Un gran salto
Felipe, Alfonso y otros dirigentes viajan a Madrid para votar y esperar los resultados. Es una noche larga. Los colegios cierran a las 8 de la tarde, cada mesa tarda más de una hora en contar los votos y rellenar el impreso, después se llevan al Ministerio del Interior. Todo el escrutinio se realiza lentamente para evitar errores.
Paul y yo dormimos con la tranquilidad de saber los resultados.
Comprobamos nuestra victoria. Los ciudadanos salen a la calle para celebrarlo. La calle Ferraz, sede del partido, es una fiesta.
Felipe González se presenta a la sesión de investidura en el Congreso de los Diputados, es elegido Presidente del Gobierno. Antes de crear su gobierno, nos ofrece una última oportunidad de formar parte, que Paul y yo rehusamos; así como nuestros escaños en el Congreso, los ocupan los siguientes en la lista.
Se decide en la primera reunión de ministros que las seis carreteras radiales sean autovías. Nuestro accidente permanece en la memoria de todos y lo relacionan.
El gobierno no sólo mejora carreteras, va creando leyes para derribar muros de injusticia. Leyes como la del divorcio y el aborto, que son muy criticadas por los círculos conservadores y religiosos. La democracia se consolida.
Quiero contar otros derribos de muros durante estos años. Votamos en las primeras elecciones municipales. Enrique Tierno Galván fundó el Partido Socialista Popular, cuyo símbolo era una paloma. Unió su partido al PSOE para presentarse como candidato a la alcaldía de Madrid, sale elegido.
El viejo profesor, como le llamamos sus amigos en un principio y los madrileños desde que es alcalde, cambia los nombres de calles franquistas. La Gran Vía recupera su antiguo apelativo, en vez de recordar al fundador de la Falange.
También promueve las fiestas de barrios, con atracciones y conciertos. Las principales son las fiestas de San Isidro, patrón de la ciudad, en el mes de mayo.
Estas iniciativas favorecen la creación de un movimiento cultural nombrado la movida. La música es el factor principal, con intérpretes como Alaska, Burning, Los Secretos, Nacha Pop, Radio Futura y Almódovar & McNamara. Pedro Almódovar comienza como cantante y poco después hace su primera película: Pepi, Lucy, Boom y otras chicas del montón. Como director de cine tiene éxito mundial y ganará varios Oscars de Hollywood.
¿Por qué abandonamos la política? Una parte fue por el accidente, no por miedo, sino porque vimos todo nuestro futuro en dos versiones. Si seguimos en la política y si no. Os aseguro que nuestra misión tendrá éxito fuera de la política.
Mas eso será descrito en la tercera parte.
Antes de las elecciones, el gobierno firmó nuestro ingreso en la Alianza Atlántica, nuestro partido se opuso y prometió un referéndum para salir, en plena campaña electoral. Tras el accidente, Felipe consulta el tema a Paul, quien le aconseja:
—Convocarás el referéndum, haréis campaña a favor de la permanencia y el resultado será positivo.
—Muchos creerán que hemos mentido.
—No es lo mismo hacer oposición que gobernar. Sería un error salir.
—Esperaré al último año de legislatura.
—Buena táctica, así el tiempo nos ayudará.
Los años siguientes sirven para derribar nuevos muros. 1986 será recordado por confirmar nuestra continuidad en la Alianza y nuestro ingreso en la Comunidad Económica Europea.
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—Cris, quiero sacar el carnet de conducir.
— ¡Qué oculto lo tenías, Paul!
—No estaba seguro hasta hoy. La mejor manera de viajar es en coche, porque sólo dependemos de nosotros.
—Sabes que no tengo miedo, y también que odio el coche por los dos accidentes.
—No fue culpa de los coches, sino de alguien que se cruzó en nuestro camino.
—Quisiera tener tu voluntad, no debe ser fácil, aún no se ha cumplido el año.
—Míralo así: he triunfado en todo lo que he emprendido y sabemos que nada nos pasará.
—Tienes razón, pero no me pidas que yo también me presente.
—Eres libre de hacer lo que quieras.
—Ya sabes lo que quiero.
Nuestros hijos ya están en la cama, Sonia también. Merche se queda en la cocina y nosotros aprovechamos su ausencia para conversar sin herir sus sentimientos de viuda. El destino se confabula con nosotros y aparece con una bandeja en el comedor, cuando concluimos la charla. Paul le pregunta:
— ¿Sólo dos tazas?
—Tomé la mía. ¿Deseáis algo más?
Contesto: —Nada más, puedes descansar. Llevaremos la bandeja a nuestra habitación.
—Gracias. Hasta mañana.
—Hasta mañana. Sueña con Marcos.
— ¿Os he dicho alguna vez que sois maravillosos? Gracias.
Guardamos silencio y nos despedimos con besos. Salimos juntos del comedor y nosotros subimos con la bandeja.
Es verano, nos desnudamos como siempre y quitamos la colcha y la sábana. Tomamos la infusión sentados en la cama y apagamos la luz.
El calor no impide nuestro abrazo, nuestro sudor se mezcla, es más placentero que desagradable, porque la humedad excita. Nuestros labios y dedos rozan todo nuestro cuerpo. No hace falta más, nuestro cuerpo sabe que ha llegado el momento y el éxtasis llega segundos después. No tardamos en dormir
Hola, Marcos. Merche te echa de menos, lleva tres días sin ti.
Tengo miedo por ella. He descubierto que la menopausia debilitará sus huesos, sufrirá una caída y...
Paul le consuela: Marcos, yo también lo he soñado, lo impediremos previniendo la falta de calcio y cualquier caída. Un consejo para ti: Merche no puede leer tus pensamientos, puedes estar con ella sin que descubra nada. Te está esperando.
Así es como Merche pudo soñar feliz.
Paul se presenta para el examen de conducir el 22 de diciembre de 1983. Él, el profesor de la auto escuela y Jose charlan antes. No saben qué inspector les va a tocar, cada uno tiene sus peculiaridades. El profesor y Jose, por haber tenido que pasar otros exámenes, sí las saben. Este es el primer examen para Paul.
Los tres deben esperar en el coche. El profesor decide que Jose se siente al volante porque no es el novato. A su lado, el profesor y Paul detrás de Jose. El inspector llega y se sienta a la derecha de Paul. Ordena:
—Ponga el interruptor.
Los coches de auto escuela tienen dobles pedales, el segundo para el profesor que los usa en caso de emergencia. Ese interruptor, llamado chicharra por su sonido estridente, suena cuando el profesor pisa cualquier pedal y el alumno es suspendido en el acto. No es el caso de Jose ni de Paul, ambos aprueban.
Compramos un Volkswagen Golf, no queríamos herir a Merche con el recuerdo del mismo coche.
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28 de septiembre de 2005. ¡Cuánto tiempo ha pasado! Estoy sola en una habitación del Hospital Clínico, traspuesta. Toda nuestra vida pasa por mi mente. ¡Cuánto me gustaría tener material para escribir! Justo cuando mi hijo pequeño asoma por la puerta:
― ¡Hola, mamá!
― ¡Hola, Pepe! ―Así es como le gusta más que le llamen.
― ¿Ya se han llevado a papá?
―Sí, nos toca esperar.
―He traído algo para que os distraigáis.
Saca su portátil de su bandolera. Está encendido, sólo tiene que pulsar una tecla para que salga todo nuestro libro, con sus dos partes. Me quedo sin saber qué decir y él explica:
―Es vuestro. Se me ha quedado pequeño y ayer compré otro con más capacidad.
―Gracias, Pepe. Si no hubiera puesto Ángel a tu hermano, te pega más a ti. ―Le doy dos besos y prosigo: ―Eres el ángel de la oportunidad, cuando llegaste, deseaba escribir.
―Cualquier duda que tengas, pregunta.
Voy a explicar los motivos para explicar, que no justificar, el abandono de nuestra historia.
Yo apenas tenía tiempo. La ausencia de Lourdes me obligó a tomar las riendas del hogar, debía compaginarlo con la peluquería. El hogar estaba ocupado entonces por Paul, Laura, Ángel, Juan Carlos, Lourdes, Mercedes, Sonia y yo. La ausencia de Marcos, quien llevaba a su esposa para hacer la compra, me hizo reflexionar. Decidí encargarme de hacerla, porque Mercedes estaba hundida y las tiendas estaban lejos de casa. Además, ir a pie a la peluquería me restaba tiempo.
Otra prioridad era tener una hija que atender. Lourdes crecía sana y sabiendo todo, también viaja a Gea desde antes de su nacimiento. Valeria le enseñó en el mismo colegio de sus hermanos. Tampoco tuvo dificultades para aprender.
Laura se encaprichó con su hermana pequeña, ya estaba harta de que su padre siguiera llamándole Chispita, pese a sus quejas. Protestaba diciendo que era la mayor. Laura no cesaba de llamar así a Lourdes, quien se encontraba a gusto con ella y se contagió de su afición.
No hacía falta conocer el futuro para saber que Laura y Pablo serían pareja. No se casaron, celebramos su Unión el sábado 25 de enero de 1992. Compraron antes otra casa en la calle Arturo Soria, cerca de nuestra peluquería. Sólo han querido tener dos hijos, César y Paula. Laura aún no lo sabe, voy a cederle la peluquería para dedicarnos en exclusiva a nuestra misión.
Ángel acabó Medicina con 20 años. Se dedicó a la investigación, aprendió con Jesús todo lo que Él sabe de Medicina. Convirtió una de las habitaciones en un laboratorio, donde creó una nueva vacuna anti envejecimiento. Yo tenía 42 años y Paul 40, nos ofrecimos como conejillos de Indias, seguros de que sería un éxito.
No convenía divulgar su descubrimiento porque esta Sociedad capitalista lo usaría como beneficio para los poderosos. Sólo lo sabemos quienes vivíamos en nuestro hogar, mantenemos el secreto y todos estamos vacunados. Bueno, no exactamente, mi suegro Miguel no quiso vacunarse. Alegaba que así retrasaría su reencuentro con su Mary.
Ángel abandonó la investigación cuando descubrió la vacuna. Volvió a la facultad para especializarse en cardiología, por pura iniciativa propia, Jesús se lo influyó sin comunicar que su padre sería uno de sus pacientes.
No era muy aficionado a salir, aunque sus compañeros le animaban y casi siempre desistía. Tan sólo tenía un amigo de verdad, se conocieron en la academia para superdotados. Ángel asistió al vigésimo quinto cumpleaños de su amigo.
―Ángel, te presento a Juddelys.
La atracción fue mutua desde ese momento. Juddelys nació en la República Dominicana, en concreto en la ciudad de Santiago de los Caballeros. Es hija de un matrimonio acomodado, que nunca pasó por apuros económicos. Quiso estudiar Filología Hispánica en España y sus padres se lo han costeado. Me cae bien porque es humilde a pesar de su posición social.
Se Unieron cuando Ángel se licenció de Cardiología. Invitamos a toda su familia, en el sentido literal, pagamos el viaje y la estancia de todos.
Tienen dos hijos, Ángeles y Domingo. Ella está embarazada, será otra niña y aún no han decidido el nombre.
Juan Carlos tampoco tuvo problemas de aprendizaje, más sí de relación con sus compañeros. Su carácter engreído, a veces prepotente, le aislaba de ellos. Vio el fin de la enseñanza obligatoria como su liberación. Deseaba ser tan buen pastelero como su padre.
Disfruta cuando Nico, como él le llama, le corta el pelo. Se enamoraron. Me fui haciendo a la idea poco a poco, a su padre le costó más y lo aceptó. Queremos su felicidad y le vemos feliz con él.
Compró una nave de mil doscientos metros cuadrados en un polígono industrial cerca de la carretera de Barcelona. Allí montó un restaurante pastelería que dirige con eficacia. Ofrece a diario un menú asequible y otro más lujoso.
A partir de ahora, deberá dedicarse también a la vieja pastelería de su padre.
Lourdes trabaja en mi antigua peluquería. Ana Luisa y Nicolás siguen con ellas. Sol volvió a Chile cuando ganó lo suficiente para el viaje, más una ayuda nuestra para inaugurar allí su peluquería. Contado así, puede parecer algo frío. Ha calado en todos nosotros, se merece lo mejor.
José Marcos nació el mismo de su onomástica y que nosotros sus progenitores, 25 de abril de 1985. Creció en pleno auge de la informática, se aficionó a ella sin descuidar los estudios. Repitió la habilidad por aprender de sus hermanos. Ahora con 20 años es todo un experto. Sigue estudiando y no tiene prisa por encontrar novia, tiene amigos y amigas. Aún no sabe que una de ellas será su compañera. No va a Gea a menudo.
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Llego al punto más desagradable. Queremos vencer al destino y la mejor manera pasa por padecer esta enfermedad. A pesar de estar vacunado, Paul corre un gran riesgo, una cosa es que su cuerpo no envejezca y otra muy distinta es provocar una angina de pecho.
Merche se ha jubilado este año, sigue viviendo en casa porque está a gusto con nosotros y para enseñar a la nueva cocinera, una jovencita venezolana llamada Victoria. La veterana se extrañó por el cambio alimenticio de Paul, tan rico en grasas. Le pedí que no se preocupara, que todo está bajo control. Sin embargo, este argumento se derrumbó el domingo pasado, día 25. Cuando Ángel y su esposa vinieron a comer.
Tomábamos la sopa del cocido cuando nuestro hijo informaba:
―Papá, tienes más de doscientos de colesterol y triglicéridos. Deberías ponerte a dieta.
―De acuerdo, a partir de mañana.
―Mañana puede ser tarde.
―No voy a morirme hoy.
― ¿Prefieres vivir enfermo?
―Déjame disfrutar hoy de la comida, te prometo que te haré caso.
Ángel se dio por vencido y no insistió durante la comida.
El verano se alarga, o tal vez sea el veranillo de San Miguel. Tras el postre, salimos al jardín para tomar el café. Paul sacó un purito fino y lo encendió.
―Papá, ¿desde cuándo fumas?
―Desde hace un mes, más o menos. Sólo después de las comidas.
Con la quinta calada, su hijo y yo notamos por telepatía que se asfixiaba, aunque su aspecto seguía siendo normal. Apagó el cigarro.
Percibíamos la preocupación de nuestro hijo, mas conservó la sangre fría. Comenzó por tomarle el pulso, ciento cincuenta pulsaciones. Siempre trae un tensiómetro, dieciocho de alta y trece de baja.
―Judd, ve al coche y lo arrancas. Vamos al hospital. Papá, ¿puedes andar?
―Claro que sí, sólo me asfixio.
Me senté en el asiento delantero derecho, padre e hijo detrás. Judd conduce bastante bien, rápida pero segura. Llegamos a urgencias quince minutos después. Todo iba contra reloj, no me dejaron pasar, mas veía por sus ojos. Le desnudaron en un periquete, guardaron la ropa en una bolsa, le pegaron parches que conectaron a unos cables, imprimieron su electrocardiograma.
Paul es un buen paciente, no se queja y se deja hacer, tampoco disfruta.
El tiempo siempre corre lento en los hospitales, conviene tener distracción mientras se espera. Judd me animó:
―Tranquila, querida. Está en buenas manos.
―Gracias, hija mía. Yo también confío.
Merche avisó a Laura, la única ausente. Poco a poco fueron llegando todos, incluso mis nietos. Su inocencia me emociona. Domingo, el más pequeño con sólo tres años, me pregunta:
― ¿Qué le ha pasado al abuelo?
―Su corazón está malito, tu padre se lo curará.
Sonó mi teléfono. Mi amiga Laura.
―Dime.
―Hola, Cristi. Hace mucho que no nos vemos, ¿Podemos ir ahora?
―No estamos en casa. Paul ha sufrido una angina de pecho.
―Iremos al hospital. ¿Es el mismo donde trabaja Ángel?
―El mismo.
―Corto ya. Hasta luego.
Me despedí y volví a la pantalla de inicio. Veo la fecha: 25-9-2005. Otra vez veinticinco. Me llega un pensamiento de Paul: «Tranquila, mi diosa, venceremos al destino».
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Miércoles 28. La operación ha durado seis horas. Le han colocado dos by pass para que la circulación fluya. El lunes le hicieron un cateterismo, que consiste en introducir un tubo con cámara minúscula para ver las arterias desde dentro. Para ello, se debía rasurar la ingle, porque por ahí se metería el tubo. No quise que nadie se lo hiciera y le afeité esa zona para que él disfrutara.
Ángel nos informa tras la operación. Paul está en la unidad de cuidados intensivos.
Paul sigue bajo los efectos de la anestesia Tiene su aspecto habitual cuando duerme; me tranquiliza, aunque vea la gran cicatriz en su pecho, todo el esternón cortado a lo largo.
Nos acompaña nuestra hija Laura. Paul abre su mente de par en par para que sepamos lo que piensa. No puede vernos, mas sabe que estamos con él.
"Me siento bien, ya puedo respirar. Sólo lamento que Ángel no me haya quitado la asfixia antes."
"Papá. La culpa es tuya, no de él. ¿Me prometes que te cuidarás desde ahora?"
"Te lo prometo, chispita."
"Gracias, papá. Recuerdo cuando me dijiste que un día desearía que me llamaras así, acertaste."
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Queridos lectores. Me despido de vosotros, continuará nuestra historia y la suya alguien que nos conoce muy bien; alguien que, aunque él no lo sepa todavía, será un gran escritor; alguien que está en la última cama de esta unidad. También ha superado la misma operación que Paul. Él publicará este libro. Dejo que él se presente.
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