20. Bailando en una habitación en llamas

Archer nos avisa que Vanessa ya aterrizó en San Francisco y Morgan que Cristal, la hermana de Robert y con quién él mantiene una relación tensa y muy competitiva, llegó hace dos horas.

Robert quiere que está noche sea perfecta porque será el último evento donde él asistirá como CEO de Silver Lab. Él no quiere una fiesta de despedida o algo por el estilo, dice que eso no es lo suyo, solo quiere salir por la puerta grande y saber que está dejando su legado en buenas manos, saber qué años de trabajo de varias generaciones, no se va a destruir en poco tiempo. Yo le aseguré que Archer está capacitado para el trabajo, aunque tanto Robert como yo, sabemos que él aún tiene mucho que aprender.

No puede tomar ciertas decisiones que son necesarias en ese tipo de cargo —me dijo Robert en la cena que tuvimos anoche.

Yo lo tranquilicé diciendo que no importa, porque yo estaré a lado de Archer como su mano derecha y puedo tomar esas decisiones por él. ¿No es lo que he venido haciendo todo este tiempo?

—Estas mirando, cariño —le digo a Bastián mientras lo miro por encima de mi hombro y veo como me observa con total atención mientras me termino de arreglar.

—Lo sé, pero, ¿me puedes culpar? Eres absolutamente hermosa.

—¿Mas hermosa que tú?

—Tampoco así, cariño.

Suelto una risa y termino de colocar el labial rojo en mis labios.

Siento los brazos de Bastián rodear mi cuerpo y miro nuestro reflejo en el espejo del tocador para verlo sonriendo con cariño. Yo le devuelvo la sonrisa y sigo colocando mi labial hasta que siento los labios de Bastián empezar a besar mi cuello mientras sus manos se mueven por mis caderas, acariciando la suave tela del vestido negro.

—Bastián, no importa cuánto ambos deseemos esto, no tenemos tiempo. Así que detente.

Me giro y paso mis manos por sus hombros y le doy un suave beso, asegurándome de no dañar mi labial. Aunque al finalizar nuestro beso, de todas formas, debo retocarlo.

—Esta noche tiene que ser perfecta, Robert lo merece.

—Se retira hasta dentro de cuatro meses.

Yo golpeo el hombro de Bastián y le digo que es importante porque es el último gran lanzamiento que él va a preceder como CEO de Silver Lab.

—Los laboratorios han sido su vida y sin temor a equivocarme, diría que no hay nada que ame más que Silver Lab.

Es la razón principal de porque no quería que Vanessa asista a la fiesta. Está noche debería ser solo para los laboratorios y Robert.

Me giro hacia Bastián y tomo la corbata que está en la cama y la coloco alrededor de su cuello para realizar un perfecto nudo.

—Tienes prohibido acercarte a Vanessa —digo cerca de sus labios.

—Vina...

Yo pongo un dedo en sus labios y no lo dejo continuar.

—Sí, sí, lo sé, no te gusta que te digan que hacer. Pero vas hacer lo que yo te diga. No te quiero cerca de Vanessa. Punto.

No entiendo porque debo estar diciéndole esto, él debería saberlo, yo no tengo que recordarle todo el daño que Vanessa le ha hecho a esta familia. ¡Casi vende información sobre los laboratorios! Ella casi destruye un legado de 750 millones de dólares por un capricho o sabrán los dioses porque razón.

Y la única razón por la que no logró su objetivo es porque nosotros siempre estamos cuatro pasos adelante y pudimos detener lo que ella estaba a punto de hacer. Ya que Vanessa podrá ser una mujer inteligente, pero nosotros somos mucho más inteligentes que ella.

—¿Sabes qué? Has lo que quieras Bastián.

Tomo mi abrigo y salgo de la habitación con la Intención de irme, pero Bastián me detiene antes que salga del ático.

—Vina, somos una pareja ahora, es decir, que cada vez que estemos discutiendo por algo, debemos recordar que somos nosotros contra ese problema —me dice con calma—. Hablamos y llegamos a un acuerdo, eso es lo que hacemos. ¿No quieres que hable con Vanessa? Lo entiendo, no hablaré con ella. No quiero hacer nada que te moleste o incomode, y me gustaría tener la misma cortesía de tu parte.

—¿Así de fácil? ¿No vas a decir que no te gusta que te digan que hacer y ese tipo de cosas?

Él sonríe y besa mi frente, sus dedos acarician mi mejilla.

—Eres la única.

—¿A qué te refieres?

—Eres la única que me puede decir que hacer, la única que me ha hecho sentir de esta manera y siempre lo supe, por eso tenía miedo, porque sabía que eras la única mujer que podría ponerme a sus pies.

Eso es justo lo que siempre quise ser, la única, no una opción, solo yo. Y para Bastián lo soy.

—¿Sabes una cosa Bastián? Este sería un buen momento para decir eso que empieza por T y termina en O.

Estoy segura que la limosina ya está abajo esperando por nosotros y que estamos llegando tarde, pero no me muevo y sigo con mis brazos alrededor del cuello de Bastián, contemplando la sonrisa que tiene en su cara y que consigue conquistar a cualquier persona, y yo no soy la excepción.

—¿Telescopio? ¿Teléfono?

—Eres un idiota.

—Y ya hemos establecido que soy tu idiota, pero, ¿por qué debo ser yo el primero en decirlo? Dilo tú primero.

¿Por qué nosotros debemos hacer de toda una competencia? Aunque en el fondo me encanta, la vida sería muy aburrida con alguien que no me desafíe de la forma en que Bastián lo hace. Mi vida sería muy aburrida sin Bastián.

—No, dilo tú.

—Dilo tú, Vina.

Jalo de su corbata para acercarlo a mis labios.

—No. Ahora vámonos, estamos llegando tarde.

Archer me informa que él ya se encuentra en la fiesta junto a Robert, Spencer me dice que también está de camino y yo le digo que también estamos en camino y que, si llega antes que yo, se asegure que Archer y Vanessa no se queden solos.

El equipo que se ha encargado de la decoración del lugar ha hecho un trabajo impecable dónde los colores negros y plateados que representan a esta familia sobresalen de una forma elegante y sobria. Resaltando la razón del porqué de esta fiesta y, aun así, hay un pequeño homenaje a Robert y todo lo que ha hecho por los laboratorios. Su homenaje es sutil, pero está ahí y sé que es justo lo que él quisiera.

—Davina, Bastián. Es bueno verlos a ambos —nos saluda Cristal cuando nos ve.

Ella es una mujer elegante con el mismo aire impasible que tiene Robert y que parece ser algo de familia, de la misma manera, ella siempre parece tener el control de todas las situaciones en las que se encuentra. Su mirada es fría, distante y algo cínica. Mirando a todos por encima del hombro, como si fuera mejor que todos.

Tiene una sonrisa falsa en su cara y nos saluda con una fría cortesía.

—Robert, estaba preguntando por ti —me dice—. Al parecer siente que Archer no podrá manejar la fiesta.

Tanto Bastián como yo notamos el leve toque de desprecio en la forma que dice el nombre de su hermano. No es un secreto para nadie de la familia que Cristal quería manejar los laboratorios de San Francisco, pero que al final fue Robert quien ganó y ella tuvo que ir Alemania, más aún después del "escándalo" de su esposo sobre su infidelidad y la paternidad de Morgan.

A Cristal no le dolió la muerte de su esposo.

Por los estorbos no se llora —fue su respuesta sobre el tema—. Se agradece cuando se van y en mi caso, haré una fiesta.

Morgan se parece a ella.

—Archer puede, mi padre solo quiere que todo sea perfecto —responde Bastián.

—Y para eso está Davina —agrega Cristal—. ¿Sabes? Creo que es verdad lo que dicen, la manzana no cae muy lejos del árbol.

Me disculpo con ella cuando veo a Robert, en el balcón del evento observando todo, está solo y mi corazón se encoge al verlo ahí.

Me paro a su lado y él, aún en su estado, me sonríe feliz de verme.

—Gracias, hija mía —murmura, aun mirando la fiesta de forma pensativa—. Porque asumo que el homenaje hacia mí persona fue idea tuya.

—Sí.

—Lo supuse, porque es perfecto.

Envuelvo mi brazo alrededor del suyo y recuesto mi cabeza en su hombro.

—Todo va a estar bien, Robert. No dejaremos que nada le pase a Silver Lab y te prometo que te mantendré informado de todo.

Como dijo Bastián, aún faltan meses para que él le entregue la presidencia a Archer, pero a partir de la siguiente semana, ya empezarán con el cambio de gestión, quieren que sea algo sutil para que los laboratorios no sientan el cambio y sé que Robert debe estar pensando en eso, en como deberá ceder su trabajo que ha sido su vida por tantos años, dejar el lugar al que le dedicó tanto.

No hay nada que Robert ame más que el legado por el que tanto ha luchado y el buen nombre de los Baxter que se ha esforzado por mantener.

—Te lo dije una vez, hija mía y te lo repito ahora. Este legado debería ser tuyo. ¿Quién mejor que tú para dirigir Silver Lab? Nadie. Es una pena que no seas tú, porque de ser así, me iría tranquillo.

—Archer lo hará bien.

—Él ni siquiera puede lidiar con Vanessa. Debió dejar que tú te hagas cargo de ella.

Sí, debió dejarme lidiar con ella cuando el problema empezó y ahora Vanessa solo sería un amargo recuerdo. Porque yo soy muy buena lidiando con nuestros enemigos, Robert me enseñó como hacerlo, la mejor forma de manejar con esas situaciones y ese tipo de personas.

Él suele decir que muy pronto la alumna va a superar al maestro.

—Confía en mi Robert, no dejaré que Archer destruya Silver Lab.

—Confió en ti con mi vida, hija mía. Ya lo sabes, eres mi orgullo y adoración.

Algún día él estará orgullo de mí, algún día seré justo la hija perfecta que Robert siempre ha querido tener— solía repetir para mí misma.

Esa era la forma que tenía de motivarme para ser mejor, para conseguir alcanzar las metas que me establecía y quería darme por vencida. Porque mi vida ha sido dura, pero no podía dejarme vencer, más que nada porque Robert, quien siempre me ha dado todo y más, tenía tantos sueños y esperanzas puestos en mí. Es más que nada por eso, que no importaba lo duro que se pusiera la situación, yo no me daba por vencida.

Quería demostrar que merecía todo lo que me daban, todo lo que Robert hacía por mí. Quería demostrar que merecía estar junto a las personas que amo y que no me quieran dejar.

—Gracias por todo lo que has hecho por mí, Robert.

Nos abrazamos y cuando nos separamos le digo que es momento de unirnos a la fiesta y camino de su brazo para mezclarnos con los invitados, saludarlos y darles las gracias por su asistencia.

—Dr. Gabriel Avery —saludo al primo de Morgan y Max, quien dirige Golden Lab en Seattle—. Es bueno verte. ¿No trajiste compañía?

Él se encuentra en silla de ruedas por un accidente que sufrió, pero eso no le quita su encanto innato.

—También es bueno verte, Davina y no, vine solo. Quien me hubiera gustado que me acompañe está trabajando en Alemania.

—No nos puedes culpar por eso. ¿Verdad?

—¿Por llevarte a Nicole Sullivan de mis laboratorios? Sí, creo que sí puedo. Pero lo entiendo, ella es la mejor.

—Y debe estar con los mejores. Usted entiende. ¿Verdad, Dr. Avery?

Ander Sullivan, quien también trabaja con Gabriel y es el hermano mellizo de Nicole, se une a nosotros en la conversación.

La música que suena por los parlantes es suave y veo Bastián acercarse desde el otro lado del lugar sonriéndome de esa manera que yo he empezado amar.

—¿Puedo tener este baile con usted, bella dama?

Él tiene su mano extendida hacia mí y yo suelto una leve risa antes de tomar su mano.

—Por supuesto, mi Golden boy de San Francisco.

A él no le gusta que le diga de esa manera, lo que en mi mente se tradujo a: llámame de esa forma cuando quieras, Vina.

Bastián nos lleva hasta la pista de baile y coloca una mano en mi espalda, para acercarme un poco más hacia él y yo paso mi brazo alrededor de su hombro. Ambos entrelazamos nuestras manos y nos empezamos a balancear al ritmo de la música.

Veo los ojos color miel de Bastián mirar mis labios antes de volver a mirarme a los ojos.

—¿Puedo besarte, Vina?

Yo me aparto lo suficiente como para poder verlo bien a la cara y enarco una ceja sin entender el porqué de su pregunta.

—Siempre puedes besarme, Bastián.

—Te pregunto porque estamos en público y entiendo que muchos aquí asumieron que estamos juntos al vernos llegar, pero quiero saber sí te sientes cómoda con la idea que te bese aquí, frente a todos.

Le sonrío. Me gusta esos pequeños grandes gestos por parte de Bastián, él siempre está pensando en cómo voy a reaccionar ante ciertas situaciones y se preocupa por no generarme ansiedad.

—Te lo dije, tú puedes besarme siempre que quieras —le respondo—. Claro, si no te importa tener mi labial en tus labios. Aunque en realidad, creo que mi tono de labial te quedaría perfecto.

—Yo creo lo mismo.

Bastián sonríe y se inclina hacia mí para besarme, y yo sonrío contra sus labios y no puedo evitar profundizar el beso un poco antes de separarnos y cuando lo hacemos, llevo mi mano hacia su cara para limpiar con mis dedos las marcas de labial que han dejado mis labios.

Y nuestro agradable momento se ve interrumpido por Vanessa.

—Vaya, pero, ¿quién lo hubiera pensando? ¿La Ice Queen y el Golden boy? Que sorpresa —nos dice ella, su tono tiene ese toque de burla que siempre acompaña la mayoría de sus palabras.

Su cabello liso negro le llega a la altura de la barbilla y luce muy hermosa con su vestido color ciruela. Siempre lo he dicho, es una mujer muy hermosa, pero su belleza no compensa lo mala persona que es.

Al menos sí ella tuviera un justificativo para ser mala, yo intentaría comprenderla, pero no lo tiene, Vanessa es mala por el simple placer que le causa serlo.

—¿No vas a saludarme, Vina? Pensé que te daría gusto verme.

—¿Por qué lo haría? Sabes que no te quería aquí y también sabes que tienes suerte que Archer no me dejara encargarme de ti.

Bastián me acerca más hacia su costado y sus dedos acarician mi cintura en un vago intento para que no me deje llevar por las provocaciones de Vanessa, pero yo tengo la situación bajo control, sé cómo lidiar con personas como ella.

—Sabes, ahora entiendo porque dejaste de responder mis correos Bastián y, ¿cuánto crees que te dure esto? Un mes, dos —ella dice y suelta una falsa risa.

—Estas confundida, Vanessa. No porque ese sea el máximo tiempo que una persona pueda estar contigo, quiere decir que sea así para todos. Y no, Archer es la excepción porque, seamos honestas, él se casó contigo porque quedaste embarazada y siguió casado contigo por los mellizos.

—Tal vez, pero Bastián iba a dejarlo todo por mí. ¿Acaso no te contó eso? Cómo me quería tanto que iba a dejarlo todo por estar conmigo —sisea Vanessa—. Le cuentas todo a Davina, Bastián. ¿O acaso hay algún secreto entre ustedes? Porque creo recordar que los Baxter aman los secretos, en especial los que les ayudan a mantener la imagen pulcra de su legado.

Por suerte me lo contó, de lo contrario y si me tuviera que enterar por Vanessa de ese detalle de su historia, Bastián dormiría en la terraza.

Siento a Bastián tensarse y yo le dedico una sonrisa para hacerle entender que estamos bien, mi molestia no es con él, es con Vanessa.

—Y me hubiera gustado que lo haga, para ver cuánto duraba lo suyo, en cuanto se le pasaba el encanto y regresaba a casa —me acerco a ella—. No juegues conmigo, Vanessa, porque sabes que yo siempre gano y contra ti no será la excepción.

Me alejo con Bastián y requiere de mucho esfuerzo de mi parte no tomar a Vanessa del cabello y sacarla de la fiesta.

—No entiendo que le viste. Sí, es hermosa e inteligente, pero también es egoísta, manipuladora y una arpía que intentó destruirnos. ¡No te quiero cerca de ella!

—¿Estás celosa de Vanessa?

Yo tomo la copa de champán que me ofrece y entrecierro los ojos en su dirección

—Los celos son un reflejo de las inseguridades y yo no soy una persona insegura, Bastián.

—Es una forma de verlo, pero también es algo de humanos sentir celos, envidia. No somos perfectos, es normal a veces sentirnos así —me dice Bastián—. Yo a veces siento celos cuando estás con Arthur, pero confío en ti y en él. Tampoco es un sentimiento que dure, es solo algo que viene y se va con facilidad.

Él deja un beso en mi frente y me dice que no permita que Vanessa arruine la noche, que no le de ese poder sobre nosotros y bebemos la copa de champán antes de regresar a la pista.

Cuando llega el momento de presentar el nuevo producto, es Morgan quien tiene el honor de dar el discurso y mostrar lo que, creemos, va a revolucionar el mercado.

Los aplausos no se hacen esperar cuando la presentación termina y celebramos entre nosotros cuando bajamos del escenario, sintiendo orgullo por el trabajo que hemos realizado.

—Por el equipo Eta 7 —dice Spencer—. Y por Silver Lab.

Veo a Arthur invitar a Leila a bailar y yo le dedico una sonrisa tensa, porque desde la discusión que tuvimos, yo he dejado de fingir que me interesa tener una relación de hermanas y ella también ha dejado de fingir lo mismo. Ahora el único trato que tenemos es netamente profesional.

Aunque sí fuera por mí, preferiría no verla en los laboratorios.

—Mientras estaba en el escenario me di cuenta de algo —me dice Morgan—. Sé que algunos disfrutan de estar solos en la cima del éxito y eso está bien. Pero yo no, cuando estaba ahí, lo único que quería es que alguien esté a mi lado y comparta la vista conmigo.

Ella toma una copa de champán y bebe todo el contenido casi de golpe.

—¿Qué tiene eso de malo? ¿Por qué eso me haría débil?

—¿Quién te hace sentir débil, Morgan?

Ella deja caer sus hombros y mira en dirección hacia donde se encuentran Max con Cristal, su madre.

—No eres débil y lo sabes. Y si quieres compartir la vista con alguien, entonces ve y hazlo, comparte la vista con quién tú quieras.

Ella sonríe radiante y me abraza antes de ir a buscar a Mikel, quien se ilumina cuando ve a Morgan.

Siento los brazos de Bastián rodear mi cuerpo.

—Son adorables.

—Pero no más adorables que nosotros.

Él toma mi mano y me lleva hasta el balcón donde antes estaba Robert y me tiende una copa de champán.

—Por nosotros —dice antes de chocar su copa con la mía.

Le doy un sorbo y observo la forma en la que él me está mirando.

—Quiero casarme contigo —suelta de repente y yo casi escupo el champán por su inesperada declaración—. No me mires así, no te estoy proponiendo ahora, Vina.

No es que yo no haya he estado pensando en el matrimonio, más que nada desde que en Santorini hablamos sobre hijos, pero no esperaba que hablemos de eso tan pronto.

—Mira, sé que no hemos estado juntos por mucho tiempo, pero Vina, te conozca de toda mi vida y siento que, si no me caso contigo, estaré perdiendo al amor de mi vida y sabes que yo odio perder. Y, justo ahora, estoy feliz con lo que tengo y lo único que realmente quiero, es compartir mi vida contigo.

No puedo evitar el nudo que se forma en mi garganta o que mis ojos se llenen de lágrimas ante la suavidad de sus palabras y la convicción y amor con la que me acaba de hablar.

—Yo también quiero compartir mi vida contigo, Bastián. Aunque a veces seas un idiota y quiera arrancarte la cabeza, incluso aunque pasas más tiempo en el espejo que yo.

—No sé si sentirme ofendido o halagado, Davina.

Yo me río y acerco mis labios a los suyos para dejar un casto beso, para evitar arruinar mi labial.

—¿Ya te vas a rendir y decirme esa palabra que empieza con T y termina en O?

Él niega con la cabeza y me vuelve a besar.

No sabemos qué va a suceder mañana, pero hoy nos permitimos amarnos sin preocupaciones, sin miedos o responsabilidades que se ciernen sobre nuestras cabezas.

—Ríndete, Bastián.

—Solo sí tú te rindes primero, Davina.

Aún no podríamos explicar nuestra relación a los demás, aún no tenemos etiquetas, pero solo podemos decir que es nuestra. Es buena y mala, caos y calma, y todo lo demás. Pero, sobre todo, vale totalmente la pena.

#21 Esa hermosa noche debí rendirme ante ti, debí decir todo lo que querías escuchar porque nuestro temporizador empezó a funcionar y teníamos los días contados. Y ahora ya todas mis declaraciones de amor te dan igual.

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