Día 1 | "Febrero sin nadie" |

Febrero.2217

...Creo... creo que ya encendió...


¡Sí, por fin conseguí que encendiera este cacharro!

Ahora bien, tengo que ver si esto funciona.

¿Probando, probando...?

Diablos, no tengo idea de cómo saber si esta cosa está grabando. Bueno, tengo que arriesgarme... ¿no?

Bien, comenzaré... pero ¿por dónde?

Llevo unos cuantos minutos pensando y no se me ocurre nada. Lo mejor será informar mi situación.

Desde hace algunos meses no encuentro, ni veo ni mucho menos tengo contacto con algún otro ser humano. ¡Vamos! ¡Ya hasta empiezo a hablar solo! ¡Siento que me estoy volviendo loco!

Por esta misma razón he decidido hacer esto. Bueno, aparte de que hace unos cuantos días encontré la grabadora en la trastienda de esas clásicas tiendas de conveniencia, lo cual me pareció un poco extraño.

Como decía, decidí comenzar a narrar mis experiencias, como si este fuera mi "diario" personal... no espera, esa palabra suena demasiado afeminada, demasiado tonta. ¿Cómo llamar a esta cosa?

Lo más cercano sería bitácora porque involucra experiencias y eso... Sí, bitácora me suena bien, me gusta. Mucho mejor.

Prosigo con mi historia, que es un poquito larga...

Aunque desgraciadamente no tengo mucho tiempo para contar qué ha pasado, pero si por casualidad alguien está oyendo estas notas en un futuro, posiblemente ya me esté convirtiendo en hidrógeno y polvo de estrellas. Y no, no soy un exagerado, es la verdad; la más completa y pura verdad, porque en este mundo uno ya no tiene esa completa certeza de si despertará al día siguiente o si estas son sus últimas palabra.

Bien, ya para este punto te estarás preguntando, ¿de quién es esta hermosa y melódica voz, la cual, se queja de cada cosa que ha pasado y suelta tremenda vomitada de tonterías?

Me llamo Afar Assaf y negativo, sí escuchaste bien mi nombre.

Ahora lo estás pensando, ¿un nombre poco común, verdad? Pues no tanto, si lo ves desde mi punto de vista. Mis abuelos tenían raíces árabes, pertenecientes a lo que anteriormente era considerado "Egipto". Así que mis padres optaron por llamarme así porque lo consideraron como una buena forma de honrar a sus antepasados.

Vale, en qué me quedé, amm ya, ¡ya recuerdo! Tengo veintisiete años y nací en Nuevo México. Y no, no soy del "New México" de E.C.A¹, sino del país conocido en el siglo veintiuno como México².

Y por si alguna extraña razón estuviste en una cueva en los anteriores tres años, o estuviste en una colonia humana sin acceso a las noticias de la Tierra, pues te explicaré que ha ocurrido.

La humanidad es de esas especies que siempre ha tenido la bendita o maldita suerte, dependiendo del lado que lo veas, de sobrevivir a cada holocausto que se nos ha venido encima.

Desde la caída del capitalismo por parte de Estados Unidos de América —el cual he de decir, que aquel presidente naranja fue la primera causa de este hecho—, la posterior ascensión del comunismo y la conversión a Estados Comunistas de América a mediados del siglo pasado —o siglo veintidós por si están perdidos—; hasta la emocionante e innecesaria "Tercera Guerra Mundial" o como yo le digo «La inútil, tonta y enorme guerra atómi-intracelular"»³. Lo sé, soy bastante original al hacer esta declaración; pero vamos ¿una guerra por controlar uno de los países con acceso a ambos mares?, hubiera sido mejor que hicieran tratados, realizar un canal o yo que sé.

También, desde un primer contacto alienígena fallido por nuestra increíble carencia de conocimiento sobre especies, tratados y física espacial; hasta la tan esperada infección en el siglo veintiuno —lo sé, nuestros antepasados eran demasiado estúpidos para querer un evento de estas proporciones—, causada por la mordida de una de las razas experimentales de la genética de los Laboratorios Stellar y créanme que cuando les digo que casi no salimos de esta—.

Me atrevería a decir que somos una de las especies más saladas en todo el multiverso; pero mierda, sorprendentemente también tenemos una suerte que no es ni medio normal.

Creo que todo esto hizo que surgiera nuestro sentimiento de invencibilidad.

Uno de los sentimientos que todas las especies tienen cuando están en la cima de la cadena alimenticia. Era nuestra falsa indestructibilidad; solo por el hecho de haber enfrentado retos, mejor dicho, amenazas en las que casi la mayoría de las especies hubieran perecido; diseñando estrategias para todo, cualquier ataque posible, cualquier amenaza por más mínima que fuese... sentíamos que la humanidad podría acabar con ella.

Falacias, puras mentiras. La humanidad no estaba preparada para todo, no estábamos preparados para lo que llegó después, para "eso" que estamos viviendo actualmente.

Para toda la jodida de vida que tenemos día tras día.

Todo inició hace tres años.

No tenemos mucha idea de qué fue lo que ocurrió.

Pero sí tengo lo que dijeron en las noticias y lo que me enseñaron.

Los científicos decidieron explorar con alguna nueva tecnología —en este momento no recuerdo el nombre—, en las famosas cuevas glaciares de los polos, y se dieron cuenta de algo. El núcleo de la Tierra estaba calentándose, ocasionándose lo que hasta hace poco llamábamos "Calentamiento Global", el cual, nosotros empezamos a provocar con desde que las primeras fábricas que usaban combustibles fósiles, de esas que eran utilizadas en el siglo XIX y que, en nuestra ya vieja actualidad, a pesar de todas y cada una de las estrategias, de todas nuestras campañas para prevenir algún cataclismo, de muchísimos inventos que logramos revertir momentáneamente este fenómeno, y todavía más increíble, que nuestro propio sistema respiratorio evolucionara para soportar aquella terrible descomposición del aire en la Tierra.

Porque algo realizaron, algo trataron. Algo que les salió mal; que ni nuestra avanzada tecnología y conocimiento casi infinito sobre el Universo, ni los científicos más notables del planeta, ni las colonias especializadas en otros cuerpos celestes en otras galaxias, que en múltiples ocasiones nos salvaron, esta vez no pudieron... porque nosotros llevábamos cosechando este desastre desde hace más de tres siglos; no supimos valorar las campañas y esfuerzos que hacían los gobiernos para frenar el proceso de auto-sanación del planeta... aunque fuera destructivo.

¡Carajo! Hasta cuando nos ponían vídeos en la secundaria sobre eso. Muchos de mis compañeros decían que era pura ciencia ficción, ¡que no podía existir! ¡Idiotas! Es como si hubiera salido de una de esas leyendas urbanas de terror que contábamos cuando éramos jóvenes alrededor de una fogata a las doce de la madrugada.

Cambiaron algo en el clima y en la atmósfera del planeta, para que, finalmente despertara algo mucho más peligroso.

Y esto lo sé, porque yo era un maldito estudiante de Ingeniería con especialización en el módulo de Física MorfoClimática.

Cada día, bajo mi cabeza y me quedo mirando un punto y me pongo a ¿pensar? Supongo, y siempre llego a la misma conclusión. Maldigo el día en el que me fui de mi propia casa, me alejé de mi familia y traté de ingresar a la Universidad, a esta estúpida carrera. Una carrera que según yo, ayudaría a tratar de mejorar y cambiar el mundo.

Y no tengo idea si mi familia sobrevivió desde el inicio de toda esta mierda. ¡Por Alá! Desearía tanto tener alguna noticia de mi familia, y daría hasta mi propia vida para tenerlos ahorita a mi lado, o tan siquiera su voz.

Pero a cambio tuve a alguien que se volvió importante desde mi primer día en la Universidad: mi mejor amigo, John.


Lo conocí de una manera bastante graciosa y torpe si puedo añadir, que digo si puedo, ¡tengo todo el derecho de decir que fue una manera demasiado estúpida de conocer a alguien!

Era mi primer día de clases, hacía el mayor esfuerzo para sostener mis gafas de pasta sobre el puente de mi nariz —tuve miopía durante unos años, luego me operé— y hacía un equilibrio inhumano para sostener mis libros gratuitos que me regaló la Universidad.

Miraba el plano de la Universidad en busca de la Facultad de Ingeniería, y sin darme cuenta choqué con algún tronco humano y mis libros encontraron un final fatal.

Cuando mi trasero chocó de una manera estrepitosa, solo pensé en decirle alguna grosería o mala palabra que supiera que debía tener cuidado conmigo, es verdad, la culpa era mía, pero ¡vamos! Soy hombre.

Elevé mi mirada para observar a la persona que me derribó, pero fui cegado por una figura un poco más alta que yo, con sus manos encerradas en sus bolsillos delanteros del pantalón de una manera despreocupada.

¿Estás bien? —Fue lo que me había preguntado aquella vez; su voz era demasiado juvenil, y tenía un toque de despreocupación. Instintivamente él se agachó para ayudar a recoger mis libros.

Era un hombre caucásico de un metro ochenta de estatura, de casi veinte años; con una cicatriz sobre su ceja derecha y una sonrisa de oreja a oreja que transmitía confianza. No pareciese una persona mala, en lo absoluto, y tampoco que fuese tan serio y racional.

Si, sí estoy bien respondí mientras metía cada libro en la pequeña mochila que llevaba aquel día—. Perdón por chocar contigo.

No te preocupes. —Me ofreció su mano para incorporarme. Yo la tomé—. Parece que estás buscando la Facultad de Ingeniería, está atrás de la Facultad de Química. Cruza aquellos edificios y sigue la carretera. La verás al lado de la Escuela de Idiomas —explicó, señalando el camino que debía recorrer—. Pero, si quieres, te acompaño, yo también debo ir en esa dirección.

Gracias, pero puedo solo añadí, entretanto limpiaba mi pantalón.

Soy John. —Se presentó, estirando su mano, dándome la impresión de que estaba ignorando mi reacción.

Y quién diría que aquel tipo se convertiría en mi mejor amigo, o peor aún, que fuéramos compañeros de habitación en la residencia.

Si tan solo hubiera sido distinta nuestra relación después de casi seis años de conocernos.

Como dije, cuando inició todo esto, yo estaba con él.

Y recuerdo perfectamente cada instante y suceso de aquel día.

Era uno de esos días en los que yo no tenía clase, y John sólo tenía que concentrarse en realizar su "Tesis", porque él ya estaba por titularse en su especialidad. Yo estaba viendo televisión, haciendo zapping.

Un estruendo se oyó a lo lejos, pero no le dimos demasiada importancia, ya que, podría haber sido cualquier cosa.

Después de unos cuantos minutos la Tierra se cimbró, como si estuviera ocurriendo un terremoto; instintivamente nos refugiamos en los pilares de seguridad, y mantuvimos la calma.

Pasó muy rápido aquel supuesto movimiento telúrico. Pero siguió lo peor.

La luz se apagó, y no solo me refiero a la luz eléctrica, sino a la del planeta. Unas increíbles nubes cubrieron aquel fantástico día, y una densa y triste niebla envolvió toda la explanada.

Sentimos como perdíamos la alegría, de una forma muy notable.

Luego llegaron los gritos; unos horribles y penetrantes gritos humanos, que si no hubiéramos estado juntos, habríamos sido capaces de salir a ayudar, pero una mirada bastó para asegurarnos de que no era lo más conveniente.

Después llegaron los enormes truenos y rayos azules que chocaban con el pavimento.

La explosión de uno de los ventanales provocó que nos desmayáramos.

No supimos cuánto tiempo estuvimos dormidos, sin consciencia. Al despertar, traté de comunicarme con mis padres, tomé mi celular y cuando trataba de marcas la línea estaba muerta. Mientras tanto John encendió la jodida televisión, y jamás olvidaré su expresión.

La cara de aquella persona fuerte y confiable, de la persona más racional y calculadora de toda la existencia, rompió en llanto debido al cúmulo de tanta tristeza.

La televisión estaba muerta y desconocimos, y sigo desconociendo, el porqué.

Nos encerramos asustados, fuimos presas del pánico. Los gritos siguieron los próximos cinco días, sobrevivíamos con la poca comida que compramos días antes.

Pronto nuestro alimento empezó a escasear y tuvimos que buscar en los departamentos vacíos, luego los otros pisos, y por último, el lobby.

Éramos los últimos seres vivos en el edificio.

Nos armamos de valor, hasta que por fin, decidimos salir a sobrevivir. Entonces, conocimientos de Física MorfoClimática, me llevaron a bautizar a lo que vi como "La Tormenta".

Y así pasamos los años, sobreviviendo a todo lo que se nos puso en el camino.

Pero La Tormenta nos separó, y desconozco si John sigue vivo. ¡Espero que sí!

Mierda, ¿a quién quiero engañar? John está muerto. ¡Todos estamos muertos!

Diablos, parezco un loco al estar hablando para una grabadora. Quiero reírme de esta patética situación, pero no puedo, ya no hay risas.

Hoy se cumplen cuatro años... cuatro años en completa soledad.

¿Que cómo lo sé "Kitty"? Bien te lo responderé. Afortunadamente toda nuestra tecnología funciona a base de los rayos solares o de cualquier fuente de energía ya existente, y como siempre he tenido mi "Reloj-Comunicador", que me regaló... una... una amiga cuando supo que entré... sí, cuando entré a la Universidad, puedo darme el lujo de saber el día en el que estoy y que justamente es febrero.

No estoy en condiciones de poder seguir narrando por hoy; se acerca la noche, y no tengo un lugar tranquilo ni cerrado donde dormir. Espero tener pronto un poco de tiempo, además de un lugar seguro donde poder seguir contando mis anécdotas.

Suena bastante gracioso decir "anécdotas", me siento una celebridad.

Daría risa si no tuviera que seguir moviéndome para sobrevivir en un nuevo febrero sin nadie.

¡Afar, fuera!

Acotaciones:

(¹). Siglas de Estados Comunistas de Estados Unidos.

(²). A finales del Siglo XXI la sociedad mexicana armó una Segunda Revolución ante el maltrato del partido político denominado "PRA".

(³). Las bombas atómicas y sónicas fueron mejoradas hasta el punto de llegar a afectar directamente las células humanas, sin afectar a los demás organismos como lo son las personas físicas u otro ser vivo.

¡Iniciamos! ¿Les gustó el cambio del primer día? Ha sido una locura volver a realizar esto.

¡El siguiente día se publicará el 10 de marzo! Si todo sale bien, quizás y lo adelante para el miércoles.

Espero que les guste esta nueva versión, porque Afar lo está.

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¡Farewell!

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