Crisis, ¿qué crisis?

La noticia del año es la creación de la Organización de Países Exportadores de Petróleo. Las empresas controlaban la producción y el precio, se llevaban los beneficios y dejaban las migajas a los países. Pero estos países toman la sartén por el mango creando la organización y poniéndose de acuerdo en reducir la producción y aumentar el precio. Provocan una crisis mundial solo comparable a la sufrida cuatro décadas antes.

¿Qué tiene que ver el petróleo con la pastelería? Mucho, el transporte y el embalaje dependen de la energía derivada del petróleo. Por lo tanto nuestras materias primas aumentan de precio.

Antonio y Paul han mantenido sus negocios por separado y sus precios están igualados.

—Pablo. Si mantengo el precio, pierdo dinero. Tengo un hijo que criar.

—No quiero subir. Aunque ahora gano menos, tengo más clientes.

—Sería mi ruina, porque mis clientes irían a la tuya.

—Te propongo un trato. Yo seré el propietario de las dos pastelerías y te pago un sueldo.

—Es una oferta muy generosa mientras dure la crisis, ¿sería para siempre?

—No. Volveríamos a esta situación o nos haríamos socios.

—De acuerdo, Pablo. Da gusto hacer negocios contigo.

No firman ningún documento. Un simple apretón de manos sella el trato.

La crisis produce el cierre de empresas y el consiguiente desempleo de padres de familia. Tengo una idea que Paul consiente para que la lleve a cabo.

Nos enteramos de padres de familia que perdieron su trabajo, por medio de amigos y empleados. Averiguamos su número de teléfono. Les llamo sin adelantar detalle que desvele mi intención y quedo con el matrimonio en su casa. La curiosidad por saber qué quiere la esposa del joven pastelero provoca que acepten. La ayuda consiste en un préstamo de dinero en efectivo, para preservar la privacidad del donante. Dicho más claramente, prestamos dinero contante y sonante para que el banco no se chive de quién ha prestado el dinero.

Cuando el beneficiario vuelva a tener ingresos económicos, empezarán a devolver el crédito en plazos asequibles y sin un céntimo de interés. La única condición que exigimos es que no cuenten a nadie quien les ayudó.

Gustavo se ha hecho eco de los rumores y visitó a Paul.

—Pablo, eres el candidato número uno, todos opinan que los préstamos son cosa tuya.

—Solo voy a contarte que jamás se me ocurrió esa idea, y no te miento.

—Pudo ser idea de tu esposa, ¿qué más da?

—Por favor, Gustavo. No me entrevistes, por nuestra amistad.

—Estamos en el ojo del huracán. A ti no te conviene que se sepa la verdad y yo tengo a mis jefes encima para que te entreviste.

—Confío en ti, inventa algo.

—Voy a quitarte el muerto de encima y se lo voy a cargar a alguien que no existe, tengo una entrevista con él en mi cabeza y me voy a casa para escribirla.

El día siguiente, el diario "YA" publica la falsa entrevista de Gustavo:

Mi interlocutor me llamó este mediodía para concederme una entrevista en exclusiva. Estamos en su casa, solos. No quiere que describa su aspecto ni ningún detalle que le identifique.

— ¿Cómo puedo llamarle?

— Llámeme Adrián, como el que se colgó.

 ¿A qué se dedica?

—Estoy jubilado y mi pensión es suficiente para mí solo.

— ¿Cómo ganó tanto dinero?

—Con la quiniela.

—Se rumorea que una madre joven es quien entrega el dinero.

—Prefiero no hablar de ella, ha sido muy amable ayudándome.

— ¿Por qué me ha llamado para esta entrevista?

—Veo injusto que Pablo sea el blanco de todos los rumores y quiero quitarle esta carga de encima.

—Adrián, ¿de qué conoce a Pablo?

—Soy un simple cliente suyo y le admiro.

— ¿Tiene familia?

—Prefiero olvidarles, no se merecen mi ayuda.

— ¿Por qué lo hace?

— ¿Cuánto me queda de vida, veinte años? No tendré tiempo para gastar todo y puedo ayudar a quien se lo merece.

— ¿Cómo puede estar tan seguro de darlo a quien se lo merece?

—Trabajé cara al público y pillo antes a un mentiroso que a un cojo.

—Adrián, muchas gracias. ¿Quiere añadir algo más?

—Sí. Quienes me conocen jamás creerían que sea yo quien da el dinero. Mi vida no ha tenido nada de generosidad y he descubierto gracias a Pablo la dicha de ayudar al prójimo.

Paul lee la entrevista con Gustavo sentado a su lado en una mesa de la pastelería, mientras desayuna y Paul toma un café con leche.

—Eres un mentiroso muy convincente. Deberías escribir un libro de ficción.

—Prefiero escribir la realidad, tal vez cuando me jubile...

Se calla y Paul pregunta: —...te jubiles ¿qué?

—Sé por experiencia que de nada sirve hacer planes. Nadie sabe que va a pasar.

Esta vez es Paul quien calla unos segundos y vuelve al tema inicial:

—Gustavo, muchas gracias por publicar esta entrevista, eres un gran amigo.

El periodista pone el dedo en la llaga: —Pablo, te pregunto como amigo, ¿cuál es tu secreto?

—Nos conocimos por mis sueños de los robos. Sigo soñando y sé lo que va a pasar.

—Pablo, te prometo que solo publicaré lo que tú quieras. —Le ofrece su mano, la toma, sellan el trato y aprovecha para despedirse.

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Laura es muy curiosa y con muchas ganas de aprender, tanto que yo, su madre, no puedo explicarle todo. Cuando Paul vuelve a casa, es el blanco de su interrogatorio. Menos mal que ya duerme en su habitación y no le acribilla a preguntas que le quiten el sueño. Paul y yo tenemos una charla en silencio para no despertar a Ángel.

"Paul, creo que deberíamos buscar una profesora particular."

"Creo que puedo enseñarle yo."

"¿Cuándo? No tienes tiempo."

"Durmiendo."

"Hoy nos han visitado un matrimonio vecino y su hija, Valeria. Éste es su último curso de magisterio. Le pregunté si le gustaría enseñar a Laura y aceptó muy ilusionada."

Valeria es una chica alta, morena, con grandes ojos negros, sonrisa atractiva y una voz dulce y decidida. Soy mejor psicóloga que Paul, opino que puede ser una gran maestra.

Valeria aprovecha el escaso tiempo libre que le permiten sus estudios, se maravilla por la precocidad de Laura. Comenzó enseñándole a jugar dibujando y pintando. En las primeras clases ya lo hacía perfectamente.

Continuó con juguetes educativos, rompecabezas y juegos de construcción. También tardó poco.

—Señorita, ¿me enseña a escribir?

—Laura, ¿cómo se hablan las amigas?

—Mamá dice que una profesora y su alumna deben hablarse de usted.

Estoy también en el salón, contesto:

—Laura, educar es una labor tan maravillosa que Valeria merece todo el respeto, debes obedecer todo lo que te pida.

—Sí, mamá. Vale, ¿me enseñas a escribir?

—Será un placer. Hay cinco vocales: ...

Laura escribe su primera letra, la a, con solo dieciséis meses.

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Escuchamos por la radio a Carlos Tena hablando de un grupo llamado Pink Floyd, son casi desconocidos en España porque no tuvieron ningún número uno. Interpretan rock psicodélico influido por las drogas. Tienen en gran parte de Europa una legión de seguidores que opinan que este disco es el mejor que han compuesto. Como muestra pincha la canción "Money". Paul se queda hipnotizado por el sonido de la caja registradora, el bajo, la guitarra, el saxofón y la voz. Comprende algunas frases sueltas como "El dinero es la raíz de todo el mal del mundo".

Una mañana que visito a Ana, veo cerca de su casa una tienda de discos. La primavera es agradable y paseamos. Aún no sabía el regalo para Paul, veo en el escaparate un disco con fondo negro, un rayo ascendente hasta un triángulo y, al otro lado, un arco iris descendente. Sin letras, una rara sensación me dice que lo he encontrado. Entramos y pregunto:

—Disculpe, ¿el último disco de Pink Floyd?

Enseña el mismo disco que vi en el escaparate y comenta: —Su título en español es "El lado oscuro de la Luna".

—Lo quiero, envuélvalo para regalo.

—Muy buen gusto, este disco es una maravilla.

Lourdes guardó el disco en su habitación, único sitio donde Paul no posa sus pies. Hoy, decimoctavo cumpleaños de Paul y vigésimo mío, se ha tomado el día libre. Por la tarde, tras la marcha de los invitados y en la tranquilidad de la siesta, oímos el disco entero.

Paul sólo escucha noticias en el trabajo, porque le distraen menos. Nunca oyó nada de este grupo hasta hace pocos días en la radio. No es de los que se entusiasman con la primera audición, suele necesitar oírlo varias veces. Este disco le conquista a la primera. Posee un sonido espacial mezclado con relojes, cajas registradoras, explosiones, chillidos, risas, etcétera. Provoca un deja vu que trae recuerdos del futuro. Este deja vu le hace entender las letras sin leer el libreto del disco.

"Y te encuentras con diez años más encima de ti. Nadie te avisó cuando empezar a correr, te perdiste el pistoletazo de salida". Casi diez años en Madrid, éramos unos críos y ahora tenemos dos hijos.

La última canción de la cara A tiene voz masculina al principio y cuenta que no tiene miedo a morir. A lo largo de la canción unas voces femeninas susurran y chillan, a veces melancólicas, a veces sugerentes, a veces subidas de tono y siempre emotivas. Lo escuchamos extasiados sentados en el sofá, mirando nuestros húmedos ojos.

Esa noche, en la cama, no precisamos volver a oír la canción. Los susurros están grabados en nuestras mentes. Nos dejamos llevar por su sensualidad y ritmo lento, disfrutando cada segundo. Le pongo algo.

"¿Qué es eso?"

"Un preservativo. No quiero estar siempre embarazada."

"¿Cómo lo has conseguido?"

"La farmacéutica es amiga mía."

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Dicen que la crisis puede ser una oportunidad. Es cierto en nuestro caso, el autobús número 70 une el barrio de San Blas con la Plaza Castilla, pasa por Arturo Soria y tiene una parada junto a la pastelería. Paul pone en el escaparate carteles con precios baratos y siempre hay nuevos clientes que entran por el precio y vuelven por el buen gusto y la simpatía de Jessica. No podemos quejarnos aunque los beneficios hayan disminuido. Nos conformamos con sacar lo suficiente para los gastos.

A pesar del éxito de clientes, los beneficios no bastan para mantener a nuestra familia. Si no fuera porque en casa tenemos ingresos extras, habríamos necesitado sacar dinero del banco.

Sacamos todos los libros de la biblioteca, vendimos algunos, regalamos otros y guardamos el resto en la gran librería.

En lo que fue la biblioteca colocamos un espejo, un lavabo, un sillón giratorio y un secador de pie. Hice como mi abuela Cris, empecé con los residentes en casa, continué con los vecinos cercanos y ahora la visitan varios vecinos. Investigué los precios de las peluquerías cercanas. Cobro menos que ellas, pero más que lo que cobraba mi madre en el Barrio del Pilar.

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Volvemos al Barrio del Pilar como invitados de boda. Domingo 24 de Junio, 12 en punto, Parroquia de la Virgen del Val.

Paul, Laura, Ángel y yo llegamos a las 10 a la casa de Laura. Solo yo entré en esa casa con anterioridad. Parece increíble que quienes tanto nos criticaron en el pasado, nos reciban con una sonrisa y un trato como si siempre hubiéramos sido grandes amigos. Hay un detalle que para ellos tiene una gran importancia: hemos ayudado a que su hija tenga casa y un negocio propio.

— ¡Hola, Laurita! —Saluda la madre con una sonrisa de oreja de oreja. — ¡Hola, Angelito! —Ninguno de mis hijos está acostumbrado a ser nombrado con diminutivos, pero Laura reacciona bien influida por mí:

—Buenos días, doña Pura.

—Eres un encanto de niña, llámame Pura a secas.

—Como usted quiera.

Entro con mi amiga Laura en su cuarto para hacer mi labor.

Don Armando no es tan cordial como su esposa, pero sí es atento:

—Pablo, ¿quiere tomar algo?

—Sí, pero no suelo beber alcohol por la mañana.

—Buena costumbre. Pura, sírvenos un café con leche.

—Sí, Armando. Laurita, pareces una niña muy despabilada, ¿vienes conmigo?

Nuestra hija consulta a su padre con la mirada y consiente. Don Armando le pregunta:

— ¿Podemos hablar de hombre a hombre?

La pregunta le asusta, pero también le halaga porque es menor de edad.

—Desde luego, don Armando.

—Para ser tan joven, es usted hábil para el dinero y los negocios. Quisiera pedirle un consejo. Alguien me ha dicho que el momento ideal para invertir es cuando las acciones están bajas. Como ahora que estamos en crisis. ¿Usted que haría?

—Prefiero invertir en lo que controlo y conozco bien, como mi pastelería. Por eso desconfío de la Bolsa, lo veo como jugar a la lotería o la quiniela.

—Tiene usted la cabeza muy bien amueblada. Mi amigo insistió en que no hay pérdida, yo también desconfiaba y ahora tengo claro que no voy a invertir.

Siguen charlando de temas económicos hasta que su esposa trajo los cafés y unos pastelitos con nata. Toman tanta confianza que cuando salimos del cuarto ya se tuteaban.

Laura tiene el pelo estirado hacia atrás y arriba con una larga trenza enroscada en espiral haciendo un moño en la coronilla. Produce un efecto que alarga su rostro casi esférico.

El maquillaje broncea ligeramente su piel clara y resalta sus ojos con un tamaño no muy grande, sus labios con carmín rojo intenso y con destellos plateados. Un velo de tul transparente cubre sus ojos.

Lo mejor es el vestido de muselina blanco y bordado con rosas también blancas. Escote con tirantes y sin mangas, ceñido hasta la cintura y suelto hasta los pies. Con guantes del mismo tejido y largos hasta el codo.

Paul nunca ha visto tan guapa a Laura y no la habría reconocido si no la hubiera visto antes de la transformación.

Salimos a la calle todos excepto la novia y su padre que hace de padrino. Marcos ya tiene adornado nuestro coche con lazos y cintas. Vamos andando hacia la iglesia.

Marcos para frente a la entrada, rodea el coche y abre la puerta trasera derecha. La novia y su padrino salen entre la ovación de quienes les esperamos.

Entramos, la iglesia está llena, nos paramos, Pura agarra el brazo libre de Paul y nos guía hasta la primera fila, donde nuestros asientos están reservados.

Ramón aparece, nos sonríe a modo de saludo, le correspondemos y comienza la ceremonia. Paul y yo recordamos los tiempos de creencia y rezamos como cualquier devoto. Pero no comulgamos. Tras finalizar la misa, se acerca.

—Pablo, Cristina. Me alegro de volver a veros.

—Sigues como antes, Ramón. —Responde y añado:

—También nos alegramos. Me ha gustado la misa.

—Tenéis unos hijos preciosos. Me hubiera gustado bautizarles.

Contesto: —La sociedad es un rebaño del que no conviene salir. Están bautizados.

—Pero vosotros habéis salido del rebaño.

Sigo: —No juzgues por nuestros últimos meses en este barrio. Vivíamos tiempos muy duros que debilitaron nuestra fe.

—Pablo, ¿tenéis fe?

—Sí, en Jesús y la vida eterna.

—No quiero discutir, dejémoslo así.

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Laura y Aurelio inauguran "Viajes Gea" el 2 de Julio. No se ve desde la calle, por eso pusimos un rótulo luminoso de la agencia en la fachada de la pastelería.

Como oferta de inauguración damos un vale descuento a cada cliente interesado. Cada vale no tiene límite de tiempo y lo pagamos en efectivo a Aurelio o Laura.

La oferta produce que los vecinos salgan de vacaciones y el barrio se queda casi desierto. Tanto que nos planteamos muy seriamente cerrar por vacaciones.

—Ceuta. —Insiste Paul.

—Londres. —Insisto yo.

—Cris, tú no sabes inglés y no es lo mismo oír unas canciones que hablar con alguien, me enteraré de muy poco.

—No te menosprecies. Estoy segura de que te enterarás más de lo que imaginas. Y nos puede servir para aprender algo.

—Hay otra cuestión. En Ceuta tengo tíos y primos que pueden cuidar de Laura y Ángel. En Londres no.

—Iremos a Londres tú y yo solos.

—Mi diosa ha dictado sentencia.

El tiempo no existe en Gea. Jesús nos presenta a alguien que vendrá el 18 de septiembre: John Ronald Reuel Tolkien.

—Es un honor conocer a mi escritor favorito.

—El honor es mío. Te gusta el inglés y quieres aprender, yo seré tu profesor.

En Gea siempre nos hemos comunicado con pensamientos e imágenes. Por primera vez Ronald y Paul lo hacen con palabras en inglés. Pasan juntos y solos lo que me parece una eternidad. Mereció la pena esperar.

—Ronald, voy a Londres y quisiera verte antes de que vengas.

—No estoy bien de salud y prefiero no recibir visitas.

—Te obedezco.
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Laura y Aurelio se encargan del viaje en avión y la reserva de hotel. Está cerca de Picadilly Circus. Paul se desenvuelve bien en inglés, como si lo supiera de toda la vida. El primer día fue programado por Laura para llegar antes de la hora de la comida. Por la tarde paseamos por la emblemática plaza, donde vemos un estilo de peluquería que no existe en España.

—Paul, ¿qué significa unisex?

—No lo sé, ¿preguntamos?

—Vamos, yo seré la clienta.

Ahora, cuando empiezo a escribir la experiencia, ya no me parece tan divertida, sino complicada de explicar.

Saludamos en inglés. Paul habla en el mismo idioma, yo le entiendo porque sé lo que piensa, pero no sé escribirlo.

—Somos españoles, mi esposa entiende, pero no sabe hablarlo.

Un joven con ademanes casi femeninos y que no quita ojo de Paul responde:

—Muy bien. ¿Qué desean?

Contesto, en español, claro. Paul traduce sobre la marcha:

—Sólo yo, cortar un poco y teñir de rosa.

El peluquero es hábil, rápido y parlanchín:

— ¿Cuáles son vuestros nombres?

—Él Pedro y yo Cristina. —Miento porque noto su atracción a Paul.

— ¿Es la primera vez que vienen?

Dejo que responda:

—Sí, estábamos paseando y nos llamó la atención la palabra unisex.

— ¿No saben qué significa? Es una moda vigente los últimos años, vale igual para chicos y chicas.

Paul se siente cohibido por sus miradas furtivas, nos callamos, pero él vuelve a la carga:

—Pedro, con esas gafas te sentaría muy bien el pelo rubio. Os haría descuento por atender a los dos.

—Lo siento, sólo dejo a mi esposa que me toque el pelo, es peluquera.

— ¡Oh! Una colega. Parecéis muy jóvenes para estar casados.

—Tenemos veinte años.

Esta vez Paul miente como yo, a medias. Después desvía la conversación a música, empezando por Pink Floyd. Así hasta que nos despedimos.

—Paul. ¿Qué te parece?

—Te veo rara con el pelo rosa.

—No estamos en España. Fíjate en la gente, nadie me mira como si fuera un bicho raro.

—Vale, pero no estaremos aquí para siempre.

—Me lo teñiré yo misma el último día.

Pasamos delante de un cine. La película proyectada es "El Exorcista".

—Me gustaría verla.

—Cris, ¿desde cuándo te gusta el cine de terror?

—Quiero vivir experiencias que no son posibles en España.

El horario no coincide con nuestros planes. Compramos las entradas para la sesión nocturna, tras la cena en el hotel.

Salimos impactados, el terror puede llegar a ser atractivo. La película tiene un ambiente oscuro y envolvente. La presencia del diablo, aunque ya no exista, se manifiesta sin que aparezca. La música es hipnótica, sobre todo un piano con un tema repetitivo que nos atrajo desde la primera nota y nos produjo otro deja vu del futuro.  Hicimos el amor para espantar al demonio. Dormimos y viajamos a Gea.

Amanece el segundo día. Tras la ducha, el abundante desayuno inglés en el restaurante: zumo de naranja, huevos fritos con bacon y patatas y café con leche con plum cake. Paul se entera de todo lo que oye.

—Paul, voy a decirle a Merche que te haga huevos fritos.

—Ni se te ocurra. Sigue sin gustarme, pero lo puedo tragar con otra cosa.

Paseamos por los sitios emblemáticos de Londres. Entramos en Harrod's para ver la moda que se lleva. Solo compro dos minifaldas. Él no se sorprende porque sabe la misión de estas prendas.

¡Qué cómoda es la tarjeta de crédito! Antes del viaje consultamos en el banco la mejor manera de llevar dinero. La tarjeta está asociada a nuestro crédito y el único límite es el establecido por el gobierno español para gastar en el extranjero: Cien mil pesetas.

También compramos en la sección de discos. Vimos discos anteriores de Pink Floyd, escuchamos algunos con los auriculares y elige el disco "Meddle". Paul pregunta a la dependienta en inglés:

— ¿Hay una banda sonora de "El exorcista"?

—Sí, ven conmigo. —Nos lleva a la zona correspondiente y lo enseña. Lo oye con los cascos, distingue la parte que nos gusta como "Campanas tubulares" de Mike Oldfield. Lo busca, lo encuentra y lo compra porque el resto de la banda sonora no nos atrae.

Londres es una ciudad enorme y fascinante. Comparado con el Támesis, el Manzanares parece un arroyo. Tuvimos la impresión de estar en una ciudad con personalidad propia, cuyos habitantes adoptan esa personalidad. No quiero decir que todos sean copias del mismo modelo, sino que tienen el mismo estilo. Por poner un ejemplo, la elegancia se muestra en los edificios, las calles y las personas.

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