Gotas 141 y 142
#141:
En el aletargado pueblo donde nunca pasa nada, el disparo irrumpió el sopor de la siesta. Todos creyeron alucinar. Ninguno se percató del cadáver.
#142:
Era una rosa marchita cuyos pétalos suplicaban renacer. La cuidó, le devolvió el esplendor perdido entre la inclemencia del tiempo y el maltrato de otros. Entonces, solo entonces: la mató.
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