Capítulo 1
Asuia abrió los ojos, parpadeó un par de veces mientras la lucidez disipaba los pocos recuerdos de lo que había soñado, y se incorporó en la cama intentando no despertar a la chica que dormía a su lado, Gemma. Otra vez habían pasado la noche juntas. Desde que Asuia tenía su apartamento propio, tenía mas libertades que en el Instituto de Formación Básica, y a decir verdad, Gemma era una de sus compañías favoritas. No sólo en la cama, Gemma era buena compinche, se entendían bastante bien. Caminó hasta el baño sin hacer ruidos, y pronunció bajito:
—Cerrar.
La puerta se cerró. Se quedó un rato observando su reflejo en el espejo mientras desenredaba su cabello. Tenía una melena larga, lacia y lila, color que llevaba hacía varios años. Luego de terminar, se acercó aún más y notó una espinilla que ayer no estaba. No soportaba la idea de esperar a que se curasen solas, y tampoco tenía gran paciencia para andar realizando tratamientos faciales.
—Zoom en la cara.
El espejo agrandó la zona del rostro, y ella examinó de qué se trataba su espinilla de mentón. Decidió explotarlo luego de tomar un baño: el calor y el vapor harían la tarea más sencilla. A escasos centímetros de distancia, en el cuello, tenía el moretón fresco de un beso. Pensó que luego lo cubriría con maquillaje, otra vez. No es que importase en absoluto, pero a ella simplemente no le gustaba andar con un moretón.
Se dió una placentera ducha de unos 20 minutos. Disfrutaba mucho de quedarse bajo el agua caliente con la mente perdida, sobretodo cuando se levantaba muy temprano, como hoy, que tenía tiempo de sobra antes de ir a trabajar.
Al terminar salió de la ducha, se posó sobre una alfombrilla y pidió la toalla. Se abrió una puerta del armario que estaba a su lado, de la cual se extendió una barra con una toalla blanca colgada. Mientras se secaba olió tostadas: Gemma preparaba el desayuno.
Envolvió su melena con la toalla, explotó rápidamente la espinilla, la cual según pensó, afortunadamente no presentó ninguna resistencia y salió del baño con una sonrisa.
—Buenos días, bella, ¿dormiste bien?
—¡Buen día As! Me he tomado el atrevimiento de tostar el pan que te quedaba en la alacena. —respondió Gemma también sonriendo.
—Ay, por favor, si tú no eres atrevida. ¿No estaba viejo? No recuerdo de cuando es.
—Pues feo no está —dijo mientras masticaba y la tostada crujía entre sus dientes—, creo que lo dejé yo, anteanoche.
—¿Ves? ¡Por eso no sé lo que tengo en la alacena!
Ambas desayunaron mientras comentaban sus actividades para el día. A Gemma le tocaba trabajar también, y luego unas horas de capacitación. A la nochecita había quedado con unos amigos.
Aunque parecía seguir escuchándola, Asuia ya había dejado de prestar atención. En realidad estaba contemplando lo bonita que era. Gemma sí que era linda, no sabía qué le gustaba más de su cara, probablemente sus ojos. Eran de un verde acaramelado, coronados con unas pestañas que parecían mariposas. Su cabello era largo y naturalmente negro, nunca se lo había teñido. Tenía ondas que cuando estaban sobre la almohada, parecía petróleo derramado. Gemma sobre la cama era una sexy ninfa de porcelana rodeada de petróleo. Asuia sonrió con ésta idea en mente. Por supuesto que sabía lo que era el petróleo, aunque fuese una referencia bastante extraña, ya que lo había visto en imágenes y si alguna vez se hablaba de eso, era como concepto histórico. Pensar que había sido utilizado como combustible hacía centenares de años, en el Planeta Primario. Aquello parecía una locura.
—Hey, ya casi debo irme, que pasaré por mi casa. ¿Me trenzas el pelo antes?
—¡Claro! —Respondió Asuia disimulando el desconcierto al ser arrancada de sus pensamientos. Comenzó a trenzarle el cabello, mientras sus pensamientos remontaron otra vez. Primero reparó en su textura sedosa, en como fluía por sus dedos, y reafirmó la idea del petroleo. Gemma seguía hablando, ésta vez de uno de los nuevos tutores de la práctica a la que estaba asistiendo.
—Es súper guapo, luego te mostraré su perfil. Hoy tenemos una clase a última hora, y pensaba invitarle a salir con nosotros, iremos de nuevo al bar de la Costa Este, ese de los licores de colores, ¿recuerdas? ¡Si quieres ven!
—Tú lo que quieres es que vaya a hablar bien de tí, ¡para que te sea más fácil ligar con ese tutor, y llevártelo a tu casa!
Ambas rieron. Asuia pensó en que Gemma a veces no era consciente de lo bella que era.
—Vamos Gemma, si ese muchacho te ha visto, sin dudas quiere estar contigo.
Gemma se sonrojó. Asuia se acercó y le dio un suave y fugaz beso en los labios.
—De veras, no me necesitas ahí. —Volvieron a reír.
—Qué tonta eres... está bien... —Dijo Gemma con timidez forzada, mientras tomaba sus cosas y se dirigía a la puerta.
—Luego te enviaré fotos para que me ayudes a decidir qué carajos me pongo.
—Ehhh... ¡Te lo digo ya! La blusa verde escotada, o el vestido negro escotado, ese que tanto me gusta.
—¡Jajajajaja! ¡Asuia!
—¿Quéeeee? ¡Te será más fácil! —dijo riendo— ¡Luego te cobraré por la trenza!
Se dedicaron unas sonrisas, ademanes de despedida, y Gemma partió.
Aún quedaba mucho tiempo, más del que necesitaba para aprontarse. Asuia no contaba con que Gemma marchase tan pronto. No estaba precisamente inspirada, pero no perdía nada con intentarlo. Fue hasta el armario de la ropa, y desde el fondo, cubierto por muchas prendas, retiró un ordenador . Lo había escondido para que Gemma no indagara al respecto. Se sentó en su escritorio y lo encendió.
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