Capítulo 1: Falta de memoria

— Eh... hola. ¿Nos conocemos?

Si Atria no estaba fingiendo su hechizo había funcionado a la perfección y George no estaba listo para eso, no. No sabía donde estaba Fred y acababa de perder también a Atria, lo sabía, lo veía en su mirada como no le reconocía, como no reconocía La Madriguera. No veía la tristeza en sus ojos, la que había visto tan solo unos minutos antes.

— Soy George —acabó respondiendo después de unos segundos.

— Hola George, te va a parecer raro, pero ¿quién soy?

Era como volver a tener doce años. Con la diferencia de que ahora Fred no estaba allí, con ellos. No estaba para intentar hacer recordar a Atria, no estaba para solucionar él mismo el problema. Tenía que hacerlo él e iba a hacerlo Fred, en cuanto le encontrara Fred iba a arreglar la que había liado Atria y todo estaría bien.

Recuperaría a sus mejores amigos en el mismo momento.

— Es que te has dado un buen golpe en la cabeza, Atria —le miente. Es sencillo porque Atria no necesita saber que les han mentido sobre Fred y que sepa en estos momentos sobre Remus tampoco le va a hacer ningún bien—. Vamos dentro y te cuento.

— Tengo un nombre curioso, ¿no?

— Toda tú es curiosa.

— Siento que te conozco, pero no tengo muy claro de qué, lo siento, ¿qué estaba haciendo para darme un golpe en la cabeza?

— El... árbol —acaba diciendo George y lo señala—. Querías ver si llegabas a ver mejor las estrellas, querías ver si encontrabas la que tiene tu nombre, se lo querías enseñar a la... ardilla que había en el árbol.

— Oh, ¿mi nombre viene de una estrella?

George asiente, incapaz de seguir hablando más con esa Atria. Ella no es la misma, no, tiene que arreglarlo, cuanto antes. Quizá ni siquiera espera a que Fred aparezca para intentar arreglar los recuerdos de Atria, no puede verla así.

— Te miraré la cabeza y creo que lo mejor que podemos hacer es ir a dormir, quizá mañana te levantas recordando todo.

— Me parece bien, pero ¿podrías decirme donde estamos?

— La casa de mis padres.

Atria asiente y luego, de la nada, se queda parada.

— Oye, ¿no deberías estar flipando? Es que no me acuerdo de nada de mi vida y tú estás muy tranquilo, ¿es algo que me pasa muy a menudo?

Vale, le ha pillado en la mentira. Ha tardado unos minutos en hacerlo, ¿cómo va a mentirla hasta que encuentre a Fred? Así que George solo niega y sigue andando hacia la casa. Lo mejor es que Atria no sepa nada, al menos hasta que no sea capaz de tener una historia algo mejor, una que se pueda creer. Ella sigue insistiendo, pero George no le hace caso mientras finge que le mira la cabeza. Aprovecha para que coma algo ya que lleva días sin hacerlo bien y él también aprovecha para tomar un vaso de leche que acaba subiendo a la habitación porque es incapaz de terminarlo. Y, cuando Atria ve la habitación, se queda parada en el pasillo, no llega a entrar.

— ¿Estamos juntos o algo?

George casi tira el vaso de leche sobre la cama de Fred y se gira para mirar a Atria.

— ¿Pero de dónde te sacas esa idea?

— Bueno, me conoces, estamos en la casa de tus padres y, por lo visto, dormimos juntos, ¿qué es lo que quieres que piense?

Bueno, dicho así es lo que parece, pero no es así, ni de lejos, no. Así que niega y deja el vaso de leche en la mesilla, intentando pensar cómo le puede explicar eso sin mencionar a Fred.

— Es complicado —acaba diciendo después de un rato y Atria se cruza de brazos.

— Entonces no estamos juntos, ¿no?

— No, claro que no, que asco.

— ¡Oye, que no soy un as-!

— No grites, que vas a despertar a todos —tiene que taparle la boca con la mano y, de golpe, es como retroceder unos cuantos años atrás, a cuando estaban en Hogwarts y Atria vivía en su habitación—. Sigue sin funcionar, Atria, no lo intentes. Entra a la habitación de una vez.

— No te conozco, no quiero entrar a la habitación contigo.

— Sí que lo haces, entra, Atria, vamos.

Se suponía que era Atria quien le tenía que llevar a la habitación para que se fuera a dormir, no al revés. Y allí estaban, discutiendo, porque ella no se quería meter en la habitación y George estaba perdiendo la poca paciencia que tenía.

— ¡Por Merlín, que no me gustas, que eres la novia de mi hermano!

No pensaba decirlo, no iba a decírselo, pero lo había hecho porque Atria le estaba poniendo de los nervios y, de repente, a ella se le llenaron los ojos de lágrimas. Mierda, mierda, mierda. No era así cómo iba a solucionar todo, no era así, estaba pareciendo la misma Atria de antes del hechizo, la que parecía que en cualquier instante iba a saltar desde la habitación de Ron para acabar con todo.

— Fred —la oye susurrar antes de verla cerrar los ojos con fuerza.

George no entiende que pasa, pero Atria de repente grita y luego se cae al suelo, redonda.

Genial, lo que le faltaba, que también se desmayara. ¿Qué cojones era ese hechizo que había lanzado? Porque, sinceramente, parecía que funcionaba de culo, aunque era algo que ya sabían claro, le había borrado completamente la memoria a los once años, ¿cómo no iba a hacer lo mismo ahora? Aunque parecía que conservaba algo de sus recuerdos, solo que estaban jodidamente enterrados.

— ¿Qué ha sido ese grito? ¿Está bien? —a Harry le había faltado tiempo para llegar a la habitación y George asiente—. ¿Qué hace en el suelo?

— Se ha caído de la cama y en lugar de levantarse se ha vuelto a quedar dormida.

¿Desde cuándo es tan fácil mentir? A todos, no importa a quien. Harry solo suspira y coge a Atria en brazos para dejarla en la cama de Fred. Y ella parece que sonríe, se mueve poco a poco y pronto está abrazando la almohada que había traído del Callejón Diagon y parece que, por fin, descansa.

— ¿Estás bien, George? —Harry no se termina de fiar de los dos. La pregunta no ha sido lo mejor, claro, pero no sabe como hacerla.

— Sí, solo no me esperaba que se fuera a caer de la cama y seguir durmiendo como si nada.

— Necesita descansar —dice Harry, sin dejar de mirar a su hermana—. Y tú también.

— No, lo que necesito es encontrar a Fred para que no esté así —responde George y Harry suspira y se va directo a la puerta, pero vacila durante unos segundos hasta que parece que se aclara.

— Sé que no es fácil creer que está muerto, cuando Sirius...

— No es lo mismo, Harry —le interrumpe, pero Harry niega.

— Sí, sí es lo mismo, yo también lo negaba al principio y no fue fácil aceptarlo.

— Le visteis caer por ese velo, ¿no? —dice Geroge y Harry asiente—. Ahí lo tienes, vosotros lo visteis, nosotros no hemos visto como quemaban a Fred.

— Que no lo veas no significa que no ocurra, George, lo que te quiero decir es que... —el chico vuelve a suspirar y George nota como la mirada se le va hacia su hermana y luego vuelve a él—. No le des más esperanzas, ¿vale?

— No le estoy dando esperanzas, es la realidad.

Harry no vuelve a decir nada, solo sale de la habitación y cierra la puerta suavemente. Se oyen los pasos en la escalera, murmullos suaves en la puerta, más pasos que bajan y más murmullos. Todo parece que ha acabado, al menos es la sensación que tiene George desde la cama, pero escucha pacientemente hasta que oye el silencio de verdad. Tarda un rato, porque se vuelven a oír pisadas, los pasos de Ron y Hermione por las escaleras, subiendo rápidamente hasta la habitación de Ron y pronto hay otros pasos más. Probablemente Harry, acompañado de Ginny para no dejarla sola después de lo de hoy.

Cuantas ganas tiene de que le crean, de que vean que tiene razón y Fred está ahí fuera, en algún lugar, esperando a que le encuentren. Que ganas tiene de ver la cara de sus padres cuando se den cuenta de que no han perdido a ningún hijo, de que los siete están vivos. Pero para eso primero tiene que encontrarle.

No sabe cuando se queda dormido, pensando en formas de encontrar a Fred, pero sí que sabe cuando se despierta porque lo hace con un grito, con sollozos, con una puerta que se abre de golpe y los gritos de Harry llamando a su hermana.

— Era solo un sueño, Atria, ya está —le dice, abrazándola, pero ella se revuelve.

— Suéltala, estás asustandola —George sigue medio dormido, pero consigue despertarse lo justo para ver la cara de terror de Atria, así que se levanta de la cama y aleja a Harry de Atria, con lo que parece que ella se calma un poco.

— Gracias por quitarmelo de encima —dice Atria y George solo asiente. Lo esta viendo en su mirada, no tiene ni idea de quienes son.

— De nada —responde George, con cuidado, sin asustarla porque se lo está viendo, está asustada—. ¿Te acuerdas de algo?

— No.

Para Harry solo parece que están hablando del sueño, pero George sabe que es mucho más porque no deja de mirar a ambos. Y la cosa empeora cuando Ginny aparece en la habitación, frotándose los ojos y pregunta a Atria que sí está bien. Luego llegan Ron y Hermione, que no llegan a entrar en la habitación, pero sí se quedan en la puerta y ya empieza a haber demasiada gente preguntando, hablando a la vez y Atria parece que explota de golpe.

— ¡Dejadme en paz! ¡No tengo ni idea de que cojones sois, pero dejadme en paz!

La magia es algo peculiar. Cuando eres pequeño tienes estallidos de magia que son lo que suele avisar a los padres de los pequeños que son magos. Cuando creces vas aprendiendo a controlarla y puedes hacer hechizos incluso sin la varita si tienes el poder necesario, pierdes el control o has estudiado magia sin varita. Y Atria parece que pierde completamente el control y todos salen de la habitación, sin ni siquiera quererlo y la puerta se cierra delante de sus narices.

— ¿Qué acaba de pasar? —pregunta Ginny, mirando la puerta fijamente y luego aparta la mirada para ver a George, que intenta no mirarla de vuelta—. ¿Qué es lo que pasa, George?

— Nada, todo está perfectamente, ¿por qué no os largais y nos dejáis a los dos tranquilos?

Abre la puerta y se cuela dentro de la habitación, cerrándola con magia a su espalda.

— ¿Cómo he hecho eso y como has cerrado tú la puerta?

— Magia, Atria.

Es complicado resumirle todo en un momento y más darle la varita de Fred para que pruebe ella con los hechizos más sencillos. Pero de la nada está utilizando los que ella había creado. Le sale solo, solo agita la varita y hay una ilusión delante de ellos.

— Uy, perdón, no quería hacerte a ti, ¿cómo la quito?

Pero Atria suelta la varita de golpe y Fred desaparece. No se había dado cuenta de que no era él, así que no se lo explica, al menos en esos momentos. Y va a seguir así, solo tiene que hacérselo entender a los demás, por muy complicado que sea tienen que entenderlo, que ha sido decisión de Atria y que lo van a arreglar todo.

Pero ellos lo entienden ni son capaces de comprender cómo lo va a arreglar todo. Así que mandan un patronus a madame Pomfrey para que venga a ver a Atria y a ella la convencen para que salga de la habitación.

Primero habían ido las presentaciones, Atria estaba maravillada de tener un hermano pequeño y no paraba de hablar con él, preguntándole todo tipo de cosas sobre la magia o sobre ellos. Harry era terreno seguro, hasta que mencionaba a Sirius, Remus o intentaba mencionar a Fred, entonces George aparecía, como una sombra, y le ponía la mano en el hombro y apretaba con fuerza. No iba a decirle nada de Fred y mucho menos de Remus si Fred no estaba con Atria para asimilarlo. Luego estaba Ron, que era incapaz de acercarse a Atria, al igual que Ginny porque estaban demasiado heridos por lo que había hecho y Hermione solo miraba de lejos, como Arthur y Molly.

— ¿Por qué no nos llamaste? —es lo que Arthur no deja de preguntar a George y él solo se encoge de hombros.

— Atria estaba segura de lo que hacía y me lo dijo, que si no era perder la memoria era perder la vida.

Es la primera vez que lo dice en voz alta y tanto Arthur como Molly se quedan callados. No tardan en volver a empezar a llorar, sabiendo por qué es eso. Todo vuelve siempre al mismo punto.

Fred.

Solo tiene que encontrarle, solo tiene que crear un hechizo lo suficientemente potente como para poder localizarle. Tiene que ser eso, tiene que ser que el hechizo no es lo suficientemente fuerte o que lo tienen encerrado en algún lugar ilocalizable. La mansión Malfoy había sido uno de esos lugares, así que no era descabellado pensar que lo tenían en una de las mansiones de los mortifagos que habían sobrevivido a la guerra.

Tenía que estar allí, tenía que estar allí y no en el ataúd que habían enterrado en Hogwarts o George sabía que no conseguiría salir de esa.

— ¿Cuánto tiempo ha pasado?

Madame Pomfrey llega, con un gran maletín lleno de pociones y la varita en la mano. No hace falta tener conocimientos en medimagia para darse cuenta de que madame Pomfrey no sabe como arreglarlo esta vez y por eso trae tantas cosas, por eso lo primero que pregunta es cuánto tiempo hace. Porque, con un poco de suerte, no ha pasado demasiado y puede volver a unir todos los recuerdos.

Molly señala el salón y madame Pomfrey entra, con todo y no tarda en echar a Harry de allí porque necesita trabajar tranquilamente. Y desde ese momento no vuelven a oír ni un solo ruido del salón. Todos se quedan en la cocina, esperando a que madame Pomfrey vuelva y les diga algo.

Cuando vuelve lo hace sola, con todos los frascos con pociones vacíos y sin ninguna noticia.

— Volveré mañana —dice y Arthur se pone en pie.

— ¿Podrá volver a tener los recuerdos?

— Trabajaré en ello, tengo que verla mañana para confirmar lo que creo que le pasa.

— Mañana no te va a recordar —le dice George y madame Pomfrey suspira, pero no dice nada.

Cuando vuelve al día siguiente han tenido que repetir todas las presentaciones para Atria y Harry ha tenido que seguir toda la mañana respondiendo las miles de preguntas de Atria y madame Pomfrey ha tenido que presentarse de nuevo.

Todo es una mierda y lo confirma madame Pomfrey al decir que Atria no es capaz de retener las memorias.

— Es como si hubiera matado su memoria, no es capaz de formar ningún recuerdo que dure —les dice a todos y Molly solloza porque no solo ha perdido a Fred, también ha perdido a Atria y ella era como otra hija más. Pero madame Pomfrey no se deja ganar por el hechizo de una niña de once años, no, por eso agarra las manos de Molly y vuelve a hablar, como si nada—. Lo arreglaré y el señor Weasley me va a ayudar, ¿verdad jovencito?

— Cuando encuentre a Fred —responde George ante la mirada de todos y madame Pomfrey parece desconcertada.

Todos suspiran y solo miran a madame Pomfrey, suplicantes. Porque George lleva diciendo lo mismo ya cinco días, sigue insistiendo en que Fred está vivo y poco importó que viera el cuerpo o que le enterrasen. Y George ve las miradas de todos, tristeza y pena.

— Me voy con Atria —dice, pero cuando vuelve al salón no se acerca a ella porque quiere escuchar lo que dicen en la cocina.

— No deja de negarlo —oye decir a su madre y luego los sollozos.

— Tardará tiempo en aceptarlo —consigue oír decir a madame Pomfrey y entonces oye los pasos, así que va con Atria.

— ¿Por qué he hecho esto? —susurra Atria cuando George se sienta a su lado y el chico solo puede suspirar y abrazarla.

— Te prometo que todo va a volver a estar bien, ¿vale?

— Eso sigue sin decirme por qué he hecho esto, George.

Atria juega con sus dedos y, pronto, cambia al anillo de papel. No se lo ha quitado, ni siquiera se ha molestado en preguntar por él, quizá ni siquiera se había dado cuenta o quizá Atria seguía ahí y por eso el anillo estaba en su dedo.

Y la caja que está escondida en la habitación, con el anillo real, pesa tanto como si la tuviera en el bolsillo. Durante la batalla la había llevado encima, cuando fue a buscar a Fred al Bosque Prohibido le iba quemando el bolsillo y ahora está escondida dentro de un calcetín. Aunque importa poco porque Atria no se acuerda de cómo era ese anillo.

— ¿Por qué lo he hecho, George? —es una súplica, a que se lo explique.

Así que George empieza a hablar y le cuenta todo sobre Remus. Que era su padrino, que la quería muchísimo, que era un hombre lobo y ella es una animaga ilegal y que se transforma en loba. Va, poco a poco, contándole todo lo que sabe hasta que llega a la batalla y le cuenta que murió, pero que Tonks se encargó de vengarle. Atria no sabe quién es Tonks, así que también se lo cuenta y aprovecha para hablarle de Teddy.

Todo va bien, más o menos, Atria llora de vez en cuando y cuando ve las fotos de Teddy parece que quiere gritar de frustración. Entonces George saca una foto más, una en la que sale con Fred. No es la única que saca, también aprovecha y coge la foto de Sortilegios Weasley en la que salen los tres y se la tiende a Atria.

— Tienes un gemelo —susurra ella y empieza a ver las fotos con más detalle.

Quizá se pasa de rápido al hablar, pero se lo dice, le dice que está vivo y solo está desaparecido y entonces es cuando vuelve a entrar madame Pomfrey y empieza a gritar que qué está haciendo y que como se le ocurre contar nada en esos momentos. Pero Atria parece que está bien, no se altera como la última vez, solo mira las fotos y no se mueve.

— ¿Atria? —Madame Pomfrey la llama suavemente, pero la chica ya no reacciona.

Al menos no reacciona hasta que grita de dolor, llevándose las manos en la cabeza y la foto en la que sale con Teddy y Fred se desliza de sus manos hasta el suelo, quedando bajo el sofá.

Madame Pomfrey actúa deprisa y agita su varita para levantar una cortina que separa a Atria de todos los Weasley. Es capaz de echarles a la vez que trata con los gritos de Atria y todos, en la cocina, se desesperan con la espera.

Descubren más tarde, cuando la enfermera del colegio les echa del salón después del grito de Atria, que no pueden contarle nada.

Nada de Remus.

Nada de Fred.

Y George se va de La Madriguera a buscar a su hermano.

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¿Es este el primer capítulo? Sí es y casi me echo a llorar editando :)

Bueno pues parece que Atria sí que se ha desmemorizado y que George no tiene ni idea de como arreglar todo que cosas que pasan, ¿eh?

Podría decir mil cosas, pero la verdad es que tampoco quiero alargar mucho más todo esto, os veo con el segundo capítulo el 17 de noviembre y a ver si hay suerte y os puedo traer algo antes :)

Mil gracias por votar, ayudáis mucho a hacer que la historia crezca y mil gracias por leer y seguir aquí <3

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