Capítulo 5: Que se joda porque se lo merece
Ha llegado el día y está nerviosa. No sólo porque tiene a Harry en el salón de su nueva casa, mirando todo con curiosidad y sin entender muy bien qué hace allí en lugar de estar en Wetvalley, también está Ginny en un rincón, de brazos cruzados y claramente enfadada. Ron tampoco parece estar de muy buen humor, pero al menos tiene pinta de que va a ser algo más comprensivo que Ginny cuando lo explique, quizá porque Hermione se va a molestar en intentar calmarle.
—¿Y bien? —a la pelirroja le falta tiempo para preguntar y su pierna no deja de temblar de forma nerviosa, dando golpes contra el suelo.
—¿Y bien qué? —quizás hacerse la tonta no es la mejor opción, pero no quiere discutir con Ginny ahora mismo—. ¿Cómo es que os han dejado salir de Hogwarts?
—Bueno, no me pueden negar nada y no es que me apeteciera mucho estar allí todo el día —responde Harry antes de que Ginny diga nada—. Y ellos se han venido.
—Tampoco queremos estar en Hogwarts —dice Hermione y Atria tiene que aguantar la risa.
Que mal mienten.
—Estoy bien, ya vuelvo a estar en el equipo y John está perfectamente, así que os podéis ir a dar una vuelta y os veo en La Madriguera cuando vayamos a cenar —les dice y sonríe.
Tiene una ligera idea de qué andan haciendo allí, solo espera que nadie se haya dado cuenta de que a la tumba de Fred le falta un trozo. Y que, si se han dado cuenta, espera que piensen que ella no ha tenido nada que ver. Tenía que haber dañado algunas más para despistar, mierda, tendrá que hacerlo esa noche, aunque quizá ya es demasiado tarde.
—¿Y no te vienes con nosotros? —pregunta Harry y Atria niega.
—Iba a ir a la celebración esa, quiero ver si me entero de algo más.
Espera a ver sus reacciones, pero no hay ninguna. Ellos tampoco piensan contarle nada, para variar. Por eso solo confía en John, los demás solo mienten y no se merecen saber nada de lo que está haciendo ni lo que va a hacer.
Lo bueno es que sabe que va a funcionar porque ya ha pasado un mes y sigue viva, si la poción hubiera fallado se hubiera muerto hacía ya media hora, justo cuando los cuatro habían entrado por la puerta. La verdad es que tenían una puntería estupenda, lo bueno es que ella no se había muerto y lo malo es que seguían en casa con ella.
—¿Y planeas explicar eso del cartel de se vende? —pregunta entonces Ginny y los golpes en el suelo paran durante unos segundos. Cuando vuelven son pasos y son hacía ella.
—Cuidado si intentas tocarme —le advierte, viendo como su amiga se dirige directamente hacia ella.
Tiene el mismo aspecto de enfado de George cuando le vio por última vez.
—¿Cuidado si intento tocarte? ¿Pero quién cojones te crees que eres? —Ginny va subiendo el volumen de su voz y Atria se cruza de brazos.
—¿Y tú? ¿Por qué tengo que darte explicaciones sobre mi casa y que hago con ella?
Espera que lo diga, busca provocarla, es lo que tiene que hacer. Quiere que alguien le diga por fin algo y poder soltar que Fred está vivo. Pero no, no puede hacerlo porque Harry se pone delante.
—No, Harry, deja que me lo diga, que parece que es la única que planea soltarlo —coge a su hermano del brazo y tira de él con un poco de fuerza, la justa para que se aparte de Ginny y entonces ella es quien queda delante de la pelirroja—. Vamos, dímelo, ¿por qué no puedo vender mi piso?
—Ginny —Harry habla y Atria se gira para mirarle.
—O te vas o te echo —le suelta, sin ni siquiera pestañear.
Ni siquiera se reconoce, pero está haciendo lo que nadie quiere hacer. Ella es quien ha encontrado las pistas para ir recuperando su memoria poco a poco, pero los demás no colaboran excepto Madame Pomfrey. Quizá lo está enfocando todo mal y tiene que ir a hablar con ella después de esta noche.
—Atria, tranquilizate —esta vez es Hermione quien lo intenta y se acerca a ella—. Lo que Ginny quiere decir es que...
—Que lo diga ella —la corta antes de que siga porque no quiere oír las mentiras que van a decir.
—Quisiste vivir en Wetvalley —suelta entonces Ron desde su sitio y Hermione se gira para mirarle, como si no tuviera que haber dicho eso
—Te encaprichaste con ello, más bien, y deseo concedido para ti, como todo lo que has querido —suelta Ginny y Atria nota como se está mordiendo la lengua—. Te dieron lo que querías, te largaste allí el último mes de la guerra y te lo llevaste.
—Vamonos, Ginny —esta vez Harry sí que hace algo. Se interpone entre ambas y mueve a Ginny suavemente, pero ella no se deja.
—No, quiere saberlo, tiene que joderse y saber lo que hizo —suelta Ginny y Atria frunce el ceño.
—¿Qué hice?
—Ginny no se lo digas, sabes lo que le pasa cuando...
—¡Qué se joda porque se lo merece! ¡No puede vender el piso, no es suyo! —le grita a Hermione y Atria no puede evitar sonreír—. ¡Mírala, le da exactamente igual!
—Sí, me da igual, por eso he aceptado la última oferta —suelta la mentira como si nada y entonces hay silencio.
—Me largo —murmura entonces Ron y es el primero en salir de allí.
Nota la mirada de cabreo antes de que saga por la puerta y está tentada de ir detrás de él para provocarle, pero la opción de Ginny es mucho mejor.
Llega como una bofetada con la que le empieza a doler la cabeza y pierde el equilibrio. Se lo merece, vale, ya lo sabe, pero Ginny acaba de confirmárselo. El piso también es de Fred, compartían piso, los dos. Oh, por Morgana, compartía piso con él, nada tiene sentido y a la vez lo tiene, por eso se ríe desde el suelo, a pesar del dolor de cabeza y de los gritos de Ginny que ni siquiera logra entender.
Sabe que se la llevan porque ve a Harry delante de ella mientras que no deja de reírse y su hermano la mira con preocupación. Está hablando, pero le cuesta entenderle por la risa y el mareo. La ayuda a sentarse en el sofá, le da un vaso de agua y espera a que se tranquilice. Poco a poco mejora lo suficiente como para poder hablar y escuchar a Harry.
—¿Qué te pasa, Atria? Está no eres tú y...
—¿Y a vosotros? ¿Qué os pasa? —le contesta y su hermano suspira.
—Eres tú la que ha cambiado desde las Navidades, Atria —responde y ella le mira.
¿Quizá se lo puede contar? ¿Quizá es Harry quien puede ayudarla a encontrar a Fred? Solo necesita una cosa.
—¿Por qué no puedo vender el piso, Harry? —le pregunta y ve como su hermano se tensa—. George se enfadó cuando lo dije, Ron se ha largado y Ginny me ha pegado.
—Sí que puedes vender el piso si es lo que quieres, Atria —dice el chico y ella le coge de la mano.
—¿Por qué se han enfadado?
Está esperando a que lo diga, que le hable de Fred. Quiere que le cuente todo y entonces podrá decirlo, podrá liberarse de ese peso de una vez. Pero en su lugar Harry solo mira a otro lado.
—No estabas en Wetvalley así que se han preocupado —dice lentamente—. Luego hemos ido a ver a George y nos ha dicho que no quería saber nada de ti y nos ha echado de su casa.
—Sigues sin responder a mi pregunta.
—Te lo acabo de decir —ahí está la mentira que esperaba. Ni siquiera su hermano es capaz de contárselo.
—Largo.
No espera a que Harry se mueva, coge la varita y ella misma le echa de la casa. La puerta se cierra de golpe y todos los cerrojos se activan a la vez porque nadie más va a entrar allí. Les pueden dar a todos por culo, todos mienten y no se merecen saber la verdad. Y, cuando la tengan delante, se lo hará ver como no deberían haberle ocultado nada.
Nadie va a pararla ahora, no cuando está sola y nadie piensa ayudarla. Va a llevarlo todo a cabo y por eso busca una túnica oscura. Y la encuentra en la parte de Fred.
Vivía con él, se fueron a vivir juntos antes de que acabara la guerra, eso es lo que ha querido decir Ginny y se fueron porque ella quiso. ¿De verdad era una caprichosa que conseguía lo que quería siempre? No, no podía haberlo sido, no le cuadraba por como la gente actuaba con ella.
Aunque podría ser por pena. Porque les había dado pena al quedarse sin memoria. Le faltaba entender eso, como había llegado a perderla. Ahora tenía una pieza más en el puzzle en el que se había convertido su vida y lo veía todo con más claridad. Por eso se ajusta la capucha y utiliza de nuevo la red flu para llegar hasta Hogsmeade.
El pueblo está lleno de actividad, por eso se mete entre las calles hasta que llega a una taberna que está desierta. Le gusta la idea a pesar de que tiene demasiadas telarañas y el olor es horrible, pero es una opción mucho más tranquila que Las Tres Escobas.
—Una cerveza de mantequilla —dice al sentarse en la barra, sin quitarse todavía la capucha y el tabernero se ríe.
—Parece que por fin recuerdas el camino hasta mi taberna, Potter —le dice, arrastrando el botellín hasta ella y Atria levanta la cabeza para mirarle.
—¿Nos conocemos? —los ojos azules le resultan vagamente familiares, algo que según Madame Pomfrey seguro que es algo bueno.
—Si que te has jodido la memoria —dice el hombre y luego se ríe—. Te invito a esa, la siguiente la pagas porque tú y esos endemoniados gemelos convertisteis mi bar en una estación de tren.
—¿Qué sabes de los gemelos? —pregunta rápidamente, poniendo encima de la barra lo que espera que sea dinero suficiente como para sobornarle para que hable.
—¿De los Weasley? Que uno está muerto y al otro le falta una oreja —responde, cogiendo un vaso que Atria supone que está sucio.
O no, porque lo coloca, pero tiene tanta mierda encima que de verdad parece que está sucio.
—Del muerto, quiero saber sobre él, dime todo lo que sepas.
Se le acelera el corazón. Ha dado con alguien que se lo va a contar. El hombre la mira fijamente y luego niega.
—Creo que no estás en tus cabales, chica —dice el hombre y Atria no duda cuando coge el botellín de cerveza de mantequilla y lo parte contra la barra para usarlo como arma.
—Dime todo lo que sepas sobre Fred Weasley, ¡ahora!
La amenaza parece que le hace gracia al tabernero porque empieza a reírse a carcajadas a pesar de que le está apuntando con una botella de cristal. Vale que no debe de parecer lo más terrorífico del mundo ahora que lleva la capa de Fred, pero debería tenerla miedo, podría lanzarle el cristal y matarlo en ese mismo instante.
Matarlo.
Nunca había pensado así, ¿verdad? No había pensado nunca en matar a nadie. Quizá durante la guerra, cuando la atacaban, pero tampoco lo habría hecho, ¿no? ¿O sí? ¿Se habría atrevido?
—¿Desde hace cuánto tiempo le recuerdas? —el tabernero aprovecha su momento de desconcierto ante sus pensamientos para quitarle el botellín de las manos y se gira.
Cuando vuelve lleva una fregona.
—Vas a limpiar eso mientras que me lo cuentas —le advierte y Atria gruñe cuando coge la fregona—. ¡Pero quita los cristales primeros, Potter! ¡Con la mano no!
Le ha ignorado en lo último y los ha cogido con la mano igualmente. También se los ha clavado un poco en la palma de la mano y ahora gotea un poco de sangre y el dolor es ligeramente molesto, pero al menos puede pensar con algo más de claridad. Está claro que la poción de las narices la ha cambiado y no precisamente para bien.
—Lo sé desde hace meses —murmura y el tabernero asiente.
—Así que ya sabes que era tu novio.
Es la primera persona que lo dice en voz alta. Espera que su memoria se resienta, que proteste como lo ha hecho otras veces que han mencionado algo de su pasado, pero no lo hace. No se queja y acepta la nueva información y Atria asiente, con cuidado.
—Eso en realidad lo he confirmado hace un rato, aunque lo suponía desde hacía unos meses —admite y el hombre sonríe—. A todo esto, ¿quién eres y de que me conoces?
—Aberforth Dumbledore, invadiste mi taberna cuando vinisteis a la batalla de Hogwarts —le responde y Atria se queda mirándole—. Hay una entrada secreta al castillo desde aquí.
—Ah, ¿por eso vinimos hasta aquí?
—De alguna forma teníais que entrar y elegiste esto a pesar de que conocíais todos las entradas al castillo —dice el hombre y Atria vuelve a mirarle fijamente—.¿Qué te crees? Todo Hogsmeade sabe perfectamente que los gemelos y tú os escapais del castillo cuando no tocaba, como lo hizo tu padre y su grupo de amigos antes.
Ante la mención de su padre Atria no puede evitar sonreír, pero Dumbledore niega.
—Que te lo cuente tu hermano, estoy ya cansado de hablar contigo, ¿no tienes que irte a la celebración esa del castillo?
—¿Tú no vas?
—No pinto nada allí —responde el hombre y vuelve tras la barra.
—Y yo tampoco —dice la chica y vuelve a sentarse en uno de los taburetes—. Así que tengo toda la noche para que sigas hablándome de Fred.
—Que eligieras desmemorizarte es lo peor que podría haberme pasado y pensaba que era que estuvieras invadiendo mi bar.
Lo ha encontrado. Eso era lo que le faltaba, la gran pieza del puzzle. Se levanta, a pesar de que siente que se está mareando y ni siquiera se molesta en recoger todo el dinero que ha dejado antes para intentar sobornar a Aberforth. Lo eligió ella, está así porque lo eligió ella. ¿Por perder a Fred? No, tuvo que pasar algo más, no haría semejante tontería solo por una persona, ¿no? No sería tan tonta, tuvo que haber algo más.
El puzzle se agranda y, de nuevo, no tiene casi nada de información en comparación con la que le falta.
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Está potente la cosa, ¿eh? La semana que viene por fin conocéis a alguien que tengo muchas ganas de que conozcáis porque.... le quiero mucho, de verdad, sobre todo en algunos momentos.
Ahora vamos a hablar de mi única personalidad Midnights (3 am edition) porque es en lo único que puedo pensar y de lo único que puedo hablar durante un tiempo lo siento soy swiftie es lo que hay. Todavía no he decidido cual es mi canción favorita pero de momento midnight rain se está llevando todas las papeletas. O quizá es maroon. O anti-hero. O lavender haze. O... bueno, que os hacéis la idea no? Que no puedo elegir, necesito más escuchas de esta maravilla de hija de reputation y melodrama.
Mil gracias por leer tanto con Atria como con los desvaríos sobre midnights. Nos vemos la semana que viene <3
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