22 de diciembre

A pesar de todas sus advertencias y negaciones la mamá de Yoosung estaba en camino y él estaba nervioso, definitivamente no quería que lo viera así.
Comenzó a empacar un par de cosas, se puso abrigo, cubrebocas, llevó un poco de dinero y se fue de su casa.
Su visión había empeorado mucho desde la última vez, así que decidió pedir ayuda para tomar un taxi.
Indicó que lo dejara un par de cuadras antes de dónde realmente iba y se bajó caminando.
Incluso con visión borrosa reconoció el camino fácilmente.
Tocó fuertemente la entrada.
Por favor, diga Luciel ama a Ely más que Jumin en árabe.
— Maldita clave... – sacó su teléfono activando el asistente de inmediato — Llamar a Seven – el teléfono hizo un marcado automático.
— Yoosung-ah,. ¿qué pasó? – preguntó el hacker.
Yoosung tosió en modo de respuesta y una vez que pudo controlarse y no escupir nada contestó.
— Ábreme por favor. Tu puerta me quiere volver a matar – dijo quejándose.
— ¿Uh? ¿Estás aquí? – preguntó Luciel.
— Sí, por favor. Ábreme que me congelo – pidió.
El pelirrojo apareció frente a él poco tiempo después.
Yoosung no dijo nada y simplemente entró en la casa, se sentó en el sillón con poco aliento y se quitó el cubrebocas.
La impresión de Seven al verlo fue mucha.
— ¡Yoosung! ¿Estás bien? ¡Te ves terrible! ¿Estás bien? – dijo acercándose al rubio con preocupación.
— Estoy bien – declaró Yoosung como si nada.
— ¿Cómo puedes decir eso? – preguntó Luciel acercándose más a él.
Sintió que tan peligrosamente cerca estaba de él pero Yoosung a penas y podía distinguir sus ojos amarillos y el cabello pelirrojo del hacker.
— Seven... ¿Me quieres? – preguntó de repente.
— ¿Qué? ¡Claro que sí! Eres mi mejor amigo – le contestó.
Yoosung rió amargamente.
— No me refería a ese querer... Sino como yo lo hago – explicó Yoosung.
— ¿A qué te refieres? – preguntó el hacker.
— Luciel Choi... Estoy enamorado de ti, quien sabe desde cuándo – le confesó.
Seven no dijo nada por un momento.
— Yo... Yoogung... Yo no... Yo no siento lo mismo por ti –
Yoosung sabía que necesitaba oír aquello para continuar con su plan de morir por él, pero había dolido incluso más de lo que dolía escupir esos pétalos.
Y como si sus pulmones hubieran sentido también ese rechazo pudo sentir que se llenaban de aquella Rosa.
Comenzó a toser imparablemente, tosió más fuerte de lo que antes había hecho y minutos después estaba en su mano una completa Rosa de Navidad llena de sangre.
— ¿Sabes? A veces desearía que ella muriera en vez de mí... Que no fuera ella el amor de tu vida. Pero solo yo tengo la culpa de tener Hanahaki por haberme enamorado de alguien que no me quiere de la misma manera – dijo Yoosung intentando no llorar.
Seven no sabía que decir, estaba impresionado. Aquella Rosa había salido del interior de Yoosung... Había dicho que iba a morir... Había confesado su amor...
— Yoosung... Yo... Lo siento pero no puedo obligarme a sentir algo que no siento – se disculpó Seven.
— Eso ya lo sé... – dijo Yoosung sintiendo la flor en su mano, contó 9 segmentos en la flor — Tengo dos opciones... Morir u operarme y olvidarte... – explicó el rubio.
Hubo un momento de silencio incómodo, Yoosung se paró y tocando con la mano que no estaba sucia logró encontrar el baño, tirar la flor y lavarse las manos.
De regreso chocó contra Seven, quién se había puesto en la puerta para esperarlo.
— Perdón. Ya casi no veo nada... Algo de las toxinas de la maldita Rosa de Navidad – siguió explicando.
— Olvídame – dijo Luciel.
— ¿Qué? – preguntó Yoosung.
— Olvídame, de todas formas nunca voy a corresponder tus sentimientos. Sería tonto que te dejaras morir por mí – insistió el hacker.
Aquello había dolido incluso más, sintió algo en él se rompió.
— No entiendo porqué vine... – dijo con lágrimas en los ojos.
Salió de ahí lo más rápido que pudo, entre tropezones y llanto.
Marcó el segundo número que se le ocurría en ese momento.
— Jumin... ¿Puedo quedarme contigo unos días? – preguntó al contestar.

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