Cuarentena I

Se movían durante horas, los equipos se escaceaban así que no podían entrar más de una vez a la habitación de los pacientes, los días eran cansados, sentía la cara arderle, debían andar mascarillas todo el tiempo, los lentes de protección y una careta.

Un suspiró, su turno había terminado, se sentía estresado, no había ido a casa en días, respiro profundo, no quería contagiar a nadie, así que estaba durmiendo en el hospital. Negó mientras se quitaba todo el traje, con sumo cuidado, debían botarlo al solo quitárselo.

Se metió inmediatamente a la ducha, recordando el momento en el que le llegó la carta, de requerimiento para el sistema de salud. Dejó que el agua cayera sobre su espalda, no era el único médico que se quedaba en el hospital, podía escuchar como otros se desvestian en ese cuarto, esperando el turno de usar una de las dos duchas.

Por cosas del destino debía hacer guardia en Bart's, nunca estudio medicina para enfrentarse a algo así, y estaba seguro que ninguno de los que estaban en ese cuarto lo habían hecho.

Recordó el día que llegó la carta de requerimiento, Rosie estaba comiendo su desayuno, mientras él entraba al comedor con el sobre en sus manos, debido a que era un veterano, había tenido que guardar cuarentena junto a su pequeña hija, la única forma de contacto con el exterior era el patio de la casa donde las flores crecían por el inicio de la primavera.

Después de haberla leído, sintió como se le había estrujado el corazón, miró a su pequeña hija, con quién la dejaría, sabía que Baker Street era el lugar más apropiado, pero dejarla ahí implicaría que Sherlock comenzaría a guardar la cuarentena completamente. Sin siquiera salir a la acera... Sacudió la cabeza alejando los recuerdos, no importaban en ese momento.

Salió de la ducha con pesadez, encontrándose a otro doctor con rostro cansado, se había acostumbrado a ver colegas llorando donde fuera, sabía que no todos soportaría el estrés, y a todos se les comenzaba a ir la esperanza de ver un fin.

Se puso la ropa limpia, para caminar hasta el armario de limpieza, donde tenía guardadas sus cosas junto a un compañero llamado Charles, cuando John salía de turno Charles entraba, y ambos se aseguraban de desinfectar todo antes de que el otro llegara. Como en algún momento lo supuso el rubio, ninguno de esos jóvenes doctores había ido a la guerra, todos estaban preparados para las enfermedades normales, pero nunca para algo así...

Sacó su celular de un pequeño bolsón donde había hecho sus mudadas de ropa, 4 conjuntos para poder estar ahí durante Dios sabía cuánto. Abrió WhatsApp, solamente había tres chats frecuentes, había fijado el de Sherlock para no perderlo. Marcó una videollamada, necesitaba ver a Rosie.

Dos timbres, entonces contestó.

—John — Contestó Sherlock observando el rostro de su mejor amigo, estaba cansado, demacrado, sabía que se encontraba mal — Rosie esta durmiendo — Dijo, mirando como el rubio asentía — ¿La despierto?

—No, no, déjala que duerma — Sherlock se levantó para caminar hasta la habitación que era de John, para luego enfocar a la pequeña niña, dormida con tranquilidad — Se ve tan hermosa.

—Bastante, es preciosa — Susurró, se alejó de la cama — Cómo estás — Preguntó Sherlock después de salir del cuarto.

Que Sherlock le preguntara eso, fue como una grieta que se rompió por completo, el azabache se sentó en su sofá, para observar a su amigo que se había quedado con los ojos fijos en la pantalla, como si pensamientos inundaran su cerebro. El rizado guardo silencio, no quería estresarlo más, y aunque podía deducir lo que le había pasado, no quería atosigarlo con palabrería de más.

—¿Cómo estoy? — Susurró, de pronto sintiendo enojo en su pecho — ¿No es obvio? Es lo más estúpido que has podido decir, en los años que llevo conociéndote — Sherlock ni se inmutó, sabía que no era John hablando — Todos los días llegan más, y más, veo morir más gente que en la guerra, no puedo hacer nada, tengo que decidir entre jóvenes y ancianos, porque no damos abasto, los trajes se acaban, no hay medicinas, son cosas que nunca hemos visto — La voz de John se quebró — Estoy luchando junto a 400 doctores más solo en este piso — Comenzó a llorar — no puedo Sherlock, quiero ir a casa abrazar a Rosie, nos hacen la prueba cada dos semanas, para asegurarse que no damos positivo al Covid — Sherlock simplemente lo escuchaba, limitándose a intentar comprenderlo — Gracias a Dios, no he salido positivo, pero no me quitó la idea de que hoy me pude contagiar. Por eso ni siquiera pienso en ir a casa, no podría con la culpa de ver a mi hija entubada, a la Sra. Hudson, a ti — Los sollozos continuaban.

Sherlock se quedó en silencio, decir que todo iba a estar bien, estaba de más, se limitó a intentar mostrarle su apoyo.

—John, eres un héroe — Dijo haciendo que el rubio lo mirase — y todos estamos agradecidos, tu hija está orgullosa, igual que todos aquí, recuerda que Molly también está ahí, por si necesitas hablar con alguien más cerca... Yo cuidaré de Rosie, hasta que tu vuelvas, igual la Sra. H

John agradeció el gesto, para luego quedarse un momento en silencio, ambos sabían del estrés, y aunque Sherlock no lo admitiera, detestaba estar dentro de la casa 24 horas al día. Pero debía hacerlo, por los que amaba.

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John es médico, él estaría en servicio, escribiré algunas aventuras de John en el hospital y de Sherlock en casa con Rosie para dar una perspectiva de los personajes que puede que pasarán así

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