Capítulo 24: El plan de rescate
George no entiende por qué Mara lleva un par de días evitándole, pero no le gusta. Todo estaba perfectamente, le había encantado la casa, estaban viviendo juntos en su casa de verdad y, de repente, Mara estaba constantemente ocupada. Tenía claro que tenía que ver con la vuelta de Atria, de quien no había sabido nada a pesar de haberle escrito unas cuantas cartas durante el último mes que ella no se había llegado a molestar en contestar.
Y ahora volvía, como si nada, se unía a las guardias y reclamaba estar siempre en el árbol y con Mara. Le daba igual que desapareciera durante días y luego volviera como si nada, pero no iba a pasar por alto que había secuestrado a Mara.
—Tus celos son insoportables —y lo peor de todo es que, como Atria había vuelto y había secuestrado a Mara, Jake era el único que estaba dispuesto a escucharle lo más mínimo.
—Y tu falta de decisión para decirle a Faith que se mude contigo es una pesadilla —le ataca, tal y como le ha atacado él y Jake le saca la lengua.
—Es un gran paso.
—Nadie lo niega, pero tienes la casa desde hace meses, espabila o te va a dejar.
—No la tengo todavía —dice el chico y George pone los ojos en blanco.
—La tienes, te gusta, cógela de una vez y le dices a Faith que se mude contigo, es fácil, cualquiera puede hacerlo.
Tienen ronda por los bosques, a los dos les gusta hacer esa, es tranquila y pueden pasear sin tener que estar quietos en un sitio. No tienen que aguantar a las viejas cotillas del pueblo y, si les apetece, pueden sentarse a descansar sin que nadie les diga nada. El pueblo es seguro, todos lo saben, de momento las rondas siguen, pero no van a tardar en desaparecer al ver que no sucede nada.
—¿Y si no le gusta?
—Por Merlín, Jake, le va a encantar, deja de ser tan indeciso.
—Cuando le digas a Mara que la quieres.
Tiene que darle un punto al chico, no puede negarlo, sabe contestar y dar en el punto justo para fastidiarle. George chasquea la lengua y empieza a ignorar al hermano de su... ¿novia? Deberían aclarar las cosas porque de verdad no sabe cómo llamar a Mara en su cabeza.
—¿Y bien?
—Cállate.
Sí, está derrotado por Jake, que empieza a reírse y sigue andando como si nada. Le cae bien, pero a veces le dejaría abandonado en el bosque y esa es una de esas veces.
—Y no estoy celoso —lo dice tan tarde y fuera de la conversación que Jake se para en seco y George se choca con él—. Oye, que nos matas.
—Estás celoso de que no está contigo.
—No estoy celoso, solo no entiendo por qué está tanto con Atria.
Jake se encoge de hombros porque él tampoco lo sabe, no es de extrañar, Mara evita contarle las cosas. Como a él ahora. Tiene que hablar con ella seriamente de lo que sea que esté tramando con Atria porque eso tiene que acabar cuanto antes.
—Vamos, quiero terminar esto y volver a casa.
—No funciona así.
—Nadie va a saberlo —George acelera el paso, pero Jake no le sigue a ese ritmo.
—Mara sí.
Lo hace por ella, como todo el pueblo, aunque no lo sepan. Todos saben de las protecciones, lo imposible que sería que alguien se colara en el pueblo sin buenas intenciones, pero aun así hacen esas rondas por si acaso. Día tras día, todos los turnos llevan funcionando perfectamente las veinticuatro horas del día, sin importar el frío que haga, la lluvia o, incluso, los primeros copos de nieve de la temporada invernal.
—Vale, pero en cuanto acabemos me voy con Mara.
—¿No quieres un refresco?
Jake es experto en liarle. Si le dice que sí serán más de uno y no quiere, por nada del mundo, perderse esa conversación con Mara. Es como si Jake intentase impedir que hablase con ella.
—¿Qué sabes, Perkins? —sospecha de él, bastante, la verdad. Últimamente solo pasa tiempo con él, nada más, no ve a Mara, no se ha encontrado a Faith y Don le ha dicho que todas sus rondas son con Jake todos los días.
—Nada —contestación rápida, demasiado directa, sí, hace bien en no confiar en él.
—Dímelo ahora mismo o te hechizo —lo bueno de que sea muggle es que no puede devolvérsela.
—No sé nada —repite el chico, pero a George no le parece convincente.
—Tengo poca paciencia, Jake, dímelo.
—No sé nada —insiste y George suspira—. No hay refresco para ti, me voy con Faith.
—Pero dile que se vaya a vivir contigo.
—Que te den.
Si, se lo merece, pero no se arrepiente. No sería el primer refresco que se toma con Jake, pero le ha parecido tan fuera de lugar que ha desconfiado completamente. Tiene que hablar seriamente con Mara porque le está empezando a afectar con todos.
—Eh, tío, lo siento.
—Imbécil.
—Lo sé.
Que Jake le de unas palmadas en la espalda antes de irse le hace sentirse incluso un poco mal, la verdad. Son palmadas de lástima, como si no le quedara otra que ser imbécil y Jake le estaba ofreciendo consuelo. Prefiere no pensarlo, así que vuelve a casa, a su casa con Mara, la que comparten los dos.
Ahora entiende perfectamente la felicidad de Fred cuando consiguió la casa con Atria. Quizá, en aquel momento, pensó que era bastante mala idea que se fueran porque no quería quedarse solo. Que demonios, pensó que eran egoístas por dejarle solo en mitad de una guerra, pero ahora lo entiende, claro que lo hace y ojalá se hubieran ido antes para estar más tiempo juntos.
Ojalá se hubieran ido Mara y él a vivir juntos mucho antes, en lugar de haber perdido el tiempo borracho y solo en casa. El imbécil que le ha dedicado Jake se queda más que corto por lo ciego que ha estado todo este tiempo, pero al menos ya lo ha solucionado. Parte de ello, claro, le queda la parte de decirle que él va en serio.
Le gustaría atreverse, pero le acojona que Mara le mande a la mierda. Prefiere no tener etiqueta que perderla, la verdad, pero sí que necesita tener claro qué está pasando porque no entiende nada. Así que, en cuanto saca las llaves del bolsillo, decide que va a hablar con ella, aunque tenga que interrumpir lo que sea que esté pasando en el salón, donde ve las luces encendidas.
—¡Estoy en casa! —lo grita y no sabe si ha sido buena idea porque empieza a oír papeles moviéndose.
—¡Un momento!
No, no puede dar un momento, va directo al salón y ve a ambas, moviendo un montón de fotos de un lado a otro. No las ocultan, solo las están recogiendo y no le gusta ver como se molestan incluso en ponerlas en orden.
—¿Qué estáis haciendo?
Que Atria solo mire a Mara no le gusta, seguro que tiene que ver con ella y con que ahora tenga las manos aun peor que antes. No sabe que habrá estado haciendo con la maldición, pero está claro que ha empeorado. Pero parece saber algo, al menos es lo que la última vez pasó.
—Ven, esto es...
—Me estás asustando, Mara.
Le da la mano, llevándole hasta el sofá. No le suelta mientras que Atria mueve las hojas de la mesa grande hacia ellos, dejándolas sobre el regazo de Mara. Ella suspira, como si no supiera por donde empezar y George decide mirar hacia las hojas.
"Plan infalible para sacar a Fred de donde está ahora mismo".
Se le revuelve el estómago al ver el título que sabe que ha elegido Atria. No pueden tener esas hojas ahí encima, como si no fueran nada. Y Mara sabe de qué van esas hojas, las ha estado ordenando con Atria, está nerviosa y le aprieta la mano con un poco más de fuerza, entrelazando sus dedos.
Pero George no quiere eso ahora mismo, quiere que le expliquen qué están haciendo y suelta la mano de Mara, ignorando la expresión dolida de la chica.
—¿Qué es todo esto?
Se levanta del sofá, pero Atria que está apoyada en la pared niega, por lo que vuelve a sentarse. Estira la mano para intentar coger los papeles del regazo de Mara, pero ella le pone la mano encima.
—Queremos explicártelo primero —dice, pero empieza a sospechar qué está pasando.
—¿Me puedes decir de una puta vez qué es eso?
—Fred está en Estados Unidos.
Lo dice Atria, sin moverse ni un poco de su sitio. Le mira fijamente y luego mira a otro punto en la habitación para negar y se cruza de brazos. Deja de mirarla a ella para mirar a Mara y ella ya lo sabía, lo sabe por cómo evita mirarle a los ojos.
—Lo sabías y no me has dicho nada —lo dice tan calmado que no sabe de dónde sale dicha calma porque él se siente con ganas de quemarlo todo.
—Teníamos que...
—¡No tenías nada, Mara! —explota, sin molestarse en contenerse más—. En el momento en el que te enteraste tenías que habérmelo contado y teníamos que haber ido.
—Por eso no te lo he contado, no podíamos ir sin un plan —ahora sí que se levanta del sofá, cogiendo los papeles que tiene Mara y esta vez no se lo impide.
—¿Dónde cojones está? —empieza a pasar las hojas, pero nada de lo que ve tiene sentido.
Hay fotos de tres mansiones completamente distintas, con unos intentos de plano dibujados a mano y George reconoce la letra de Atria en ellos. No son perfectamente realistas, de hecho parece que solo los ha sacado de las fotos y tiene algunas correcciones de Mara añadidas en algunos trozos.
—Está en una de esas tres mansiones, pero no sabemos cuál de ellas —dice Mara, también poniéndose de pie y cogiendo los papeles de sus manos—. Si nos dejas explicarte...
—¿Explicar? Lo que tenemos que hacer es ir a por él de una puñetera vez, estamos perdiendo el tiempo.
—Lleva allí meses, por unas horas más no le va a pasar nada, sobre todo si así podemos asegurar que vamos a sacarle de allí.
Que Mara hable tan fríamente le pone los pelos de punta. Y puede que tenga razón, que tengan que pensarlo todo bien, el plan correcto que pueda asegurar que todos vuelven a casa sanos y salvos, pero...
—Si fuera Jake ya estaríamos allí —le suelta y parece que Mara sabe que es verdad, porque asiente.
—Y agradecería que tuvieras sentido común y me lo impidieras hasta que no tuviéramos un plan.
—Ya lo habéis hecho, a mis espaldas, así que vamos, tenemos que sacarle de allí —pero ninguna de las dos chicas se mueve del salón de la casa.
—Ni siquiera lo has escuchado, George —que Mara hable tan tranquila le pone histérico, ¿no entiende lo que está pasando? ¿Por qué está tan calmada cuando tienen delante lo que llevan meses buscando?
—¡Vosotras lo sabéis! ¿Qué más queréis? ¿Qué os de las gracias? ¿Desde hace cuánto lo sabéis?
Mara no responde, solo baja la mirada al suelo, así que George decide mirar a Atria, que por fin se separa de la pared y avanza hacia ellos.
—Averigue que estaba en Estados Unidos hace tres semanas —responde, totalmente calmada, sin haber perdido los nervios por un segundo. George siente ganas de estrangularla—. Tardé dos semanas en delimitar la búsqueda a tres mansiones y...
—Me lo contó hace una semana —Mara interviene y George vuelve a mirarla a ella.
Por fin le mira a los ojos y ve una chispa de desafío. Esa chispa que siempre le vuelve loco. Le desafía a que se enfade con ella, a que grite, a que discutan y George piensa hacerlo.
—Atria, lárgate —dice, porque no va a discutir con Mara estando Atria delante, no.
—Pero...
—¡Te he dicho que te largues!
No ve cómo se va, no le importa, ¿su mejor amiga? No, Atria ya no es su mejor amiga, ella murió cuando utilizó su hechizo más peligroso, Mors Memoriae. Lo que ha quedado en su lugar es una cáscara de lo que una vez fue su mejor amiga, alguien que a veces es capaz de imitarla lo suficientemente bien como para que George llegue a creer que es ella.
—No tenías que echarla —que Mara defienda a Atria solo le enfada más y, en lugar de gritar, empieza a reírse.
—Te lo has callado una semana, Mara, una puta semana.
—Tenía que...
—¡No tenías que nada, Mara, es mi hermano gemelo!
—¡Ya sé que es tu hermano gemelo!
—Tú más que nadie deberías entender lo que significa, no puedo creerme que...
—Lo he hecho por ti, pedazo de imbécil, para que no fueras corriendo y te mataran antes de que pudieras verle otra vez —le interrumpe y no le molesta que le interrumpa, le da igual, le molesta que diga que lo ha hecho por él.
—¡Hubiera sido mi puñetero problema si me muero salvando a mi hermano!
—¡También hubiera sido el mío, George, joder, sin ti yo no...!
No termina. George quiere que Mara termine esa frase, pero no lo hace. Mara se calla de golpe y George quiere volver a gritar, quiere gritar que termine la frase de una vez, porque no puede decir que sin él ella no y no terminar. Pero Mara no lo hace, ella solo le señala los papeles que sigue teniendo en las manos.
—Todo el plan está detallado ahí, nos vamos en dos días, mañana vamos a discutir todos los detalles. Si no te los sabes no vienes.
No se lo explica, se va. George ve como va hacia la entrada de la casa y oye el armario de la entrada, el cual suena ligeramente cuando lo abres porque las bisagras no están del todo engrasadas y tienen que arreglarlo, pero todavía no lo han hecho. Luego oye las llaves en el cuenco y, finalmente, la puerta de la calle, que se abre y luego Mara cierra con suavidad.
Se ha ido y le ha dejado allí con todo el montón de papeles. Se ha ido sin explicarle nada y pretende que se quede allí quieto, de brazos cruzados mientras que tiene delante todos los datos sobre dónde está su hermano.
Así que él también va hacia la entrada a coger su abrigo e irse en ese mismo momento a Estados Unidos. Tiene las direcciones, sabe cómo son las casas porque hay fotos, solo necesita desaparecerse y podrá conseguirlo. No necesita a Mara y no necesita a Atria para ir a buscar a Fred, puede hacerlo perfectamente solo. Avisará a alguien, es lo único que va a hacer, va a avisar a Don de que se va para encontrar a Fred y que si no vuelve en una semana le diga a sus padres todo. Le dejará el plan de Atria para que lo tengan y puedan ir a buscarles y luego se irá a buscar a Fred.
—Ni se te ocurra irte solo.
Tenía que haberse esperado que Atria no fuera a irse lejos. Sí que resultaba sorprendente que se hubiera quedado en la calle, con la nieve, en lugar de haberse ido a su casa.
—Déjame en paz, Atria.
—No, si te vas sin leer el plan vas a morir, George, no puedo dejar que pase eso —que le intente frenar solo le hace reír. ¿Quién se piensa Atria que es?
—¿Y a ti qué más te da?
—Eres mi mejor amigo, idiota, claro que me importa si te mueres.
No sabe por qué, pero eso hace que su enfado baje. Que le diga que le importa le hace no querer discutir más, pero sigue cabreado con ella porque lo sabe desde hace tres semanas y no le ha dicho nada.
—Me voy a quedar ese dosier si no planeas leerlo, solo tenemos una copia, no he podido hacer más.
—Sabes que tienes magia, ¿no?
—He protegido esta cosa, ¿crees que soy idiota y dejaría que cualquiera pudiera tenerlo? Que tenerlo, leerlo si siquiera, considerate afortunado.
Es Atria, claro que pensaría que los demás no tienen que leerlo y lo protegería para los demás e impediría las copias. Seguro que los demás ven un libro de recetas o algo igual de estúpido, quizá un cuento infantil sobre pollos o algo así.
—¿Se puede saber por qué no quieres que nadie lo lea?
—Porque no confío en nadie, George, si rompieron las protecciones de Wetvalley una vez, ¿quién te dice que no puede haber una segunda? —no entiende de dónde ha salido la paranoia de Atria—. ¿Qué de repente sepan que estamos allí? No quiero arriesgarme a perder a Fred, George, no puedo hacerlo.
—¿Crees que hay alguien en el pueblo que pueda traicionarlo?
—Creo que deberías leer el dosier cuanto antes para que mañana podamos tener el repaso e irnos cuanto antes —no le gusta que cambie de tema, necesita saber su opinión—. No sé si hay alguien en el pueblo, pero no confío, George, no cuando se trata de la vida de Fred.
—No le conoces.
—Si quieres creer eso —que Atria se encoja de hombros le hace sospechar. ¿Puede haber...? No, no ha recuperado la memoria, le hubiera dicho algo. Atria no se quedaría callada con eso, no jugaría, pero... se había callado que estaba buscando a Fred, que sabía dónde estaba. Ya no sabe si conoce a Atria—. Lee y mañana hablamos, ni se te ocurra ir a las mansiones, casi me matan cuando hice las fotos.
—¿Qué? ¿Has estado allí?
—No creo que quieras oír mi respuesta, George, ¡hasta mañana!
Que ponga rumbo hacia el centro del pueblo, donde tiene su apartamento no sabe si es la mejor de las ideas. Quizá debería coger a Atria y meterla en una de las habitaciones vacías de la casa. Podrían transformar en cualquier momento una silla para que fuera una cama y Atria podría descansar y él no estaría solo, deseando salir corriendo hacia Estados Unidos para solucionar todo cuanto antes.
No duerme esa noche, está demasiado preocupado con todo lo que está leyendo en el informe que han preparado Atria y Mara. Tienen contemplados todos los posibles problemas con lo que ellas denominan una solución y para cada casa hay un plan de escape perfectamente detallado. En la sección de notas ambas han llegado a la conclusión de que Fred tiene que estar en un sótano o bien en la planta más alta de la casa y para cada una de las mansiones tienen su opinión.
En la primera suponen que está en el ático porque las ventanas las tiene completamente tapadas con cartones y en la segunda y tercera suponen que está en el sótano porque ambas mansiones están perfectamente cuidadas desde todos los puntos exteriores y, en ninguna de ellas, se arriesgarían a que cualquiera que pasara por allí viera a Fred por una de las ventanas.
Tampoco es que fuera a pasar mucha gente cerca de cualquiera de las mansiones, estaban más bien en mitad de la completa nada en Texas. George había oído cosas de los muggles de Texas, esperaba no encontrarse ninguno porque de acuerdo a las películas que había visto tenían pistolas.
—Vale, ¿cómo vamos a hacer esto? —pregunta, por la noche, cuando los tres están reunidos alrededor de la mesa.
Atria preside, Mara está justo enfrente de él. No se han mirado, no se han dirigido la palabra. Deberían arreglar las cosas antes de ir a buscar a Fred, porque como ha dejado claro Atria, cualquier cosa puede salir mal.
—Yo —Atria marca bastante bien el yo— averiguaré si Fred está o no en esas casas y donde está.
—No nos has explicado cómo —dice George, pero a Atria le da igual porque pone la primera casa sobre la mesa. No le gusta como ignora las preguntas o cambia de tema. Sabe que oculta algo y espera, por el bien de Atria, que no sea nada grave.
—Creo que estos son muggles, pero los mortífagos podrían estar usándolos así que tenemos que tener cuidado.
—¿Tienen armas? —pregunta Mara y Atria asiente—. Entonces no podemos usar la magia, serán muggles.
—Saltarnos el estatuto de magia va a ser el menor de nuestros problemas si nos equivocamos, pero allá tú —Atria saca la segunda foto—. Esta mansión está rodeada por una valla de alambre de dos metros y medio de alto. Está electrificada, así que no la toquéis.
—¿Lo aprendiste a las malas? —no quiere reírse cuando lo dice, pero sabe que ha acertado por como Atria saca la tercera foto, con un golpe en la mesa.
—Está es la casa en la que odiaría que estuviera Fred —devuelve la seriedad a la mesa y George juraría que casi ha visto algo parecido a una sonrisa en Mara—. Pude colarme, fue la única, pero...
—¿Pero?
—La seguridad en esta casa es peculiar, en ella viven magos seguro, la sensación que tuve allí dentro no... —a George se le empiezan a poner los pelos de punta por como Atria prefiere evitar esa casa. Es una inconsciente, si ella quiere evitar algo los demás pueden temer por ello—. Esperemos que le encontremos antes, no quiero volver allí dentro, es una sensación...
Atria tiembla, quedándose callada mirando a la nada. Niega y luego asiente y George se pregunta si está volviendo a oír esa voz que menciono una vez. Espera que no se esté volviendo loca.
—No nos has contado cómo has llegado a delimitar la búsqueda a tres casas —Atria abre la boca como si fuera a responderle, pero cambia totalmente de opinión y se queda callada, recogiendo todos los papeles.
—El plan es simple, averiguo si Fred está dentro, si no lo está pasamos a la siguiente casa, si está entramos —le ha ignorado. Ha sido bastante clara diciéndole que no quiere saber cómo lo ha averiguado—. Nos dividiremos, vosotros seréis la distracción mientras que yo voy a por Fred.
—Atria no sé si vas a poder con Fred, si está herido o... —no quiere pensar en nada peor, va a estar bien, tiene que estar bien—. Atria, llevas más de un año sin desaparecerte, ¿cómo vas a sacarle de allí?
—Soy tan bruja como tú, George Weasley, y sé usar la magia bastante bien —la interrupción es aplaudida por Mara, que va hacia ella.
—Le sacarás de allí sin problema, que no te haga dudar —le dice y siente que le está lanzando una puya sobre algo que no termina de entender—. Ya he reservado el piso que viste, está a mi nombre.
—Gracias, Mara —¿un piso?—. Cuando saque a Fred de allí volveré al piso, si veis que os arrinconan volvéis al piso, ¿entendido?
George asiente al mismo tiempo que lo hace Mara y Atria coge sus papeles en la mano, mirándoles a ambos.
—Tenéis que confiar plenamente en el otro para que todo lo de mañana salga bien, así que tenéis cosas de las que hablar. Nos vemos aquí mismo en unas horas, descansad.
Se va, sin hacer ruido y George se pregunta si Atria no seguirá allí, escuchando. Tiene razón, tienen que hablar, pero si Mara no planea disculparse por no haberle dicho nada de que sabía dónde estaba Fred... él no piensa disculparse.
Y ella parece que tampoco porque coge su abrigo y se va de la casa de ambos, con las manos en los bolsillos y sin mirar atrás en ningún momento.
▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬
Así que... ya van a por Fred. No me creo que hayamos llegado ya a este momento la verdad que fuerte, que fuerte. Ahora ya sabéis a dónde se llevaron a Fred en Navidades, cuando Atria vio que el reloj cambiaba de En peligro a Viajando. Que ganas tenia de llegar a este momento.
También he subido otro capítulo de Atria, si en el mismo día una subida doble, cosas que pasan cuando no sabes en qué día vives
Nos vemos en dos semanas, el sábado 6 de enero, como regalo de día de Reyes, mil gracias por leer <3
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top