Secundarios protagonistas


Cerca de la pastelería hay una peluquería en venta, aunque sigue abierta. Entro como clienta:

- ¡Buenos días! Mi nombre es Cristina, ¿y el tuyo?

-Ana Luisa. Siéntate aquí, ¿qué va a ser?

-Cortar un poco y peinar. ¿Eres la dueña?

-Más o menos, mis padres me dieron el dinero y se lo debo todavía.

-Te pago lo que debas y lo que pidas. Te ofrezco empleo.

-Te conozco, eres la esposa del pastelero, ¿por qué te interesa esta peluquería?

-Porque soy peluquera. Este verano visitamos Londres y vi una clase de peluquería que aquí no existe.

-Suena interesante, cuéntame más.

-Se llamaría "unisex" y atenderemos a chicos y chicas.

-Lo veo muy arriesgado. Mis clientas son mayores y lo más posible es que se vayan cuando lo sepan. No imagino a ningún joven que quiera entrar.

-Hay una emisora con música moderna. Debe tener mucha audiencia porque muchas empresas dirigidas a la juventud se anuncian ahí. Quiero poner un anuncio dirigido a chicos y chicas: que sólo nosotras, por tener su edad, podemos darle la imagen que ellos buscan.

-Suena muy bien, pero los chicos no se preocupan por su imagen y vendrán pocos.

-Veo este negocio a largo plazo, que no sólo tengamos clientes vecinos, sino de todo Madrid. Seremos las primeras y el boca a boca nos ayudará. Tú podrás vestirte como quieras, pero mi uniforme será una minifalda y una camiseta ceñida.

- ¿No tienes miedo de que algunos adultos vengan para verte, o intenten...?

-Que vengan. Yo no les daré pie y tendremos un estilo exclusivo que, si les gusta, sería fenomenal; y si no allá ellos.

El sábado 30 de Marzo la peluquería ya está preparada para su apertura, lo hemos dedicado a cambiar nuestra imagen una a otra sin que nadie nos interrumpa. Decidimos abrir al público el lunes. Ana Luisa usaba gafas como Paul, pero opino que le da un aspecto más adulto que los veintidós años que tiene; le he regalado unas lentillas. Ambas somos morenas con melena corta, nos lo hemos cortado con las puntas hasta las cejas, tapando las orejas y hasta la nuca. Nos pusimos mechas de color rosa. Las únicas diferencias entre ambas cabezas es que yo tengo los ojos más claros y Ana Luisa tiene la nariz más larga y el rostro más ovalado.

La Peluquería Joven Unisex se inaugura el 1 de Abril de 1974. Como oferta de apertura ofrecemos un vale regalo para otro servicio idéntico y gratis durante esta primavera.

Nuestro anuncio ha sido idea de Paul. Sobre el fondo instrumental del saxo y la guitarra en la canción "Money" de Pink Floyd, que aún sigue oyéndose en esa emisora, pronuncio con dulce voz:

"Para ti, chico o chica. Si no te gustan las peluquerías donde van tus padres. Si quieres parecerte a tus ídolos y no sabes adónde ir. Ven a Peluquería Joven Unisex. Queremos ser tus amigas y dejarte con la imagen que a ti te gusta. ".

La afluencia de clientes ha sido masiva en el primer día, animados por la oferta de apertura. Pero la mayoría han sido mujeres casadas, incluso con edad para ser nuestras madres.

- ¡Hola! ¿Cómo te llamas? -Saludamos igual a todas las que entran. -Soy Cristi.

Dicen su nombre, se sientan y tomamos la iniciativa sugiriendo a la clienta:

-Te sentaría bien el pelo corto destapando las orejas porque son muy lindas y pequeñas. Como tienes los ojos negros, te recomiendo unas mechas del mismo color.

-Prefiero el pelo largo y liso.

-Conchi, -la clienta se había presentado como Concepción. -ésta no es una peluquería clásica, no te ofendas. Somos asesoras de imagen, eres libre de dejarte guiar o marcharte.

En este caso concreto, la clienta se lo toma bien, pero no todas reaccionan así. Nosotras conservamos la compostura, no lamentamos que se marchen porque así sujetamos la sartén por el mango.

Pero ningún hombre, joven o adulto, ha entrado por la mañana. Paul es el primero, le giro dejando el espejo a su espalda, sólo se entera de que no le corto el pelo y le giro cuando acabo. No quise cortarle el pelo durante meses para que en este momento se parezca bastante a su ídolo John Lennon. Sólo le falta la barba, pero no quiso pasar por ese aro. A él no le puedo amenazar con el mismo ultimátum.

Se le ocurrió una nueva oferta para aumentar la presencia masculina. Regalar un segundo vale siempre y cuando sea usado por jóvenes varones. Cuando salen del colegio o instituto, los chicos llenan la peluquería. Al principio van cohibidos, pero nuestro buen rollo les conquista y desean volver pronto.

Algunas de las que se sintieron rechazadas inician una campaña de críticas que amenaza el éxito del negocio. Me acusan de indecente por mi vestuario y por no distinguir entre sexos. Como argumento a su favor, aluden que Paul y yo no vamos a misa. Ana Luisa sí, pero no vive en el barrio y los cotilleos no han llegado al suyo.

Menos mal que tenemos aliados.

-Buenos días.

-Buenos días, Gustavo. Te presento a Ana Luisa.

-Mucho gusto.

-Igualmente. ¿Te cambiamos de imagen?

-Lo siento, estoy chapado a la antigua. ¿Empezamos?

Señalo un asiento en la zona de espera y me senté enfrente: -Dispara. Yo seré la única en responder.

- ¿Cómo se le ocurrió esta idea? -En un tema tan grave no conviene que el lector sepa que hay confianza entre el periodista y la entrevistada, aunque lo intuya.

-No fue idea mía, vimos un negocio similar en Londres.

-Pero no son iguales las costumbres en un país protestante que aquí que somos católicos.

-Que no tengan la misma religión no significa que sean indecentes. Nosotras somos decentes.

- ¿Por qué esa ropa? -Gustavo resiste la tentación de bajar la vista, la mantiene en mis ojos.

-Es una simple señal de que éste es nuestro territorio, quien no le guste que no venga.

-Esa actitud puede ofender.

-No pretendo ofender, sino cambiar un negocio anticuado y lleno de prejuicios. Prefiero tener pocos clientes que opinen como yo a tener muchos e hipócritas.

Gustavo silba y toma aire antes de proseguir: -No sé si publicar esto último.

-Sin miedo. La sociedad está cambiando, puede que pasen unos años en los que muy pocos me comprendan, pero soy la primera y habrá más.

- ¿Cómo definiría su creencia religiosa?

-Creo en Dios.

- ¿Por qué no va a misa?

-Cuando mi marido y yo empezamos nuestra relación, la iglesia nos separó tres meses, sigo sin perdonarlo. Yo creo que si una pareja siente amor verdadero puede demostrarlo en privado. Sufrimos una penitencia por eso, seguí yendo sola porque era necesario para volver a vernos.

-Para acabar, ¿tiene miedo de que esta entrevista acreciente las críticas?

-No me importa lo que critiquen, lo que quiero que opinen de mí es que tengo las ideas claras. Mis disculpas a quien se sienta ofendido, no es mi intención.

No disfrutamos de vacaciones este verano. A pesar de la campaña difamatoria, la peluquería está teniendo éxito. La entrevista sirvió para que muchos jóvenes tuvieran curiosidad por conocer a esa mujer con ideas tan modernas. Ninguno de ellos y ellas se decepcionó al conocerme. Mi atractiva imagen y mi simpatía compensan el alto precio a pagar.

No pretendo menospreciar a Ana Luisa, es atractiva, eficiente y simpática, pero más tímida que yo. Tuvo un conflicto interno al principio, entre su fe y mis ideas. No quiso vestir el uniforme. Poco a poco, tomaba confianza conmigo, por mi trato y respeto a su fe. El calor del verano y mi confianza provocaron que vistiera el uniforme.

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A principios de Octubre, Paul ha recibido una notificación del Ministerio del Ejército. Lourdes le explica:

-La citación es para ir a tallarte. Te preguntarán si tienes algo que alegar y responderás miopía. ¿Quieres librarte de la mili?

-Pues sí, pero ¿es posible?

-Conozco a un oftalmólogo del Tribunal Médico.

El teniente coronel don Benito Buendía nos visitó un domingo por la tarde a la hora de la merienda. Paul sólo trabajó por la mañana y llevó a casa unos pastelitos de su inspiración con trozos de frutas. Algo que le encantan según le dijo Lourdes.

-Pablo, le felicito. Es usted un genio haciendo pasteles.

-Muchas gracias.

-Vamos al grano. Usted tiene cita para el 8 de Noviembre. Alegará miopía, recibirá una citación en el Hospital del Aire para mi consulta. No le examinaré y redactaré en el documento que tiene las dioptrías mínimas para ser declarado exento del Servicio Militar.

- ¿No teme usted que se descubra?

-No hay riesgo, soy el único oftalmólogo del Tribunal.

-Se lo agradezco. ¿Me aceptaría una tarta o lo tomaría como un soborno?

-La acepto.

-Le haré la tarta más grande que jamás haya visto. Con fresas y plátano.

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-Hola, Jose.

-Hola, Pablo.

-Perdona por no haberme puesto en contacto contigo, he estado muy ocupado.

-No pasa nada. ¿Qué quieres?

-Verte y charlar. Mañana tengo que ir a tallarme.

-Yo también, iré a las 10 en la calle Bocángel.

-Igual que yo, ¿te recojo en tu casa?

-Prefiero ir solo, para que no me vean salir de un Mercedes. Me han dicho que en el ejército conviene pasar desapercibido.

-Me has dado una idea, iré en el autobús y nos vemos allí.

-De acuerdo. Hasta mañana.

-Hasta mañana, Jose.

Paul llega cinco minutos antes, Jose ya está esperando. Se saludan y esperan. Le llaman antes y después a Paul. Jose no alega nada y él sí: le informan que le enviarán una carta certificada con la cita para el oftalmólogo. Fueron a una cafetería en la calle Alcalá.

- ¿A qué te dedicas, Jose?

-Sigo en el almacén donde mi padre trabaja de representante. Me han dado la mañana libre, pero yo prefiero ir ahora.

- ¿Sales los domingos?

-Por las tardes, conozco a un grupo de chicos y chicas, nos reunimos en un mesón del barrio de la Concepción. Charlamos, vamos al cine o a la discoteca. Lo típico.

- ¿Hay alguna chica especial?

-Sí, se llama Chelo. No te ofendas, se parece a Cristina, pero es tímida; como yo

-No me ofendo, eso demuestra que tenemos el mismo gusto.

-Tiene otro detalle peculiar, debo hablarle por su lado derecho, no oye por el oído izquierdo.

-Me alegro mucho por ti. Ya verás cómo, a partir de ahora, las cosas te irán mejor.

-No te pregunto por ti, eres famoso.

-Pero quiero seguir siendo el amigo de siempre.

-Lo sé, pero tengo la impresión de que vivimos en mundos diferentes.

-Jose, la vida es una carrera de fondo. No quieras llegar a la meta cuanto antes, vas por el buen camino, tienes un trabajo que es el motor y una chica que puede ser la gasolina que lo impulse.

-No estoy seguro de gustarle.

-No te menosprecies. Eres inteligente, sincero y formal. Sabes dónde buscarme, ve con ella un día que puedas

-Gracias, Pablo, eres un gran amigo. Me voy, el trabajo está a diez minutos de aquí.

-Toma esta tarjeta. Cris no te cobrará, ni a Chelo. Puedes hacer publicidad en el grupo.

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El Hospital del Aire está en la calle Arturo Soria, a sólo quince minutos de la pastelería, Paul va andando. Don Benito cumple con lo prometido de no examinarle. Rellena los datos del documento delante de él, lo firma y lo sella. Conciertan la entrega de la tarta, se hará con discreción para no despertar sospechas.

Paul asiste al Tribunal Médico. Varios mozos, esa es la denominación militar, esperan a ser llamados. Tiene la suerte de que el orden es alfabético. ¿Suerte? La verdad es que el Tribunal impone a pesar de saber la sentencia. Entra en la sala, debe permanecer firme frente a una mesa ocupada por cinco militares. Sólo reconoce a don Benito sentado el primero a la izquierda, quien no muestra ninguna expresión. El coronel sentado en el centro toma la palabra:

- ¿Es usted Pablo García Sevilla?

-Sí, señor. -El soldado que le guió hacia allí, le instruyó que sólo debía responder esas dos palabras cuando le preguntaran.

- ¿Alega usted miopía?

-Sí, señor.

El teniente coronel Don Benito Buendía entrega un documento al coronel, quien lee: -Este Tribunal Médico declara exento del Servicio Militar a Pablo García Sevilla. Puede retirarse.

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Aldo se merece una presentación más extensa. Su padre y Mario Ayuso son amigos desde que se conocieron en un periódico de Lima. El padre sigue trabajando en la rotativa y Mario redactaba en la sección de Cultura. No se puede desligar la lectura y escritura en periodismo y Mario se convirtió en escritor. Supo de un concurso de relatos breves organizado en Madrid, se presentó y ganó el primer premio. Por eso tuvo que viajar a España y encontró la oportunidad de ejercer como periodista en el periódico YA, donde conoció a Gustavo Rico y a menudo colaboran.

Mario es el padrino de Aldo, el niño heredó la afición por las plantas de su madre y aprendió todos sus secretos. Creció viendo a menudo a su padrino hasta que éste emigró a España, en la época en que Aldo estudiaba enseñanza secundaria.

Ambas familias seguían en contacto por medio de cartas a vuelta de correo, o sea, escribían y enviaban tras recibirlas.

Kathya es la hija de Mario. Ella y Aldo se conocen desde el nacimiento. Compartieron los primeros pasos, primeras palabras, el colegio y el instituto. En éste sintieron su atracción mutua.

Los ascendientes italianos de Aldo le legaron su larga estatura y aspecto. Piel clara, pelo castaño, ojos negros, nariz larga y labios gruesos.

Kathya es una chica morena, no muy alta, con ojos grandes color aceituna y otros rasgos habituales de sus antepasados indígenas. Aldo está convencido de que es la chica más bella que jamás haya visto.

La distancia no mermó su atracción, mantenían otra correspondencia exclusiva que intensificó sus sentimientos.

Por eso no es de extrañar que, cuando él finalizó sus estudios, decidiera ejercer sus habilidades botánicas en Madrid, cerca de su amada. Tuvo la fortuna de que su futuro suegro conocía a un jardinero a punto de jubilarse y sin hijos. Buscaba a un ayudante que le sustituyera cuando él llegara a su retiro. Se quedó admirado viendo trabajar al joven peruano.

Aldo conoció a Sebastián y asistió al entierro, se emocionó al recordar el buen trato que el militar le dispensó.

Nos hemos hecho buenos amigos, le invitamos a comer a menudo. Nos habla de su tierra natal y sus costumbres.

La joven pareja ha aprovechado que el invierno es poco propicio para la jardinería y que es verano en su país para celebrar allí su boda y las fiestas de Navidad de 1974.

Nos han invitado a su boda, pero no hemos podido abandonar nuestros negocios. Lourdes es la única que les ha acompañado, a su vuelta ha contado que disfrutó mucho porque allí las fiestas son más entrañables y divertidas que aquí.

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Laura y Valeria parecen más amigas que alumna y profesora. La niña disfruta mientras aprende cosas nuevas y la joven disfruta por su facilidad para aprender. Con solo treinta meses ya sabe sumar y restar.

No obstante la confianza entre ambas no impide que la disciplina ejercida por Valeria se imponga, Laura comprende la diferencia entre respeto y confianza.

-Val, me gustaría aprender inglés.

Me anticipo a la respuesta de la profesora:

-Laura, creo que aún eres pequeña. Deberías saber a fondo nuestro idioma antes de aprender otro.

-Discúlpame, Cristina, yo discrepo. Opino que Laura tiene suficiente capacidad para aprenderlo y que según vaya creciendo le sería más complicado. Creo que puedo enseñarle.

-Valeria, me has convencido, puedes enseñarle.

- ¡Qué bien! ¡Gracias, mamá!

No he querido dejar de ser madre para ser empresaria. Llevo a Laura y Ángel a la peluquería. Valeria imparte allí sus seis horas diarias de clase en turnos iguales de mañana y tarde. Debe andar algo más, pero lo hace con gusto.

-Hello, daddy. I love you.

-Hello, chispita. I love you too. ¿Do you speak English?

-Yes I do. Val is teaching me. Pero no me gusta que me llames chispita, ya no soy una bebé.

-Mientras seas mi única hija, te llamaré chispita.

-No es justo, ya soy grande.

-Cuando tengas una hermana, le llamaré chispita.

-It is alright, daddy.

Ahora disfruta con su hija mucho más que antes, se emociona y le satisface charlar con ella en inglés.

Laura también aprende peluquería observándome y a Ana Luisa, mientras Valeria no está, aunque no le dejemos practicar por ser tan pequeña.

Ángel también progresa, tiene la ventaja o inconveniente según se mire, de estar presente mientras Valeria enseña a su hermana; inconveniente porque le cuesta asimilar ciertas enseñanzas de su hermana. Su desarrollo mental es tan precoz como el de ella.

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Rafa ya no estaba contento donde empezó a trabajar. Tenía demasiada imaginación que no podía desarrollar en esa empresa, su labor consistía en repetir los mismos dibujos una y otra vez.

Dedicaba una parte de su tiempo libre en hacer copias de bocetos publicitarios que iba presentando en varias agencias. Pero varias de ellas tenían su plantilla completa y no aceptaban a nadie nuevo. Hasta que el esfuerzo tuvo su premio y una agencia de publicidad le contrató.

Ahora está satisfecho con su trabajo y ha decidido encauzar su porvenir. Nunca antes se planteó tener pareja. Compartía su tiempo libre con amigos, conocía a chicas pero ninguna tenía la simpatía y atractivo de una dependienta de pastelería y vecina llamada Noelia, a quien ya conocemos.

No podemos leer las mentes de Noelia y Rafa pero notamos detalles que expresan atracción mutua.

La agencia de publicidad está ubicada fuera de Madrid, en la población de Coslada. El problema es que el transporte público más cercano le deja a una distancia que tarda una media hora en recorrerla a pie. Por eso ha decidido obtener el carnet de conducir y comprar coche. Tardó menos de tres meses en lograr lo primero y ya tenía el vehículo con nuestra ayuda. Paul le pregunta:

- ¿Por qué no buscáis casa más cerca? Te lo financiaría sin intereses, tenéis toda la vida para pagarlo.

-Está cerca de mi trabajo. -Contesta Rafa y Noelia recalca:

-Adoro esa casa, porque tiene las ventajas de esta vuestra y no es tan grande. Tendremos intimidad, espacio y un jardín para nosotros solos.

-Pero estarás lejos de la pastelería o ¿has pensado en abandonar?

-Seguiré trabajando hasta que llegue el primer hijo. Hay un autobús que me deja a cinco minutos.

Yo, callada hasta ahora, intervengo:

- ¿Cuándo os casáis?

-No lo hemos planeado. Debemos esperar a que nos den las llaves y amueblarlo.

-Os regalaremos la habitación, por supuesto a vuestro gusto.

Me está saliendo un capítulo muy romántico. Quien menos esperábamos que se enamorase ha sido Jose, ya no sigue con el grupo de amigos por el rechazo de Chelo. Ni ella ni ninguno de los amigos pasó por la pastelería o mi peluquería.

Tiene una compañera de trabajo llamada Marilú que le gusta. Cada domingo merendaban en la pastelería. Jose confía en ella, Paul ha querido averiguar su futuro y no le ha gustado lo visto. Claro está que no le contó por qué pero le previno:

-Jose, Marilú me parece buena chica pero Cris no acaba de fiarse de ella, es mejor psicóloga que yo.

-Pablo, por favor. No somos iguales aunque hayamos nacido el mismo día. Tenéis vuestra vida resuelta y yo tengo que resolverla. Me dijiste que necesito una mujer y creo que la he encontrado. Dejadme vivir mi vida.

-No te ofendas, solo quiero ayudarte.

-No quiero tu ayuda. Adiós.

Salió de la pastelería y le dejó de una pieza. Paul, que siempre ha sabido la respuesta a todo, entonces se quedó con la sensación de haber metido la pata. ¿De qué le sirve saber lo que va a pasar si no puede ayudar a su mejor amigo?

¿Debió contarle todo lo que sabía? No lo hizo para que su amigo y su empleada no descubrieran su secreto. Jessica le animó:

-Calma, jefe. Es un imbécil desagradecido.

-Le mentí diciendo que me parecía buena chica.

-Tampoco me cae bien Marilú. Deja que lo descubra por sí mismo.

- ¿Qué le vamos a hacer? No espero que volvamos a vernos durante una larga temporada.

-Éste es el jefe que prefiero.

-Gracias, Jessica.

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