18. Siempre tendremos Santorini
Creo que sí hay un momento de mi vida para empezar a creer en un ser superior, ese momento sería justo este, mientras veo la mirada de horror y enojo de Archer; la mirada de sorpresa de Spencer y la mirada de diversión que nos da Max.
¿Qué hice para merecer esto?
Dios, sí estás ahí y en realidad existes, por favor apiádate de mí —ruego en mi mente.
—¡¿Pero ¡¿qué hiciste, Bastián?!
—Creo que es bastante obvio lo que hizo —responde Max a la pregunta de Archer—, y con quién lo hizo.
Archer mira molesto a Max y este le dice que no desquite su enojo con él, que es Bastián quien durmió con su hermana.
—Creo que me voy a desmayar. Agárreme, Spencer.
—¿Qué? No. ¿Después quien me agarra a mí?
Estoy segura que si existe un ente superior, en este momento se debe estar riendo de esta situación.
Bastián aún da vueltas hasta que Max lo detiene y Archer parece estar calmando un poco su enojo.
—¡Se tienen que casar! —suelta de pronto Archer.
¿Pero en qué siglo cree que estamos?
—Yo sugiero una boda en abril, es una época muy buena —comenta Max—. Ya saben, inicio de primavera y como a Vina, le gustan las flores sería perfecto.
—Sí, tienes razón, me parece una buena época para la boda —está de acuerdo Bastián.
¡Pero Dios mío santo! ¿Qué está pasando aquí?
Tengo sexo por primera vez y ya me están planeando la boda. Como si mi virginidad hubiera sido sagrada o algo parecido. ¿Quién creen que soy? ¿La virgen María? No me sorprendería si sacarán una vela y me empezarán a rezar o trajeran un ministro para que nos case ahora mismo.
Mejor no digo ese pensamiento en voz alta, no quiero darles ideas.
—No nos vamos a casar —suelto y todos se giran para mirarme.
Bastián da un paso en mi dirección, pero se detiene al ver la mirada amenazante de Archer.
—¿Qué? ¿Por qué? —me pregunta Bastián, ofendido por mi respuesta.
—¡Acabamos de tener sexo! No nos podemos casar solo por eso.
—Llevamos en esto por más tiempo que solo está noche, Vina.
Eso llama la atención de Spencer y Archer, y veo que Max se prepara para sujetar a mi hermano para evitar que ataque a Bastián.
—Ustedes, ¿qué?
—¡No! No así —me apresuro aclarar porque la vena de la frente de Archer parece que va a explotar en cualquier momento—. No hemos tenido sexo carnal hasta esta noche, pero hemos hecho otras cosas.
—¿Qué cosas?
Yo muerdo mi labio y es Max quien responde la pregunta de Spencer.
—Solo voy a decir que Bastián se arrodillaba frente a Davina y no precisamente para rezar.
Tierra trágame y escúpeme lejos de estos idiotas.
—¡Davina por Dios! Ten algo de pudor —me regaña Spencer—. Y tú gran pecador, profanador, te irás al infierno.
—Tienen que casarse.
¿Casarme? ¿Por qué siguen insistiendo sobre ese tema? No va haber boda.
—No estás escuchando que ella no quiere boda —les dice Max—. Además, no veo razón de porque deba casarse.
Bien, Max al menos dijiste algo coherente.
—Davina. ¿Por qué no te quieres casar conmigo?
Todos me miran atentos esperando mi respuesta.
—Sí, querida Davina, dinos ¿por qué no te quieres casar con Bastián? Sabemos que él es egocéntrico, cabeza dura, terco, algo insoportable, con miedo a las arañas y... ¿De qué estamos hablando?
Pongo los ojos en blanco en dirección a Spencer y Bastián le dice que mejor no lo defienda y se quede callado.
—¿Tú te quieres casar conmigo, Bastián?
Su respuesta es inmediata.
—Sí, por algo te estoy diciendo que debemos casarnos.
—¿Y por qué yo debería hacer lo que tú quieres? ¡No eres mi dueño!
—Hace un momento dijiste lo contrario, Vina.
Abro mis labios por el desconcierto y descaro de sus palabras. Pero, ¿cómo se atreve a decir eso justo ahora?
Busco a mi alrededor y me doy cuenta que me he quedado sin almohadas que lanzar.
—Serán una pareja maravillosa —nos dice Max.
—Silencio todos. Tú, fuera de la habitación de mi hermana, consigue ropa y ve a la sala. Tú también vístete, que te espero afuera para hablar.
Niego con la cabeza y sujeto con fuerza la sábana contra mi cuerpo.
—No voy hablar, no tengo nada que explicar, Archer. Soy una mujer adulta e independiente, que no le debo explicaciones a nadie sobre lo que hago.
—Hablas conmigo o llamo a mi padre para que ustedes le expliquen esto. Tú decides, Vina.
—¡Dios mío santo! Mi padre me va a matar. Me va a colgar, cortará mi cabeza y se la servirá en una bandeja a Davina, su favorita. Su dulce princesa a la que he mancillado.
Max golpea la espalda de Bastián y le dice que sí, que lo más probable es que le queden pocas horas de vida hasta que Robert se entere.
Bueno, no creo que sea así, Robert sabe que estoy "enamorada" de Bastián, aunque solo le dije eso para que no lo mande a Alemania, así que dudo que pierda la cabeza tal y como lo están haciendo Archer y Spencer.
—Bien, hablaré contigo, pero solo porque quiero hacerlo. Ahora salgan y déjenme vestirme.
Bastián da un paso para empezar a recoger su ropa, pero Archer lo jala lejos de mí habitación y le dice que tiene suerte de no haber perdido aún la cabeza y cierta otra parte de su anatomía.
Siento que voy a recordar esta noche por lo que me queda de existencia y no precisamente por las razones que debería.
Me levanto de la cama sintiéndome algo adolorida y sonrío al recordar porque me siento así, pero la sonrisa abandona mi cara al recordar que debo salir y enfrentarme a esos idiotas. Así que a regañadientes y tomándome más tiempo del necesario, me arreglo con mi pijama para salir y enfrentar el regaño que no merezco, pero seguro voy a recibir.
—Primero voy a decir que esto es completamente machista, porque sí hubieras encontrado a Spencer teniendo sexo, no hubieras hecho el escándalo que hiciste —empiezo a decir a penas y salgo de la habitación—. Y segundo, yo soy libre de acostarme con quién yo quiera, incluso sí esa persona es Bastián.
—No sé si sentirme ofendido o halagado —murmura Bastián en dirección a Max.
—A mí no me importa Spencer.
—¡Oye! Tengo sentimientos sabes.
—Sin ofender —dice Archer en dirección a Spencer que lo mira molesto.
—Ya me ofendiste.
—Como decía —digo, retomando mi argumento inicial—. Esto es un comportamiento tan machista y me siento muy ofendida, porque no esperaba esto de ustedes. Me acaban de decepcionar.
Veo como Archer se sujeta el tabique de la nariz y cierra los ojos un momento, cuando los abre, me mira y me habla entre dientes.
—Vina, no agotes mi paciencia.
—Pero no es justo. ¿Todo este drama solo por qué tuve sexo?
—Puedes tener sexo, pero, ¡no con Bastián!
—Espera un momento —dice Bastián dando un paso cerca de Archer—, déjame ver si entendí bien. No estás enojado porque ella haya tenido sexo, estás enojado porque ella tuvo sexo conmigo. ¿Estoy en lo correcto?
—Sí —es la respuesta de Archer.
—Eso dolió, primo.
—Ahora ya sabes cómo me siento —le comenta Spencer mientras le da unas palmadas en la espalda a Bastián.
—¿Puedo saber por qué?
A estas alturas de la conversación el enojo de Archer ya ha disminuido y ahora luce preocupado y puedo saber la razón detrás de su enojo.
A él le preocupa que me lastimen, no quiere que salga herida y termine de nuevo dormida en su sofá llorando en sus brazos porque estuve años enamorada de un cobarde. Y yo no puedo permanecer enojada con Archer al entender la razón de su molestia.
—Ella es mi hermanita, no quiero que la lastimen —responde Archer—. Y una parte de mí sabe que fuiste tú, quien la sedujo.
—¡Ella fue quien me sedujo a mí!
—¡Oye! Eso no es cierto.
—¡Bastián! —lo reprende Archer.
Bastián levanta las manos en el aire.
—A ustedes les hace falta Jesús y pudor, mucho pudor.
¿Jesús? Ni siquiera somos religiosos. Y de serlos no sé cuántos rosarios deberíamos rezar para que nos perdonen las cosas que hicimos anoche, porque estoy segura que nada de eso está permitido en la biblia.
—¿Y bueno? ¿Hay o no hay boda en abril? —pregunta Max.
Archer mira a Max, quien le devuelve una mirada sería, esperando una respuesta a su pregunta, pero mi hermano ignora a su primo y se gira hacia Bastián.
—¿Cuáles son tus intenciones con Vina? —le pregunta Archer a Bastián.
Y todos nos giramos a verlo.
Vaya, eso sí me interesa.
Bastián abre la boca para decir algo, pero vuelve a cerrar los labios y se pasa su mano varias veces por el cabello sin saber cómo responder.
—Eso es solo entre Vina y mi persona —finalmente dice.
—No, no, adelante —intervengo—. Te quiero escuchar. No hay mejor momento que el presente. Dinos, ¿cuáles son tus intenciones conmigo? Y se elocuente.
Bastián me mira serio y se cruza de brazos, yo lo miro de forma desafiante, y él da un paso al frente.
—Esto no es un juego para mí —empieza a decir Bastián—. Estoy comprometido con esto, aunque no sabemos lo que es, me encantaría explorar la posibilidad de lo que podríamos ser.
Max dibuja corazones en el aire y Spencer tararea una balada romántica, según ellos, para ambientar la declaración de Bastián.
Archer se queda satisfecho con la respuesta de Bastián y dice que será mejor que cada uno se vaya a dormir.
—Y ustedes se van cada uno a su habitación. De lo contrario, ve despidiéndote de tu cabeza, Bastián.
Yo me río y Bastián me mira molesto.
Cuando ya todos se han ido a sus habitaciones y las luces se han apagado, me dirijo hacia la terraza, dónde encuentro a Archer de pie, mirando hacia el majestuoso Mediterráneo.
Yo me paro a su lado y él coloca su brazo sobre mis hombros, atrayéndome en un cálido abrazo y yo me relajo contra su costado.
—En realidad me gusta, Bastián. Me gusta mucho —empiezo a decir de forma suave—. No es algo casual, no algo del momento y aunque aún no hablamos de eso, lo sé. Porque somos nosotros.
No estoy enamorada de él, al menos todavía no. Pero me gusta y su presencia ayuda a mi corazón herido a sentirse mejor.
Recuerdo la forma que me sentía cuando me empezó a gustar Arthur y no se sentía de esta manera. Porque, sea lo que sea esto, se siente más tranquilo y al mismo tiempo como un desafío. Pero es silencioso y sutil. Me gusta la forma en que me hace sentir, pero, sobre todo, me gusta que no debo utilizar máscaras con Bastián.
Serás mi muerte algún día, Bastián Baxter —pienso con una sonrisa.
Archer no dice nada por un largo momento, y puedo imaginar que está pensando en la situación, desarmándola en su mente y viendo las cosas que podrían salir mal y como proceder con esto que ha pasado para evitar un posible control de daños.
—Lo sé —murmura—. Me di cuenta de eso.
—Y yo también le gusto, creo que le gustó más de lo que él me gusta a mí. ¿Puedes creer eso? Ni siquiera yo lo entiendo, pero es así.
—Lo sé —repite Archer, está vez, suena resignado—. Y una parte de mí no puede evitar sentir que él no te merece, y no porque Bastián no sea bueno para ti, porque es mi hermano y sé que jamás haría algo para lastimarte. Es solo qué, tú eres mi hermanita y no importa que pase, siempre te amare más a ti.
Él se queda en silencio por un momento antes de moverse y quedar frente a frente.
—Eres mi amiga, mi mano derecha y la única persona en quien confío. Te vi convertirte en la maravillosa mujer que eres ahora. Fuerte, independiente, tan desinteresada, pero a veces cuando te veo, aún veo a la pequeña que le enseñé andar en bicicleta, a la dulce niña que me hizo acompañarla a sus clases de ballet y practicar con ella y ahora, yo siento... Es absurdo olvídalo.
—No me vas a perder, Archer, nadie te va a reemplazar en mi vida. Siempre seré tu hermanita, no importa que ahora este con Bastián. No te voy a dejar a un lado, nadie entiende mi parte analítica mejor que tú. Somos un equipo en el trabajo. ¿Recuerdas? Siempre serás mi hermano. Siempre.
Archer me sonríe y yo me lanzo a sus brazos, enterrando mi cara en su pecho y dejando que sus brazos me envuelvan con cariño y protección. Siempre me he sentido segura en los brazos de mi hermano.
—Estoy felices por ustedes dos.
—Aun no somos una pareja.
—Créeme, Vina, eso es solo cuestión de tiempo.
Y una gran parte de mí, está muy feliz por eso.
Le deseo buenas noches a Archer y me dirijo a mi habitación, pero antes de entrar, lo pienso mejor y camino hasta la habitación de Bastián quien se sobresalta cuando me ve entrar.
—¿Qué crees que estás haciendo? ¿Acaso no escuchaste al carcelero de Archer? Me cortará la cabeza sí se entera que estás aquí. ¿Eso quieres? ¿Qué me corten la cabeza?
Yo me río y descanso mi espalda contra la puerta.
La luz de la luna ilumina suficiente la habitación y la luz de la lámpara de noche junto a la cama de Bastián me permite admirar su torso desnudo.
—No, me gusta tu cabeza tal y dónde está —respondo—. Pero pensé que podríamos jugar un poco más. Estamos en Santorini de vacaciones. No podemos desaprovechar esta oportunidad.
—Te juro que más temprano que tarde, tú serás nuestra muerte, Vina.
—Sí ese fuera el caso, al menos nos divertimos y tuvimos buen sexo.
Doy un paso hacia la cama y Bastián mueve las sábanas en una clara invitación para que me una a él.
—Gracias, Davina. Eso alivia mis preocupaciones.
—De nada —le digo antes de sentarme ahorcadas sobre él.
—¿Sabes? Cuando estabas ahí de pie en la puerta y por la forma que la luz de la luna bañaba tu cuerpo, te veías como el retrato de una diosa.
Yo lo beso y muevo un poco mis caderas, sacando un suave gemido de sus labios.
—Vaya Bastián, quien diría que tu ego te dejaría apreciar mi belleza. Porque eso es una de las cosas más bonitas que me has dicho, Golden boy de San Francisco.
Bastián pone los ojos en blanco y sus manos sujetan con fuerza mis caderas, para empezar a balancearnos a su ritmo.
—Bueno, no olvides que este hombre que está debajo de ti, te hizo gemir su nombre muchas, pero muchas veces.
Yo golpeo su pecho.
—¿Qué? Claro que no, exageras. Tal vez lo dije una vez y seguro por pena.
En un ágil movimiento, Bastián nos gira y yo quedo debajo de él.
—¡Oh, Bastián sí, más fuerte! —exclama él.
—Idiota. Yo no dije eso.
—¡Más rápido Bastián!
—Yo ni siquiera sueno así.
—Oh, mi dulce Vina, lo harás. Justo en un momento, es así como vas a sonar.
Dice antes de capturar mis labios entre los suyos.
Me despido de Bastián y salgo de su habitación antes que los demás se levanten, pero para mí mala suerte, me encuentro con Max en el pasillo, aunque creo que no me vio salir de la habitación de Bastián, así que finjo que voy a la cocina.
—Vaya, Vina. Parece que no has dormido muy bien. Te ves algo agotada —comenta Max.
—Sí, es que tenía algo de dolor de cabeza y no pude dormir, pero ya me siento mucho mejor.
Max pone una taza de café frente a mí y se acomoda en una silla para beber su propia taza de café.
—Y supongo que fuiste a buscar el ibuprofeno a la habitación de Bastián.
—Sí... Es decir, no, no. Solo pasaba por ahí y como me duele la cabeza, me confundí de puerta.
—Sí, esas cosas pasan —me dice Max y me guiña un ojo.
Cuando ya todos estamos despiertos, salimos a la terraza a desayunar y pasada la tensión inicial por lo que sucedió en la madrugada, nos sumergimos en una agradable conversación, aunque las bromas sobre Bastián y mi persona no se hacen esperar.
Archer decide llevar a los mellizos a la playa, lo cual me parece una buena idea, porque este es el último día que compartiremos con ellos. Es una lástima que está haya sido una visita tan corta.
—Archer es un buen padre —le digo a Bastián, quien está sentado en la tumbona de madera junto a la mía con un cóctel en su mano.
Yo cierro el libro que estaba leyendo y sigo mirando a mi hermano que está jugando cerca de la orilla con sus hijos. Veo que están construyendo castillos de arena y que Spencer y Max les están ayudando.
—Tú serás una gran madre algún día, Vina.
Yo me siento frente a él y mi rodilla choca contra la suya.
Él inclina el cóctel había mí y yo le doy un pequeño sorbo.
—¿Cuántos hijos dijiste que quieres?
—Tres.
—Así que vamos a tener tres hijos.
¿Vamos? ¿Él acaba de decir vamos?
No puede ser que Bastián este hablando en serio. Él, quien siempre ha huido del compromiso, de la idea del matrimonio y de sentar cabeza. Aunque claro, no le desagradaba la idea en sí del matrimonio, lo que a él lo mantenía a la defensiva sobre ese tema, es la idea de abrirse ante una persona desconocida, de dejar a una extraña entrar a nuestras vidas.
En especial después del desastre de Vanessa.
—¿Y quién dijo que los quiero tener contigo? —le pregunto en un tono burlón.
—¿Y con quién más que conmigo? Con lo hermoso que soy y lo agradable a la vista que tú eres, tendremos unos hijos preciosos.
Yo me río por su comentario, porque eso sonó tan Bastián.
Para mí, es completamente aterrador, la idea que una persona pueda ver a través de mí, casi como si yo fuera de vidrio. Esa idea me asusta porque estoy muy acostumbrado a utilizar máscaras, pero Bastián siempre ha podido ver a través de ellas, entonces no utilizo máscaras frente a él.
Y esa idea me hace sentir un poco vulnerable. Porque sí él puede ver a través de mí, eso me vuelve frágil y no es algo que me interese ser, ya que nunca se me permitió ser débil, siempre debíamos mantener las apariencias para mantener la imagen de la familia. Pero Bastián me hace querer romper las reglas y olvidarme de las apariencias, me hace sentir bien con la idea de ser frágil en ciertas ocasiones y mostrar algo de vulnerabilidad.
—Vamos a tener hijos preciosos —le digo antes de sentarme a ahorcadas sobre él, olvidando dónde estamos, olvidando todo lo demás.
—Vamos a tener una vida preciosa —murmura contra mis labios antes de besarme.
Cuando regresamos, Archer dice que Vanessa va a venir a ver a los mellizos y yo decido salir a dar un paseo por la ciudad con Max, para evitar toparme con ella.
—Te ves feliz. Es bueno verte así —comenta Max mientas estamos viendo joyería artesanal.
—Me siendo diferente a como me sentía cuando me empecé a enamorar de Arthur. Pero me gusta.
—Eso se debe a que no eres la misma persona que eras hace años, y, además, cada relación se siente diferente. Pero a veces lo diferente es bueno, a veces es justo lo que necesitamos.
Comparto una sonrisa cómplice con Max.
—Tienes razón, Max.
Bastián toma mi mano mientras paseamos por las calles de Santorini, él ha tomado algunas fotos de mí y otras de nosotros, y me comenta que es bueno que los demás sepan sobre lo que tenemos porque ya no debemos escondernos y podemos salir como lo estamos haciendo ahora.
—Sí, lo que tenemos es bueno —comento.
Estamos regresando hacia la casa porque nuestro avión sale dentro de dos horas y debemos alistarnos para volar a San Francisco.
Él nos detiene y se para frente a mí.
—¿Qué pasa si quiero más? —me pregunta.
Yo lo miro a los ojos mientras mi corazón empieza a latir de forma errática ante su pregunta y la sinceridad de la misma.
—Sí quieres más, entonces pídelo, Bastián —suelto su mano y retrocedo un paso, provocando que él me mire confundido—. Pero primero tendrás que atraparme.
Digo y salgo corriendo entre risas al ver su cara de desconcierto antes de alejarme. Bastián no tarda mucho en atraparme y me hace girar en sus brazos provocando que una ligera y cantarina risa salga de mis labios.
—Quiero más, Vina. Porque cuando se trata de ti, soy como una polilla ante una llama.
La declaración que sale de su boca, es definitiva.
—Sabes lo que le sucede a la polilla. ¿Verdad, Bastián?
—Sí, se queman. Pero disfrutan de la luz mientras dura.
Hay cierta incertidumbre en su voz y yo lo entiendo, no hay muchas personas en su vida que lo hayan elegido, y al verlo así de vulnerable frente a mí, me hace querer elegirlo siempre.
—Yo también quiero más, Bastián.
Nos besamos por un largo momento aprendiendo y guardando en nuestros recuerdos cada instante de este viaje.
—Siempre tendremos Santorini —me dice y toma mi mano para seguir nuestro camino.
—Sí, Bastián. Siempre tendremos Santorini —le digo como una promesa.
—Y tú siempre me tendrás a mí —es la promesa que él me hace.
#20 Debí decir que quería algo más que Santorini, en ese momento te hubiera encantado escuchar eso y sería un gran recuerdo. Porque eso es todo lo quedó de lo nuestro, un montón de recuerdos.
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