Hydra

Entraron en una inmensa sala circular. Una pantalla gigante ocupaba todo el semicírculo frente a ellos, dividida en veinticinco paneles, cada uno con una imagen diferente. Casi la mitad mostraba imágenes de la Luna. Junto a cada columna de cinco paneles alguien manipulaba un teclado, estaban vestidos con pantalones y camisetas. Ulises se levantó de la tercera silla o central y se acercó a mis amigos.

—Hola. Voy a presentaros. En la primera silla mi hijo Telémaco. A su lado, su esposa Efigenia. En la cuarta, mi esposa Penélope y a la derecha, mi hija Hera.

El semicírculo de la entrada contenía filas de asientos, separados por un pasillo central que empezaba en la puerta. Ulises siguió la presentación con los niños sentados en ellos, Aquiles, Hércules, Deméter, Talía, Perséfone y Hermes. Ulises explicó:

—Somos la excepción en Hydra. Los únicos con cuerpo similar al vuestro. No tenemos más vivienda que esta nave. Ellos —señaló a los niños. —tampoco residirán allí.

—¡Qué triste destino! Como errantes. —Se lamentó Cristina.

—Sí, pero es lo justo. Cuando conozcáis nuestro planeta, lo comprenderéis. No hay sitio para nadie más.

—¿Sí para nosotros?

—Hay alojamientos programados. Ya está libre el vuestro, cuando os vayáis otros lo ocuparán.

Pablo cambió de tema:

—Me llama la atención vuestros nombres, como los de Grecia clásica.

—Soy el mismo rey de Itaca. Llegamos a Grecia hace siete mil años.

Cristina inquirió: —Entonces erais violentos.

—Era cuestión de sobrevivir al principio, tal vez nos excedimos después. Cuando Jesús fue crucificado, decidimos abandonar la Tierra. Sabíamos que los católicos nos perseguirían.

Cristina preguntó por curiosidad: —¿Hay alguien más?

—Nadie más.

El silencio se impuso. Ulises pidió el disco, Cristina lo sacó del bolso y se lo dio. Él se sentó en su silla y lo introdujo en el ordenador. Ordenó: —Poneos el cinturón.

Pablo y Cristina ya estaban sentados y obedecieron. Ella se sentó junto al hijo pequeño, Hermes, aparentaba cinco años. Se comunicó con todos durante el viaje, contaron que su madre les enseñaba. Los más pequeños preferían seguir viajando toda su vida. Los dos mayores establecerse en la Tierra. Todos conocen nuestro planeta.

Speak to me.

Los latidos iniciales sonaron como una cuenta atrás. La columna central mostraba imágenes de la Luna, fue girando a la derecha, nuestro satélite se perdía de vista en esos paneles y aparecía en los extremos.

Una ligera vibración era lo único con la música que percibían. Señal de que no eran las cámaras exteriores lo que se movía. La nave estaba girando.

Breathe.

El panel trece o central amplió su ángulo, a la vez que ocupaba los adyacentes, hasta completar los quince centrales. Las columnas una y cinco mostraban visión trasera, enfocando a la Luna.

La Luna se alejaba, dejando ver la Tierra. La velocidad crecía. Pablo preguntó:

—¿Nos pueden ver desde la Tierra?

—Sería muy raro. Elegí esta fecha para tener enfrente el hemisferio sur, menos habitado y con menos observatorios.

Cristina indagó: —Atenea, ¿Zeus vive?

—Si, es nuestro líder. El mismo que vivió en el Olimpo, no soy su hija. Era normal poner sus nombres.

El tamaño de la Tierra se reducía y el de Marte aumentaba, casi eran iguales. Bien es cierto que el tamaño de una pantalla era cinco veces mayor, por lo tanto, seguían más cerca de la Tierra.

On the run.

Marte se agrandaba rápidamente, hasta desaparecer. Vieron un arco iris acercarse y explotar. No podían separarse del sillón. El vértigo les asustaba y estimulaba a la vez.

El estallido final de la canción precedió a una calma que les relajó…

Time.

…mientras sonaban los relojes. Un punto negro crecía hasta tragar la nave. Ulises explicó a los invitados:

—Jesús descubrió los agujeros negros en Gea, como Hawking en la Tierra. Ambos los estudiaron. La única diferencia era que Jesús podía acercarse. No temió penetrar porque sabía que su fin no sería en uno de ellos. Él me enseñó en mi primer viaje. Su nave era similar a ésta, yo estaba sentado a su derecha.

El trayecto por el agujero negro era lento, según el parecer de Pablo. No se veía nada, ni puntos luminosos ni sólidos.

Seguían con los cinturones abrochados, para prevenir. Había holgura bastante para la nave, sin embargo las paredes del agujero no permitían ser traspasadas y cualquier roce podía provocar un accidente. Ulises era un experto y maniobraba con pericia. Los pasajeros no sabían cómo, el agujero tenía bifurcaciones que el piloto sabía de memoria.

Pablo meditaba: ¿Qué es el tiempo? Se mide según el movimiento de un planeta. En Gea no existe. ¿Y aquí, en el espacio?

Sólo alguien de la tripulación podía responder, los cinco estaban concentrados en su labor.

Salieron del túnel. La pantalla volvió a mostrar imágenes de planetas y una estrella al fondo. Cristina y Pablo tenían sueño. No podían creerlo, según sus cuentas y los relojes, era mediodía. Ulises se acercó.

—El espacio desvirtúa el tiempo. Lo que os han parecido minutos, han sido horas. Id a vuestro camarote y descansad.

—¿Vosotros no vais?

—Estamos habituados, dormiremos al acabar.

Atenea les acompañó y ocupó el camarote aledaño.

The great gig in the sky.

Nuestros amigos volaron a Gea. Nada más llegar escucharon la voz de Rick Wright declamando que no tiene miedo a morir y tocando los teclados, tres voces femeninas le acompañaban. Jesús les saludó y expresó:

Hoy es 15 de septiembre de 2008 en la Tierra, Rick acaba de abandonarla.”

“¿Tanto tiempo ha pasado? No sabemos nada de allí.

“Tranquilos. Vuestra familia os pondrá al día durante este sueño.”

Todo en la Tierra seguía como antes, sin mayor novedad que ellos mismos. Su fama crecía. Pepe no podía responder todo lo escrito en las redes sociales. Alguien les llamó Héroes de la Paz y ese apelativo se extendió.

Cometieron la imprudencia de abandonar la nave espacial. No es lo mismo volver a un planeta que a un objeto en rápido movimiento. Jesús todo lo puede, les acompañó hasta divisar la nave y se volvió.

Money.

Seguían dormidos. Recibí el primer mensaje después de esperar casi diecisiete meses. Me sorprendió más que disgustarme. Suponía que existe una razón lógica. En efecto, me demostró que el tiempo corre más rápido en el espacio. Ya he escrito gran parte de ese mensaje, prosigo:

El dinero no existe en Hydra. Todos son productores y consumidores. Cada cual cambia lo que produce por lo que necesita. El intercambio puede ser directo, si necesita lo que ofrece. O bien indirecto, el consumidor entrega un recibo firmado por sí mismo, con el nombre del productor.

Hay almacenes flotantes cercanos a las islas, abastecidos por los productores. Un equipo logístico se encarga de distribuirlos por todo el planeta. Cada consumidor cambia los recibos por lo que necesita.

No hay empresas, todo está controlado por el estado. Los trabajadores de servicios públicos pueden acceder a los almacenes sin recibos, sólo cogen lo que necesitan. Tienen tan poco espacio propio que no pueden acaparar.

Us & them.

Siguen dormidos nuestros héroes. Sus familiares les han informado. Mientras suena esta canción en la nave, Jesús les comunica:

Hydra es el planeta con organización más similar a la que tuvo Gea. Todos son humanos anfibios. No vivía nadie allí cuando llegaron los primeros. Estaba habitado por aves, mamíferos, anfibios y peces.

Los primeros humanos violentos fueron mis coplanetarios que antes pasaron por la Tierra. Renunciaron a la violencia como los habitantes de las profundidades terrestres que me siguieron a Gea.

La superficie sólida ocupa nada más que el diez por ciento de toda la superficie del planeta. Se quedó pequeño en pocas generaciones. Poseidón añoraba su hegemonía marina en la Tierra. Le tomaron por loco en un principio, nadie podía permanecer dentro del agua. El sí y sirvió como solución a la superpoblación. Ahora todos los hydrans puede residir dentro y fuera del mar.

La luz del camarote se encendió, como aviso de que debían levantarse. Pablo y Cristina se sentían tal como cada mañana en su casa. Aunque perplejos porque no sabían cuánto tiempo había pasado, según el reloj quince minutos.

Lo corroboró la música en la sala de control, la canción estaba acabando. Ulises les recibió así:

—¿Qué tal habéis descansado?

—Bien. Estamos con las pilas cargadas.

—En ese caso, sentaos y poneos el cinturón.

Todos obedecieron. Ulises ocupó su asiento.

Any color you like.

El arco iris volvió a estallar, el vértigo fue atenuado por la música lenta y ensoñadora.

Brain damage.

Los veinticinco paneles mostraban una imagen cada uno. Los controlados por Ulises mostraban un planeta a visión completa, aún estaban lejos para ver los detalles.

Algunos satélites empezaban a mostrarse, todos artificiales. Como nosotros, sólo tienen uno natural, estaba tapado por el planeta y estaba habitado. Estos satélites eran de tres tipos: observatorios, de comunicación y fábricas.

Hydra es un planeta con tamaño como el nuestro, con población el doble de mayor. Tres cuartas partes viven entre las aguas, el resto en la superficie, tanto sólida como líquida.

Una imagen ocupó toda la pantalla.

—Amigos. Voy a presentaros a Madre Hydra, el planeta más sabio del universo. Lo que veis es el Polo Sur.

La pantalla iba mostrando nuevos paisajes según la nave se desplazaba al norte. Ciudades flotantes y en las islas. Llegaron al ecuador.

Eclipse.

Vieron un gran círculo negro en la superficie del planeta. Ulises reaccionó con rapidez, desplazó la nave y el círculo desapareció. Tuvo el descuido de interponer su nave entre la estrella y el planeta.

El disco concluyó en el momento que los motores se detuvieron.

Todos se levantaron, la sala se quedó vacía. Se dirigieron a sus dormitorios, se despedían en cada puerta. Los cuatro que abandonarían la nave también entraron para tomar un baño.

Después caminaron al hangar.

El satélite Selene estaba a la vista. La estrella Helios estaba medio tapada por Aqua cuando el avión salió de la nave. Su destino era Olimpo, una isla pequeña con sólo tres edificios:

El Palacio Imperial. De estilo clásico, inspirado en la arquitectura que Zeus conoció en la Tierra. El más pequeño, destaca más porque está en lo alto de una loma.

El Parlamento. Con el mismo estilo.

Gran Hotel Hellas. El mayor y más alto de la isla, por estar junto al puerto no sobrepasa al Palacio.

Entre los tres, sólo hay playas y un parque en el centro. El hospital es flotante y está unido por una pasarela a la zona sur de Olimpo, cerca del Parlamento.

Ulises recibió instrucciones para hydrizar en un portaaviones, atracado en el puerto. Exige gran precisión. El tren de hydrizaje debe posarse en los primeros veinte metros, un cable tenso engancha el tren y permite un recorrido hasta diez metros antes del borde del portaaviones. La maniobra salió perfecta.

Ulises se despidió:

—Dejadme permanecer en el avión. Volveré a mi hogar cuando salgáis.

—Deberías descansar antes de volver. Tal vez encuentres sitio.

—Amo a Hydra porque me hizo libre, pero amo más a Penélope y ya la echo de menos. Pasado mañana a las 9 os esperaré aquí.

Entraron en el hotel pocos minutos después.

—Buenas noches y bienvenidos a Hydra. Pueden dejar su equipaje aquí y dirigirse al comedor para la cena.

Los animales y plantas son similares a los terrestres, tienen su propio nombre y los mencionaré con nuestro nombre equivalente. Cenaron una sopa fría, con sabor similar al gazpacho, de color verde. De segundo filete de lenguado a la plancha. De postre helado de mango. La carta tenía fotos, eligieron por ellas más que por el nombre. Atenea cenó con ellos.

—¿Tienes familia?

—Sólo el líder tiene familia.

—¿No tienes padres?

—Prefirieron el exilio, mi hermano fue con ellos.

—¿Por qué te quedaste? Si quieres responder.

—Fui violada por mi hermano.

—Lo sentimos mucho, dejamos el tema.

—No lo he contado a nadie, aunque mucha gente lo supo, vosotros inspiráis confianza y quiero desahogarme.  Yo amaba a su mejor amigo, estábamos en una playa, anochecía y nos quedamos solos. Imaginad a Selene llena, casi desnudos, solos.

—Te entendemos. ¿Quieres seguir?

—Sí. Yo era adolescente, disfrutaba entre sus brazos. Alguien nos separó con fuerza y le golpeó hasta dejarle sin sentido. No podía creer que fuera mi hermano, estaba borracho, me insultó y me sometió.

Vi en el sueño el gesto de Atenea, jamás lo olvidaré. Frío, sin emoción, ni rabia ni llanto. Siguió:

—No volví a casa, dormí en la playa y desperté sola.  Fui al hospital para operarme, aunque aún me faltaba un año para decidir. Mis padres me encontraron cuando habían acabado, lo sabían todo por su hijo. Decían que estaba avergonzado, sigo sin creerlo.

Cristina estaba sobrecogida:

—Si hubiera sido en la Tierra, lo hubiese creído.

—Somos humanos, con nuestras flaquezas. Nunca le perdonaré ni lo olvidaré. Me hizo madurar de golpe. La soledad es buena cuando nos sirve para avanzar.

—Tal vez sea porque soy hombre, aunque me considero empático. Dijiste en la nave que has sentido placer.

—Pablo, eres todo un caballero, te comprendo. Han pasado siglos, me convencí de que ya no tenía nada que temer, gracias a la operación.

Pablo tuvo una idea que no se atrevió a decir. Cristina la aceptó. Atenea la captó y también aceptó. Atenea pasó la noche más feliz de su vida.

Hasta aquí este capítulo. He decidido incluir el vídeo de Any colour you like. 
















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