega, así que se gira para mirar a Rachel, que también lo hace.
Pero puede ver en ellos la duda, en si están diciendo lo que quieren o solo lo están diciendo por Nova. Busca la mirada de Lily, que niega, pero se la aparta rápidamente y James ni siquiera es capaz de mirarla a los ojos. Sirius, por su parte, se encoge de hombros y Remus ni siquiera se mueve. Ellos dos son los únicos sinceros en toda la habitación.
—Eso tienes que verlo tú, Lilah, no nosotros, no vamos a decidir por ti —dice Sirius y Nova resopla.
—Y yo ya lo tenía decidido —responde ella, no va a dejarlo, no ahora, no cuando le da un sentido a su vida, una que está convencida de que tendría que haber acabado en esa mansión hace una semana—. La casa es suya, por cierto, del Señor Tenebroso. Quiere que tengamos allí la boda e invitemos a nuestras familias.
—¿Eso ha dicho? —pregunta Remus y Delilah asiente.
—Sí, ya le he recordado amablemente que mi familia está muerta.
Todos se quedan callados, no dicen nada. Ella está bien, esa es la realidad, no va a volver a tener otro ataque de pánico solo por decirlo. No va a volver a ver la sangre, eso lo ha causado la situación de estrés, la presión de tener delante a alguien que te quiere matar y que te puede matar en cualquier momento.
—Y luego has tenido un ataque de pánico, Delilah.
Regulus vuelve a entrar al salón, como si no hubiera hecho una salida dramática tan solo unos segundos atrás. Se queda justo delante de las escaleras, de brazos cruzados, como si nada. Vuelve a llamarla Delilah y no entiende por qué ya no es Del. Pero no quiere ser Del, no puede ser Del y Regulus no puede ser Reg.
—¿Por qué no me has contado eso? Hay profesionales en San Mungo para este tipo de cosas, Delilah, no puedes callarte...
—Estoy bien —interrumpe a Rachel, que se estaba acercando a ella. La ve preocupada, pero está bien—. De verdad, no tiene que ver con mis padres, el Señor Tenebroso me estaba sujetando la cara y luego la mano y...
—¿Te ha tocado? —ahora Lily es la que está preocupada—. Lo ha podido ver todo, Delilah, ¿has tenido cuidado?
—Sí, he tenido cuidado —porque lo único que ha podido ver cuando la ha tocado ha sido el ataque de pánico, pero no puede contarles eso, no quiere hablar de ello. Está bien.
—Una única lección de oclumancia no vale contra El Señor Tenebroso —dice Regulus y ahora es ella que resopla igual que su primo hace unos momentos, pero se gira hacia él.
—¿Lo de anoche lo llamas lección? Porque decirme que piense en no pensar no es una lección —Regulus avanza hacia ella, sigue de brazos cruzados, frunce el ceño.
—¿Acaso no ha servido?
—Lo sabremos mañana, ¿no? Que has dicho que volveríamos por la mañana.
—¿Qué has dicho qué? —Sirius se mete en la conversación y mira a su hermano, como si estuviera loco. Quizá eso es lo que le pasa a Regulus, que está loco. Como ella, que está a punto de volverse loca.
—Vas a llegar tarde a tu punto de reunión, deberías estar ya allí —le contesta Regulus, a pesar de que todavía queda una hora para las doce y media.
—No te saqué del lago para que, a la mínima, quieras morir delante de Quien-Tu-Sabes —dice Sirius, pero Regulus ni siquiera le mira porque sigue mirándola a ella.
—¿Vas a querer aprender, o no, Selwyn? —ahora vuelven a eso, no lo entiende, supone que da igual, ni siquiera cree que puedan volver a ser amigos.
—Sí, Black, enséñame oclumancia.
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Estoy tan cansada hoy que no puedo ni pensar en una nota (solo que me gustan mucho Regulus y Delilah aunque esto que tienen sea tóxico de narices), mil gracias por leer <3
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