Capítulo 2

Desde la ventana de su nueva —y vieja— habitación Delilah puede observar el garaje. No puede salir de la casa, por precaución tiene que estar dentro, el jardín no está bajo el encantamiento Fiddelio y no quieren arriesgarse. No le importa, se siente segura en la casa de su primo, le gusta estar allí. Está a salvo y no pueden encontrarla si no hay ningún mortifago que sepa donde está la casa. Y, ahora mismo, no hay ninguno porque Regulus está encerrado en el garaje, con alguien siempre vigilándole.

Ella vuelve a tener su varita y tiene todas sus cosas, porque Nick no solo rescató su varita, también cogió toda su habitación y ahora vuelve a tener su alfombra, su espejo de cuerpo entero, toda su ropa e incluso su cama y su escritorio. Tiene sus fotos y tiene sus libros, todos en las mismas estanterías que tenía en su casa. Tiene a su lechuza, tiene a Owlbert, que ahora adora su jaula a pesar de que siempre está abierta por si quiere salir de ella.

También tiene los anillos de sus padres, los de boda, con los que se casaron. Los pidió antes de que los enterraran, no sabe por qué lo ha hecho, pero los lleva colgados en el cuello, sobre la camiseta, chocan entre ellos cada vez que se mueve, cada vez que los toca. En la mano tiene el anillo de compromiso de su madre, ese anillo que fue su obsesión de pequeña y que ahora lo lleva en la mano, lo gira sin parar mientras está allí. En su habitación. Su habitación que no es su habitación.

Todo está igual, pero a la vez todo es diferente porque ella no sale de la casa, no sale de la habitación y sus padres están muertos, pero está con su primo y está a salvo en su casa. Está a salvo y se lo tiene que repetir cada vez que mira por la ventana, cada vez que ve a Regulus en la ventana del cobertizo donde está durmiendo y ella se esconde detrás de las cortinas a pesar de que sabe que no puede verla porque Regulus todavía no forma parte del secreto.

Hubo una vez, hace casi cuatro años, pensó que al menos podrían ser amigos. Luego pensó que, quizá, algo más. Pero Regulus demostró que sus creencias iban mucho más allá de cualquier cosa, era a lo que le daba prioridad, lo que de verdad le importaba antes que cualquier otra cosa. Y luego escondió a su lechuza, le dio la voz de alarma a Lily, consiguió que se mantuvieran alejados de ella, la sacó de esa mansión con el Señor Tenebroso.

Pero también la dejó vendida ante sus amigos, dejó que la torturasen mientras fingía que no sabía que pasaba. Fue a su casa, con su tía Bellatrix, y dejó que torturasen a sus padres mientras miraba. La dejó en el peor momento, cuando todo el mundo se enteró de la mentira y ella tenía la esperanza de que no le importara.

Casi la besa y, al día siguiente, no quiso huir de todos ellos.

Sigue mirando por la ventana, pero se esconde de nuevo cuando ve como algo se asoma a la ventana del garaje. Regulus lleva siete días allí dentro y ella lleva tres días sin salir de la habitación. Le gusta su habitación, no necesita molestar más de lo que ya está haciendo, por mucho que Rachel le haya asegurado de que es bienvenida. Da igual que Nick haya dicho que él ha montado la habitación y que, por eso, puede estar tranquila sobre si la quieren allí o no.

Nova es el único que no ha dicho nada, ni si la quiere allí o quiere que se vaya. No tiene ni idea de qué piensa su primo porque es el único que no pisa su habitación, ni siquiera le ha visto cuando sale al baño o baja a por algo de comer. No sabe dónde está, pero no puede andar muy lejos porque son ellos quienes tienen visitas y no ellos quienes van a hacer las visitas.

Lily, que siempre ha sido simpática con ella, la ha visitado tres veces esta semana, una de ellas le ha presentado a su hijo Harry. James fue una vez, con ambos, le recordó que estaba a salvo y Delilah sonrió, pero no se alejó de la ventana ni dejó de mirar hacia el garaje. Sirius también está por la casa, pero a él le ve más por la zona del garaje. A veces le persigue un niño pequeño y luego Remus aparece para devolverle dentro de la casa, a lo que Delilah se pregunta cómo hay tantos niños de golpe y todos de edades bastante similares.

Pero no lo dice en voz alta, no pregunta, solo se comporta perfectamente porque está esperando el momento en el que le digan que tiene que irse porque es un peligro. Está esperando el momento en el que los mortífagos crucen la puerta del jardín y saquen a Regulus del garaje y luego vayan hacia la casa, con las varitas en alto y listos para acabar con ellos.

¿Acabarán con ella esta vez o conseguirá sobrevivir una tercera vez a un ataque de mortífagos?

No importa lo mucho que lo piense porque no sucede, pero Delilah sabe qué pasará cuando menos se lo espere, cuando más cómoda esté entre esas cuatro paredes, cuanto más confíe en que está a salvo. Por eso no suelta la varita y siempre apunta a quien sea que abra la puerta de su habitación. Tiene que estar lista, por eso ya no suelta su varita.

Ha aprendido a saber de quién es cada paso que oye por la casa. Las mellizas —no entiende cómo son mellizas si cada una es una copia descarada de sus padres, tampoco ha preguntado— siempre son ruidosas, en un ritmo a cuatro. Hazel con más energía, Mallory más calmada. Rachel es algo ruidosa, no tiene mucho cuidado cuando anda y Nick siempre se choca con algo y protesta, a veces anda muy despacio y otras veces parece que va corriendo. Nova es completamente sigiloso, algo que Delilah no entiende teniendo en cuenta la altura de su primo, porque contradice toda lógica posible.

La forma que tienen de llamar cualquiera de los cuatro —porque Nova nunca llama, Nova nunca va a su habitación— es también completamente distinta. Rachel son tres toques y luego abre, Nick hace dos y espera a que responda. Si no lo hace vuelve a llamar y entonces dice su nombre. Las mellizas aporrean la puerta hasta que abre y las dos niñas pasan hasta que se tiran sobre su alfombra, donde ahora les gusta dormir la siesta.

Va a echar de menos todo eso cuando la echen.

Espera que no la echen.

Vuelve a la ventana y mira de nuevo, hacia el garaje, hacia el cuervo que está en la rama del árbol. No hay ningún nido cerca, así que no entiende qué hace allí tanto tiempo, parado, mirando. Es como si vigilara y, a veces, Delilah cree que de verdad está vigilando, igual que aquel zorro consiguió calmarla, y que si pasase algo, el cuervo podría avisarles a todos. Quiere creer eso, porque la otra opción es creer que no hay nadie vigilando y entonces tendría que ser ella quien vigilara.

Devuelve la mirada al garaje y Sirius sale de él, pero no solo, acompañado. Regulus va detrás y Delilah no se mueve. Está vez no se mueve a pesar de que lleva evitando una semana que Regulus vea que le está mirando, que le vigila. Porque se fía de él, que es lo peor de todo, confía en él y no tiene ni idea de por qué lo está haciendo. Sabe que no puede verla, lo sabe, pero no aparta la mirada de él, espera que se sienta incómodo, que sienta que le está vigilando a pesar de que confía en él.

¿Qué le pasa? ¿Por qué no le odia? Todo ha pasado por él, si se hubiera quedado con ella en lugar de haberla dejado en la torre de Astronomía los demás no se hubieran metido con ella. Si se hubiera enfrentado a Bellatrix su madre no se hubiera perdido en sí misma. Si hubiera huido con ella en el viaje en tren quizá... quizá...

Su primo aparece detrás del garaje, es la primera vez que le ve desde hace días y Remus llega desde la casa al jardín. Solo tiene que abrir un poco la ventana para poder escuchar la conversación, pero si la abre en esos momentos...

—Owlbert —llama a su lechuza, que obedientemente sale de su jaula—. ¿Por qué no vas a por algo de cenar?

Le abre la ventana y su lechuza ulula en respuesta, como si no estuviera contenta con la libertad que le está dando. Owlbert siempre ha sido algo raro, pero desde que Regulus le secuestró empezó a ser mucho más raro.

—Vuelve dentro, Delilah —dice Nova, a la nada y ella decide sacar la cabeza por la ventana, apoyando los codos en el alféizar y su cabeza en las manos.

—¿No puedo escuchar los asuntos de La Orden del Fénix? Yo también formo parte de ella —contesta a su primo, que parece estar molesto solo por la idea de que forme parte de ella.

—Ni se te ocurra decirle nada —esta vez no se lo dice a ella, se lo dice a Sirius, que se ha girado para mirarla.

—¿Por qué no bajas un momento?

—Sirius, no —es un tono frío y Delilah se pregunta si a su primo le importa lo más mínimo o si ahora es solo una molestia más para él. Espera que no sea por el dinero, porque le puede dar su cuenta de Gringotts encantada, no necesita tanto oro.

—Que elija ella, Donovan, no es una cría —insiste Sirius y su primo hace algo sorprendente, apunta con la varita hacia su ventana y la cierra.

Y ya es algo personal, porque una cosa es que no quiera hablar con ella y otra es que haya algo que la incumbe y no le quiere contar qué es. Así que baja, vaya que si baja hacia el jardín, porque está cabreado con su primo, que no le hace ni el más mínimo caso.

—Dime qué es —dice, nada más abrir la puerta del jardín.

Cuando da dos pasos Regulus la mira, por fin, después de una semana ella ha salido de los límites del encantamiento Fiddelio y, por fin, la ve como ella ha estado viéndole. La última vez que se vieron Regulus se desmayó en el jardín y nadie le explicó nada. Nadie le ha dicho nada de como salieron de esa cueva o de por qué estaban mojados. Nadie le dice nada, pero ella tampoco pregunta.

—Deberíamos hablarlo dentro —Remus avanza hacia Regulus, pero Nova se pone en medio, cortándole el paso.

—No se va a poner en peligro por salvarle el culo —dice y, quizá, en el fondo, Nova sí que se preocupa por ella.

—¿Ni siquiera si eso salva a tus hijas, Donovan?

Parece que Sirius da donde más le duele a Nova, que aprieta la mandíbula con fuerza. No se mueve de donde está, solo mira a Remus y parece que, entre ambos, tienen una conversación en silencio. Y no sabe quién gana porque Nova no se mueve y es Remus quien le esquiva para llegar hasta Regulus.

—Si aparezco muerto serás el primer candidato para que Sirius acabe contigo, ¿entendido? —le dice y Regulus asiente. Sirius ni siquiera se mueve con esas palabras, lo tiene claro.

—Entendido, Lupin.

Supone que es esperable que su primo la coja del brazo y la lleve hasta dentro de la casa. Se le ve enfadado, pero ella también lo está, sobre todo se enfada aún más cuando este empieza a subir la escaleras hacia el piso de arriba. Y ella se suelta, en mitad de las escaleras.

—Ni se te ocurra —le dice, pero él vuelve a agarrarla—. ¡Donovan!

—No vas a participar en esa locura de idea que han tenido —responde y tira de nuevo, a lo que ella intenta soltarse.

—¿Pero a ti qué más te da?

—Si vives bajo mi techo, vives bajo mis reglas.

—No te preocupes, que ya me largo para que me puedas ignorar tranquilo.

Ahora quien sube hacia su habitación es ella y cierra de un portazo. No le sorprende ver a Rachel allí, en el suelo, con las niñas en la alfombra jugando con un par de coches y muñecas.

—Está preocupado por ti, Delilah —dice Rachel y ella bufa.

—Menuda forma tiene de demostrarlo —Delilah se sienta en su cama, mirando al techo. Aunque quiera irse no tiene a donde.

—No sales de aquí, ¿cómo quieres que te lo demuestre?

—Vosotros venís —responde, como si eso fuera a solucionarlo todo—. Las niñas también vienen, podría venir él a buscarlas, siempre eres tú o es Nick.

Rachel no dice nada, Delilah supone que es porque no tiene nada que decir ante eso. Nova nunca va a verla y ya lo ha dicho, si vive allí es bajo sus reglas. Así que no le queda otra que tragar porque no tiene ningún lado al que ir.

—Bajad, James y Lily ya han llegado.

Como si fuera otra prueba más de que Nova no quiere acercarse, es Nick quien avisa desde la puerta. Rachel se pone en pie y coge a una de las niñas, a Mallory, que se la pone encima mientras ella coge a Hazel.

—Venga, hay que bajarlas, seguro que juegan con Harry y Alex.

Supone que Alex es el niño que sigue a Sirius y a Remus, pero todavía no lo sabe. Es el único que no ha conocido, así que coge a la niña y baja detrás de Rachel, para dejar a Mallory junto al resto de los bebés. Aunque, bueno, no sabe si llamar a Alex bebé es un término apropiado porque parece más mayor. No se parece a Sirius o a Remus, por mucho que intenta buscarle el parecido no puede encontrarlo, pero ella no va a preguntar, no le importa de donde hayan sacado al niño, está claro que es su hijo. Espera que no lo hayan secuestrado.

—Que hayas entrado en nuestra casa no significa que confiemos en ti, Regulus, ¿lo entiendes? —dice Nick y, con eso, parece que la reunión queda empezada.

—Sí, lo entiendo —responde el chico—, pero también deberíais saber que podéis confiar en mí o Lupin estaría muerto y el salón de la casa lleno de mortífagos.

—No vayas por ahí, Black —le advierte Nova y Regulus pone los ojos en blanco.

—Kreacher —dice y el elfo aparece con algo en las manos—. Como prueba de mi buena fe, dáselo a Crowan, Kreacher.

—¿Para qué quiero un guardapelo?

—Porque no es un guardapelo, es un horrocrux.

Solo hay dos personas que hacen una mueca al oír esa palabra y una de ellas es su primo, siendo la otra Lily. Y no le extraña que sean ellos dos quienes sepan qué es eso.

—Regulus me contó qué era en la cueva donde... —Sirius no termina la frase, pero Delilah se la puede imaginar—. Es un trozo de alma. De Quien-Ya-Sabéis.

—¿Vosotros no decíais su nombre? —pregunta y Regulus carraspea.

—Hay un tabú, al decirlo, podemos saber donde ha sido y...

No termina, pero Delilah sabe que sigue a esa frase. Pueden ir y eliminar a quien haya pronunciado el nombre, porque solo la gente de La Orden del Fénix son capaces de decir el nombre del Señor Tenebroso.

—¿Por qué tienes un trozo de alma? —pregunta James, que no parece estar muy convencido de lo que está pasando—. ¿Y cuál es ese plan que tenéis?

—Porque casi mata a Kreacher por esconderlo —responde Regulus, como si fuera lo más normal del mundo—. Así que yo le voy a matar por intentarlo.

No quiere sentir nada, pero lo siente. Es un pinchazo en el corazón, es muy sutil, casi cree que se lo ha imaginado. Pero ve esperanza, la ve clara, ve que Regulus puede salir de ahí, puede salir de los mortífagos y puede convertirse en uno de ellos, puede...

No, no puede perdonarle.

—¿Pretendes que nos creamos que, después de todo, estás en contra de Quien-Tú-Sabes solo porque casi mata a tu elfo? —pregunta Lily y Regulus asiente.

—Puedes creer lo que quieras, Evans, pero esa es la realidad, sí —dice, como si nada, como si ese fuera él de verdad. Los Black siempre han tratado a los elfos como seres inferiores, pero ahora Regulus... Regulus trata a Kreacher como si tuviera algún valor para él.

—Sus motivaciones son raras, pero... le creo —dice Sirius y Delilah no puede evitar resoplar a la vez que Nova. Su primo evita mirarla, pero parece que tanto a Nick, como a Rachel, se les escapa una sonrisa.

—¿Y qué pasa los nacidos de muggles, Black?

Es la primera vez que le habla directamente. No sabe si quiere hacerlo, pero quizá lo necesita para poder cerrar todo este capítulo con él, ese capítulo que nunca tendría que haber abierto.

—Evans ha demostrado que la magia es lo suyo —contesta, pero es una respuesta muy ensayada. ¿Eso es lo que ha estado haciendo en el garaje?

—¿Y el resto, Black? ¿Qué pasa con el resto de nacidos de muggle? —se acerca a él, un paso a la vez. Regulus no le aparta la mirada en ningún momento y ella tampoco lo hace—. ¿Qué pasa con ellos?

—No los conozco —responde y ella quiere reírse, no ha cambiado. No ha cambiado nada, sigue creyendo el mismo cuento.

—¿Y los mestizos, Regulus? ¿Somos ya tus iguales o nos sigues odiando? —no quiere sonar dolida, quiere sonar cabreada, pero no le sale. No le sale porque no está cabreada, está dolida porque, por un momento, se ha permitido pensar que Regulus ha cambiado de verdad.

—Nunca te he odiado.

No están solos, tiene que recordárselo, están con más gente delante. Está Nova, están su novio y su novia. Está Sirius y está su novio. Y están Lily y James. Además, están los niños, no quiere que los niños vean una pelea de ese estilo.

Delilah retrocede hasta que está detrás de Lily, donde puede estar más tranquila. No sabe por qué ha hablado, no sabe por qué ha dicho nada porque ahora están mirándola todos. No tenía que haberse metido, tendría que haber dejado que los demás hablaran. Nunca tendría que haber dejado ver que le duele que Regulus la odiase, debería quedarse callada, no debería volver a abrir la boca. Se lleva la mano a los anillos de sus padres y los aprieta. Ella los tiene porque sus padres están muertos, porque se los han podido quitar de su cuerpo antes de enterrarlos.

Ella ni siquiera ha podido ir al entierro.

—Vale, volviendo a esta reunión —Sirius redirige la conversación y coge el guardapelo de las manos de Nova—. Tenemos un pedazo de alma de Quien-Ya-Sabéis, tenemos que destruirla, pero.

—¿Por qué tiene que haber un pero? —James se queja y Sirius suspira.

—Porque si no todo sería demasiado fácil, ¿no crees? —que bromee en un momento así no sabe si ayuda o no, pero Delilah aprieta su varita con más fuerza—. El pero es que no podemos destruirlo.

—¿Por qué? —ahora es su primo el que habla y Regulus deja de mirarla para mirarle a él.

—Porque me quiero infiltrar en los mortífagos. Quiero ser vuestros ojos, sois cada vez menos, lo sabes, Crowan, y necesitáis toda la ayuda posible —responde Regulus y, si ha conseguido convencerle, Nova no lo demuestra.

—No te van a creer —Delilah habla bajo, intenta que no se la oiga, pero lo hacen igualmente.

—Por eso necesito tu ayuda, Del.

Quiere gritar que no la llame así. Del es otra chica, la que pensaba que Regulus tenía algún tipo de salvación, esa que pensaba que podrían ser amigos porque le daría igual la pureza de su sangre. Del es esa chica que se quedó en la torre de astronomía cuando tenía quince años, la que volvió a ella durante la lluvia para volver a quedarse después de que la puerta del baño del tren se cerrase.

—Delilah —le corrige, tiene que hacerlo, necesita hacerlo. No puede dejar que vuelva a entrar, no puede perdonarle, Regulus nunca va a cambiar, siempre va a estar él por delante, nunca los demás, nunca va a arriesgarse por ellos.

—Créeme que no te lo pediría si no lo necesitase, Del, por favor.

No necesita decir qué necesita, porque lo sabe. Tiene que volver con él, hasta la mansión, hasta el Señor Tenebroso. Tiene que estar ahí para que él pueda demostrar su lealtad y, con eso, que consigan tener un topo dentro de los mortífagos. Y las ventajas que tendría eso para La Orden, como podrían conseguir la información antes de que ocurriera nada malo, lo fácil que sería que todos los que han muerto ahora estuvieran vivos si hubieran tenido ese topo desde el principio.

—No va a ayudarte, Black —Nova es bastante directo con sus palabras y Regulus ni siquiera le mira cuando habla, porque habla mirándola a ella.

—¿Acaso te he pedido ayuda, Crowan?

—¿No estás viendo que no quiere ayudarte? —la tensión empieza a subir, sobre todo cuando Remus avanza un paso entre Nova y Regulus, que se gira.

—¿Y a ti qué te importa lo que quiera o no Del? —Regulus levanta la voz y él no lo sabe, no lo sabe, no se ha dado cuenta todavía. Tiene que seguir sin saberlo y por eso Delilah niega. Nova no puede decirlo, no pueden confiar en él todavía.

—¿No le has destrozado ya la vida lo suficiente, Black? —Nova se controla y Delilah respira un poco más tranquila. Regulus no puede saber que son primos.

—¿Te crees que no lo sé?

Por un momento cree ver e arrepentimiento en Regulus. Dura unos segundos, porque luego vuelve a la misma actitud. Tiene la cabeza ligeramente levantada, mientras les mira a todos con aires de superioridad hasta que llega a ella. A ella la mira como si fueran iguales y no lo entiende porqué se esfuerza en fingir de esa forma.

—La decisión final te corresponde a ti, Delilah, pero... creo que deberíamos votar —Rachel habla, poniéndose en pie y se lleva una mala mirada por parte de Nova—. Creo que tener un espía en los mortífagos nos ayudaría y...

—No estás hablando en serio, Rach —Nova la interrumpe y ella siente.

—Sí, es en serio, Nova, te recuerdo que tenemos dos hijas a las que no sabemos si quieren matar por una puñetera profecía —Rachel parece irritada y Nova bufa.

—Dime que tú no estás de acuerdo —le dice a Nick, pero este niega.

—Delilah es adulta, Nova, puede defenderse sola, pero las niñas...

—¡Queréis mandarla delante de Quien-Ya-Sabéis! —grita y tanto Rachel como Nick asienten. Debería sentirse dolida, pero no lo hace, lo entiende, son sus hijas—. Black puede apañárselas sin ella, no necesita meterla.

—Sabes que no, tú también has oído la historia, Nova —que Remus intervenga para apoyar a Regulus es algo que Delilah no se espera—. Necesita que esté con él para que tenga la más mínima oportunidad de salir vivo de allí.

—¿Y planeas apoyar esa locura de plan? ¿Después de todo lo que le acaba de pasar queréis lanzarla hacia los brazos de quienes le han hecho eso?

—No, te apoyo a ti, no creo que deba ir teniendo en cuenta... —Remus no termina la frase, pero ella se lo puede imaginar. Teniendo en cuenta que está loca. Es fácil saber cómo acaba la frase porque siente que está loca. Le da vueltas al anillo de su madre, una y otra vez, lo hace girar sobre su dedo anular, una y otra vez— los acontecimientos recientes.

—Sabemos por qué no quieres apoyar la idea, Nova —Lily habla, pero no lo hace mirándole, mira al grupo de niños, que juga tranquilamente, ajeno a todo lo que están discutiendo sus padres—. Pero nosotros tenemos a Harry y...

—Saber qué pretenden hacer con La Profecía nos beneficiaría, Nova —añade James y ella avanza hacia su primo.

No le entiende porque no va a verla, pero luego parece que sabe de ella, sabe que está mal y quiere protegerla. Delilah cree que nunca va a entender a su primo, por eso se acerca y le pone la mano en el brazo.

—¿Y tus hijas? —le pregunta y nota como se tensa—. ¿No quieres pedirme que lo haga por ellas?

—Ya tienes bastante —responde y parece que se quiere apartar, pero ella le agarra con las uñas y Nova se queda.

—Puedes pedirlo, Donovan, para algo somos... —familia. No lo dice, pero él lo sabe y lo ve en sus ojos. Quiere que lo haga, se está negando por ella, pero Nova quiere que lo haga.

—Lilah, no tienes que aceptar —Sirius habla, pero Delilah no le quiere escuchar. Lo sabe perfectamente, que no tiene porqué hacerlo, pero quiere ver que hace su primo.

—Dilo —le reta y Nova parece derrotado, ¿cómo ha podido pensar que no le importaba? No puede evitar abrazarle y su primo le responde el abrazo con fuerza.

—Por favor, Delilah, por favor —es un susurro, pero a ella le vale. Le vale porque se lo ha pedido, porque ha contado con ella.

Sabe que no está saliendo de la habitación, sabe que lo va a pasar mal cuando esté delante del Señor Tenebroso y tenga que fingir. Cuando tenga delante a Bellatrix o a Barty y tenga que tragarse las ganas de matarles a sangre fría. Pero puede hacerlo, puede conseguirlo. Así que, cuando suelta a Nova, se gira para mirar a Regulus.

—¿Cuál es tu plan?

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Así que......... espiar a los mortífagos, ¿eh? Y resulta que estos tienen un horrocrux, cositas que pasan para que confíen en Regulus. Porque se puede confiar en Regulus, ¿no?

La pobre Delilah no lo tiene muy claro y aun así lo hace, aunque claro, la saca de la mansión donde estaba, pero también está presente cuando torturan a sus padres pues... normal que no tenga ni puñetera idea de que hacer.

Nos vemos la semana que viene, mil gracias por leer <3

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